Unico

"Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección"

¿Quién habrá sido el que invento aquella frase?

Siendo sinceros, a unos cuantos le importaban, solo eran aquellos, unos cuantos más los que podían comprender a la perfección el significado de la misma y enamorarse aun más, como si fuera aquella primera vez. Eran aquellas mismas palabras las que provocaban un extraño escalofrió que era capaz de recorrer toda su espalda. Sentir aquellas usuales mariposas en el estomago que suelen confundirse con un dolor de estomago cuando era todo menos aquello de lo que uno es capaz de pensar, las mejillas rojas y sentir que se era capaz de respirar todo aquel bello amor que era capaz de desprenderse en el ambiente. Sentirse de aquella manera enferma en la que todos suelen describir, sentir que era ese mismo amor el que entraba en el pecho de uno para nunca más salir de ese lugar. Sentir aquella electricidad que se acumulaba en la yema de los dedos y que prácticamente, fuera imposible el querer separar sus manos cuando era aquella misma fuerza desconocida lo que lo impedía.

Era aquella sonrisa la que era capaz de salir al final y olvidar todo a tu alrededor porque lo importante, era lo que tus ojos estaban mirando en ese momento. Era lo que estabas viviendo.

Aquel que menciono aquello. ¿Realmente se sentiría tan enamorado como en ese momento se encontraba?

¿Realmente se sentía ese amor del que tanto se habla?

¿Qué tan loco y enamorado tiene que estar uno para poder sentir el sabor de la felicidad en sus propios labios cuando era ese mismo sabor que es capaz de compartirlo con alguien más?

Existían muchas preguntas que al final, solo serian capaces de tener una respuesta:

"Los ojos son la ventana del alma"

Muchas veces se escucho esta frase, no solo cuando se es niño cuando hasta los adultos son capaces de repetir para poder hacer llegar toda aquella sabiduría que cargan en sus hombros. Pero no se lograba entender el porqué hablaban de esa manera, uno era tan inocente que simplemente, se quedaba en el olvido hasta que a uno le toca vivir, hasta que uno es capaz de comprender que lo que uno decía, no era tan malo como se imaginaba. Al contrario, era lo más hermoso que a uno le puede pasar. Aquel evento de la vida que solo pasa una vez y que se debe de cuidar como si de un precioso tesoro se tratase.

En el momento que aquellos ojos se miren con atención, no solo eres capaz de caer hipnotizado por la belleza del mismo, también eres capaz de apreciar aquellos pequeños rayos de felicidad, saber aquel pasado, pensar en su presente y visualizar aquel futuro que te espera en el momento que tomes su mano, en el momento que veas aquella hermosa sonrisa y que camines por aquel largo camino a su lado. Aquellos ojos que son capaces de decirte todo lo que los labios callan. Aquellos buenos como malos sentimientos que son capaces de inundarnos o sacarnos de la misma miseria en la que uno se hunde. Una simple mirada era capaz de todo. De volvernos locos, de volvernos felices, de todo tan confuso pero que al mismo tiempo, aceptas con mucho gusto.

¿Eso era lo que quería decir aquella frase?

Quizá en momentos como ese, la frase era aun más hermosa que era imposible el no sonreír y caer aun más enamorado, soltando aquellos pequeños suspiros y con la suavidad de los pétalos de una rosa, acariciar aquellas tiernas mejillas, aquellos pequeños labios y besar con ese cariño, los parpados que eran capaces de ocultar al ser más hermoso que en toda su vida conoció. La frase tomaba una belleza aun más fuerte, parecida a una droga, aunque de cierto modo, tanto el amor como todos esos sentimientos que van de la mano, se parecían a una droga, por más fuerte que era, era imposible el querer escaparse de la misma. Tan adictiva, tan hermosa que todo a su alrededor, era capaz de parecer un sueño, el sueño más hermoso que uno es capaz de vivir. Era aquel escape de la realidad, era su misma realidad la que preferían vivir. Aquella que podían tocar, aquella que podían besar e irse a dormir con la espera de que al día siguiente, ahí se encuentre aquella persona que es capaz de otorgarte mil y un sentimientos que nunca podrás describir. La que es capaz de provocarte suspiros, pequeñas como grandes sonrisas, aquellas grandes carcajadas que son capaces de calmar aquel pecho acelerado como que desees que aquellos momentos se congelen para vivir una y otra y otra vez.

¿De quién estábamos hablando?

¿De quién era estos pensamientos?

En el momento que Kogami Ryoken despierta con solo sentir aquellos traviesos rayos de sol que se colaban en las cortinas de su habitación, es un pequeño reloj humano, porque en el momento que abre los ojos, sabe a la perfección que ya es de mañana, aun era muy temprano para los demás pero eso poco le importaba cuando podía observar con mucho cuidado a la persona dormida frente a él.

Aquellos ojos celestes se iluminaban y una sonrisa aparecía en su rostro, saber que sus manos siguen unidas justo como las dejaron cuando se fueron a dormir era lo que más le alegraba de ver en cada mañana. Aquel cariño que crecía cada vez más en su pecho hasta sentir como explotaba el mismo. Subir con cuidado su mano para evitar despertarlo, acariciar con sumo cuidado aquellas mejillas regordetas, soltar una risita silenciosa en el momento que lo escuchaba murmurar y como se restregaba un más en la almohada para seguir durmiendo. Acercarse con cuidado y brindarle aquellos besos de mariposa pero que al final, estos eran los culpables de que aquellos besos pudieran subir un poco más de intensidad y saber que fue descubierto en aquel pequeño ritual que hace antes de querer levantarse de la comodidad de su cama y empezar con su día.

Sentir aquellas sonrisas, escuchar aquellas risitas, sentir aquellas caricias.

Era en ese momento cuando Ryoken se separaba para mirar a ese joven, mirar aquellos ojos esmeraldas como esa traviesa o tal vez era tímida sonrisa que siempre le mostraba al ser despertado de esa manera y que en algunas ocasiones era capaz de otorgarle un poco de vergüenza.

Ver a Fujiki Yusaku enredado entre sus brazos y entre las sabanas, era lo que le otorgaba más energía para poder realizar sus actividades aunque tal vez, era aquella misma sonrisa la que le otorgaba muchos años más de vida. Eran aquellos momentos donde Ryoken simplemente agradecería por ser aquel madrugador, vivir aquello, le era tan especial, como un cuento del que nunca quisiera despertar.

Observar como ese mismo joven bostezaba algunas veces más, seguir restregado su cara en su almohada para desacomodar aun más aquel cabello tan extraño y rebelde que es capaz de poseer el mismo y al final, es que aparecía una tierna sonrisa. El de cabellos blancos deseaba tener en ese momento, su celular para poder grabar aquella agradable escena y mirarlo para poder perderse en aquel hermoso momento.

-¿Otra vez despertaste temprano? -Yusaku comento con pereza.- No entiendo cómo es que te gusta despertar tan temprano y menos en un fin de semana, estos dos días se hicieron para descansar no para que siguieras con los días hábiles de la semana

-No lo puedo evitar -Se encogió de hombros, inmediatamente, Ryoken subió su mano para poder acariciar la mejilla de aquel joven.- Además, saber que en el momento que despierte, lo primero que vea es tu rostro dormido, vale la pena

Una traviesa risita se escucho en ese momento por parte del de cabellos azules. Una vez que tomo un poco de aire y volvió a mirar la persona frente a él, no dudo en copiar aquella acción, subir su mano para poder posarla en la mejilla contraria para ofrecerle suaves caricias, observando como este se relajaba un poco más, bajaba sus defensas y simplemente se dejaba ser.

-Y a mí me gusta saber que lo primero que veo al despertar, son tus ojos -Murmuro.- Es ver tu sonrisa y sentir tus labios como ese beso que despierta a la persona de los cuentos -Con su dedo pulgar, toco con suavidad aquellos labios.- Pero lo que más me encanta, es saber que como te veo, eres capaz de verme

-¿Y cómo te veo?

- Amar no es mirarse el uno al otro -Cerro los ojos para poder acordarse de aquella frase que toda su vida ha escuchado, pego sus frentes, sintiendo como era aquella calidez desprendida, la que seguía atrayéndoles, la que provocaba que sus manos se unieran, que sus piernas se enlazaran, que sus corazones se sintieran, que sus emociones se juntaran en ese momento para ser esa única persona que son cuando solo están ellos dos.- Es mirar juntos en la misma dirección -Una vez que menciono aquellas palabras, simplemente se alejo un poco para volver apreciarlo, prestar atención a esos ojos celestes que tanto amaba.- Y en este momento, se que vemos en la misma dirección porque estamos viendo a la persona más importante, a la persona que amamos con todo nuestro ser, me gusta verme reflejado en tus ojos como se que te gusta verte reflejado en los míos, ambos nos miramos, ambos miramos en la misma dirección

-Aunque de eso no se trata ese dicho -Comento Ryoken con una pequeña risita, provocando un tierno puchero en el de ojos esmeraldas, como si ese fuera el reclamo por haberle roto aquellas indas palabras que le había mencionado.- Porque hay algo más que estoy mirando en este momento -Acerco su rostro un poco más para poder sentir aquel cálido aliento, observar como aquellas mejillas se pintaban de rojo en aquella pálida piel, como aquellos esmeraldas se iluminaban más. Verse reflejado en aquellos ojos, saber que era el único que le provocaba aquellas emociones, lo hacía sentirse aun más feliz de lo que ya estaba.- Lo que estoy viendo en este momento y que deseo que tu lo hagas, es ver a la misma dirección donde se encontrara nuestro futuro -Sonrió, provoco que aquel joven abriera los ojos con sorpresa y que quisiera mencionar algo más pero fue el dedo en sus labios lo que provoco su silencio.- Me prometiste un futuro juntos, ahora yo te pido que ese futuro juntos, se haga realidad, porque esa es la misma dirección donde quiero que ambos miremos

-Ryoken -Susurro Yusaku con cierto temblor en su voz. Sus ojos empezaron a ser un poco más llorosos, sintiendo aquellos cálidos dedos que se encargaban de quitar todo rastro de lagrimas que se pudiera formar en ese momento, se encargaba de subir su mano para poder besar el dorso de la misma.- Quiero mirar a ese mismo futuro, realmente deseo mirarlo solo si es a tu lado, quiero mirar a esa misma dirección y saber que podremos enfrentarlo si nos encontramos juntos, solo contigo, no con alguien más -Sonrió un momento en el que sintió aquellos traviesos labios a sus mejillas, a sus parpados.- Te amo tanto Kogami Ryoken

-Claro que solo será conmigo ¿Con quién más esperaba ser? -Se quejo el de cabellos blancos pero al final, una gran sonrisa apareció en ese momento para poder cobijas al joven de ojos esmeraldas, entre sus brazos, sintiendo como le devolvían el abrazo al sentir aquellos delgados brazos que rodeaban su cuerpo, como se ocultaba en su pecho y aspiraba un poco de su aroma. Al final, fue él quien le otorgo un beso en aquellos cabellos azules.- Yo también quiero mirar ese futuro juntos, quiero mirar a la misma dirección Fujiki Yusaku -Soltó un suspiro.- Es contigo que he estoy aprendiendo sobre el amor, que estoy aprendiendo a vivir, eres mi vida, te amo demasiado Yusaku

-Ya lo sé -Presumió el de cabellos azules.- Tu amor solo me pertenece como lo es con el mío

-¿Hasta que la muerte nos separe?

-Yo creo que seremos capaces de encontrarnos en otras vidas -Comento Yusaku completamente seguro de sus palabras.- Y me asegurare de enamorarme de ti, una y otra y otra vez, las veces que sean necesarias para nunca olvidar este amor

-De eso, no lo dudes

Más agradables risas se escucharon en ese momento. Siguieron abrazándose de esa manera, aprovechando esa mañana para seguir diciendo aquellos sentimientos que están en sus pechos y que por ningún momento, les gustaría guardárselas porque si van a estar juntos toda la vida, era mejor no ocultar nada, ya no ocultar nada porque ya no querían sufrir, ya no querían hacerse más daño, simplemente, querían aprender, querían amarse.

Querían mirar en la misma dirección aunque sabían que lo hacían desde el momento en que sus ojos hicieron conexión y eran capaces de verse reflejados en los ojos del otro. Ahora, no querían desperdiciar nada.

Al final, tendrán el tiempo suficiente para ello.

"Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección"

De eso se trata el amor. Cuando lo encuentres, no lo dejes ir, asegúrate de mirar en la misma dirección, de mirar aquel futuro tan prometedor que en su momento llegara. Mira sus ojos, verte reflejados en los mismos, compartiendo una gran sonrisa mientras tus manos se unen y los corazones se conecten. Sera en ese momento en que uno estará listo para seguir avanzando con lo único diferente, es que no estarás solo porque a tu lado, siempre se encontrara aquella persona con la que decidiste querer y desear.

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