CAPÍTULO 21: OTRA SORPRESA
N/A: Gracias a todos por leer y comentar. No sé nada de informes médicos, por lo que he decidido tomarme una pequeña licencia para que mi historia pueda avanzar en el sentido que yo quiero.
Para los que además de esta historia leéis las demás, siento no haber actualizado ninguna de las dos historias. Unos asuntos personales me han tenido muy ocupada durante dos semanas. A decir verdad, la semana pasada publiqué los capítulos que tenía adelantados pero esta semana sólo tengo éste y por culpa de las múltiples peticiones de una maratón... Que intenté realizar pero que no quise publicar la semana pasada porque no tenía el de esta semana... Al final, es lo único que he podido publicar... Espero tener el capítulo del martes de ¿Cómo Ser Popular?, ya desisto de publicar algo esta semana porque sé que no voy a poder...
CAPÍTULO 21: OTRA SORPRESA
Dos semanas después, tanto Blaine como Emily ya estaban en casa, aunque cada uno en la suya. Sebastian cuidaba de sus hijos y no había visto a su ex desde hacía días. Por eso ese sábado estaba deseando que el moreno llegase a recoger a los niños para pasar el fin de semana con ellos. Tenía ganas de verlo, sobre todo después de que consiguieran que Kurt pagara por tirarlo por las escaleras. No habían llegado a juicio porque Burt Hummel quiso evitar el escándalo, no le vendría bien a su carrera como político. Tal vez el dinero no era todo, pero sabía que era lo mejor puesto que no había pasado nada grave.
A pesar de lo ilusionado que estaba por ver a Blaine, éste llegaba tarde y eso empezaba a frustrarle. Después de que ni siquiera accediera a ver a Em, le preocupaba ese desapego que parecía tener hacia sus hijos. Ian estaba deseando ver a su papá y él no quería tener que explicarle que ese encuentro no se produciría.
Pasaba ya más de una hora cuando el timbre sonó. Julia corrió a abrir y se decepcionó al ver a Brittany.
–Pensaba que vendría Blaine, queremos hablar con él. –La señora Smythe confesó.
–Blaine no puede venir... Necesito hablar con Ian.
Cuando entraron al salón, el pequeño corrió a los brazos de la recién llegada. Era una amiga de su padre y había cuidado de él casi como si fuera su propia madre.
–Ian, cielo... ¿Recuerdas cuando Brody estuvo malito y tuvo que ir al hospital unos días? –La rubia preguntó con dulzura. El niño asintió con la cabeza. –El papá se ha puesto malito y también ha ido al hospital.
–¿No va a venir? –Los ojos verdes se humedecieron al mirar los azules de la otra.
–Hoy no... Habrá que esperar a que esté mejor.
Después de un rato, Ian se dio cuenta de que su papá no iba a ir porque estaba enfermo, no porque no quisiera pasar tiempo con él. Se fue con Sophie deseando jugar, aunque realmente quería ir con su papá.
–¿Qué le pasa a Blaine? –Julia quiso saber.
–Está ingresado en el hospital. –Brittany informó.
–Lo que mi esposa quiere saber es por qué. –Richard se acercó a su mujer y la rodeó con sus brazos. Sabía que ella estaba preocupada y él iba a apoyarla.
–Él... –La rubia se mordió el labio, nerviosa. Ella no quería decir lo que realmente pasaba, pero sabía que debían saberlo porque no era algo que se solucionara en dos días. –Se precipitó desde un tercer piso al vacío. Está en coma y los médicos no saben si despertará o cuanto estará en coma.
–¿Qué dice la policía? ¿Han investigado? –Sebastian se preocupó porque no quería que si alguien le había hecho daño a Anderson quedara sin castigo.
–No puedo decir nada más. –Brittany salió de allí muy molesta por el interrogatorio. Al final tenían gran parte de culpa de la situación. –Si me disculpan, tengo que hacer muchas cosas.
Sin decir nada más, la joven se marchó dejando a la familia Smythe confundida.
Sebastian fue al hospital deseando saber qué había pasado con Blaine. Después de mucho insistir, había encontrado la habitación y entró. La imagen frente a él le impactó. El chico que le había robado el corazón parecía muy pequeño tumbado en esa cama del hospital. Un tubo salía de su boca, había cables a su alrededor, una máquina emitía un pitido regular, indicando que su corazón funcionaba correctamente y otra que hacía ruido acompañando la respiración del paciente.
Tenía que saber lo que pasaba y vio que había un informe médico, por lo que lo cogió y lo leyó. Al principio no había nada que pudiera entender, sin embargo, cuando llegó al apartado "observaciones" vio una nota destinada a las enfermeras que vigilan a los pacientes.
"Intento de suicidio. Avisar a psiquiatría cuando se despierte."
La sangre se le heló nada más leer eso. ¿Intento de suicidio? Jamás creyó que eso fuera posible. Lo peor era sentirse culpable. Si él no le hubiera quitado la custodia de los niños... ¿Se habría intentado suicidar?
La señora Smythe estaba cansada de los secretos y el misterio que siempre rodeaban a Blaine Anderson. Quería saber la verdad y saberla cuanto antes. Se había dado cuenta de que Sebastian había suavizado su ira y sabía que sus nietos necesitaban a su padre por encima de todo. Además, había algo que no le encajaba en la historia y quería llegar al final.
Sabía que ninguno de los amigos del chico le contaría algo. Eran personas fieles y no traicionarían la confianza de alguien tan importante en sus vidas por alguien a quien apenas conocían. Tampoco esperaba obtener información en el hospital, seguramente no tendrían todas las respuestas que ella necesitaba.
No se le ocurría ningún otro lugar en el que buscar información y sabía que necesitaba ayuda de un profesional. Por eso estaba en un lugar en el que ella destacaba por su elegancia, vestimenta y forma de moverse. No se sentía cómoda en ese lugar, pero necesitaba de alguien que consiguiera la información que precisara.
Le habían hablado de los hermanos Puckerman, dos detectives a los que no les importaba saltarse la ley para conseguir la información que se les había solicitado. Ambos habían sido detenidos y habían tenido muchas condenas por esas ilegalidades.
Julia entró a un edificio y subió al tercer piso, donde estaba la oficina. El lugar era viejo y estaba muy desordenado, mostrando que sus inquilinos no se preocupaban de la limpieza o la apariencia de esa habitación.
–Señora, creo que se ha equivocado. –Un hombre con rostro serio y rudo comentó.
–Soy la señora Smythe, busco a los hermanos Puckerman, tengo un trabajo para ustedes. –Ella miró con aprensión la silla que había frente al escritorio desde el que trabajaba el hombre antes de sacar un pañuelo y sacudir un poco el polvo para sentarse. El hombre la observaba en silencio, sabía que esa podía ser la oportunidad de su carrera.
–Yo soy Noah. ¿Qué puedo hacer por usted?
–Necesito que consigas información y va a ser muy complicado. Necesito a alguien efectivo y que no tema arriesgarse. Les necesito a ustedes. –Ella respondió con seriedad.
–Me gustaría que me explique un poco lo que quiere para saber a qué me enfrento. –El detective explicó.
–Un chico joven que ha intentado suicidarse. Sus padres no lo visitan y ni siquiera estaban en el parto de mi nieta. Hay cosas muy raras y quiero respuestas. –Julia no tenía miedo de contar nada.
–Eso va a ser complicado de investigar.
–Lo sé. –La mujer sacó un sobre lleno de billetes. –El dinero no será ningún problema.
La expresión avariciosa de Puckerman mostró que ese "argumento" le había convencido. Ella sabía que, si hacían cosas ilegales por dinero, estarían más que dispuestos a hacer ese trabajo. No sabía cómo lo conseguirían, pero confiaba en que lo hicieran, por el bien de todos.
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