∆Capítulo Quince∆

El día llegó.

Ese en el que no solo los estudiantes de Billbord, sino también en el que todo el pueblo de Laswell habían esperado.

Los nuevos juegos deportivos anuales.

Eran el decimosexto juego que se hacía y el primero en el que el pueblo era el anfitrión.

La emoción, la adrenalina y la competencia era lo que se vivía, el ambiente emanaba pura felicidad y nerviosismo, como si fuese el primer juego al que Billbord estuviese participando.

—Con satisfacción y alegría me toca anunciarles que el decimosexto juego deportivo anual por fin dará inicio. —anunció el alcalde por los micrófonos que tenía frente a él. Sí, incluso el alcalde estaba tan feliz y emocionado que mandó a colocar una gran tarima en el centro de la institución, él quería darle personalmente la bienvenida a las demás instituciones.— Es un gran honor para el pueblo de Laswell ser el anfitrión de los juegos este año. Nuestra gente ha trabajado arduamente las últimas semanas para que todo esté preparado para cada competencia... Sin más preámbulo les damos la más cordial bienevenida a Laswell, espero que se sientan como en casa. Y así es como damos también inicio a ¡El decimosexto juego anual deportivo!

Las personas aplaudieron y gritaron de alegría.
Incluso los estudiantes de las demás intituciones, todos ellos habían llegado exactamente una media hora atrás y según el itinerario que nos habían dado por ser guías, luego del discurso del alcalde entrábamos nosotros, el recorrido por todas las instalaciones era realmente importante. Al parecer querían presumir un poco de las cosas maravillosas que tenía Billbord.

—No entiendo porque tanta emoción. —observé el papel que tenía en la mano. Cada día estaba distribuido para algo en específico.

Lunes: Bienvenida, presentación, recorrido.
Martes: Juegos educativos.
Miércoles: Juegos de mesa.
Jueves: Juegos recreativos.
Viernes: Juegos deportivos.
Sábado: Premiaciones.

¿Quién estuvo encargado de hacer este horario tan patético?

Cada día había una hora para hacer algo en especifico, ya sea dos horas de recorrido, tres horas de descanso, seis de competencia, y entre muchas más.

—Es la primera vez que el pueblo tiene forasteros, hay que tratarlos de la mejor manera posible para quedar muy bien. —respodió Ivy jalándome del brazo hasta el sitio donde debíamos estar para iniciar con nuestro recorrido.

—¡Odio esto!

—¡Lo sé!

Y definitivamente odiaba a nuestro profesor por obligarme a formar parte de esto, él sabia que los puntos extras que nos darían por participar no me importaba en lo más mínimo, nunca fui una mala estudiante, por tal motivo no los necesitaba pero de alguna u otra manera él necesitaba que yo estuviese involucrada así sea en algo tan patético como ser guía.

¡Odio aquí!

—Deberías sonreír. —No, obviamente no lo haría— ¡Vamos, Lex! Necesitamos dar una buena primera impresión al grupo que nos toca.

Ella sabía que me daba relativamente igual dar o no una buena primera impresión.
Extendi mis labios en una sonrisa forzada y falsa cuando ella hizo ojitos de borreguito asustado.

—¿Así? —le pregunté, obviamente sabía que se enojaría por no querer colaborar.

—¡Por Dios, Lex! —Ivy suspiró un par de segundos para calmarse, vi como hacía los ejercicios de respiración que yo le enseñé y no pude evitar reír— Eso, así. Esa es la sonrisa que necesitas dejar. —dijo señalando mi rostro, acto que eliminó la sonrisa rápidamente— Se que esto de verdad no te importa y lo entiendo, pero al menos hazlo por mí, ¿si? Simplemente piensa que con esto estas ayudando a tu mejor amiga.

¡Auch! Un gran golpe bajo.
Está usando sus métodos de convencimiento.
¡La odio por eso!

—¡Ok! —accedí, elevando mis manos al cielo de forma frustrada— Pero conste que lo que haré será por ti y no porque me importen estos estúpidos juegos.

Ivy sonrió abiertamente.

Era la única amiga —fuera de mi circulo familiar— que tenía, ella ha hecho tantas cosas por mí que yo sería capaz de hacer cualquier cosa tanto por ella como por mi hermana y mi tía. Son las mujeres de mi vida, ellas son mi familia.

—¡Gracias, Lex! —su sonrisa fue contagiosa.

—Sí, sí. ¡Manos a la obra! Necesito que esto acabe cuanto antes.

Mi gran entusiasmo por querer terminar con todo la hizo reír. Así era, me emocionaba más por terminar que por iniciar.

—Según tengo entendido nos tocará un grupo de al menos unos veinte estudiantes, todos de entre diez a veinte años.

Fui asintiendo a cada cosa que decía para que supiera que estaba escuchando.

—¿Cuántas escuelas llegaron? —le pregunté ya que en el itinerario no decía nada de eso.

—Creo que unas quince.

¿Quince?
Creía que eran más.

—¿Tan solo esa cantidad?

—Sí, al parecer este año varios escuelas e institutos universitarios decidieron unirse y formar una sola escuela. Ya sabes para tener más ventaja a la hora de ganar.

Las competencias estaban dividas para estudiantes de primaria, secundaria y universitarios; cada uno con puntuaciones distintas y tenías mayor oportunidad de que tu escuela ganara si competidas en las tres áreas. Cosa que para algunas instituciones era difícil. No todos tenían un instituto que contara con los tres grados y si querías tener ventaja tenías que dejar un poco el orgullo y la competitividad a un lado para unirte con otra institución.

—¡Bien! Es hora. —dije al mirar como un grupo grande de estudiantes se acercaban a nuestro lugar.

¡Dios, dame paciencia para soportar este día!
No permitas que mi odiosidad salga a flote. ¡Por favor!

—¡Hola, chicos! —saludó Ivy, muy animada. Los estudiantes les devolvieron su saludo, felices, contentos y también muy animados— Mi nombre es Ivy Myers y ella —me señaló— es mi compañera Lexi Baker, nosotras seremos su guía y ayudantes mientras duren los juegos. Cualquier duda, pregunta pueden hacerla sin ningún inconveniente.

Un estudiante al fondo levantó su mano haciendo que ella se callara para dejarle hablar.

—¿Si necesitamos ir incluso al baño ustedes nos llevarán y ayudarán? —preguntó una voz gruesa que me hizo querer acercarme y estrangularlo.

Las risas de sus compañeros hicieron eco.
Necesito paciencia, mucha paciencia e Ivy tomo el control de la situación cuando vio que estaba haciendo todo de mi para no salir con uno de mis comentarios.

—Creo que sus padres les enseñaron ir al baño desde que eran niños, ¿no? Por tal motivo no creo necesario que requieran nuestra ayuda, ni siquiera a los más pequeños. —finalizó señalando a unos niños que estaban al frente del grupo— ¿O me equivoco? —los niños negaron rápidamente, dándole la razón a mi amiga.

Otro estudiante alzó la mano e Ivy dejó nuevamente que hicieran su pregunta.

—¿No quieres ser mi novia? —le preguntaron. Evité reír porque sabía que eso la comenzaría a estresar.

—Ya tengo novio, gracias.

—¿Y ella? —preguntó otro chico. Giré hacía la voz y mis ojos dieron directamente con unos imponentes y extraños ojos color miel.

—Ella esta apartada. Si no tienen más preguntas con respecto a la institución, los juegos o los horarios entonces comenzemos con el recorrido.

Evité decir una sola palabra mientras recorríamos la institución, las canchas, el jardín, la biblioteca, solo hablaba cuando era necesario o cuando alguien me hacia una pregunta en específico, de resto dejé que Ivy tomara el control de todo, ella era buena en esto, yo era todo lo contrario.

Casi dos horas después habíamos finalizado con todo, respondimos a cada pregunta y duda, explicamos cada cosa, incluso el itinerario para que les quedara claro que se iba hacer cada día a cada hora. Fue un poco estresante tener que repetir más de dos veces lo que decíamos para que pudieran entenderlo con claridad ya que los ineptos de los chicos que hicieron sus inusuales preguntas hacían cualquier cosa para que Ivy y yo perdiéramos los estribos.

¡Imbéciles! Con ganas quise estamparles mi puño en sus rostros pero Ivy lo impidió en varias ocasiones.

—¡Hemos terminado con el recorrido! —anunció mi amiga.

—¡Gracias a Dios! —murmuré por lo bajo.

—¡Gracias, chicas! —habló una rubia. Las chicas y los niños habían sido los más amables del grupo.

Nos despedimos indicándoles que tenían que ir hacía la residencia con la que Billbord contaba para que dejaran sus cosas, y descansaran. A partir de mañana los días serían difíciles.

—¿Podemos salir ahora cuando ya hayamos descansado? —preguntó una chica morena.

—¡Claro! —asintió mi amiga para darle más peso a su respuesta— Por hoy tienen la libertad de salir y recorrer pero tienen que tener en cuenta que nosotras no estaremos con ustedes y que mañana a primera hora comenzaran los primeros juegos y hay que ajustarse al horario.

—¿No se supone que ustedes serán nuestras “ayudantes”? —preguntó el mismo imbécil de lo del baño— Tienen que estar con nosotros si se los exigimos.

¿Exigir?
Ja, ahora si que me cansé.

—No, ustedes no nos exigen nada porque ni trabajamos para ustedes ni tampoco veo que nos están pagando por un servicio. —ya era tarde para arrepentirme de mis palabras, pero definitivamente este chico había agotado ya la poca paciencia que me quedaba— Y sí, estaremos como sus guías para una situación que requiera de verdad nuestra ayuda, no para que anden exigiendo ni para que esperen que estemos para acompañarlos a festejar o cumplir cada una de sus peticiones o berrinches porque vuelvo y les repito: No trabajamos para ustedes que les quede claro. —finalicé mi gran discurso y me di media vuelta para alejarme de ese grupo o podría no hacerme luego responsable de mis actos.

—¿Entonces para que están al frente de nosotros si no pueden cumplir nuestras exigencias? —volvió a preguntar en voz alta para que pudiera escucharlo claramente. Me giré y aún estando a un poco de distancia le respondí.

—Estamos para guiarlos dentro de la institución, para ayudarlos en un momento de suma urgencia no para cumplir sus órdenes y exigencias, no somos sus sirvientes, somos estudiantes al igual que ustedes y solo estamos para recordarles el horario de los juegos. Así que no se pongan en plan: Ellas serán mis esclavas estos días porque NO lo somos.

Me alejé sin esperar un comentario de vuelta, no quería tener que volver a soportar una de sus ridiculeces, sí lo hacía las consecuencias para mi serían horribles. 

•••

Las competencias iniciaron y yo solo quería salir corriendo de este lugar.

¡Odiaba ser parte de esto!
¡Odiaba tener que soportar a los idiotas del día de ayer!

Caminé por los pasillos hacía mi casillero, el día de hoy no iban a necesitar mi ayuda —cosa que agradecí enormemente—. El decatlon académico de cada institución estaban compitiendo y siendo sincera esta competencia sería demasiado larga, no creo que aguante todo un día viendo a los demás competir, no es mi fuerte tener que soportar horas y horas sentada para ver quién gana o quién pierde.

Marqué la clave de seguridad en el pequeño candado y abrí la puerta del casillero, guardé los libros que llevaba y tomé la hoja de los itinerarios, al parecer estos días estariamos realmente ocupados, aunque aún seguía sin entender muchas de las cosas que estaban en el horario.

Saqué el libro de historia de Ivy justo cuando dos pequeñas hojas salieron volando de él. Cerré el loquer y me aseguré de colocarle de nuevo el candado antes de tomar ambas hojas del suelo.

No recordaba haber guardado una nota o un apunte dentre del libro, casi nunca lo hacía, si necesitaba remarcar algo solo le pegaba un pequeño marca páginas para no olvidarlo. 

Abrí la primera nota y mi corazón se detuvo un segundo para luego volver a palpitar con más frenesí.
Revisé la otra nota y la sangre se congeló dentro de mi.

¡No, no, no!
¡Esto no puede estar pasando!

Hice todo lo que me pidió, dejé las investigaciones, no he vuelto a sacar el tema a flote.

¿Por qué volvía hacerme esto?
¡¿Por qué?!

Revise ambas notas de nuevo, para comprobar que todo seguía ahí justamente como la primera nota que recibí.

“Siempre estaré detrás de ti”

“Sigo aquí, nada ha acabado aún”

Leí las palabras una y otra vez, intentando procesarlo todo.

El miedo estaba invadiendo cada parte de mí, pero no podía dejar que un nuevo ataque tomara control de mi cuerpo, no podía hacerlo.

Esto simplemente debe ser una broma de mal gusto.
No entiendo porque el asesino querría volver a enviarme una nota si había hecho claramente lo que me pidió. Dejé de investigar, dejé de buscarlo.

Solo quería seguir con mi vida, intentar hacerlo, pero su sombra me perseguía aunque no quisiera. 

—¡Hey, Lex! —me sobresalte por el susto. Guardé rápidamente ambas notas en el bolsillo de mi pantalón e intenté no reflejar el miedo que sentía.

—¡Chicos! —fingí asombro al voltearme a ver a los dueños de la interrupción.

—¿Estas bien? —me preguntó Thiago observando mi rostro con duda y preocupación.

—Sí, es solo que todo esto de los juegos me tiene un poco estresa. —mentí— Saben que esto de tener a tantas personas a mi alrededor no es lo mio. —aunque en parte no era pura mentira.

—Sí, no estas acostumbrada a este agetreo. Es el tercer año en que los chicos y yo participamos. —Maxi pasó un brazo por mi cuello y su sonrisa se extendió al ver mi cara.— ¡Oh, vamos! No te pongas así. Necesitamos tu ayuda.

¿Mi ayuda?
¿En qué?

—¿Para? —no pude evitar la curiosidad que tenía. Estos chicos nunca inventaban nada bueno.

—Necesitamos que nos digas cuando es que tenemos la competencia de fútbol. —enarque mi ceja confundida, se supone que los guías debieron decirle a cada estudiante y ellos como participantes de la escuela anfitriona deberían saberlo más que nadie.— Es que tenemos una confusión. Este año lo juegos implementaron una nueva modalidad, por lo que es más fastidioso tener que ajustarse a los nuevos horarios.

Este era el primer año en el que formaba parte de dichos juegos así que mi experiencia en años anteriores es nula, así que si alguien me puede ayudar a entender un poco mejor todo esto de los juegos son ellos dos.

—Los puedo ayudar pero con una condición.

—Ya sabía yo que esta mujer era bien interesada. —Thiago negó varias veces en reproche pero luego me hizo un gesto con su mano para que hablara— A ver, dinos. ¿Qué necesitas a cambio?

Este chico no se iba con rodeos. Me estaba agradando un poco más.

—La verdad es que esto de las competencias y el itinerario me tiene un poco confundida. Es el primer año en el que estoy y no por voluntad propia cabe destacar. Así que necesito que me ayuden a entender mejor el enredo en que me tiene todo este programa. —dije elevando la hoja para mostrarles todo el cronograma de los días en que se festejaran los juegos. 

Ambos se acercaron y observaron atentamente la hoja, detallando y leyendo cada palabra que estaba plasmada.

—Se supone que los juegos deportivos son el viernes pero aún así en la semana estarán jugando fútbol, no lo comprendo. —Sí, llamenme ignorante, tonta o lo que quieran pero la verdad es que todo este asunto me tiene la cabeza echa un lío.

—¡Oh! Es fácil. Los años anteriores en el que participamos sólo se hacían competencias exclusivamente deportivas pero la de fútbol la hacían durante toda la semana porque eran muchos equipos, ya el ultimo día de competencias que sería el viernes, logran competir solo los dos finalistas y de ahí sacan el equipo ganador. —explica Max como si eso fuera lo más sencillo del mundo— ¿Si logro darme a entender?

—Eso creo.

—No es complicado, Lex. —Estuve a punto de decirles que no me hicieran sentir como una tonta que no entiende absolutamente nada— Este año las cosas son distintas por las nuevas competencias pero siguen manteniendo la misma modalidad de años anteriores. Es decir, en la semana se disputarán los partidos entre los equipos de los cuáles sacaran a los que irán a la final que se hará el día viernes.

Ahora todo estaba cobrando un poco más de sentido.

»Y al parecer a nosotros nos toca  aperturar el juego de mañana contra el equipo del norte.

Asenti al corroborar que tenía razón.

Al parecer necesitaban que los equipos jugaran en la semana para enfocarse el último día solo en los finalistas. Lo que quiere decir que estas semanas serán más forzadas de lo que creí.

—Espero que vengas a vernos jugar mañana. —¿Era en serio? Ellos sabían perfectamente que odiaba la multitud, bueno, las personas en general, aunque últimamente había estado siendo más tolerante con quiénes me rodeaban— Ian, Thiago y yo estaremos feliz de que nuestra gran amiga Lex Baker venga al partido.

Y yo estaría realmente feliz de ir si yo sea la única persona que estará en las gradas, pero sé con certeza que más de cien personas estarán en cada partido. Incluso los habitantes del pueblo estarán presente en cada competencia. Las ansias y el orgullo los hace querer apoyar a la institución.

—No seas aburrida, Lex. —interfirió Thiago al ver mi rostro de negatividad— Es solo un partido. Esperamos que estes ahí si no juro que me convertirte en tu mayor pesadilla.

—¡Uh! ¡Que miedo, estoy temblando! —ironizo moviendo mi cuerpo, como si de verdad estuviese temblando del susto.

—Ja. Ja. Ja. Muy graciosa. Mejor nos vamos. Tenemos que ir a hacer algunas cosas. Gracias por tu ayuda, Lex Baker.

Ambos terminaron de despedirse aludiendo que si no me aparecía en el partido de mañana mi castigo sería horripilante. Ni se que cosas se le ocurrirán a los dos pero prefiero no saberlo, de solo tener que soportar sus reproches y aguantar sus insistencias tengo de sobra.

Caminé hacía el primer contenedor que había en el pasillo y lancé las dos notas para olvidarme así sea un momento de lo escalofriante que me sentí al comprender que el asesino aún seguía detrás de mi en vez de ser al contrario.

Saber eso me producía unas increíbles ganas de querer dejarlo todo y huir. Correr lejos de este lugar, correr sin rumbo fijo, poder sentir la libertad por un segundo, pero no podía hacerlo, Lea y mi tía estaba en peligro, incluso los chicos e Ivy; entender eso hizo florecer una valentía que no sabía que existía dentro de mi. No podía dejar que nada les sucediera a ellos, no podía perder a más personas importantes para mí. Porque sí, aunque me cueste admitirlo, los chicos del trío irresistible ya estaban formando parte de mi vida, y ellos no merecían pagar las consecuencias solo por mi culpa, nadie lo merecía.

Me fui caminando hasta casa. Era la primera vez que lo hacía en mucho tiempo, la última vez que anduve sola por las calles fue el día de mi primer ataque de pánico en mucho tiempo. Sentía miedo, no lo iba a negar, estaba aterrada porque podía ver que en cualquier esquina a la que girara llegaba un hombre con tatuaje de escorpión a dispararme o incluso secuestrarme para luego hacer de mi muerte un proceso largo y doloroso.

Las manos estaban sudandome, sentía como mi presión aumentaba al igual que los latidos de mi corazón, podía escucharlo claramente en mis oídos, bombeando con más fuerza hasta el punto de hacer que mi pecho doliera.

Sabía que mi cuerpo se estaba preparando para recibir un nuevo ataque, era como si ya lo presintiera y simplemente se preparaba física y mentalmente para la llegada inminente de los dolores, la falta de aire, y la debilidad.

Mi cuerpo se estaba doblegando pero ya no podía permitir que las cosas siguieran así; tenía que tomar yo misma el control de todo, no podía seguir dejando que mi cuerpo se rebelara y dejara que todo sentimiento oscuro absorbiera el pequeño rayo de luz que aún no había podido ser arrancada dentro de mí. Necesitaba obligar a mi cuerpo a obedecer mis ordenes, necesitaba dejar de tirar la toalla para que todo lo negativo que quisiera estar dentro de mi me derrumbara como siempre lo hacían.

Respiré varia veces, conté del uno al diez y lo hice de regreso. Me concentre en escuchar el sonido de las aves, de el aire chocando contra las ramas de los árboles, aspire el aroma a naturaleza, me enfoqué en lo azulado del cielo y en la brillante y resplandeciente luz del sol. Me concentre enormemente en esas pequeñas cosas y el miedo empezó a desaparecer de mi.

Me sentía llena de alegría y júbilo. Era la primera vez que no me dejaba llevar por un ataque de pánico. No sabía si se podía contener pero efectivamente había logrado que mi cuerpo me respondiera y en vez de doblegarse se irguio con orgullo.

No sabía como pero en lo que menos esperé mis pies se detuvieron frente a la puerta de mi casa.

¡Lo logré!
Logré llegar sola sin haber sufrido un episodio.
Logré por primera vez dejar el miedo a un lado.
Logré sentir como en mi interior los sentimientos revoloteaban.

Todo se sentía nuevo, puro y perfecto.

Entré a la casa y avancé a paso decidido hacía mi habitación. Cuando llegué cerré la puerta detrás de mi y me lancé en la cama. Le respondí a Lea diciéndole que ya estaba sana y salva en casa, no quería que se preocupara más de lo necesario por mí.

—¿Lex? —el susurro de mi tía me hizo desviar mi mirada del teléfono hacía ella. Su rostro estaba asomado por entre la puerta. Ella muy poco entraba a mi habitación, siempre le había gustado darme la privacidad que necesitaba— ¿Y Lea?

—Esta en el instituto.

Ella fruncio ligeramente su entrecejo confundida. Le hice un gesto para que entrara, no me gustaba tener que hablar con ella de ese modo.

—¿Quién te trajo? ¿Fue Ian? —me preguntó dudosa.

Negué. —Nadie, vine sola.

Mi respuesta la sorprendió más de lo que podía admitir. Era difícil saber si estaba feliz, triste o enojada por lo que hice.

—¿Tú te viniste sola desde el instituto? —preguntó, muy calmada. La pregunta era más para ella que para mi, quería realmente procesar lo que salía de su boca.

—Sí, tía. Me vine sola. —repetí.

—¿Al menos tomaste un taxi o el transporte?

—No. —volví a negar, sin darle mucha importancia al asunto— Vine caminando.

Su asombro fue más notorio.

—¿Y no tuviste ningún ataque?

—No.

—¿En serio?

—En serio, tía.

Se que todo esto es realmente difícil de creer.

—¡Dios, Lex! Estoy tan feliz y orgullosa por ti. —ella me rodeó con sus brazos. Aspire el suave olor a dulce que desprendía— Aunque si algo te hubiese pasado juro que yo no...

—Shh, tía. —la interrumpi, no quería que ninguna de las dos llegáramos a ponernos sentimentales— Estoy bien, no pasa nada.

Ella se alejó solo un poco para tomar mi rostro entre sus manos. Sus ojos estaban cristalizados, si decidía ponerse a llorar aquí mismo yo la acompañaría también.

—Mi niña, mi pequeña, Lex. —colocó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja para luego pasar sus manos por mis mejillas— Estoy tan feliz de ver que estas intentando seguir con tu vida. Aún no puedo creer que hayas llegado hasta aquí sola. —sonreí— Un paso a la vez. —susurró. Eran las palabras que siempre me decía de niña, cuando había comenzando con las terapias.

—Un paso a la vez. —imite sus palabras sin dejar de sonreír.

Mi tía se levantó emocionada y se encaminó hacía la puerta.

—Hoy es un día especial y debemos celebrarlo. —reí. Era de esperarse que ella no dejara pasar este momento— Por eso prepararé tu comida favorita. Dile a Lea que no llegue tarde. —salió de la habitación pero luego volvió a regresar como si hubiese olvidado algo— Avisale a Ivy y a tu amigo Ian.

—Tía solo vine a casa sola, no es mi cumpleaños ni ninguna fecha especial por la que debemos festejar así.

—¡Ah! ¡Ah! Este gran paso que acabas de dar por todo lo alto se tiene que festejar, señorita. Y si tu no llamas a tus amigos lo haré yo. —finalizó para luego volver a salir.

Suspire y le escribí a Lea.

De esta no podía salir. Mi tía era muy insistente cuando se lo proponía. Bueno, al parecer todos a mi alrededor lo eran.

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