CAPÍTULO 5: RELAJARSE

CAPÍTULO 5: RELAJARSE

Llevaban dos semanas como amantes y Blaine y Sebastian apenas habían dejado de verse dos días y porque estaban muy ocupados. El moreno estaba durmiendo menos de lo habitual porque quería mantener sus notas perfectas. Le costaba mucho encontrar momentos para estudiar cuando pasaba tantas horas con el castaño, haciendo todo lo que él quería.

Creía que, poco a poco, iba convirtiéndose en mejor amante. Habían probado muchas posturas y sabía que aun le quedaba mucho por aprender, pero el otro no se quejaba. Todo era tan pasional y caliente que él cada vez sentía más placer, aunque creía que podía disfrutar aun más.

Esa tarde Blaine estaba en su casa. Había ido directamente ahí porque Smythe estaba muy ocupado con un problema en el trabajo y no lo había llamado, por lo que dedujo que no tenía un rato para pasar ese día juntos. Estaba estudiando en el salón, sus padres se lo habían pedido por si "necesitaba ayuda". Sabía que querían tenerlo controlado para que no se negara a salir con su jefe, pero nadie lo decía en voz alta.

– Ya son tres días sin ir a ver a Sebastian... ¿Va todo bien? – Pam preguntó a su hijo, estaba preocupada porque pensaba que su plan había fracasado antes siquiera de que pudieran conseguir algo.

– Tiene mucho trabajo. Me dijo que me llamaría si tenía un rato. – El joven informó sin levantar la vista de su libro. Esos tres días había conseguido adelantar mucho trabajo y seguía planeando hacerlo porque no sabía cuando su vida volvería a ser tan movida como antes.

– ¿No será que se ha cansado de ti y no te lo ha dicho? ¡O peor aun! ¿Sí te lo ha dicho pero no quieres contármelo? – Ella insistió.

– Nada de eso. Anoche me llamó y sonaba muy agotado. Tuvimos sexo telefónico, era tarde y no quería que fuera con él porque pensó que os enfadaríais. No pude decirle lo contrario porque podría sospechar. Ningún padre aprobaría que su hijo saliera a las diez de la noche cuando al día siguiente tiene que ir a clase. – El chico respondió sin siquiera apartar su mirada de sus libros.

– Bien... Eso está muy bien... Aunque podrías haberle dicho que te escapabas, toma algo de iniciativa. – La madre estaba un poco molesta.

– Se lo dije, pero él rechazó la oferta porque no quiere causarme muchos problemas. Me dijo que tenía una sorpresa para mí, pero hasta que no acabe con este problema en el trabajo, no me dirá nada. – Blaine seguía muy tranquilo.

– ¿Una sorpresa? ¿Acaso...? ¿Crees que lo estás conquistando? – Pam preguntó emocionada.

El joven iba a responder pero antes de poder hacerlo, su teléfono móvil sonó y su madre sonrió ampliamente. El chico miró la pantalla aunque no lo necesitaba, esa canción, Do Ya Think I'm Sexy de Rod Stewart, era el tono exclusivo que le había puesto a Sebastian.

– Hola. – El moreno dijo con una sonrisa.

– ¿Hola? ¿Qué ha pasado con tus piropos hacia mí? Siempre me dedicas uno cuando te llamo. Un momento... No estás solo, ¿verdad?

– Estoy en casa con mi madre. – Él respondió tranquilamente. – ¿Quieres que quedemos para que te ayude con el problema?

– ¿Te han dicho alguna vez que eres maravilloso? – El castaño comentó después de reír. Cualquier persona que escuchara sólo la parte de Blaine de la conversación pensaría que hablaba con algún compañero de clase.

– No, pero ya sabes que yo voy cuando me necesites.

– Ven a mi despacho, tengo que seguir trabajando pero no me vendría mal un pequeño descanso. Trae tus cosas, puedes estudiar aquí. Así te tengo cerca, te he extrañado demasiado. – Tras estas palabras del mayor, fue el ojimiel el que sonrió. Parecía que había encontrado alguien que le tenía cierto aprecio. Tal vez si se dejaba llevar y conseguía ser pareja de Smythe, recuperaría el amor de sus padres y tendría otra persona que lo amara, algo que había perdido cuando salió del armario. Decidió aferrarse a esa esperanza con todas sus fuerzas.

Blaine entró al despacho de Sebastian y éste sonrió nada más verlo. Se apartó del ordenador donde estaba trabajando, con varios folios a su alrededor y se acercó al otro para besarlo con pasión, de manera que el bolso lleno de libros del más joven cayó al suelo porque fue incapaz de sostenerlo por más tiempo. El moreno respondió el beso con la misma pasión, sabía lo que iba a pasar y estaba preparado para eso.

Antes de lo que él mismo había esperado, sintió una mano dentro de su calzoncillo, acariciando su miembro de manera firme y unos labios en su cuello que le hicieron perder la noción del tiempo. Buscó con sus manos el trasero del otro, acariciando sus anchos hombros y su musculosa espalda en el camino.

Sus pantalones y calzoncillos cayeron al suelo y se situaron alrededor de sus tobillos. Un dedo ya lubricado entró en su ano y él sintió que se le nublaba la vista de tanto placer. Gimió desesperado, levantando sus manos para ponerlas sobre los hombros del otro porque sentía que sus piernas no lo sostendrían mucho.

EL castaño notaba el estado en el que se encontraba el otro y, con su mano libre, sujetó a su amante a la vez que introducía un segundo dedo para seguir preparándolo. El ojimiel dio un respingo porque estaba tan perdido en lo que sentía que no esperaba esa nueva intrusión. Con algo más de fuerza de la que tenía prevista, tiró del pelo del mayor para que dejara de besar su cuello y así besarlo en los labios con más pasión de la que habían compartido en el beso con el que había empezado ese momento.

Estuvieron unos minutos así, hasta que los dos estaban tan calientes que no podían esperar más. Las manos de Smythe agarraron con fuerza la cadera del otro y lo obligaron a volverse. Anderson quedó apoyado en la pared, dándole la espalda a su acompañante, con su trasero totalmente expuesto para que pudiera hacer con él lo que quisiera.

Sebastian se bajó la cremallera del pantalón, soltó el botón y, con un rápido movimiento, bajó todas las prendas al suelo, para que quedaran a la altura de sus tobillos. No lo pensó un segundo, penetró a Blaine con fuerza, haciendo que los dos gimieran.

A partir de ese momento, todo se volvió aun más placentero. Las embestidas del castaño eran fuertes y rápidas y golpeaban constantemente ese punto en el interior del moreno que hacía que a éste le costase incluso respirar. Tenía sus ojos abiertos pero era incapaz de enfocar la pared.

De repente, empezó a ver pequeñas estrellitas y su cuerpo se tensó completamente mientras el placer explotaba en un orgasmo que esa vez sí era tan intenso como los que había sentido el ojiverde en sus anteriores encuentros.

Smythe había notado que esa vez el orgasmo de su acompañante había sido más intenso y él siguió empujándose en su interior hasta que él también sintió su propio orgasmo. Los dos, totalmente aliviados, se apoyaron en la pared, totalmente relajados después del que había sido el mejor orgasmo que habían compartido.

Tardaron un poco en moverse, pero al final se limpiaron con unos pañuelos de papel y se vistieron. Los dos se sentaron en las sillas, uno frente al otro. Sebastian volvió a su trabajo y Blaine sacó sus libros para seguir estudiando. De vez en cuando, sus miradas se encontraban hasta que, después de una hora, el castaño volvió a sentir la necesidad de un descanso y se acercó al otro para una segunda ronda. Más tarde hubo una tercera ronda, esa justo antes de despedirse para irse a sus respectivas casas para descansar. El moreno era consciente de que había sentido un verdadero orgasmo por primera vez en su vida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top