CAPÍTULO 1: EL NUEVO JEFE
N/A: Traigo un nuevo Seblaine. Esta historia es muy diferente a todo lo que he escrito. Por favor, LEED LAS ADVERTENCIAS, hay temas muy delicados.
- Habrá escenas de sexo (eso es habitual cuando escribo pero esta vez serán más numerosas).
- Todas las escenas de sexo no serán consentidas (bueno, sí y no, es una situación rara, pero bueno).
- Se tocará el tema de la prostitución.
- Podría considerarse que hay abuso psicológico.
- Esta historia es ficción, nadie tiene derecho a obligar o manipular a otra persona para que tenga relaciones sexuales, sea cual sea el motivo.
Creo que esas advertencias son todo. Espero que os guste...
AMANTES
CAPÍTULO 1: EL NUEVO JEFE
El Grand Hotel de Nueva York acogía la fiesta de bienvenida que los empleados de la compañía Walgar celebraban para su nuevo jefe, Sebastian Smythe. La familia Smythe había comprado la totalidad de la empresa y el hijo sería el encargado de dirigirla personalmente. A sus treinta años, era la primera vez que le confiaban la dirección de una de las empresas de su familia y tenía muchas ganas de demostrar que valía para los negocios.
Sin embargo, la fiesta era lo que menos le interesaba. Él quería hacer cambios en la empresa y para eso debía haber cambios en la plantilla. No quería que su decisión se viera afectada por lo que pasara esa noche ya que iba a conocer a todos ese día. Las primeras impresiones no siempre son certeras.
Aun así, sabiendo que no tenía alternativa, se paseaba por el gran salón que habían reservado para la fiesta, con una copa de Whisky en la mano y charlando con sus nuevos empleados, que estaban deseando hacerle la pelota para no ser ellos los despedidos.
Sin embargo, lo que parecía que sería una noche realmente aburrida mejoró cuando sus ojos se fijaron en un chico que entraba en ese momento en el salón...
Blaine salió del taxi después de sus padres. Quería estar en cualquier lugar del mundo en vez de ahí... Incluso una sala de torturas sonaba mejor. Sin embargo, tenía que ser el hijo perfecto. Hacía cuatro años que había salido del armario y desde ese día la relación con sus padres era más que difícil. Había intentado todo para volver a recuperar su familia, pero nada parecía funcionar.
La fiesta a la que acudía era muy importante. Sus padres trabajaban en Walgar y sabían que sus trabajos dependían de la opinión que el nuevo jefe tuviera sobre ellos. Los dos habían sermoneado a su hijo porque no querían que les perjudicara. Uno de los aspectos que más les preocupaba era que el señor Smythe fuera homófobo ya que, por más que lo habían intentado, el menor no había ocultado su orientación a la hora de vestir.
Blaine estaba todavía en el último curso del instituto y hacía tan sólo dos semanas que había cumplido 18 años. A pesar de todo, no había conocido a nadie que le llamara la atención. Tanto así que ni siquiera había besado a nadie. Tal vez tenía algo que ver con el hecho de que sus padres no aprobaban su sexualidad y no quería decepcionarlos más de lo que ya estaban.
Entraron al salón del Grand Hotel y el joven reconoció a todos los presentes. A todos excepto a uno, un hombre castaño, mayor que él pero no tan mayor como sus padres. Sus miradas se cruzaron y Anderson no pudo evitar ruborizarse, aunque no sabía por qué.
Sebastian no pudo evitar sonreír cuando vio que el desconocido se ruborizaba. Era una mezcla de inocencia, sensualidad y belleza que no podía pasar desapercibido frente a él. Con la excusa de conocer a todos los empleados, se acercó a los recién llegados.
– Buenas noches, soy Sebastian Smythe. – El castaño se presentó a los dos adultos que acompañaban al joven.
– Buenas noches, yo soy James Anderson, ella es mi esposa, Pam Anderson y él es mi hijo Blaine.
El jefe estrechó la mano de los tres y siguió charlando con sus empleados, aunque estaba muy pendiente del hijo de éstos. Notaba que el chico estaba nervioso y decidió "jugar" un poco.
– Espero no ser indiscreto pero... ¿Cuántos años tiene Blaine? Parece mayor para acompañar a sus padres a una fiesta. ¿No debería estar en la Universidad?
– No... – James rió, pensando que era una broma. – Está en el instituto todavía. Cumplió dieciocho años hace dos semanas. Está en último curso y es el primero de su promoción.
– Impresionante. – Sebastian sonrió mirando al joven, que no pudo evitar sonrojarse aun más.
– Gracias, señor Smythe.
Por mucho que el jefe hubiera preferido quedarse con ese joven para conocerlo mejor, tuvo que seguir conociendo al resto de sus empleados.
Llevaban dos horas en la fiesta cuando Pam decidió compartir con su marido sus sospechas. Para ello se apartaron un poco puesto que no quería que los escucharan. Blaine estaba hablando con el hijo de uno de sus compañeros.
– ¿Te has fijado que el señor Smythe mira constantemente a nuestro hijo? – La mujer preguntó. El otro miró hacia su jefe y se dio cuenta de que tenía razón.
– ¿Crees que es como él? – James arrugó la nariz, como si en ese momento le hubiera llegado un olor realmente desagradable.
– Eso parece... Y también parece que le gusta nuestro hijo. Creo que podríamos sacar provecho de esa situación. – Ella explicó y él la miró extrañado. Ella rodó los ojos y comenzó a explicarle su plan.
Cuando Blaine vio que sus padres se acercaban a él sonriendo, supo que querían algo. No sabía qué podía hacer por ellos, pero sabía que, fuera lo que fuese, a él no le iba a agradar. Sabía que si él había asistido a esa fiesta era exclusivamente para que los compañeros de sus padres no hicieran preguntas.
– Blaine, cariño. ¿Qué tal te lo estás pasando en la fiesta? – Pam preguntó mientras pasaba su brazo por la espalda de su hijo.
– Bien. – El menor respondió sin demasiado entusiasmo.
– La verdad es que podrías pasártelo genial si pasaras algo de tiempo a solas con el señor Smythe, ya me entiendes. – La mujer le guiñó un ojo.
– ¿Qué? – El joven miró a su madre con los ojos abiertos como platos. No podía creer que ella, reconocida homófoba, estuviera proponiéndole que tuviera sexo con un hombre. Luego se dio cuenta de que lo que tendría que extrañar era que una madre incitara a que su hijo tuviera sexo con un hombre 12 años mayor que él. ¿Cómo podría estar sugiriendo eso?
– Le gustas... ¿No te has dado cuenta? Pensé que podrías pasar un buen rato. – Ella le guiñó el ojo nuevamente y el chico miró a su padre, suplicándole que hiciera entrar en razón a su madre.
– Verás, hijo. – James tragó saliva, le costaba muchísimo decir lo que tenía que decir, pero era claro que su mujer tenía razón. Si querían asegurarse no ser despedidos, tenían que tener contento a su jefe y que su hijo intimara con él era una buena manera. No quería ni pensar en las monstruosidades que esos dos podrían hacer a solas, pero en ese caso, el fin justificaba los medios. Ni él ni su esposa estaban dispuestos a perder el nivel de vida que llevaban y no tenían ningún cariño hacia su hijo desde que decidiera que quería deshonrar a la familia, por lo que no era un gran sacrificio. – Somos una familia, ¿no? Todos tenemos que hacer esfuerzos para seguir unidos. Tú pasarás un buen rato con él, nosotros no seremos despedidos, podremos ayudarte para que estudies en la universidad lo que tú quieras y seremos una familia. Es lo que siempre has deseado, ¿no? Ahora lo puedes conseguir, sólo tienes que contentar a nuestro jefe.
– Soy virgen, yo no... – Blaine estaba algo asustado. Ni siquiera había besado a un chico, iba a un instituto católico donde lo marginaban por ser gay.
– No te preocupes, sólo tienes que dejar que él lleve la iniciativa, eso a los hombres les encanta. – Pam sonrió, iba a convencer a su hijo, de eso estaba seguro. – Haz todo lo que él te pida y déjate llevar. Si no sientes el orgasmo, finge. A los hombres les gusta pensar que son capaces de hacer sentir a sus amantes. No uses preservativos, es mucho mejor sin ellos.
– También puedes empezar con una mamada. – James explicó. – Haz todo lo que creas conveniente para que él se sienta bien. Lo que queremos es que lo satisfagas.
– Además, sé que no has conocido ningún gay. – La mujer añadió. – Creo que te has dado cuenta de que no hay muchos. El señor Smythe es rico y atractivo. Tal vez consigas atarlo y tengas una gran vida sin necesidad de trabajar. ¿Has pensado en eso? Tienes que esforzarte en darle placer.
– Pero... – El joven intentó protestar pero fue interrumpido.
– ¿No quieres que volvamos a ser una familia? ¿Vas a seguir siendo egoísta y pensarás sólo en ti? Fuiste tú el que rompiste esta familia al desobedecernos, ahora puedes volvernos a unir si nos haces caso. Sólo es sexo, estoy seguro de que lo disfrutarás. Debes ser el único marica virgen de todo Estados Unidos. – James se mostró enfadado pero Pam le dio un pequeño codazo para que no siguiera o podrían conseguir el efecto contrario.
Por su parte, Blaine miró a Sebastian, que lo observaba con deseo. Una parte de él se sentía atraído por ese hombre pero de eso a desear tener sexo con él había mucha distancia. Sin embargo, si se acostaba con él y sus padres no eran despedidos, él podría recuperar a su familia y éstos lo apoyarían para que estudiara en la NYU.
Aun pensando en eso tenía dudas. Siempre había tenido una visión romántica de su primer beso y su primera vez y sabía que si acababa cediendo a las peticiones de sus padres, eso no pasaría.
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