Capítulo XIV. ¿Rivalidad?

—¿Hablar? ¿De qué?

—Ya sabes de qué.

Ángela suspiró levemente mientras miraba a la humana de arriba abajo; claramente estaba a la defensiva. Vio sus manos apretadas a los lados del cuerpo, las piernas abiertas y mirándola con claro enfado hacia su persona.

Se hacia una idea del motivo de su aparición; el rumor contra Gina.

—Está bien —Ángela se giró hacia Lisa—. Lo siento mucho Lisa, pero ¿podrías ir delante? Tengo un asunto pendiente con esta... señorita.

Lisa las miro a ambas, sintiendo el ambiente cargado de orgullo herido y rencor.

—Claro.

La pequeña vampira se marchó de allí pasando junto a Sarah. Esta miró a la niña de reojo. ¿Otra vampira? Parece una niña, pensó ella con el cejo fruncido, pero enseguida la ignoró y volvió a centrarse en Ángela, quien no perdió de vista a Lisa hasta que esta desapareció por el camino franqueado por árboles.

Cuando se quedaron finalmente a solas, Ángela la miró desde arriba, seria y molesta.

—Hay que tener huevos para presentarte aquí.

—No tengo huevos, pero si ovarios —contestó Sarah, sonriendo desafiante.

Ángela tuvo que reír por el mal chiste. Pero su sonrisa duro bien poco. Paso a paso fue bajando sin prisa por cuatro escalones de la entrada hasta quedar a la misma altura que Sarah, quien estaba a un metro de distancia.

—¿A qué has venido en realidad?

—A convencer a Gina de que se aleje de ti de una puta vez. He oído ese rumor que circula por la academia sobre ella.

—Un rumor muy conveniente para ti, ¿no?

—¿Qué insinúas con eso?

—Nada. Solo digo lo que veo. —Ángela junto las manos a su espalda y empezó a pasear de un lado a otro delante de Sarah son suma calma—. Justo antes de que empiece el trimestre empieza a circula un rumor donde perjudica a Gina ante los vampiros, quienes no tardan en ir a por ella. Eso te viene bien. Hace que tengas más oportunidades para intentar convencerla de llevarte de aquí, ¿no te parece?

—Yo nunca iría en contra de Gina. —se defendió Sarah—. Si hubiera empezado algún rumor, este sería en tu contra. Sería uno que te haría quedar como el monstruo que realmente eres ante Gina, y no al revés, como es el caso.

—¿Por qué debería creerte?

—Me da igual lo que creas. No es a ti a quien debo convencer.

El ver la confianza y arrogancia en Sarah hizo que Ángela gruñera. No soportaba esa actitud en alguien como ella, y mucho menos en ella. Por ello no dudo en agarrar a la humana por el cuello de la ropa y deslizarse veloz hasta la pared al lado de la puerta donde la empotró sin hacer demasiada fuerza.

Todo aquello lo vivió en un suspiro; un momento estaba de pie lejos de la puerta a poco más de un metro de la vampira, y un suspiro después estaba siendo agarrada por dicha vampira y empotrada contra la pared de la mansión sin poder hacer nada para evitarlo. Ahora se agarraba al brazo duro y frío de la vampira para que no le afectara la gravedad, ya que Ángela la tenía de puntillas al suelo.

—¡¿Qué demo...?!

—Te lo advertí —gruño Ángela.

Sarah vio como Ángela la miraba enfurecida con los ojos rojos y los colmillos expuestos. Estaba enfadada de verdad. Sintió miedo por su vida.

—O-Oye... espera...

—¿Recuerdas nuestra última conversación?, ¿huh?, ¿lo recuerdas?

Sarah lo recordaba muy bien. Jamás olvidaría sus palabras.

«Solo te lo diré una vez, Sarah Sánchez. Mantente alejada de Gina. Deja de hacerle daño... o haré algo peor que matarte. Te daré lo único que puedes recibir de Gina, lo que ella siente cuando la toco en la intimidad. Para mí sería terriblemente doloroso saber lo que siente la persona que amo cuando la toca otra persona que no sea yo. El placer que siente en su cuerpo cuando llega al éxtasis en los brazos de la persona que más odio. ¿Tú no?».

—¡Espera! —gritó Sarah forcejeando para intentar liberarse—. ¡Yo no he expandido ese rumor!

—¿Quién más tendría motivos para querer separarnos a Gina y a mí? ¡¿Eh?! Por culpa de ello a Gina han vuelto a arrinconarla y hacerla sufrir. Si no has sido tú, ¿quién?

—¡No lo sé!, ¡¿vale?! ¡Yo no tengo nada que ver!

—Tal vez sí, o tal vez no. De todas maneras, eres culpable de muchas otras cosas.

Sarah se río con burla. —Uno dijo una vez esto: "Quien esté libre de pecado, que tiré la primera piedra".

Al escuchar aquello Ángela la miró fijamente, impasible. Sarah estaba hacerla enfadar más, pero vio que no era así. Ella siguió forcejeando para que abriera la mano que la sujetaba contra la pared sin éxito.

De repente, Ángela la soltó al fin, pero no la dejo ir. Lo que hizo fue arrinconarla con su propio cuerpo, sin dejar hueco entre ellas. Sarah quedó petrificada ante eso, tembló temiendo que fuera a alimentarse de ella hasta matarla, pero no sintió ningún mordisco en el cuello; solo sintió su aliento al oído, haciéndola tiritar.

—Deberías aplicarte esa frase, Sarah. —susurró Ángela muy bajo—. Seamos francas, no sientes odio hacia mí; te odias a ti misma por sentir atracción hacia mí desde el primer momento en que nos vimos, ¿no es así?

Sarah quedó petrificada de espanto al escucharla. Intentó empujarla, pero solo hizo que la vampira apoyara el muslo entre sus piernas y sujetará los dos brazos en alto contra la pared, sin oportunidad de huir ni de resistirse a ella.

—¡Suéltame monstruo!

—Cuanto más me insultas más razón me das —dijo mirándola a los ojos—. Lo noté nada más verte con Gina. Sentiste la misma atracción que sienten muchos otros al verme. Sí, estás enamorada de Gina desde niña, eso es cierto. Pero la atracción y el amor a veces se confunden y hacen que no queramos ver con claridad.

—¿De qué estás hablando?

—Cuando Gina vino a mí, sentiste celos, pero no solo porque yo te alejara de ella, sino porque no te pregunto si podías unirte a nosotras.

—¡Estás enferma!

—¿Acaso no has tenido sueños con las tres juntas, desnudas, en la cama? —preguntó Ángela, sabiendo de antemano la respuesta. Sarah fue incapaz de responder—. ¿Lo ves? No soy la enferma aquí, pero tú tampoco, querida. Lo que sientes es algo muy normal.

—¡No! —negó Sarah forcejeando—. ¡Yo no soy así! ¡Amo a Gina! ¡Solo a ella!

—Lo que te da rabia es que estés sola, sin con la persona que amas —hizo presión con el muslo contra su vagina, haciéndola gemir—, ni con la persona que deseas.

—¡¡CÁLLATE!!

Finalmente, Sarah logró liberarse y empujó a Ángela con todas sus fuerzas, haciéndola retroceder. Lo que ella no sabía es que Ángela la había soltado por voluntad propia.

Ángela vio que Sarah lloraba a moco tendido mirándola con odio y rencor. Estaba claro que la humana no quería admitir la verdad sobre sus sentimientos encontrados.

—Te arrepentirás de lo que has dicho, zorra chupasangre, ¡¿me oyes?! Te arrepentirás.

Sarah se fue corriendo de allí entre lágrimas. Ángela la dejo irse; ya se ocuparía de ella en otro momento. Ahora debía descubrir quién estaba realmente detrás del rumor malintencionado.


Sin que ninguna de las dos se percatara, un cuervo de ojos rojos las había observado en silencio, siendo usado por su ama para ver y escuchar lo que pasaba en ese lugar. Cuando terminó, el cuervo volvió de su letargo y tomo el vuelo al amparo de la noche.

Desde donde estaba esperando, Lisa abrió los ojos, y sonrió maliciosamente.

—Interesante —dijo ella—. Muy interesante.

—Veo que te lo estás pasando bien.

Entre las sombras, una figura masculina apoyada en una de las columnas de la academia con los brazos cruzados al pecho hacía compañía a la pequeña vampira, que no se sorprendió de dicha presencia.

—Totalmente, pero esto no es nada comparado con lo que está por llegar, querido.

—Espero que eso sea verdad. Estoy haciendo unos esfuerzos enormes por contenerme.

—Paciencia. Muy pronto ya no tendrás que hacerlo.

La figura asintió conforme y desapareció como llegó; entre las sombras. Mientras tanto, Lisa se quedó allí, esperando a su amiga como toda mejor amiga de alma haría. Esperaría impaciente a que las cosas finalmente dieran la ocasión de entrar en escena como realmente quería.

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