Capítulo IV. Un Deseo Reprimido
Ángela no estaba de humor para atender a Lisa, pero tampoco podía dejarla de lado.
—Adelante.
La pequeña vampira dio paso a la habitación, y vio como la morena estaba atendiendo a una joven humana de pelo rubio, dormida en su cama. Lisa se sorprendió al ver esa escena, pero entendía ya muchas cosas. La morena no se sorprendió del asombro de su vieja amiga.
—He presentido que algo grave pasaba y he querido ofrecerte mi ayuda —dijo Lisa al entrar y acercarse. Miraba a la joven humana dormida—. ¿Es ella la humana de la que me ha hablado Dorian? —Ángela asintió sin mirarla, sin quitarle el ojo a Gina—. ¿La convertirás?
—Tal vez —respondió Ángela—. Aún no está decidido. Es demasiado pronto.
A Lisa le sorprendió esa respuesta. Entendió que la relación iba muy en serio.
—¿Qué le ocurre?
—No lo sé. Ha discutido con una amiga suya y se ha alterado mucho. He tenido que dormirla para calmar su estado —explicó Ángela, apenada de ver a Gina así. Después se giró a Lisa—. Siento que no pueda prestarte toda mi atención, amiga mía.
—No te preocupes, lo entiendo muy bien —dijo Lisa despreocupada—. Ahora debes atenderla a ella. No te preocupes por mí.
—Agradezco tu comprensión, y también tu visita. —dijo Ángela con sinceridad y alivio—. Ahora necesito ayuda, más que nunca. Tu presencia aquí es una bendición.
Ángela no dudó en coger la mano de su amiga y darle un apretón cariñoso, después volvió a girarse hacia Gina que seguía dormida.
A espaldas de Ángela, Lisa veía como ella contemplaba a la humana con una sonrisa radiante. A ella nunca la miró así, ni una sola vez. Ese resentimiento, esos celos hacia la humana hicieron que sus ojos se volvieran rojos y apretará las manos con fuerza, deseando destrozarla.
—Quieres mucho a esta humana, ¿verdad? —su voz sonó disimuladamente calmada.
—Más que eso, Lisa. La amo —dijo Ángela. Entonces puso la mano sobre la mejilla de Gina, pasando el pulgar con ternura—. La conozco desde hace pocos años, pero aun así... la amo.
Lisa tuvo la tentación de agarrar a Ángela y apartarla para poder destrozar a esa humana, pero se contigo y aflojó las manos antes de apretar tanto como para hacerse una herida y alertar a Ángela con ello. Entonces se le ocurrió una idea que la hizo sonreír con malicia.
—¿Tanto como a Dorian? —preguntó, sonando contrariada—. ¿Él sabe de esto?
Ángela pensó en su hermano, en todo lo que habían pasado juntos hasta que apareció Gina.
—Sí, lo sabe. —respondió después de girarse y mirarla a la cara con una sonrisa—. A él no podía ocultarle nada. Él al principio pensó que era solo un capricho temporal, pero después lo entendió todo y lo acepto. Se apartó por mí, y yo le quiero aún más por ello.
—¿Y ella te corresponde? —preguntó Lisa, queriendo encontrar una brecha que pudiera aprovechar para hacerla dudar—. ¿Sabe lo que somos?, ¿quién eres en realidad? —vio que Ángela la miraba con el ceño fruncido y cambio de estrategia—. Oh, lo siento. No quería sonar tan curiosa. Es que me ha sorprendido todo esto, de que estés con una humana cuando te veía tan enamorada de Dorian. Perdóname.
Ángela la miró comprensiva y culpable. —No. perdóname tú a mí. Debí contarte todo antes.
—¿Te daba vergüenza?, ¿O pensabas que no te apoyaría?
—Ya me conoces, Lisa. No suelo contar mi vida privada a cada minuto —respondió ella—. Y ya sabes que mis relaciones con los humanos eran muy breves, casi inexistentes desde... aquella noche... —hizo una pausa al revivir lo que Karmila le hizo—. Por culpa de lo que ella me hizo, cambié por completo y pasé de ver a los humanos como a amigos a solo ganado para comer y follar. Creía que sería así para siempre, y entonces Gina apareció. Me salvó, de alguna forma.
—Sí, ya se nota. —dijo Lisa, cabreada por dentro. Entonces puso una mano sobre el hombro de su amiga—. Me alegro mucho por ti, mi querida Ángela.
—Muchas gracias, Lisa. —puso una mano sobre la de ella—. Eres una buena amiga.
—Aquí me tienes para lo que sea. —aseguró, disimulando una sonrisa perversa—. Siempre.
Ángela creyó a su amiga, y entonces pensó que tal vez podría aprovechar su ofrecimiento para dejarle a Gina mientras iba a buscar a Sarah y averiguar qué había pasado antes para alterar tanto a Gina. No dudó y se puso en pie.
—¿Puedo pedirte algo?
—Claro, por supuesto. Lo que sea.
—¿Puedes quedarte con Gina un momento? Tengo que hacer una cosa.
—Ehm... Claro. —acepto la chica desconcertada—. ¿A dónde vas?
—A hablar con la persona responsable del estado de Gina. No tardaré en volver.
—Pierde cuidado. Estaré a su lado en todo momento. —juró la niña, entonces miró a la humana dormida—. Cuidaré muy bien de ella. Lo prometo.
Ángela le dio un beso a Gina y después Lisa por la ayuda, entonces se marchó del cuarto.
Una vez a solas, Lisa ocupó el lugar de Ángela y miró a Gina dormir, tan tranquila, sin sentir la mirada llena de odio y rencor de la niña que con sus ojos de nuevo rojos la miraba deseando poder acabar con ella. Ese deseo hizo que extendiera la mano, en la cual crecieron unas largas y afiladas garras que estuvieron a la altura de su cuello.
—Si tan solo no estuvieras aquí... —gruñó Lisa en voz baja. Tenía la mano en el cuello de Gina, pero sin apretar—. Si desaparecieras de una vez...
—Hmm... —gimió Gina de repente. Lisa la miró petrificada, temiendo ser descubierta—. Ángela... Ángela...
Lisa pudo contemplar para su asombro como a la humana se le formaban lágrimas entre los parpados cerrados mientras llamaba a Ángela en sueños. Aquello hizo que el deseo de Lisa por matarla creciera aún más, pero logró contener sus impulsos.
Notó que su mano temblaba y tuvo que usar la otra para contenerse a duras penas. Nunca había sentido tanto odio. Mirando de nuevo a la humana vio que se había movido y destapado un poco. Ese poco le sirvió a Lisa para poder ver la punta de la marca que tenía la humana en el pecho, la marca de la herida sufrida por Karmila cuando la secuestro, la cual aún estaba rojiza.
Lisa sonrió satisfecha con esa imagen.
—Ni con esas, eh —murmuró, entonces apartó la mano y se levantó de la cama—. Te mereces eso y mucho más. Pero ahora no. Ya tendrás lo que te mereces por inmiscuirte.
Con eso dicho Lisa se dio la vuelta hasta sentarse en la butaca, lejos de la humana.
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