CAPITULO 8
Elizabeth
—¿Elizabeth Scott?
Me giré y la profesora estaba detrás de mí con una mirada amenazante, una mano en la cadera y otra en un iPad.
—¿Si?
—¿Donde está tu ropa de deporte? —efectivamente toda mi ropa era apta para hacer educación física menos mis zapatos, convers.
La profesora seguía mirándome de la misma manera pero esta vez de arriba a abajo. —Que el lunes ninguno llevarais ropa para hacer deporte lo entiendo, pero ese mismo os dieron los horarios. Es miércoles tan fácil como mirarlo.
Simplemente levante los brazos para hacerle entender que me importaba mil cominos que fuera miércoles como si es martes.
—Estoy perdiendo tiempo de clase, porfavor siéntate hasta que termine la clase.
Crucé la mitad del gimnasio hasta la pared donde había apoyado mi mochila.
—Cabrona.
—¿Qué pasa? —Carla estaba al lado mia recogiéndose las ondas castañas en una coleta alta.
—Nada, las zapatillas.
—Buah. —se río y se dio la vuelta para unirse a la clase, me siento y le saco el dedo de en medio cada vez que pasa corriendo, a la tercera vuelta tenía pelo húmedo por toda la cara y completamente roja.
Espere unos minutos más a que la estúpida de la profesora se despistara un momento para coger mi mochila y salir corriendo a los vestuarios.
Una vez allí me senté en un banco y eche mi pelo hacia atrás, el mechero sobresalía de mi pantalón y cuando ya encendí el cigarro me percaté de que no estaba sola.
La chica rubia del otro día estaba mirándome fijamente con ropa en las manos, no dejaba de mirarme mientras entraba y sacaba humo de mi boca, ¿cuántas veces iba a tener que encontrarmela?
—¿Quieres fuego o algo? —levante una ceja.
—No, claro que no. —se acercó a su bolso y siguió con sus cosas.
Volvió a hablar.
—¿No tienes miedo a que te pillen?
—¿A que me pillen quién?, ¿la profesora con cara de mal follada esa? No me hagas reír.
—Me refiero a que pasaría si otro profesor entrá o algo así.
—Pues fácil, pasaría lo de siempre.
—¿Que es lo de siempre?
—Me llevarían al director, el director me quitaría el tabaco y el profesor o la profesora llamaría a mis padres.
—Entoces si sabes que eso pasaría, ¿porque te sigues arriesgando? —creo que estaba demasiado aburrida como para dejar de preguntar.
—La clase a empezado, Liseth. —apago la colilla y me levanto para echarla al agua el váter. Liseth entra en razón y se va.
Después de que el timbre tocará subí a clase, así estuve dos timbres seguidos.
En el recreo pensé más de dos veces en irme, lo que me estaba matando eran las escaleras más que las clases en sí.
Las dos clases siguiente me senté con Francisco y suspiré cuando el timbre tocó pero para mí mala suerte era matemáticas.
Ni Carla, ni Francisco, ni Alex, ni Axel, ni a uno se le daban tan mal las matemáticas como para meterse a refuerzos.
Cuando me senté y el profesor entró tampoco llegó Carla a mi rescaté, parece que hoy no tenía ganas de cumplir nuestras fantasías en el baño.
La clase siguió como de costumbre, cada vez que alguien resolvía una operación yo hacía como si lo copiara aunque en realidad sólo hacia garabatos en el papel.
—Elizabeth. —odio como se escucha mi nombre en la boca del profesor y encima acentúa en una letra después de una "s" inexistente. —¿Puedes terminarla?
Su dedo apunto a una operación combinada de ecuaciones.
—Ehh, pues sería... —respondía una gilipollez y quedaba como una retrasada delante de desconocidos o respondía un "no me da la gana" y me mandaban al director.
Una nota de la derecha se pasó delante mía y confíe en ella. —Hay que sumarle 20 y después pasarlo todo menos la "x²" a división.
—Bien. —lo apunto en la pizarra y yo me iba a atrever a ver quién era quien me había dado la respuesta. —¿Y ahora?
Volví a quedarme en blanco mirando a la pizarra como si lo entendiera todo a la perfección.
—x² es 20/125. —se escucho muy bajito a mi lado.
Volví a confiar, la respuesta era correcta y el profesor pasó a preguntarle a otra persona.
Volví la vista a mi derecha y Liseth estaba sentada con el mentón apoyado en su mano y la otra con un bolígrafo, sus ojos azules estaban concentrados al frente.
Tenia un perfil realmente bonito.
—Gracias... —susurré, pero creo que ni siquiera lo escucho ya que bajo la vista a su hoja siguió apuntando.
Unos minutos antes de que el último timbre sonará salí de clase para ir a coger mi moto en el patio trasero donde había unas barras para poder encadenar las motos y bicicletas aunque también había unos patines eléctricos.
Ahí estaba mi tipo moderna negra esperando, no voy a todos sitios con ella pero es placentero cuando todos me miran al entrar en algún lugar con el casco en la mano.
La saque rápido del instituto antes de que la avalancha de estudiantes me retrasará, la lleve andando hasta que el timbre sonará y estuviera lo suficientemente alejada del área de instituto, cuando me estaba poniendo el casco para subir de una vez e irme vi en la parada de autobús una figura conocida y miré un poco más hasta que estuve segura de quién era.
—¿Vienes? —La rubia de ojos azules me miró sorprendida.
—¿En la moto?
—Si, te tengo que agradecer de alguna manera lo de clase de matemáticas.
—Vale, gracias. —con las mejillas rosas se acercó a mí con una ubicación en el móvil.
Le di otro casco que tenía detrás del asiento donde también estaba mi mochila un poco aplastada. Una vez subidas le dije que se agarrará y sus dedos se posaron en mis hombros un poco insegura.
—¿Es peligroso? —preguntó y me giré para mirarla.
—Si me desconcentras, si. —solo pude pensar en todas las veces que Carla jugaba a estimularme el cuello y la espalda mientras conducía haciendo que casi terminaríamos en el suelo.
Ahora mi mente estaba puesta en la carretera, por la velocidad hizo que mi pelo volará hacías atrás y creo que le estaba dando a ella.
Cuando aumentaba la velocidad o frenada en los semáforos sentí como se pegaba más a mi espalda y sus pechos me tocaban.
Creo que está no sería la última vez que le invitaría a subir.
—¿Es aquí no? —pregunté cuando paré y puse un pie en el suelo.
—Si es aquí, gracias de nuevo. —bajo y se quitó el casco, yo hice lo mismo. —Hasta mañana. —entró al portal de su casa y me dedico una sonrisa acompañado de un adiós con la mano.
Mi tarde siguió como de costumbre, discutir, chatear, fumar e irme a dormir.
Una completa pasada, nótese la ironía.
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