Capítulo 8

No sabía cómo reaccionar ante recibir cartas, ya tenía varias, pero yo quería el porqué; la razón por la que me llegaban cartas, ¡a mí! ¿Debería sentirme orgulloso? Debía ser una broma muy bien hecha y sentía que era por parte del maldito Marcus Miller.

Pasó el tiempo, Marcus estaba con sus nuevas mejores amigas; Katherine Dankworth y Marie Wilson, prácticamente, me ignoraba todo el tiempo. Incluso un día me senté solo en la hora del almuerzo y nadie lo notó.

Tenía que distraerme así que opté por empezar a tener clases de esgrima, natación e ir al gimnasio más veces por semana.

Me inscribí a esgrima los lunes y los jueves saliendo de clases, a natación los martes y viernes, y los miércoles me iba al gimnasio saliendo de clases.
Mi primera sesión fue aproximadamente dos meses después de la última carta de «O, H», era un Gimnasio especializado para la práctica de esgrima, me entregaron los guantes, mi chaquetilla, mi careta y todo lo necesario para empezar a practicar, veía rostros familiares en la clase de esgrima: Sofía, James, Lilly, Mike, Jason y muchas otras caras más de Apple White; era lo bueno, y lo malo, de Itaville, una ciudad tan pequeña que literalmente todos conocían a todos y si había un chisme, tarde o temprano lo sabrían por los mismos habitantes de Itaville o por el mismísimo Marcus Miller, quien era el se encargado de esparcir el rumor. Era lo que hacía especial a Marcus: sabía todo de todos, era como una máquina de secretos que no tenía un botón de apagado.

Practicaba con gusto, golpes por aquí, golpes por allá.

Pasaron los días, semanas, meses, tal vez, no estaba seguro ni me importaba, en la escuela lo único que hacía era estudiar para las pruebas finales que tuvimos en dos semanas después de que comencé a ir a esgrima, la más próxima fue de Cálculo.

—Hey, Lou, ¿por qué no dejas de estudiar para el examen que tendremos en dos semanas y vienes un rato a una fiesta que, muy amablemente, hará Katherine en su casa? Ella fue muy atenta al considerarnos en su lista de invitados —Marcus me había interrumpido en mis estudios del examen de Cálculo que tuvimos, efectivamente, en dos semanas.

—¿De qué va a ser la fiesta?

—¿Como que de qué? Es Halloween, ¿lo olvidas? Tienes que ir, estará muy entretenida, oí que habrá muchas chicas guapas —Marie había llegado y estaba junto a Marcus. Yo solo estaba en la biblioteca estudiando, no tenía idea de cómo me habían encontrado.

—¿Cómo dieron conmigo?

—Es fácil hallar a un ratón de BIBLIOTECA en su hábitat natural —dijeron los dos al unísono.

—¿Disfraz obligatorio?

—Hmmm, no estoy muy segura, le pregunto a Kate en este momento —Marie tomó su teléfono y empezó a teclear muy rápido, supuse que era para enviarle un mensaje a Kate.

—Iré de Freddy Krueger, ya tengo todo planeado —sí, Marcus era un maldito que me atormenta en mis sueños.
Me alejé como pude de ellos sin decir una sola palabra, creí escuchar que Marcus decía que me obligaría a ir pero en ese momento no me importó, «sería interesante ir» pensé, ya que casi no salía a fiestas o a ese tipo de eventos. ¡Claro! Podría encontrar a mi admiradora secreta, ¿por qué no lo había pensado antes?

Vi a un grupo de chicos que estaban discutiendo sobre la teoría molecular, yo no entendía nada de lo que estaban hablando, así que solo me acerqué y comencé a platicar con ellos.

—¡Hola, chicos! —saludé como pude a los chicos, uno de ellos me miró con muchísima curiosidad y agrado—, soy Louis Gerald Train, ¿puedo estar con ustedes?

—Sabemos quién eres —dijo una chica de piel blanca como la porcelana, ojos cafés y cabello negro azabache.

—Ella no quiso decir eso, quiero decir, sí, pero no de la forma en la que lo dijo —la otra chica solo puso los ojos en blanco.

—¿Qué quieres? —soltó con tono muy molesto la chica de ojos verdes.

—Solo pasaba a saludar y me preguntaba si podía estar con ustedes un rato y quizá platicar. Ya saben, entablar una conversación —empezaba a titubear y reí un poco por lo bajo.

—¡Claro que…

—¡NO! —la chica de ojos verdes se puso de pie soltando una palmada muy fuerte en la mesa—, ¿se te olvida quién es? —me señaló con su dedo índice—. Es el perrito faldero de Marcus Miller. El maldito bastardo que inició el rumor de que tengo un Teratoma, tuve que hacerme pruebas en el hospital, no solo fue a uno: visité, y tuve cita, en 4, para ser exactos. Porque incluso yo misma empezaba a creérmelo.

—Cierto, lo siento, ella tiene razón, Marcus nos ha herido mucho.

Mierda, ¿Marcus me estaba arruinando mi reputación?

—Oigan, chicas, yo no soy como Marcus Miller, sé lo que sienten —intenté explicarles que no era así como ellas decían, no era el perrito faldero de Marcus Miller. Aunque yo sabía que sí era como el perrito faldero de Marcus Miller.

Al principio no me creyeron lo que yo decía, era difícil limpiar mi reputación después de todo el asunto con Marcus.

—Les prometo que no soy, ni seré nunca en la vida, como él. I promise you! —les expliqué—. Confíen en mí, please.

—Confíamos en Marcus, al inicio, luego él inventó que Lezley tenía un Teratoma y ahora todos piensan que es así. Cuando no tiene ni una pizca de razón —el chico que estaba a la derecha de Lezley se unió a la conversación, se notaba un poco nervioso pero feliz a la vez—. Tú dime, ¿cómo podemos confiar en ti? —las cosas se empezaban a poner cada vez más y más turbias.

La hora del almuerzo casi llegaba a su fin y yo seguía sin saber cómo hacer que me creyeran.

—Les doy mi palabra, les prometo que no soy ni seré como lo es el cabrón de Marcus Miller —levanté mi mano derecha y mi mano izquierda la coloqué en mi pecho, a la altura del corazón—. Y quiero que sepan que cuando cumplo una promesa, jamás la rompo.

—Confiaré en ti, tal vez no ahora, quiero decir: apenas «te conocemos». Pero debes prometer que no serás un cabrón como lo fue Marcus Miller con nosotros —Lezley estaba cediendo, necesitaba nuevos amigos, ya no quería ser el perrito faldero de Marcus Miller.

—Lo prometo, gracias, ¿puedo quedarme con ustedes el resto de la hora del almuerzo?

—Claro, yo soy Lezley, esta chica que está a mi izquierda es Candy, este chico de mi derecha es Logan y el chico que falta es Ryck pero él no está aquí por dificultades médicas, pobre chico —saludé a Candy y a Logan tendiéndoles la mano y sacudiéndola—. Y dime, ¿qué te trae por aquí en la mesa de los «inadaptados sociales», como nos denominó Marcus?

Quería contarles todo lo que pasaba en mi vida, decirles que estaba cansado de Marcus y de su maltrato hacia mí, pero sonó la campanilla que indicaba el final de la hora del almuerzo.

—Hay que ir a clase, chicos, espero que podamos ser grandes amigos.

—Yo creo que sí, si odias a Marcus tanto como nosotros lo odiamos…

—Candy, por favor, ¿quieres cerrar la boca? Sí, odiamos a Marcus. Pero no queremos que se entere ni siquiera sabemos si es una trampa y envió a su conejillo de indias para inventar otro rumor estúpido como lo hizo con mi supuesto Teratoma, ¿no se te ocurrió, verdad? —¡oh, mierda! ¿Cuántas veces les tuve que decir que no era como él?

—«El león no es como lo pintan», chicos, créanme. Confíen en mí —ese refrán quedaba perfecto con la situación—. Sé que seremos grandes amigos.

—¿Ves el futuro? —Logan dijo esto último con cara actuada de sorpresa.

—No, tal vez no vea el futuro, pero estoy seguro de que nos llevaremos muy bien, créanme, por favor —caminábamos al salón de la siguiente clase—. Estoy seguro de eso.

Nuestra siguiente clase era Francés, descubrí que íbamos juntos en todas nuestras clases, solo que no podía distinguirlos porque siempre estaba con Marcus como su perrito faldero.

Pero eso estaba a punto de cambiar.
En la clase de Francés nos sentábamos por apellido, así que no estaba cerca de ninguno de mis nuevos amigos, y estaba un poco cerca del señor Marcus Miller. Fijé la vista en la pizarra que tenía frente a mí mientras la profesora Johnson estaba posicionada en su escritorio tomando una taza de café y leyendo un libro. Estaba esperando que termináramos de copiar lo que había en la pizarra; una serie de ejercicios que tenían que ver con ir al doctor.

En Apple White teníamos que aprender tres idiomas; llevé inglés en mi primer año, español en segundo y francés en el último año: en el que estaba, era por fin el año de mi graduación.

No teníamos que salir de la escuela siendo cien por ciento trilingües de inmediato, solo teníamos que saber lo esencial acerca de los tres idiomas, eso era todo, si queríamos volvernos trilingües. ya era decisión nuestra seguir aprendiendo la lengua. El inglés era mi lengua materna, mamá y papá me habían hecho aprender Francés para poder sobresalir y porque Marcus Miller se había inscrito para impresionar a los demás, pero era algo sumamente extraño que alguien no supiera francés en Itaville, incluso ya había chicos trilingües allí.

Yo sabía bien el inglés, francés y español; no me consideraba trilingüe porque aún me faltaba muchos modismos por saber en español y en francés.

Marcus vivió en Francia unos meses, cuando sus padres tuvieron que viajar por negocios. Por ello tuvo que aprender francés un par de años atrás, bueno, además de querer sobresalir en todo, a los 15 no todos sabían francés en Itaville. Solo ciertos chicos que les enseñaron el idioma desde muy pequeños. Marcus era muy listo, en verdad, bastante odioso, tengo que admitirlo;pero era muy inteligente.

Estaba a punto de comentarles a mis nuevos amigos sobre la fiesta pero me detuve en seco porque no sabría si podrían ir a la gran fiesta en casa de Katherine Dankworth. Así que opté por preguntarle a Marcus Miller.

—¡Claro que no pueden ir! ¿Qué pasa contigo? —estaba con Marcus, Kate y Marie un día normal en la cafetería de Apple White, no pude irme con Candy, Lezley, Logan y Ryck porque Marcus necesitaba que estuviera allí con él para preguntarles a Katherine, Marie y Marcus si podía invitarlos—. ¿Los «inadaptados sociales»? Te lo dejaré fácil, ¡no pueden ir a la fiesta en casa de Kate!

—Exacto, voy a invitar a chicos de universidades como Oxford, Yale y muchas más escuelas. Pero ellos no pueden ir a mi fiesta.

—Concuerdo con Kate —Marie y Marcus hablaron al unísono.

—Ok, ya entendí que no los invitar. Aunque pobres chicos, siento un poco de lástima por ellos, ¿no pueden ser más empáticos?

—¡No! —gritaron los tres al mismo tiempo.

—Y no se te ocurra decirnos que pensemos cuando cualquiera de nosotros tres —Marcus señaló a Katherine y a Marie—, éramos impopulares, o inadaptados sociales, porque, te lo dejaré claro, ¡NUNCA LO FUIMOS!

Y Marcus tenía razón, ellos nunca fueron impopulares o inadaptados sociales, vivir en una familia con un buen apellido podía significar un lugar asegurado en la jerarquía de la popularidad en Apple White.

Solo había que pensar en Richard Vallaj, sus padres eran dueños de la mejor compañía propia del país, ellos eran dueños de casi todo el estado.

Los apellidos Dankworth, Wilson y Miller también eran apellidos de personas muy importantes; entre Katherine Dankworth, Marie Wilson, Marcus Miller, Jessie Jones y Richard Vallaj: yo era el de familia menos «poderosa». Mi mamá era doctora y mi papá abogado, pero ellos tenían padres o inversionistas o dueños de sus propias empresas o líderes en algo.

No tenía ni idea de cómo empezaron su negocio los padres de Marcus o Richard, pero algo era seguro: eran absolutamente ricos.

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