»Dazai Osamu«
Dazai y ___ se conocían desde que el castaño entró a la Port Mafia pero no fue hasta sus 19 años que decidieron juntar sus vidas para siempre. Con la muerte de Oda, Dazai creyó que sería mejor pedirle matrimonio a su novia dando así el paso para cambiar de vida. Dazai se fue de la Port Mafia seguido por su esposa y juntos entraron a trabajar como miembros de la Agencia Armada de Detectives.
Llevaban tres años casados y lo que empezó como una linda historia de amor se convirtió en un problema difícil de manejar. Conforme pasaban los días, nuevas discusiones se hacían presentes en el joven matrimonio, desde los reclamos de ___ hacia Dazai cuando lo veía coquetear con otras mujeres hasta Dazai diciéndole que solo exageraba con sus reclamos y después de tantos problemas decidieron separarse de palabra. Aún vivían en la misma casa, dormían en la misma habitación pero la relación que había iniciado perfecta antes, ahora había sido sustituida por discusiones e insultos de ambas partes...
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—Qué haces en MI habitación?— Fue lo primero que dijo Dazai al entrar a la recámara viendo a ___ que estaba acostada leyendo un libro. ___ al oírlo despegó su mirada de la lectura y lo vió molesta por el tono que usó con ella.
—Te recuerdo que ésta TAMBIÉN es mi habitación, Dazai— le respondió de mala forma levantándose y chocando su hombro con el suyo al salir, acción que no pasó por alto el castaño quien fue detrás de ella.
—¿Cómo te atreves a hablarme así?— Le dijo Dazai enojado pero fue directamente ignorado por la fémina quien tomó sus cosas para irse a la Agencia dejándolo parado en medio de la sala de estar.
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___ y Dazai se encontraban en la agencia, cada uno por su lado. ___ se encontraba acostada leyendo su libro en el sillón que normalmente ocupaba Dazai para holgazanear y cuando el vendado llegó encontró a su esposa allí, lo cual lo hizo molestar.
—¿Qué haces allí? Quítate— dijo el castaño con voz molesta quitándole su libro a lo que la joven rápidamente se levantó enojada y le arrebató el libro mirándolo con molestia.
—Déjame en paz, yo puedo estar en donde se me pegue la gana— le respondió molesta, cosa que Dazai no dejó pasar también enojandose por como ella le habló. Sin esperarlo Dazai la tomó bruscamente del brazo viéndola fijamente.
—¿Quién te dió permiso de hablarme así?— Habló en voz baja para que los miembros cercanos de la ADA no lo escucharan, al no recibir respuesta inmediata de ___ este apretó más su agarre pero no tanto para lastimarla.
___ lo mira intentando controlar sus ganas de soltarle un golpe y se acerca un poco a su rostro para susurrarle algo que nadie podía oír.
—Si quieres iniciar una pelea entonces que sea fuera de aquí, no quiero ser el espectáculo de toda la Agencia.— Respondió soltandose de su agarre y saliendo de la oficina para que hablaran afuera. El castaño suspiró pesadamente para después salir detrás de ella encontrándola en el pasillo, con calma fue hasta ella para mirarla con un rostro tranquilo.
—Realmente te gusta comenzar peleas, no es así?— Dijo con total naturalidad, estaba siendo bromista a pesar de saber la facilidad con la que se enojaba la joven —¿Y bien, cuál es el problema ahora?— Sus ojos recorrieron el cuerpo de su esposa para evaluar su reacción, pero luego se enfocaron a su rostro esperando su respuesta.
—¿Perdón?— Responde incrédula sintiendo como el enojo crecía en su interior —Tú fuiste el primero en hablarme mal y merezco una disculpa por eso, Dazai— cruzándose de brazos esperó su disculpa pero la verdad era que Dazai no pediría disculpas de nada. A pesar de lo que ella dijo, él no estaba dispuesto a disculparse ni mucho menos admitir la culpa, a pesar de que sí tuviera la culpa, en cambio, le respondió de manera sarcástica.
—Oh, lo siento, mi amor. Debería haberme dado cuenta. ¿Fui demasiado duro con la forma en que hablé?— bromeó. No tenía intención de disculparse por lo que dijo ni por lo que hizo.
—Vete a la mierda!— Explotó ___ golpeando el pecho del vendado demasiado molesta. —¡A mí me respetas! Nos guste o no seguimos casados, mi vida— enseña su mano con la sortija de matrimonio —Si no me vas a respetar como tu esposa ante otras mujeres, entonces respetame por ser tu compañera de trabajo!— Finalizó viéndolo a los ojos. Dazai no podía creer que se atreviera a hablarle de esa manera. Él la miró por unos momentos, su rostro pálido de rabia dejando escapar un grito, grito que fue suficiente para sacudir a todos los que estaban cerca de ellos. Sin poder contenerse le gritó dejando de importarle si los escuchaban o no, a este paso ya le daba igual.
—¡No me vuelvas a hablarme así! No eres más que mi esposa y mi compañera de trabajo, no tienes ningún derecho ni siquiera de levantarme la voz. ¡Muestra un poco de respeto!— vocifera con furia hacia ___ que solo lo veía entre sorprendida y molesta por su trato, en todas las peleas que habían tenido en ninguna de ellas le había hablado como lo estaba haciendo ahora, era difícil de asimilar. Rápidamente ___ deja salir una risa sarcástica ante sus palabras, Dazai era un cínico.
—¡Ay por favor! Solo fíjate en cómo me hablas, y encima me exiges respeto?!— Grita la mujer, estaba furiosa —Así como tú me hablas como se te da la gana, yo haré lo mismo contigo, Osamu— se acerca a paso lento señalandolo con el dedo —Vuelve a gritarme de esa manera y te juro que una hermosa cicatriz adornará tu asquerosa cara..— Le advirtió dándole una mirada severa y al querer alejarse Dazai fue más rápido y la tomó de la muñeca bruscamente acercándola a él.
—Repite lo que me dijiste...— Susurró cerca de su cara mirándola con enojo, ___ intentó zafarse de su agarre pero Dazai solo lo hizo más fuerte. —Dije que lo repitas— ordenó apretando su agarre en la muñeca de ___ haciéndola soltar un gemido de dolor.
—M-me estás lastimando, Dazai..— se quejó cerrando los ojos. Dazai al escucharla la soltó rápidamente como si hubiera tocado algo hirviendo y un destello de miedo apareció en sus ojos pero rápidamente es sustituido por la indiferencia.
Ambos se quedaron en silencio, ___ sobando su muñeca en la cual quedaría una marca y Dazai viéndola con culpa, se había dejado llevar por el enojo, realmente no quería lastimarla... ___ suspiró profundamente mientras se apoyaba en la pared con sus ojos cerrados.
—No vuelvas a tocarme de esa forma..nunca— murmuró seria. Dazai al verla notó como sus ojos estaban brillosos.. Estaba reteniendo sus lágrimas. A Dazai nunca le gustó verla llorar y saber que él fue el causante de ello se odió a sí mismo, se sentía como la mierda, había fallado en la promesa que le había hecho a Odasaku..
"Cuídala Dazai, esa niña te ama demasiado, no la dañes."
"Lo siento, Oda, rompí mi promesa.." Se dijo a sí mismo viéndola. A paso lento se acercó a ella y tomó con cuidado su muñeca examinandola, tenía la marca de sus dedos impregnada en su piel, si que fue un idiota.
—Q-qué haces..?— susurra desconcertada pero aún así no se alejó aunque si lo veía por si debía defenderse. Dazai la miró por unos momentos antes de inclinarse repentinamente y besarla. A pesar de su enojo, no podía negar su amor por ella pero no lo diría en voz alta.
Cuando se alejó después de solo unos momentos, sus ojos eran más suaves y la molestia había disminuido.
—No deberíamos pelear, pase lo que pase. No quiero verte enfadada…— le susurró suavemente al oído, esperando que ella no pudiera escuchar la frialdad en su voz. ___ se quedó quieta en su lugar ante su repentina acción y un sonrojo se hizo presente en sus mejillas seguido de un cosquilleo en su estómago, hace mucho que no se sentía de esa forma..
—No..no hagas eso, no me confundas más...— murmuró bajando la mirada a sus pies. Dazai sonrió un poco ante su rostro sonrojado y el hecho de que logró hacerla sentir de esa manera. Fue una sensación agradable que definitivamente le devolvió al viejo Dazai. Él movió su mano a su cara y ahuecó su mejilla.
—¿Puedo?— preguntó en voz baja y esperó su respuesta. Parecía correcto que él le pidiera su consentimiento después de la discusión. ___ alzó la mirada y lo vió con tristeza, se atrevió a acariciar su mejilla y en un tono de voz tranquilo habló.
—Un beso no arreglará nuestros problemas, Dazai. Me gustaría decir que sí pero no es fácil olvidar el porqué llegamos a esta situación...— sonríe débilmente.
El corazón de Dazai se hundió ligeramente. Le rompía verla así. Su sonrisa era tan triste y la forma en que hablaba con una voz más suave y tranquila solo lo lastimó más. Suspiró un poco antes de asentir con la cabeza. Ella tenía razón después de todo. Un beso no solucionaría mágicamente todos sus problemas.
—Tienes razón, lo siento…— susurró, su mano subiendo para acariciar su rostro una vez más. Era tan difícil verla así. ___ sonrió una vez más para él y se separó lentamente.
—Me voy a casa... No llegues muy tarde— murmura dándose la vuelta para entrar a la oficina por sus cosas y avisarle a Kunikida que se iría temprano. Los demás de la Agencia no quisieron preguntar nada por respeto, incluso Kunikida no dijo nada solo le dió su aprobación para irse. Al salir de la oficina vio a Dazai aún en el pasillo, suspiró y se encaminó a la salida sin verlo.
Dazai la vio irse, sintiendo un gran dolor en su corazón. Quería correr tras ella, tomar su mano y decirle que estaban bien. Que haría cualquier cosa para hacerla feliz. Pero no hizo nada de eso. Las palabras no saldrían. Solo la vio desaparecer en el edificio antes de darse la vuelta y apoyarse contra la pared, con los ojos cerrados mientras respiraba profundamente en un intento fallido de calmar su creciente ansiedad por lo que pudo haber empeorado.
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___ llegó a la casa que compartía con Dazai. Su corazón dolía al mismo tiempo que su mente revivía los sucesos recientes en la oficina de la Agencia. Su cuerpo se sentía pesado y sus ojos picaban por las lágrimas que habían sido retenidas en todo el camino de regreso a casa. Daría lo que fuera para que las cosas fueran como antes pero sabía que no sería así. Secando sus lágrimas se dirigió a la habitación que compartía con el vendado y sin más empezó a sacar sus cosas para guardarlas en su maleta, había decidido irse de allí.
Dazai iba llegando al edificio en donde vivía con su esposa, viendo un auto estacionado afuera lo cual lo extrañó pero no le dio tanta importancia y al momento de entrar a su casa vio algo distinto en la sala de estar pero su mente no lograba encontrar que era. Tuvo un mal presentimiento, llevándolo a caminar en dirección a su habitación y lo que encontró lo dejó estático. ___ se encontraba cerrando la última maleta con sus cosas. Dazai sintió como si un balde de agua fría le cayera encima. ___, su esposa, se iba a ir. Lo iba a dejar.
—¿Qué es esto...?— preguntó en un susurro a pesar de que ya sabía la respuesta. ___ volteó asustada pero se relajó al ver que era Dazai, volviéndose a sus cosas para tomarlas.
—Dazai— lo nombra viéndolo a los ojos, suspira profundamente armándose de valor —Me voy... Así ya no tendrás que verme en tu habitación, en tu sofá... Ya podrás estar tranquilo aquí.— toma sus maletas y su bolso para salir de la habitación. Dazai se quedó sin palabras, no sabía qué hacer. Después de segundos fue tras ella.
—Qu- Tienes dónde quedarte?— quiso decirle que se quedara. Que no lo dejara, pero no pudo. Algo le impidió hacerlo. Se quedó quieto, esperando impaciente su respuesta.
—Yosano me dijo que podía quedarme con ella por unos días...— respondió sin voltear a verlo, sabía que si lo veía cambiaría de desición. —Te dejé comida en el microondas.. por si llegabas a tener hambre..— dijo la fémina viéndolo de reojo. Al no obtener respuesta de su parte continuó avanzando a la salida para subirse al taxi que la andaba esperando en la entrada del edificio.
Dazai al verla avanzar se armó de valor y la tomó de la mano impidiendo que siguiera. Ninguno decía nada, ambos esperaban que el otro rompiera el silencio pero ninguno se atrevía. Dazai sintió un nudo en su garganta de tantas cosas por decir atoradas. Sin pensarlo dos veces la abrazó por atrás, recargando su frente en su hombro.
—Quédate... Por favor, quédate— suplicó abrazándola más fuerte sin llegar a lastimarla.
—Ambos sabemos que esto es lo mejor, Dazai... Si seguimos así terminaremos por hundirnos...— responde la joven apretando su agarre en su maleta. No quería dejarlo, quería seguir con él pero solo se hacían daño.
—Podemos arreglarlo, lo se— respondió desesperado y volteando su cuerpo para verla frente a frente. —Quédate conmigo.— la miró a los ojos intentando convencerla, acarició sus mejillas suavemente esperando una respuesta afirmativa.
—Prometí estar contigo siempre..— murmura acariciando su mejilla haciéndolo cerrar sus ojos. —Eramos unos niños jugando a ser adultos, se nos hizo fácil tomar ese gran paso. Ahora me doy cuenta, lo siento mucho, Dazai— quitó las manos del castaño, se quitó la sortija de matrimonio y la colocó en su mano, alejándose. Sonrió a su dirección una última vez y sin más se fue de aquel hogar que habían construido cuando eran más jóvenes, dejando a Dazai en medio de la sala. El silencio era desgarrador, la casa había perdido su esencia, había perdido su color.
Dazai se dejó caer en el piso con brusquedad, sus manos temblaban y su vista se tornó borrosa debido a las lágrimas que comenzaron a caer por sus mejillas. Su mano se abrió dejando ver aquella sortija que un día los había unido, recordando cuando le pidió ayuda a Odasaku para elegirlo.
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—¿Qué dices de este? Grita la esencia de ___ — responde Odasaku mostrándole un anillo plateado con una gema rosada.
—¡Es muy sencillo! Ella es única— Responde tachandolo. Toma uno con tres esmeraldas y se lo enseña. —Este podría ser..—
—Mmm es muy llamativo y ella no lo aceptará por ser demasiado costoso.— niega Odasaku. Ambos suspiran pesadamente, agotados de ver muchos anillos, estaban por rendirse hasta que sus miradas coincidieron con uno. Se voltearon a ver dándose cuenta de que habían visto el mismo.
Dazai tomo aquel anillo en forma de corona de flores con pequeños diamantes de color turquesa. Ambos hombres asintieron estando de acuerdo con que ese era el perfecto para ___.
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—Lamento no haberte hecho feliz como tú querías, ___— murmuró viendo aquel anillo. —Perdóname Odasaku, no fui capaz de darle lo que ella merecía...
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