Capítulo VI. Hechos Inesperados

Horas después...

Lo que al principio parecía un intercambio de sangre sin importancia, acabo siendo un encuentro íntimo y sexual como los de antes. Con la luna llena como testigo de su unión, Ángela gemía en alto inclinada sobre la mesa mientras Dorian la embestía desde detrás con fuerza y profundidad sujetándola por la cintura. Los dos estaban a medio vestir y sudando a mares.

—Dorian... —suplicó ella, intentando no gritar en voz alta—. Espe... para...

—¿Qué pasa? —pregunto él a su oído—. ¿Has perdido la costumbre a esto o qué?

—No tienes... que... ser tan duro...

Dorian se rio al escuchar esas palabras, y entonces mordió el ovulo de la oreja de Ángela. Está ante eso gimió de dolor y placer por igual.

—A ti te gustaba. Parece que ser la dominante en tu relación con Gina te ha ablandado.

Ángela quiso contradecir eso, pero de su boca solo salieron jadeos y gemidos de placer.

Apoyada sobre la mesa y de espaldas a él, Ángela sentía como su hermano y prometido la hacía suya de nuevo desde detrás sin contenerse en absoluto. Ángela se aguantaba de pie como podía. Una de las manos de Dorian se puso sobre uno de sus senos para apretarlo y masajearlo, excitándola aún más. Ella cerró los ojos y se mordió el labio para no gritar.

—Ángela... deja ya de contenerte. Libérate... saca tu verdadero yo.

—¡No...! ¡Para!

Ella dio un grito ahogado al llegar al orgasmo. Mostró su verdadero rostro de vampira; ojos rojos abiertos como platos mientras echaba la cabeza hacía atrás, y los colmillos a la vista por la boca abierta al gritar. El orgasmo fue tan intenso que incluso clavó los dedos en la dura madera, perforando el mueble. Aquello excitó tanto a Dorian que se contuvo al liberarse también.

Al calmarse y sentirse liberada, Ángela se dejó caer rendida sobre la mesa, agotada.

—¿Estás mejor? —preguntó Dorian, sonando satisfecho.

Ángela lo miró de reojo. —Sí...

Dorian se ríe al ver que su hermana no tiene fuerzas para quejarse de sus bromas.

Él quiso cargar con ella hasta la butaca, pero antes siquiera de dar un paso Ángela ya se ponía en pie y se arreglaba la ropa como si nada hubiera pasado. Aquello molesto un poco al vampiro, pero no quiso exagerar. Entonces vio el semblante serio de su hermana.

—¿Qué ocurre? —pregunto él—. No pareces muy contenta.

—Y no lo estoy —dijo ella—. Hoy he tenido un mal día, y lo de ahora...

—Lo de ahora... ¿qué? —dijo Dorian, malhumorado—. No ha sido nada que no hayamos hecho antes.

—Tal vez. Pero ya no estamos como entonces, Dorian. Ya lo sabes.

Ángela pudo ver de reojo que Dorian apretaba los puños con fuerza, claro signo de frustración. Y eso la extraño.

¿Por qué ahora le molestaba que ya no fuera solo suya? ¿Qué le ocurría?

También le extraño el repentino impulso que él tuvo al beber su sangre con ansia y voracidad para después empezar a besarla y seducirla como él sabía hacer. Él no era tan impulsivo, a menos que hubieran estado un largo tiempo separados, que era lo habitual. Pero ese no era el caso.

—Dorian —empezó ella, pensando bien sus palabras—, te deje claro cuál es mi relación con Gina ahora mismo, por ello no puedo estar a tu lado, y tú lo aceptaste, ¿recuerdas? —hizo una pausa. Terminó de arreglar sus ropas y se volvió de cara Dorian—. ¿Qué ha cambiado?

—Nada en absoluto —dijo él desviando la cabeza—. Supongo que he entendido mal el momento que hemos tenido juntos.

Ángela no estuvo conforme con aquella respuesta, pero tampoco insistió. Por ahora no.

—Aun así —siguió Dorian, cruzando los brazos y mirándola ceñudo—, algo te pasa hoy. ¿La visita de Lisa no te ha levantado el ánimo?

—En cierto modo, sí. —dijo Ángela, más calmada—. Pero ni ella logra que dejen de haber problemas. —Ella vio que su hermano la miraba con curiosidad—. La mejor amiga de Gina.

—¿La que está ahora con James? ¿Cómo se llama? ¿Sarah?

—La misma —dijo Ángela entre dientes—. Esta vez se ha pasado de la raya y he querido respuestas, pero sin resultado.

—¿Has sido persuasiva? —preguntó Dorian con un ligero tono de humor.

Ángela sabía a qué se refería él, y no quería llegar a esos extremos. Ya no. Después de lo vivido con Karmila y antes de conocer a Gina, ella había sido la representación popular que tenían los humanos de los vampiros; seres crueles y despiadado que torturaban a los humanos no solo para alimentarse, sino también por diversión. Ella había sido así de inhumana durante muchos años, pero ya no quería ser así. Sarah había intentado provocarla para que fuera como entonces, pero sin éxito.

—Ella ha captado el mensaje. Te lo aseguro.

—No tienes que convencerme de nada, mi amor. Siempre y cuando tu estés satisfecha...

Ángela captó el doble sentido de esas palabras, y no le gustaron. Lo que había hecho con Dorian en la biblioteca no era algo que no hubieran hecho con anterioridad, pero ahora ella estaba con Gina, la amaba, y quería pasar el resto de su existencia a su lado. Gina había aceptado incluso acostarse con Dorian si eso hacia feliz a Ángela, pero ahora ella ya no deseaba eso.

Quería que Gina fuera solo suya. Y quería corresponderla del mismo modo.

Por ello, lo que había pasado hace un momento con Dorian... no se sentía nada orgullosa.

Aún tenía sentimientos por Dorian, incluso deseos, pero eso no quitaba el hecho de que sentía que traicionaba a Gina con sus actos. Se sentía culpable, y quería quitarse esa sensación.

—Dorian —llamó ella, seria y firme—. Esto que ha pasado no puede volver a pasar.

—¿Qué quieres decir?

—Esto: acostarnos de forma repentina e impulsiva. No debe ocurrir jamás.

—¿Qué pasa? —preguntó Dorian de forma provocativa—. ¿Gina ya no quiere compartir?

A Ángela no le gustó nada ese comentario sarcástico tan impropio de Dorian. Le miró a la cara y pudo ver que él esperaba que le siguiera el juego, y eso no lo hizo. Sin decirle una palabra más, ella se marchó dando un portazo. Caminando con paso fuerte por el pasillo llegó a su habitación. Se tomo un momento para calmarse antes de entrar, y cuando estuvo más calmada y serena entró. Para su desconcierto vio que allí no había nadie.

—¿Gina? ¿Lisa? —llamó ella, mirando por todos lados—. Pero ¿dónde están?


* * *


—Y con ayuda de Dorian y James, que estaban encantados de hacerlo, Ángela castigó a esos abusadores de doncellas bañándolos en bañeras de agua de mar, que para los vampiros es terriblemente irritante. Es como si te metieras en una bañera desnuda llena de polvos picapica. No dejas de sentir que tu cuerpo pica y te rascas hasta sangrar.

—Madre mía... ¿Y Ángela les hizo eso?

—Por supuesto. Aquellos tipos habían abusado de decenas de niñas humanas inocentes.

Gina no dejaba de sorprenderse con cada historia que le contaba Lisa sobre Ángela y sus aventuras. Ambas habían terminado de cena las delicias que preparaban en aquella casa y ahora tomaban un té relajante al lado de la chimenea encendida en el salón principal. Gina estaba vestida con ropa deportiva, cómoda para estar en casa, mientras que Lisa iba vestida como una señorita de familia rica, con un elegante y hermoso vestido azul celeste con un disimulado estampado de flores y zapatos planos blancos. A Gina no dejaba de sorprenderle ese estilo tan antiguo pero elegante.

Al principio de conocer a la niña vampira sintió cierta desconfianza, pero después de escuchar tantas historias de ella con Ángela siglos atrás, vio que era una chica amable y dulce. Claramente era amiga de su amada Ángela.

—Es increíble. Realmente Ángela ha hecho muchas buenas hazañas.

—Con sumo placer te las puedo contar todas. No hay historia que no conozca por ella.

—Es curioso, ella nunca me ha comentado ninguna historia parecida.

—Mmm, Ángela no es de ir por ahí contando sus aventuras. Me las contaba a mí para animarme. Por aquel entonces yo estaba muy delicada de salud y no podía no salir de mi cama.

—Vaya, siento mucho oír eso —lamentó Gina, con una expresión sería.

Lisa se rio con dulzura. —No hay duda, eres perfecta para mi querida Ángela.

Ese halagó hizo que Gina se ruborizará entera y bajara la cabeza. —Bueno, yo no diría tanto...

—¡Ay, que modesta y tímida eres! ¡Me encanta!

Todo paso tan rápido que Gina no supo cómo reaccionar. En un instante tuvo a Lisa sobre ella dándole un piquito en los labios, y en ese mismo momento, la puerta del salón se abría dejando paso a Ángela, que lo vio todo.

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