∆Capítulo Veinte∆
Las palabras seguían sin querer salir de mi boca.
Solo quería despotricar una y otra vez hacía ese hombre bastardo que dañó no solo físicamente a su esposa sino también a su propio hijo. Quería gritar de furia pero nada de lo que hiciera cambiaría el pasado ni arreglaría las cosas. Ese hombre ya estaba muerto y por mi podría pudrirse en las entrañas del infierno si era posible.
Mientras camino junto a Ian recordé cada palabra que me dijo, recordé el azul de sus ojos cristalizarse y perder su brillo de felicidad, recordé su rostro de preocupación y miedo. Y lo que más recordé fueron sus últimas palabras:
Dallas Charter...
Su primer nombre. Se sentía extraño pensar en llamarlo así o asociarlo siquiera con esas dos palabras, estaba tan acostumbrada a llamarlo por Ian que sería extraño conocerlo por Dallas, no lo sé, un tanto raro de mi parte. Aunque para mi él siempre será Ian, mi «Ian Cox»
—No... No te dije todo eso para que sintieras lástima por mi, Lex. —sus palabras me sacaron de mis pensamientos. Lo observé confundida, sin saber realmente porque me decía eso— No quiero que me mires de otra forma ahora que sabes sobre mi pasado, no quiero que todo lo que te conté cambie tu trato hacia mi.
Como si eso fuera posible. Ahora solo me sentía más unida a él. Ambos sabíamos sobre el pasado del otro, no había nada más que pudiera alejarme o hacerme cambiar de idea sobre él.
—No pienses ni por un segundo que siento lástima por ti, Ian porque no es así. —refuté con firmeza— Al contrario, siento mucha admiración porque a pesar de todo lo que te tocó vivir sigues de pie, disfrutando de la vida, no dejaste que tu pasado te consumiera, algo que yo no estaba haciendo.
Él se detuvo y yo hice lo mismo, mis ojos buscando los suyos. Eran mi nueva cosa favorita, admirar ese profundo e intenso azul me daba tranquilidad y calma.
—Ahora sabes como yo me siento con respecto a ti. Como te ves a mis ojos. —se sinceró sin dejar nuestras miradas ni por un segundo— Te admiro porque eres fuerte, Lex. Lo eres aunque no quieras creerlo, he visto tu coraje y tu valor y he amado cada una de tus virtudes pero he amado aún más cada uno de tus defectos.
Lo hizo.
Dijo la palabra «Amor»
¿Cómo se debe sentir uno al respecto?
Porque la verdad es que una vez más me quedé sin palabras. Unas mariposas revolotearon tontamente en mi interior, y unas hormiguitas invisibles se paseaban por todo mi cuerpo produciendo cosquillas en cada lugar.
¿Era así como se sentía?
Como si desplegaras tus alas y sintieras el viento chocar contra ti mientras observabas todo el paisaje que se extendía ante tus ojos.
Nunca antes había volado, pero las emociones que estaba sintiendo me hacían pensar en algo parecido a volar y vivir la libertad.
—¿Eso es posible?
Quise golpearme al momento de decir la pregunta en voz alta.
Quería simplemente decirle que también había aprendido a amar sus virtudes y ahora que conocía parte de su pasado solo podía amarlo mucho más, incluso con sus imperfecciones. Pero las palabras se quedaron atoradas en mi garganta, era imposible que salieran de mí, nunca las había dicho en voz alta, ni siquiera a mi hermana o a mi tía. Era algo que creí que nunca podría decir y ahora que quiero hacerlo solo no puedo.
Nunca deseé con tantas ganas decirle las palabras «Amor» a alguien, nunca creí que necesitaría hacerlo, nunca creí que yo podría amar de verdad a alguien que no formara parte de mi familia. Nunca lo creí hasta que él con su estúpida intensidad, con sus perfectas imperfecciones, con su patético humor, con su agradable compañía, con su dulce mirada y extensa sonrisa lograra romper mis barreras, perforando cada muralla construida, llenando de luz y calma mi agitada y oscura vida.
No lo había entendido hasta ahora. Quise ocultarlo, no presté atención a las señales, a mis cambios de emociones y sentimientos cuando él estaba cerca de mi. Intenté enterrar cada sensación en el fondo para que no salieran, quise creer que solo era mi imaginación y mi estabilidad emocional tan inestable lo que producía esas cosas en mi. Pero ahora lo sé, y no podía hacer más para olcutarlo.
Ian Cox entró a mi vida de la forma más inesperada. Cambiando mi forma de ser y de ver la vida, logrando iluminar cada rincón lleno de oscuridad.
Él llegó de imprevisto.
Y se quedó por elección.
Ian Cox, hizo que me enamorara de la vida misma.
Mis sentimientos ya no podían cambiar.
Amaba a Ian Cox, como amaba ver una mariposa libre en pleno vuelo.
—Es posible, Lex. —afirmó con total seguridad— Cuando amas a alguien no solo lo haces por su felicidad y buenos momentos. También lo haces por su caos y contradicciones. Cuando amas a una persona, la amas en sus días buenos como en los malos, en sus tristeza y felicidad, en la agonía y la alegría. Amas a una persona por lo que en verdad es y la aceptas con todos y cada uno de sus defectos.
Lo sabía. Lograba comprenderlo porque por primera vez entendía mis sentimientos, por primera vez lograba amar a una persona fuera de mi círculo familiar.
Y aún así las palabras seguían sin querer salir de mi boca, las sentía en la punta de mi lengua pero por más que intentara no podía decirlas en voz alta. El amor me seguía aterrando más que nada y ese temor me hacía ocultar una vez más lo que sentía.
Quise hablar, decir algo pero alguien más nos interrumpió.
—¡Chicos! —oí la voz aguda de Lea, y sin embargo no le presté atención. Mis ojos seguían enfocados en ese mar azul intenso.
—¿Estan bien? ¿Qué sucedió? —preguntó mi amiga posicionándose entre Ian y yo, tomando mis hombros para que la mirara— ¿Estas bien? ¿Ese hombre te hizo algo? ¿Dónde está? ¿Dónde lo viste? —sus preguntas me aturdieron. No sabía siquiera por cual comenzar.
—¡Calma, cariño! —la interrumpió Thiago al observar mi rostro— La estas aturdiendo con tantas preguntas.
Ivy asintió soltandome solo para dejar que pudiera pensar bien lo que tenia que responder. Los cuatro habían llegado interrumpiendo quizás el mejor momento de mi vida. Quería estrangularlos pero también quería agradecerles porque estaba entrando en una situación difícil por no poder responderle a Ian como debería.
—Lex, ¿qué sucedió? —preguntó esta vez Lea colocándose a mi lado— Ian nos contó lo que viste pero ¿podrías decirnos como realmente fue?
Suspire. Sabía que Ian les había advertido para que estuvieran alertas por si llegaban a ver al hombre de tatuaje pero lo que no quería de todo esto es tener que volver a describir como fue mi encuentro. Detestaba tener que recordar todo de nuevo con exactitud.
—Creo que debemos esperar a que ella se sienta realmente cómoda para decirlo. —aludió Ian captando la atención de todos— Sé que fue difícil lo que vivió esta tarde así que no la presionemos más, solo dejemos que ella por si sola cuente todo.
Le agradecí internamente por sus palabras.
Estaba vulnerable, abatida y muy desgastada tanto física como emocionalmente. Lo único que necesitaba ahora era poder llegar a mi casa y descansar, mi mente necesitaba desconectarse por largas horas después de todo la presión que había tenido hoy.
Llevé a los chicos hasta un lugar seguro donde pudiéramos hablar sin la mirada curiosa de las personas o sin sentir que alguien podía escucharnos, y me desahogue por segunda vez, les conté todo, absolutamente todo sin perder ni un solo detalle.
Los recuerdos seguían vivos así que contarles todo resultó ser más fácil de lo que creí.
Cuando terminé un silencio sepulcral nos envolvió. Cada uno perdido en sus pensamientos, intentando procesar todo lo que dije, haciendo funcionar los engranajes de sus cerebros para buscar algo que decir o algo que pudiéramos hacer con respecto a la situación.
—¡Esto esta mal! ¡La situación no puede seguir así! —explotó Max furioso. Sus fosas nasales se expandían como un animal rabioso— No podemos dejar que ese hombre siga haciendo y deshaciendo como lo ha hecho estos últimos años.
Asenti. Él tenía razón pero nosotros muy poco podríamos hacer. Si la policía había dejado de investigar hace años atrás no volverán a retomar las investigaciones. Ese hombre era poderoso, tenía muchas personas detrás de él, incluyendo policías, él tenía sus contactos y por esa razón lo habían dejado quieto.
—Hay algo más. —dije en voz alta— No quería decírselos para no empeorar las cosas pero dadas las circunstancias es lo que debo hacer. —todos me miraron expectantes— He estado recibiendo nuevas notas esta semana. No quise darle importancia pero todo empeoró cuando vi al asesino.
Todos se volvieron a quedar en silencio. Con sus expresiones de asombro y terror plasmado en sus rostros.
—¿Qué decían las notas? ¿Dónde están? ¡Por Dios, Lex! ¡Muestranos! —rugió una furica Ivy. Thiago se acercó e intento calmarla nuevamente.
—Las dos primeras notas que volví a recibir no están conmigo, me deshice de ellas. Pero hoy recibí una nueva. —saqué la hoja del bolsillo trasero de mi pantalón. La desdoble y se la tendi a Ivy que la tomó rápidamente. Ella leyó la nota en voz alta para que todos la escucharan.
—¿Crees que todo acabó? Solo dejame decirte que estoy más cerca de lo que en realidad crees. El juego apenas comienza, Lexi Baker. —finalizó— ¡Esto es una pésima broma! ¿Cómo es posible?
Arrugo la nota y se alejó unos cuantos pasos para poder despotricar libremente. Thiago fue detrás de ella, él era el único que lograba calmarla cuando se colocaba de esa forma.
—¿Por qué no me dijiste? —musitó Ian a mi lado. Lo miré a los ojos, queriendo perderme una vez más en el azul de su mirada.
—Porque tenía miedo. —confesé— No quería darle importancia. Y no quería preocupar a ninguno de ustedes.
—¿Qué decían las otras notas? —preguntó Max, quién rodeaba a mi hermana con sus brazos de forma protectora.
—Decía algo como que siempre estará detrás de mi, y que nada había acabado aún.
—¡Bastardo! —refunfuñó mi hermana— ¡Escoria! ¡Debería estar pudriéndose en el infierno! —si seguía así tendríamos a otra chica muy furica.
—¡Calma, nena! Por ahora solo tenemos que pensar en la manera de mantenerlas a ustedes a salvo.
—Max tiene razón. Lo importante aquí es que ustedes estén bien, y nosotros buscaremos la forma de que así sea. —la seguridad que Ian transmitía calmó ligeramente a mi hermana.
—¿Cómo? —preguntó.
Nadie respondió. Ninguno tenia una respuesta exacta a esa pregunta.
No sabíamos que haríamos para mantener alejado a ese hombre de mi hermana y de mi. Era algo completamente difícil.
Ian se acercó y me rodeó con sus brazos, envolviéndome en la calidez de su cuerpo, bajó su rostro y presionó su frente contra mi sien para susurrarme:
—No estas sola. Ni tu ni tu hermana lo están. —volvió a repetir con voz ronca— Y mientras yo siga a tu lado nada malo te sucederá. Te lo prometo.
Mis ojos se llenaron nuevamente de lágrimas.
No entendía porque sus palabras siempre me calmaban y me daban la seguridad que tanto necesitaba.
Así que solo dejé que su abrazo me reconfortara. Confiando nuevamente en sus palabras.
•••
Eran casi las diez de la noche, los chicos se habían ido hace más de media hora, pero Ian se negaba a irse, no quería dejarnos a Lea y a mi solas aún cuando nos encontrábamos seguras en la comodidad de nuestro hogar.
Luego de todo lo que le conté a ellos decidimos intentar comenzar de nuevo con las investigaciones. Ahora que el asesino estaba más cerca no había tiempo que perder, necesitábamos saber la verdad de lo que sucedió hace trece años, yo necesitaba saber el hecho de porqué la policía dejó de investigar, que era lo que tanto ocultaban para que ese hombre no pagara por lo que hizo.
Estuvimos casi cuatro horas buscando la mayor cantidad posible de información pero era muy poco lo que encontrábamos que fuera relevante o importante. No había muchas pistas, a decir verdad no había nada que nos llevara a la verdad, nada que pudiera resolver todas nuestras dudas y responder cada una de nuestras preguntas. Y saber que no teníamos nada de tiempo lo complicaba todo.
Él estaba pisando mi sombra, no sabíamos porque razón decidió aparecerse en pleno día solo para dejarse ver y luego desaparecer, no sabíamos sus planes ni que quería realmente y eso estaba volviendonos locos hasta el punto en que los chicos estaban siendo muy paranoicos, Ian incluido.
—Ian puedes irte. Lex y yo estaremos bien.
Ian miró a mi hermana extrañado. Él quería quedarse según para cuidarnos y quería que al menos Lea lo apoyara en su loca idea.
—No me iré. —se cruzó de brazos al mismo tiempo que colocaba una mueca furiosa como un niño pequeño haciendo un berrinche porque no le compraron el juguete que quería.
—Bueno, si eres lo suficientemente valiente para soportar los regaños y sermones de mi tía entonces eres bienvenido a quedarte.
Cuando llegamos esta tarde a casa tuvimos que mentirle a mi tía diciendo que entre todos haríamos un par de trabajos que teníamos pendiente en la universidad. Ella obviamente no se la creyó a la primera debido al hecho de que esta semana estamos totalmente libre de clases por las competencias, así que tuvimos que recurrir a patéticas ideas creadas por el desespero y la falta de tiempo. Logramos convencerla diciendo que era un trabajo de una materia que todos veíamos en particular —excepto Lea por supuesto— y que como era extenso necesitábamos al menos comenzar a adelantar algo antes de que todo se nos acumulara. Creí que no nos creería pero al final solo asintió y dijo que pasaría el resto de la tarde en su habitación viendo algo de televisión, así que sin más los seis nos pusimos manos a la obra, creyendo que lograríamos algo más, un nuevo descubrimiento pero no fue así.
—No creo que mi tía deje que te quedes. —admití, con tristeza.
Alexa podía ser muy cariñosa y abierta con nosotras pero era muy estricta con dejar que chicos pasen a dormir la noche en la casa, al menos que la situación fuera de suma urgencia, de resto nada podía hacer que ella cambiara de parecer.
—No tiene porque enterarse.
¡Dios! Esta faceta de Ian loco al que le gusta romper las reglas me estaba empezando a fascinar.
—¿Y cómo haremos para que no se entere? Si esa mujer parece una cámara de seguridad, capta todo, nada se le escapa.
Siendo sincera quería que él pasara la noche en mi casa. Lo necesitaba, necesitaba sentir su abrazo y su calor. Después de todo lo que sucedió solo necesitaba sentirme segura en los brazos de Ian.
—Por mi no se preocupen que yo no diré nada. —dijo Lea siendo nuestra cómplice. Definitivamente la amaba por eso— Eso sí, si mi tía se llega a enterar de que este chico pasó la noche en tu habitación me haré la amnésica, la que no sabe ni recuerda absolutamente nada, ¿ok? —Ian y yo asentimos rápidamente.
Por lo menos no tenía que preocuparme del hecho de que ella le contaría a mi tía porque se que no lo haría. Lea siempre ha sido muy leal conmigo y siempre que puede me cubre en cosas para que mi tía no se entere o incluso guarda muchos de mis secretos.
—¡Bien! —Ian aplaudió de manera animada— Ya está. Lo único será que cuando tu tía venga a correrme porque se que lo hará en unos minutos, yo me despida como si nada y luego intente trepar hasta tu habitación. —me señaló— Porque... ¿Si hay árbol donde trepar?
Negué sonriendo. —No, pero hay unas enredaderas en la pared, eso puede servirte como escalera.
Él lo pensó por largos segundos.
—Si aguantará mi peso, ¿no?. No me caeré ni nada por el estilo, ¿cierto? —reí ante todas sus preguntas.
—Estarás bien, Ian. Nada te sucederá. —le afirmé con seguridad.
No era como si simplemente quisiera verlo haciendo una locura en la que todo le resulta mal.
Porque esta noche quería dormir junto a Ian.
No se con seguridad que me está pasando, jamás había dejado a un chico entrar a mi vida, mucho menos a mi habitación, sería la primera vez, Ian será muchas primeras veces y eso me gustaba.
—¡Bien! Por cierto ya hablé con Larry y dijo que podría ayudarnos. —asentí, no muy convencida.
Larry es su padrastro, y jefe en la policía del pueblo. No queríamos buscar ayuda en alguien más, no quería tener que dar explicaciones ni mucho menos agregar a más personas en esta situación, pero dadas las circunstancias era necesario. Habíamos intentado buscar por nuestros propios medios y los resultados lograron ser desalentadores. Ahora necesitábamos la ayuda de un jefe de policía. Tuvimos que convencerlo, en realidad Ian tuvo que convencer a su padrastro de no contar absolutamente nada, ni siquiera a su madre, no queríamos a más adultos involucrados.
—Me parece perfecto. —respondió Lea por mi.— Odio tener que investigar y no encontrar ninguna información. Espero que él si pueda ayudarnos.
Cuando las investigaciones policiales estaban latentes luego de lo de mis padres, Ian era nuevo en este pueblo, así que su padrastro aún no era parte de la policía y nunca estuvo de lleno en esas investigaciones. Y ahora que le explicamos algunas cosas él accedió ayudarnos, quería encontrar las respuestas a ese caso que quedó inconcluso.
—¿Ustedes creen que fue bueno comenzar con lo de las investigaciones? —les pregunté, dudosa. No podía saber si lo que estábamos haciendo nos llevaría a algo bueno, o si al menos todo esto nos ayudaría en algo.
—Sí, Lex. —respondió mi hermana— Nuestros padres necesitan justicia y eso es lo que haremos. Además...
Mi hermana se quedó callada al momento en que otra persona la interrumpió, creando gestos de sorpresa y temor en nuestros rostros.
—¿Investigaciones? —preguntó mi tía entrando a la sala— ¿Están investigando sobre la muerte de sus padres? —su voz era dura y con un tono elevado. Por su expresión sabia que estaba enfadándose. Ninguno de nosotros respondió.— ¡Dios, niñas! ¿Qué creen que hacen? Saben que eso es un tema muy complicado. Las autoridades hace años no lograron hacer nada, ¿creen que de verdad ustedes pueden buscar información nueva después de más de trece años?
No, en realidad dudabamos de que pudiéramos hacer algo, pero no nos íbamos a quedar de brazos cruzados cuando teníamos a un asesino detrás de nosotras.
—No, pero... Necesitamos saber que fue lo que pasó con exactitud aquella vez, tía. —le respondo intentando no derrarmar las lágrimas que se agrupaban en mis ojos. Todos mis sentimientos estaban a flor de piel, cada cosa me afectaba— No podemos estar tranquilas cuando mis padres no recibieron la justicia que merecían.
—Cariño, se que sigue siendo duro para ustedes esta situación pero nada de lo que hagan cambiará el pasado. Esto que están haciendo no traerán a sus padres de vuelta. —¡Auch! Sus palabras dolieron más que cualquier otra cosa.
—¿Crees que no lo sé, tía? —estaba intentando dar todo de mi para no explotar. Lea e Ian veían todo en completo silencio— Sé que mis padres no volverán, nunca lo harán. Pero no por eso solo me quedaré observando mientras el asesino de ellos sigue con vida sin pagar las consecuencias.
—No eres policía, cariño. Ni mucho menos Dios para decidir que hacer con las personas. —sus palabras me dejaban descolocada. No entendía porque simplemente no nos podía comprender y apoyar— Esto que están haciendo es una locura. Deben parar, es muy peligroso.
—No lo haremos. —dije con firmeza.
—Sí, sí lo harán. Este tonto jueguito de creerse agentes se acabó. No pondré la vida de mis niñas en riesgo.
—¡¿Y es que a caso no entiendes que nuestras vidas siguen en peligro?! —estalló Lea que se mantenía al margen hasta ahora— Así investiguemos o no, no estaremos a salvo.
Mi tía la miró con sorpresa, tanto por su explosión como por sus palabras.
—¿De qué hablas? ¿Cómo que no están a salvo?
Suspire. Quise mantener todo en secreto, no quería que ella supiera la verdad pero no podía seguir mintiéndole. No había nada que pudiera hacer para seguir ocultándole las cosas.
—Pasa que... El asesino ha estado detrás de mi durante las últimas semana. —inhale y luego exhale el aire de manera brusca, intentando mantener el valor para seguir contándole. Mi tía me veía como si me hubiesen salido tres ojos en la frente— He estado recibiendo notas de advertencia de él.
—¿Cómo sabes qué es él? Simplemente puede ser una broma que te esta haciendo alguien más.
Negué rápidamente.
—No, yo también quise creer que era una broma pero no. Él... Yo lo vi, tía. Hoy vi al asesino de mis padres.
Las palabras brotaron sin que pudiera detenerlas. Me sentí un poco mejor ahora que se las había dicho en voz alta, pero seguía pensando que nada había sido real y que todo lo que vi fue producto de mi imaginación. Era lo que quería creer porque mi mente y todo mi cuerpo estaban realmente seguro de lo que vi. Mi mente no paraba de enviarme las imágenes de esta tarde y mi cuerpo se ponía en alerta cada segundo.
—¿Estás... Estás segura? ¿No habrá sido producto de tu imaginación? —negué a sus preguntas. Claramente yo quería convencerme de lo contrario pero fue real todo lo que vi— ¿Cómo... Cómo sabes que era él? Pudiste confundirlo con alguien más. Además tú eras una niña, no creo que puedas recordar como era el rostro de ese hombre.
¿Por qué no podía simplemente creerme y ya?
Siempre me daba el beneficio de la duda y ahora solo quería hacerme creer que estaba en lo incorrecto.
—Era él, tía. No muchas personas de este pueblo tienen un tatuaje en el lado derecho de su cuello. No muchas personas me veían como él lo hizo hoy.
Mi tía palideció, Ian tuvo que ayudarla a sentarse en el sofá más cercano mientras ella podía procesar mis palabras.
—Creo que mejor me voy. Ustedes necesitan hablar a solas. —dijo en voz alta luego de asegurarse de que mi tía no se iba a desmayar.
Mi tía asintió aún con su rostro pálido y su mirada perdida.
—Sí, y gracias por acompañar a mis niñas.
Ian asintió y antes de irse se acercó para susurrar cerca de mi rostro:
—Nos vemos en unos minutos, ¿ok? —asentí. Él posicionó sus manos en mi rostro y dejó un suave beso en mi frente para luego salir de la casa.
—¿Estas segura? —volvió a preguntar mi tía, después de asegurarse que Ian ya había salido.
—Muy segura. —respondí. Ella asintió varias veces antes de ponerse de pie.
—Creo que es mejor que mañana sigamos hablando de esto. Ahora solo necesitamos descansar. Y por favor detengan así sea un momento sus investigaciones, lo que están haciendo no les ayudará en nada.
Me sorprendió oírla decir esas palabras. Ella siempre había sido optimista y nos apoyaba en todo, y ahora solo nos decía que nos detuviéramos. No comprendía nada.
—¡Buenas noches, tía! —apremió Lea antes de que mi tía se perdiera por las escaleras. Se dio la vuelta y se dirigió hacia mi— No estuvo tan mal como creí que seria. —admitió sonriendo, lo que hizo que una pequeña sonrisa bailara en mis labios— Ahora ve y descansa. Supongo que tu príncipe azul ya te espera en tu habitación.
Su comentario me hizo sonreír aún más. Nos despedimos y cada una tomó rumbo hacía su habitación. Cuando entré todo estaba a oscuras, cerré con seguro la puerta y encendí la lampara de mi mesita de noche, me fijé entonces en que Ian aún no estaba.
¿Se habrá arrepentido?
Justo entonces un sonido en la ventana me hizo brincar del susto. Me encamine hacía ella y la abrí para percatarme de que Ian estaba intentando subir su último tramo.
Se sostuvo del marco de la ventana y se impulsó entrando directamente a mi habitación. Su mirada pasó de mi a las cuatros paredes que nos envolvían. Mirando y admirando todo lo que veía.
—¡Guao! —susurró.
—Guao, ¿qué?
—Creí que todo en tu habitación estaría envuelto en un profundo color negro. —Había olvidado que era la primera vez que él entraba a mi guarida.
Reí intentando imaginarme la habitación de esa forma. No quedaba tan mal, quizás algún día lo haría.
—Me gusta que mi habitación sea diferente a todo lo demás. —admití.
El lugar no tenia colores vivos, pero si variaba entre un color perla y un azul verdoso. Mi cama tenía un cubre cama en color rosa pálido con lunares en violeta, la lámpara al lado era de cerámica blanca con decoraciones de flores en ella. Mi habitación era lo más colorido que yo podía tener nunca.
—Me gusta tu habitación. —dijo posando frente a la peinadora de madera, sus ojos vagando por las fotos que tenía de mi familia y con Ivy alrededor del espejo.
—¿Qué quieres hacer? —le pregunté muy nerviosa. Quise darme una bofetada al percatarme de la estúpida pregunta que hice.
Él se giró hacía mi, sus ojos yendo de mi rostro a la cama y viceversa. Pude sentir mis mejillas calientes y muchas otras partes de mi cuerpo que no sabia que podían sonrojarse.
—Contigo quisiera hacer muchas cosas. —su tono de voz seductor no se me pasó por alto. Miré a mis pies intentando ocultar mi sonrojo y nerviosismo. Era la primera vez que un chico entraba a mi habitación y no sabia que hacer al respecto— Pero por ahora solo necesitamos descansar, tú más. Así que solo quiero dormir contigo.
Dormir contigo.
Esas dos simples palabras se sintieron como una gran oleada de emociones explotando dentro de mi. Era algo simple que muchos jóvenes hacían, pero para mi era la primera vez que dormía con un chico a mi lado, todo esto me daba mucho nervios.
Asenti tomando algunas prendas para dormir y me perdí en el baño de la habitación. Cerré la puerta detrás de mi y me recoste en ella. Suspire un par de veces intentando calmar los acelerados latidos de mi corazón.
Cuando estuve lista salí con sumo cuidado, como si intentara que la persona de afuera no notara mi presencia, cosa realmente extraña ya que íbamos a dormir juntos y él me estaba esperando.
Recorrí mi vista por la habitación y lo que vi hizo acelerar todos los sentidos de mi cuerpo. Ian estaba recostado en mi cama, con solo unos bóxer puestos, su torso estaba contraído porque sus brazos estaban estirados, sosteniendo su cabeza, y aún así podían notarseles sus abdominales.
¡Dios! ¡Ayudame!
Ian en bóxer era demasiada distracción para mi.
En silencio y con calma me acerqué, me senté en el otro lado de la cama y me recoste, subiendo el edredón hasta mi barbilla.
—¿Dormiras así? —le pregunté sin poder dejar de observar su cuerpo.
—No traje ropa para domir, además dormír así es más cómodo. —se encogió de hombros sin darle importancia. Asenti totalmente embelesada en su figura.
Ian se metió bajo las sabanas y con un rápido movimiento me atrajo a su cuerpo. Presione mi mejilla en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón, él me rodeó con sus brazos y pude jurar que no había otro lugar que me produjera tanta calma como los brazos de Ian. Su cuerpo irradiaba calor, y eso se sentía muy bien contra el mio.
—¡Buenas noches, Lex! —susurró.
—¡Buenas noches, Ian! —cerré mis ojos, preparándome para la noche que se nos avecinaba.
—¿Lex? —murmuró.
—Mmm...
—¿Puedo preguntarte algo?
—Ujum...
—¿Sigues creyendo que fui yo quién te envió la primera nota?
Abrí mis ojos para mirarlo mientras respondía:
—No.
—¿Por qué?
—Porque pude terminar de comprobarlo con lo que vi hoy. —volví a cerrar los ojos, recostando nuevamente mi mejilla en su pecho— Además de que comprendí que tus intenciones conmigo son buenas.
Pude sentirlo sonriendo antes de que presionara un suave beso en mis cabellos, su agarre se apretó más.
Sonreí satisfecha.
Esta noche no tuve pesadillas.
Esta noche soñé con Ian y con mis padres que seguían aún con vida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top