∆Capítulo Once∆
Los días siguen su curso.
Nada vuelve a suceder.
Todo se convierte en rutinario.
Cada día con temor habría mi casillero esperando encontrar una nueva nota, pero nada ocurrió. Fue como si todo se detuviera por poco tiempo, como si las cosas no hubiesen pasado.
El miedo me invadió.
La duda se acrecentó.
El dolor permaneció.
Habían pasado un par de semanas, no había tenido más ataques, lloré solo por un par de días, luego fue como si todo en mi se congelara, las lágrimas cesaron pero el dolor seguía latente y no se iba por más que lo intentara o por más días que pasaran.
Llegué a la entrada de la universidad y el aire chocó contra mi rostro, haciéndome sentir verdaderamente viva, como si las horas que estuve divagando por todo el lugar solo se contara como un simple vaivén de mi cuerpo que solo se mueve porque esta acostumbrado o porque es lo que le exige la gravedad pero no porque de verdad se sintiera vivo y con ganas de continuar su recorrido.
Mis pensamientos son como un laberinto, cada esquina a la que doblo es entrar a un callejón nuevo de pensamientos que no dejan descansar a mi cerebro, y donde la única manera de hacerlo parar es encontrar la salida pero cada vez es más difícil y complicada encontrarla y los pensamientos solo se acumulan una vez más dentro de tu pequeño cerebro apunto de colapsar por tanto trabajo y tanta información.
—¡Solo Lex! —un grito me saca instantáneamente de mi trance, giro hacía la voz y me encuentro con el ser que menos tolero.
—¡Maxi! —apelo sonriente, o al menos eso intento.
—¿Cómo estas? —pregunta acercándose a mi.
El sol pegando directamente hacía sus cabellos hace que tu atención se concentre solo en ese lugar, encandilando incluso hasta tus propios ojos.
«Bien hasta que tu llegaste» Evité decir.
Me encogi de hombros para restarle importancia a mi respuesta.
—Tan bien como se puede.
Él asintió y se posicionó a mi lado, eliminando cualquier distancia e invadiendo eso llamando “Espacio Personal”
—Hay algo de lo que quiero hablarte. —susurró en mi oído, enviando números escalofríos por todo mi cuerpo.
Si supiera que odio que me hablen al oído.
—Tu dirás.
Maxi me tomó del brazo y comenzó a arrastrarme hacía la parte trasera de los edificios.
—¡Oye! ¿Qué haces? —intenté alejarme de su agarre pero él presionó mucho más cuando se percató de mis intenciones.
—No te haré daño si es lo que piensas.
No le creía.
Él nunca fue de mi agrado y ahora sus acciones no me daban buena espina, no podía pensar en que solo quería jugar a las muñecas conmigo cuando me estaba llevando a un lugar poco transitado.
—Te juro que si no me sueltas gritaré y pateare tus testículos. —me abofeteé mentalmente al darme cuenta de lo que había dicho.
¡Por Dios, Lex! Nunca debes decirle a tu agresor, secuestrador o ladrón lo que tienes pensado hacer. Eso solo hará que él se ponga en alerta y eso no te favorece en nada.
Maxi soltó su agarré pero antes de que pudiera gritar o correr presionó mi cuerpo contra la pared trasera del edificio y coloco su mano en mi boca acallando cualquier sonido.
—No te haré nada, lo juro. Pero tienes que creerme. —fruncí el ceño, sus palabras decían una cosa pero sus acciones otras muy distintas— Solo quiero hablar contigo pero sé que eres muy difícil de convencer por eso te traje hasta aquí, es todo. —Max acercó su rostro al mío, pude sentir claramente su respiración— Te soltare pero solo si prometes que no escaparás o comenzarás a gritar como loca. —eso era precisamente lo que quería hacer— ¡Prometelo! —rugió al no recibir respuesta. Asenti rápidamente, era lo único que podía hacer dadas las circunstancias.— ¡Bien! —susurró antes de soltarme poco a poco.
Pensé en correr y gritar con todas mis fuerzas pero él como que supo leer mis pensamientos porque dijo:
—Ni se te ocurra. —advirtió— Solo necesito unos minutos de tu tiempo.
Suspire con resignación y asenti, si me resistía sería peor. He visto lo intenso que resulta ser Ian Cox en muchos momentos y quizás Maxi es como él, así que para que todo termine es mejor simplemente escuchar lo que tiene para decirme.
—Cuando quieras. —respondí. Me recoste de la pared intentando poner un poco de distancia entre los dos.
Maxi inhaló y luego exhaló el aire bruscamente para posteriormente pasarse su mano por la nuca. No conocía a fondo a este chico pero sus movimientos y gestos solo me hacían darme cuenta de que estaba muy nervioso.
—Eh, bueno... Verás, Lex... Yo... —mientras pronunciaba las palabras miraba a cualquier lugar excepto a mis ojos, otra clara señal de que lo que fuera a decirme lo tenía completamente angustiado— Es sobre Lea. —soltó de repente. Mis instintos protectores se pusieron alerta.
—¿Lea? ¡¿Qué le sucedió?!
Mi mente comenzó como siempre a imaginar los escenarios más horripilantes que pueden existir y Lea era la protagonista principal de dichos escenarios.
Mi corazón palpitó tan fuerte que sentía que en cualquier momento escaparía sin piedad y control de mi pecho.
—¡No, no, no! —balbuceó rápidamente— Ella esta bien, no te preocupes.
Arrugue mi frente completamente confundida.
Si Lea estaba bien, entonces... ¿Qué quería Maxi Powell?
—Entonces no entiendo para que quieres hablar conmigo sobre mi hermana.
En realidad una pequeña parte de mi sospechaba sus razones pero no quería aceptarlas o se podrían hacer realidad.
Ojalá solo esté malinterpretando todo.
—Ella me gusta. —apremió con convicción— Y mucho.
Y yo te mataré y con mucho dolor.
Quise decir pero me contuve.
Lo miré con duda, nada de lo que él hacía o decía me producía algo de buena vibra o sinceridad, él era el único del trío insufrible con el que menos me sentía agusto, no sabía si solo eran cosas mías o era que de verdad me daba cuenta de que debajo de esa fachada de niño dulce, guapo y rompecorazones había algo mucho más escalofriante, algo que nadie podía detectar antes de que ya fuera demasiado tarde.
—Te felicito. —dije intentando parecer indiferente— Pero será mejor que intentes buscar otra conquista de una sola noche, mi hermana no es la clase de chica con la que siempre frecuentas.
Maxi negó y se acercó a mi, necesitaba poner cierta distancia con este chico, tenerlo tan cerca me ponía alerta y entraba en desconfianza.
Las personas son buenas dependiendo solo de la circunstancias en las que se encuentren.
Si todo en sus vidas va viento en popa, te trataran de buena manera así seas tú el que no sea realmente agradable.
Si todo va pésimo en sus vidas, de esa manera te tratarán.
Nunca creí en eso de: Las personas te tratarán de la misma forma en que tu las trates. No todos pagan de la misma manera en que son pagados. Sino Ivy no sería mi amiga, Ian no se estuviese convirtiendo en alguien importante para mi y tanto Thiago como Maxi no estuviesen si quiera a menos de un paso de distancia cerca de mi.
Mis actos, manera de ser y mi trato hacía ellos ya los hubiese alejado de mí o al menos estuviese recibiendo parte o mucho más de lo que les entregué.
—Si te digo que me gusta es verdad. —dijo con firmeza— Y es más que claro que ella no es una de mis conquistas, es mucho más que eso.
Sus palabras me asombraron y descolocaron un poco.
Todos conocen el Maxi Powell rompecorazones que es, pero ¿será solo así o habrá algo mucho más debajo de esa fachada de bad boy?
No podía ablandarme y bajar la guardia con él, no sabía exactamente cuáles serían sus intenciones con mi hermana y tampoco quería saberlas.
—No me importa si ahora mi hermana se volvió tu nuevo blanco, o si es una de esas conquistas que quieres solo porque no se derrite delante de ti. —comenté— Lo único que de verdad me importa es que te mantengas alejado de ella.
Se que nunca hay que juzgar un libro por su portada, mucho menos juzgar a las personas solo por lo que los demás dicen o por lo poco que has visto de ella, pero Maxi nunca ha sido y nunca será de mi completo agrado, y aunque lo fuera estaría completamente lejos de creer que lo dejaría acercarse a mi hermana con doble intención, ella no es su tipo, ni él el de ella.
—No lo haré. —sacudió la cabeza decidido— Te lo dije para que veas que es en serio lo que digo, pero tampoco me importa si no estas de acuerdo. Si tu hermana quiere estaré con ella te guste o no, incluso si me aceptas como si no. —espetó con mucha seguridad.
No sabía realmente si lo que decía era verdad o no, pero la decisión en su mirada me dijo que no se iba a rendir por más que yo lo intentara hacer cambiar de opinión.
—¿Por qué crees que ella querría estar contigo? —cuestioné. Conocía a Lea y sabía que ella no es de estar con chicos como él.
—¿Por qué no mejor se lo preguntas a ella?
—Porque ya te lo estoy preguntando a ti.
Él sonrió, mostrando esa sonrisa de galán derrite corazones que siempre usa con sus conquistas.
—Porque desde hace varias semanas hemos estado hablando y creo.... No, no creo, estoy completamente seguro de que le gusto al igual que ella a mí. —respondió con egocentrismo.
Quise borrarle su estúpida sonrisa de una bofetada pero estaba segura de que la violencia no resolvería nada, quizás solo me daría satisfacción pero él se enojaría y todo empeoraría.
—¿Cómo que tú y mi hermana han estado hablando? —Lea no me había comentado absolutamente nada— Dudo mucho que de verdad ella este interesada en ti.
Él no dejó su tonta sonrisa ni por un segundo.
—Sí, lo esta. Pero si no me crees puedes preguntárselo. —dijo, encogiéndose de hombros— De todas maneras ella sabía que yo iba a hablar contigo. Quiere que tu de verdad estés feliz por ella pero le dije que no ibas a estar de acuerdo.
Toda esta nueva información me estaba confundiendo.
Lea y Maxi se estaban volviendo cercanos. La pregunta sería: ¿Desde cuándo?
Nunca los he visto juntos, ni siquiera he visto que se hayan dirigido así sea un solo saludo en personas.
—¿Dónde esta ella? —si de verdad mi hermana y él estaban interesados en el otro era normal que él supiera donde ella se encontraría en este momento.
Él supo comprender más a fondo mi pregunta porque respondió:
—Nos iba a esperar en la entrada de Billbord. Dijo que...
Lo empuje lejos de mi impidiéndole que terminara de hablar y corrí por el callejón en el que él me había metido para ir directo hacia donde me dijo que mi hermana estaba.
Rodee el césped y pasé por entre varios grupos de estudiantes que me observaban con curiosidad y sorpresa, los ignoré y corrí más rápido cuando visualice los cabellos dorados de mi hermana y los castaño oscuro de Ivy.
—¡Lea! —grité su nombre.
Ella se giró sorprendida, pude ver la duda surcar su mirada.
Algo en mi interior me decía que Maxi estaba en lo cierto. Y las expresiones de Lea solo me lo estaban confirmando.
—¿Sucede algo? —me preguntó nerviosa al momento en que llegué a su lado.
Miré a Ivy quién parecía confundida y a punto de hacer sus inusuales pregunta.
—¿Qué sucede con Maxi Powell? —pregunté directamente. No quería tener que ir con rodeos. Necesitaba saber la verdad.
—¿De qué hablas? —preguntó como respuesta.
—Sabes perfectamente de lo que hablo, Lea.
Ella suspiró asintiendo. Ivy seguía observándonos sin saber que decir.
—Am... Él y yo...
—Ella ya sabe, Lea. —la interrumpió Maxi llegando a mi lado— Solo quiere que tú se lo confirmes.
Lea me miró y yo asenti.
Necesitaba oírlo de los labios de ella.
Necesitaba saber que pasaba realmente entre ellos dos y, ¿por qué sentía que todo había sido muy rápido?
Imaginarme a ellos dos juntos es completamente difícil. Nunca se me pasó ni se me pasaría por la mente que mi hermanita se fijara en un chico como él.
—No se exactamente lo que te dijo Maxi —comenzó a decir Lea, los nervios seguían estando en ella— Pero lo único que puedo decirte es que él y yo estamos tomandonos el tiempo para conocernos.
Eso ya respondía gran parte de mi preguntas.
—¡¿Te gusta?! —Preguntó Ivy antes que yo, robandome las palabras de mi boca.
Lea la observó mientras un sonrojo se extendió por su cuello y llegaba hasta sus mejillas.
¡Dios! No tenía que decirme a mí la respuesta porque con solo verla ya lo sabía.
A Lea le gusta Maxi y por lo que veo es mutuo.
Lo único que no quiero es que ella salga lastimada de todo esto. Maxi no tiene buena fama de ser el mejor chico de todos, y pensar que solo quiere jugar con mi hermana me hace querer cometer una locura.
—Sí, te gusta. —contesté por ella en un murmullo bajo que igual todos pudieron escuchar.
—Sí. —susurró apenada.
Me sentí momentáneamente mal por ella. Le gustaba un chico y tuve que enterarme por él porque ella sabía que mi reacción no sería buena.
Es que, si hubiese sido cualquier otro chico, pero no. Decidió fijarse justamente en el chico que menos se acopla a ella y a lo que quiere. Aunque esta claro que ya no se con certeza que es lo que mi hermana quiere.
Al parecer hay cosas de ella que yo aún no se y quizás no lo sepa.
—¿Hace cuánto? —pregunté, ella me miró confundida. Me di cuenta que no había formulado bien la pregunta— ¿Hace cuánto tiempo pasa todo esto? —formulé moviendo mis manos entre ellos dos.
—Desde hace poco. —confesó mordiéndose ligeramente su labio. Otra señal de lo nerviosa que aún seguía— Pero creo que todo comenzó desde el día en que conocí a los tres chicos irresistibles, justo el día en que tu saliste de casa sola.
Recordaba a la perfección ese momento.
Fue el día en que tuve mi primer ataque de pánico en mucho tiempo, donde algunas personas lo presenciaron, incluso Ian que fue quién me ayudó.
Todo eso fue hace poco más de un mes. Lo que quiere decir que mi hermana y Maxi han estado hablando por más de cuatro semanas y yo ni enterada estaba. Viví tan encerrada en mi mundo y en mis problemas que no me estaba dando cuenta de que mi hermana poco a poco iba creciendo y teniendo un nuevo amor.
—¡Bien! —suspiré, resignada.
—¡¿Bien?! —preguntaron los tres al mismo tiempo.
Sonreí al notar sus gestos. Los tres esperaban un rotundo y contundente “No” y todo lo que recibieron fue un simple “Bien”. Hasta yo me confundo, no entiendo simplemente que está pasando conmigo.
—Sí, bien. —respondí obvia— ¿Qué quieren que les diga?
—No lo sé, quizás un: Por encima de mi cadáver saldrás con él. —comentó Lea intentando imitar mi voz.
—O un: Te pateare tus testículos hasta que te quedes sin ellos. —le siguió Maxi.
—O al menos un: Están locos si creen que podrán estar juntos. —terminó Ivy.
Me encogi de hombros quitándole importancia al asunto, aunque por dentro quería decir esas cosas y muchas más.
—No estoy realmente conforme con todo esto. —admití— Y menos porque sabes que mi hermana sigue siendo menor que tú. —señale a Maxi.— ¡Dios! Aún es menor de edad. —me quejé.
—Lo sé. —respondió él— Es solo que a mi me gustan menores. —sonrió juguetonamente.
¡Idiota!
—No quieras tentar a tu suerte. —le advertí. Maxi subió sus manos al frente en señal de rendición— Y aunque no este conforme no puedo hacer relativamente nada. Lea sabe lo que quiere y yo respeto sus decisiones.
La sorpresa surcó el rostro de los tres. Era como ver una caricatura donde todos sus personajes tenían los mismos gestos.
—¿Estas enferma? —Ivy colocó su mano en mi frente asombrada— No tienes fiebre, ¿tienes algún otro malestar?
Blanquee los ojos y aleje su mano de mi rostro.
—Sí, se que es difícil de creer pero...
—¿Qué es difícil de creer? —me interrumpió una cuarta voz.
Volteé rápidamente y fue como si viera el símbolo del yin y yang caminar hacía mi convertido en una sola persona.
El negro y el blanco resplandeciendo en todo momento. Reí internamente por mi tonta comparación ya que mi cerebro comenzó a unir el símbolo con Thiago Ross. Su cabello blanco y su atuendo todo de negro era la combinación perfecta del Yin y Yang. The black and white.
A su lado iba él. El chico que estaba rompiendo mis moldes, el que me hacía salir de mi zona de confort, quién me enojaba en un segundo y al otro solo me hacía necesitarlo.
El chico de blanco y negro pasó a segundo plano cuando en su compañero brilló una hermosa sonrisa, sus ojos se achinaron haciendo que el azul de ellos se volviera más claro tanto por la luz del sol como por el brillo que proyectaba. Su atuendo hacía juego con su personalidad, jeans holgados color caqui, camisa manga corta de un azul idéntico al de sus ojos, zapatos deportivos negros y su usual chaqueta negra.
Estos chicos como que decidieron hacerse unas chaquetas iguales para parecerse a John Travolta y sus amigos en la película de “Vaselina”.
Mi corazón saltó en mi pecho cuando Ian fijó toda su atención en mí.
Estas sensaciones dentro de mí me hacían sentir muy tonta.
—¿Y qué?... ¿Qué es tan difícil de creer? —volvió a preguntar Thiago.
Todos me observaron, incluso ambos chicos recién llegados, aunque ellos no estaban al tanto de todo.
—Es difícil de creer el hecho de que Lex esta aceptando las cosas sin refutar o replicar. —respondió Maxi.
—¿No me digas que ya hablaste con ella de lo que ya habías hablado con nosotros? —inquirió asombrado.
Maxi se encogió de hombros.
—Esta bien, si no quieres no te diré nada.
—No seas, idiota. —le recriminó Thiago— Sabes que era lo que quería decir con el “No me digas”
—Sí. —respondió sin más el pelirrojo.
—¡No lo puedo creer! —aludió emocionado y a la vez asombrado.
—Así que mi mariposita esta siendo toda una chica amorosa. —apremió Ian sonriendo— ¿Quién lo diría?
¿Por qué tanta sorpresa?
Ni que fuera el grinch del amor y los afectos.
Bueno, casi lo soy pero ese no es el punto.
Quizás yo sea una chica que no esta acostumbrada a dar o recibir cariño, pero se que Lea si. Ella a diferencia de mi es amable y siempre sueña con un amor de película.
Que yo no este interesada en relaciones vainillas ni en dar flores y corazones no quiere decir que ella tampoco lo estaría.
—¡Por Dios! Que yo sea un repelente para el afecto no quiere decir que mi hermana también lo sea. Ella es contraria a mi y si el idiota de Maxi la hace feliz no pudo impedir nada, aunque deteste enormemente la idea de ellos dos juntos.
—¡Oye! Que gracias. —respondió un Maxi ofendido.
Me encogi de hombros.
La sinceridad es la base de cualquier amistad o relación. Y aunque no tenga ninguna de las anteriores con el chico presente, mi hermana si. Y eso aunque me parezca absurdo debo aceptarlo o nada irá bien.
—¡Guao! —la expresión en el rostro de Thiago seguía siendo de asombro— Aún sigo sin poder creerlo. ¿No le dirás si quiera alguna advertencia? —me preguntó dudando.
¡Oh! Claro que lo haré.
—¡Claro! —respondí con una enorme sonrisa— Ni crea que se irá tan fresco. Así que Maxi Powell, las advertencias que te diré a continuación serán para tu propia seguridad, más te vale tomarlas en cuenta si no quieres morir tan joven.
Su rostro asombrado me hizo ensanchar aún más mi sonrisa.
Me sentía como una psicótica obsesiva.
»Número uno: Si haces sufrir a mi hermana te las verás conmigo. —comencé— Número dos: Si la engañas te las verás conmigo. Número tres: Si juegas con ella te las verás conmigo. Número cuatro: Si la lastimas de cualquier manera te la verás conmigo. Número cinco: Si la vuelves infeliz...
—Me las veré contigo. —terminó la oración por mi— Creo que ese punto me ha quedado más que claro.
Asenti satisfecha por su respuesta.
—Eso espero. Porque creeme que no querrás conocerme en mis peores momentos.
—¿No lo había hecho ya? —cuestionó sarcástico.
—No, eso no es ni la cuarta parte de lo que de verdad soy.
Todos nos observaban entre divertidos y asombrados, creo que ninguno de ellos había visto realmente esta faceta mía. Muy poco salía a flote.
—¡Dios! Me encantas —expresó Thiago pasando un brazo por mi hombro de manera íntima.
—¿Podrías alejarte? —Sí, el grinch de los afectos volvió aparecer.
Thiago levantó sus manos y se alejó con una sonrisa plasmada en su rostro.
Este chico es tan sonrisa relajada. Abrazó a mi amiga que gustosa lo recibió.
Maxi hizo lo mismo con mi hermana y sentí que en cualquier momento me darían arcadas, lo juro.
—Cualquiera que ve tu rostro piensa que le tienes asco a los afectos —dijo Ian colocándose a mi lado. Lo observé y un sentimiento nuevo se instaló en todo mi estómago y no eran precisamente por arcadas— No entiendo porque lo odias tanto.
—No lo odio. Simplemente no me veo en esa faceta de enamorada hasta los tuétanos. —respondí señalando a las dos parejas que tenía frente a mi.
—¡Oigan, chicos! —la voz de Thiago volvió a interrumpir impidiendo así que Ian respondiera— Sí, sí, sí. Ya se que interrumpo —expresó al ver el rostro de su amigo— Pero necesitamos planear lo de la salida.
¿Salida?
Espero que eso no tenga que ver con seis jóvenes de los cuales tres son chicos y tres chicas donde hay dos parejas y una nueva química entre la tercera.
Esperen, ¿química?
¡Dios, no! Eso no existe ni jamás existirá entre Ian y yo.
¡JAMÁS!
—Tú eres la única que falta por confirmar, Lex Baker —continuó Thiago. Miré confundida a Ian pero él solo hizo un gesto con sus hombros.
—¿De qué salida hablan? —pregunté mirándolos a todos.
—Aún no han decidido el lugar. —espetó Lea.— Pero quieren que estemos los seis —señaló al grupo al decir la última palabra.
¡Ah, no! Eso no.
—Antes de que te niegues —se me adelantó Ian— Piensalo bien, es solo una salida de amigos.
Ellos no son mis amigos, quise decir pero no lo hice. La prudencia es importante.
—No lo sé. —respondí dudosa. Realmente no quería tener que salir como si fuéramos a una cita triple porque así se iba a sentir.
—¡Anda, Lex! —me animó Ivy— No seas aguafiestas.
O sea, si de verdad saben como soy para que me preguntan o se sorprenden.
—¡Bien! —acepté sin ganas.
Sabía que los cinco al final intentarían convencerme y para evitar eso era más factible responder de una vez. Y vaya que esa palabra se estaba volviendo tan repetitiva en mí.
No me gustaba esta nueva faceta mía que aceptaba todo sin ningún problema.
•••
Este capítulo me costó muchísimo escribirlo y aún no se por qué.
Aún se viene más drama pero mi bebé Lex necesita descansar un poco de tanto sufrimiento, ella quiere intentar seguir con su vida pero no será nada fácil.
Pd: Diganme que no soy la única que esta tipo: Whats? ¿Max y Lea? ¿Desde cuándo?
¿QueEstaPasando,Gente?
Todo se volverá una locura.
Amo que Lex esta siendo menos odiosa que antes. ¿Algo le esta pasando? ¿Estará enferma?
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