Capítulo 24

Jessie y Lezley fueron a cambiarse para la clase de Deportes; a pesar de que el profesor decidió que podíamos hacer lo que quisiéramos; dejándonos solos a Richard Vallaj y a mí, de nuevo.

—Entonces, dime, ¿por qué le ocultas tantas cosas a Jessie Jones, Richard Vallaj? —pregunté en cuanto se fueron.

—¡Shhh! —Richard puso su dedo índice derecho en medio de mis labios.

—¿Qué diablos crees que…? —volvió a poner su dedo índice en la mitad de mis labios.

—¿Quieres callarte? Nos puede oír alguien, acompáñame —me tomó por los hombros y me llevó fuera del gimnasio y lejos de los vestidores de chicos y de chicas; ahí fue cuando me lo dijo.

—Amo a Jessie, sí; pero tengo problemas de autoestima y ansiedad, necesito que me estén adulando y diciéndome que soy perfecto y hermoso; ¿ya dije que soy perfecto?, que no soy iracundo, doy amor y recibo amor; necesito que me estén recordando lo perfecto que soy.

—¡Dios, te pareces a Marcus! Aunque sí bien él no tuvo problemas de autoestima y no quería que le estuvieran recordando lo «perfecto» que dice ser, mientras él se lo crea, está todo en orden, o eso fue lo que pude observar; supongo —encogí los hombros.

—¡No se te ocurra volver a compararme con Miller en tu vida! Did you hear me?!

—Sí, tranquilo. It won't happen again!!!

—Así me gusta, ahora, ¿puedes decirme que soy perfecto?

—No.

—¡Ay, por favor!

—Para mí no eres perfecto, no hay nadie perfecto, de hecho, ¿no lo crees, Richard? Además de que la perfección es subjetiva y depende del punto de vista —hablé con ironía, ya que pensaba que algún artista era perfecto o perfecta.

—¿Qué hay de Taylor Swift y Selena Gomez ? —justo lo que estaba pensando.

—No las metas en esto —Richard soltó una fuerte carcajada.

—I knew it! Sabes que tengo razón, pequeño Gerald.

—Bueno, tal vez un poco, tampoco te emociones por eso, Richard —dije con una voz bastante irritada.

—Lo tomaré como un «Richard, eres per-fecto», y aquí es cuando yo digo: gracias, Louis

—Patético —mascullé.

—¿Perdón, dijiste algo, querido Louis? Creo que no te escuché —damn! Al parecer sí había escuchado los sonidos provenientes de mi boca; aunque no me había escuchado, ¡vaya suerte con la que cargaba!

—Que sí, como digas.

—Eso creí. ¿Quieres hacer algo?

—Sí, ir a la clase, tal vez.

—Podemos hacer lo que queramos, pequeño —Richard puso los ojos en blanco por haberme olvidado de que podíamos hacer cualquier cosa—, estamos a nada de graduarnos and go to the fucking university.

—Lo sé, es solo que no sé qué podemos hacer.

—Te invito un trago, acompáñame a mi auto.

—¿Traes alcohol a la escuela?

—¡Claro que sí!, es de bobos no hacerlo, I mean, ¿quién no lo haría? —lo miré con cierto enojo—. Es broma, torpe, vamos a una licorería y ahí lo compramos, ¿qué te parece?

—Claro, si tú invitas... —hablé con desdén y cierto tipo de flojera en mi voz.

—Claro que invito, ¿no te quedaron claras las palabras «te invito un trago, vamos a mi auto»? —volvió a poner los ojos en blanco.

—Sí, quiero decir, claro; solo no carburé bien lo que decías, es todo.

—Creo que a alguien le hace falta carburar un poquito mejor —hizo una burla ante mi comentario.

—Ja, ja, ¡qué gracioso! —me reí sarcásticamente.

—Sabes que tengo razón y tú mismo lo dijiste, so... —lo peor de todo era que Vallaj tenía razón.

—Cállate —puse los ojos en blanco mientras íbamos caminando—, mejor abre tu auto desde aquí.

—Bien, mandón —tomó sus llaves y presionó el botón que le quitaba el bloqueo a su auto.

Yo corrí al Mercedes Benz gris del año que estaba estacionado en el lugar más exclusivo del estacionamiento de Apple White High School.

Me subí al asiento copiloto, tenía tanto miedo de rayar el auto del joven multimillonario Richard Vallaj, pero ese miedo se me quitó en cuanto recordé que no era Marcus.

"He's not him". «Él no es Marcus Miller»; pensé y me subí al auto, sin rayar la pintura ni romper una ventana; viví con ese miedo constante después de haberle rayado su auto a Marcus Miller.

—¿Nos vamos? —preguntó Vallaj en cuanto subió.

—Ok, claro, ¡en marcha! —estiré mi brazo hacia el frente y Richard comenzó a reír por mis expresiones al decir «en marcha».

—¡Qué gracioso eres! Ahora finge que estás enfermo, tenemos que sacarte de la escuela.

—¿«Tenemos»?

—Bueno: «tengo que sacarte de la escuela»…, ¡caray! Solo fue un pequeño error —y volvió a poner los ojos en blanco. Eran esos pequeños detalles los que enamoraron a Marcus Miller.

Recordé mis clases de actuación y comencé a llorar por un supuesto dolor de estómago, no supe qué pasó pero me puse muy morado de repente, supuse que habían sido las clases de actuación y que de verdad había entrado en personaje de un niño de diez años enfermo del estómago. Tenía diecisiete, casi dieciocho.

Pasados unos veinte minutos llegamos a la cabinas.

—¿A dónde se dirigen? Aún no terminan sus clases, regresen a su clase, en este momento.

—Créame cuando digo que lo haría, humilde caballero, pero vea a mi amigo, comió algo en la mañana que le revolvió el estómago; ahora está muy enfermo y casi se desmaya, ni siquiera pudimos cambiarnos para estar en la clase de Deportes con el profesor Brownbear quien, muy amablemente, nos dejó salir de la escuela y llevarlo al hospital más cercano —explicó Richard, guau, sí que había estudiado actuación; tal vez no en la preparatoria Apple White pero sí en otras escuelas especializadas en teatro, supe que estaba actuando.

—Se ve muy grave, pueden irse — y así fue cómo Richard Vallaj arrancó el vehículo, nos pusimos en marcha, tuve que seguir fingiendo un rato hasta que estuvimos lo suficientemente lejos del radar de Apple White.

—¿A dónde vamos? —pregunté esto al ver que daba una vuelta a la derecha en vez de darla a la izquierda que era para llegar a la licorería más cercana.

—Al doctor, al parecer no era broma y estás muy enfermo para irnos a tomar un trago; ¿en verdad estás bien? —solté una risa tras escuchar esto último.

—Oye, ¿de qué hablas? I'm just kidding! No estoy enfermo, me siento muy bien, de hecho, pero querías que fingiera, ¿no? Recuerda que también estuve en el equipo de actuación.

—Hasta te pusiste morado.

—¿Qué tal? Se le llama «entrar personaje», Richard —al parecer yo sí era bastante bueno actuando—. Y yo entré en el papel, así que déjate de tonterías y vamos por un trago —no hizo falta decirlo dos veces para que Richard volviera a cambiar la ruta de viaje, ya no íbamos en camino al doctor, íbamos a la licorería a comprar unas bebidas.

—Espérame aquí, ahorita regreso.

—Oh, no, si tú vas, yo también voy.

—De acuerdo, Hulk.

—¿Por qué "Hulk"?

—Porque estás verde y a veces te ves morado como el mismo Hulk —Richard comenzó a reír muy fuerte—. Si vieras tu cara entenderías por qué sigo riéndome.

Me vi en el espejo de los laterales del auto de Richard y mi mirada era como de estupefacción y sorpresa al mismo tiempo, al ver esto yo también comencé a reírme, muy fuerte, de mí mismo; solté una muy fuerte carcajada.

—Tienes razón, me veo horrible.

—Sí; aunque ya no importa. Si no vienes, yo voy: ya me voy por el alcohol —Richard salió de su auto—. Si no vienes, solo me queda decirte que cuides mi auto.

—¿De qué carajos estás hablando, Richard Vallaj? —pregunté, me quité el cinturón y bajé—. Yo también voy.

—Así me gusta, vámonos. Ven aquí, pequeño Louis —me sostuvo por los hombros y rápido fuimos a adentrarnos en la licorería que estaba ahí.

—¿Y ya sabes a dónde iremos a tomarnos esto? —Richard le entregó su tarjeta de débito a la cajera pelirroja que nos cobraba lo que llevábamos, yo decidí dejarlo pagar esta vez—, oh, casi lo olvidaba, ¿me puede vender un paquete de cigarrillos, por favor?

—Ay, ¡y yo casi lo olvido! ¿Tienen identificación? —¡carajo! Eso era justo lo que nos faltaba.

—No, pero tengo aquí —Richard sacó una hoja de su mochila, ni siquiera me había dado cuenta que había llevado su mochila fuera de Apple White—, una hoja firmada por mis padres donde me dan el permiso de consumir alcohol y comprar cigarrillos.

La chica pelirroja comenzó a leer la hoja con detenimiento, haciendo una cara de sorpresa cuando hubo terminado de leer la hoja solo pronunció:

—¿Richard Vallaj, hijo de Zachary y Samantha Vallaj, dueños de Vallaj Company? —al parecer la pelirroja lo conocía bien; aunque, ¿quién no iba a conocer a Richard Vallaj si tenía el control de la empresa más grande del país y una de las más grandes del mundo, tenía oficinas en casi cada país?

—El mismo —sonrió con esa sonrisa que podía hacer que tuviera a quien él deseara a sus pies.

—¿Sabes qué? Solo muéstrenme una tarjeta, lo más parecido a una identificación que tengan, y se los vendo; ya saben: las cámaras de seguridad, si me ven vendiendo alcohol a menores de edad... pierdo mi trabajo, toma todo el alcohol que quieras, la casa invita —¿eso era lo que pasaba cuando llevabas el apellido Vallaj en tu nombre?

—No puedo, va en contra de mis principios; pero muchas gracias, en serio, Ashley, y no te preocupes —en ese momento Richard le mostró la credencial de la escuela preparatoria Apple White y yo, por el contrario, vi el gafete de la chica que claramente decía su nombre, era Ashley.

—Aquí tienes los cigarrillos, joven Richard y su amigo, ¿cómo te llamas?

—Louis Gerald —respondí. A la vez ya estaba cansado de que nadie me reconociera, solo era la sombra, y el perrito faldero, de Marcus Miller. Ahora estaba siendo la sombra de Vallaj.

De repente sonó mi celular, los ojos de Richard se posaron en mí, tomó las cosas y salimos de la licorería donde compramos todo el alcohol y los cigarrillos.

—Iremos al parque Orange, ¿está bien?

—Perfecto —iba a revisar mi teléfono más tarde, no quería que Richard viera mi reacción cuando leyera el mensaje, seguramente era de Christopher Alexander Lemus.

Abrimos el portaequipaje para meter todo nuestro alcohol y mis cigarrillos los guardaría en mi mochila.

—¡En ma... —Richard se detuvo al hablar.

—¿Qué p... —puso su mano en mi boca para así poderme impedir hablar.

—¡Shhhhh! —siseó con tono bajo—, ahí está el empleado de la escuela que nos dio el pase de salida y nosotros dos deberíamos estar en el doctor, Louis.

El trabajador no escuchó una sola cosa y entró a la licorería.

—¡Agáchate! —tomé a Richard de los hombros, haciéndolo bajar, para que el trabajador de la escuela no nos viera.

—Debe haber terminado su turno, es la única razón coherente que se me ocurre.

—Sí, mira: hasta conoce a la chica pelirroja que nos atendió —nos detuvimos a ver que el trabajador estaba ahí abrazando a Ashley mientras compraba lo que ya me imaginaba... ¡alcohol!

—¡Vámonos, sube al auto y vámonos, Richard! —Richard abrió el auto y éste hizo un ruido que indicaba que estaba abierto.

—¡MIERDA! —casi grité esto último, Richard y yo nos escondimos del lado del portaequipaje, en cuclillas, claro, así no podía vernos.

—¿Tienes algún espejo de pura casualidad? —preguntamos al mismo tiempo. Yo no usaba espejos porque mi vanidad no era tan grande.

—Al parecer ninguno tiene espejo.

—Te iba a decir que lo usemos para ver adelante del auto y dentro de la licorería, pero no se podrá.

—Y no podemos estar aquí por siempre, ¿lo sabes, no? —pregunté.

—Sí, obvio, ¡si nos encuentra, nos va a matar! —lo sabía bien y de sobra.

—Lo sé, Richard.

—¡Espera un segundo! ¿Cómo no se me ocurrió? —miré a Richard con sorpresa de que al fin tuviera una idea, pero también estaba enojado porque no se le ocurrió antes; este metió la mano en su chaqueta deportiva del equipo de fútbol de Apple White High School—. Aquí está, encenderé la cámara y tomaré una foto para así ver que no hay nadie, o si sigue ahí, porque no llegó en auto —lo seguí mirando con cierto desagrado.

—No me mires así, ¡a ti tampoco se te ocurrió nada! —touché.

—Tienes razón, lo siento —me disculpé al decir esto último.

—Descuida.

—¡Vallaj!, sé que estás ahí atrás de tu auto, justo donde está el portaequipaje. ¡No puedes esconderte! —mierda; sentí la expulsión por haberle mentido a un empleado de Apple White High School.

Richard levantó la cabeza para luego ponerse de pie, lentamente, no sin antes susurrarme al oído:

Shhh, no subas, yo me encargo. Trust me!

I will trust you, Richard! —susurré lo más bajo que pude mientras Richard y yo nos despedíamos con los ojos; nos perdimos unos segundos en la mirada del otro, después de un rato, Richard decidió encorvarse y enfrentar al trabajador de la escuela.

Richard lo saludó y comenzaron a platicar acerca de mí, de qué hacía Richard ahí, le jugó una broma con expulsarlo por mentirle, pero Richard sabía que era inmune y  fue por eso que no se preocupó.

—Y…, ¿vienes solo? —preguntó el empleado.

—Sí, no hay nadie en mi auto o detrás de él, si es lo que usted cree —¡carajo, Richard! ¿De verdad habías dicho eso?

—¿Puedo moverme a investigar que es verdad lo que dices? —¡no, no, no, no, no, no, no!

—¡Claro!

—De acuerdo, iré en este preciso momento.

¿Me estaba avisando para moverme de mi escondite? Escuché los pasos a mi lado izquierdo, tuve que irme a mi lado derecho, en cuclillas y sin hacer ruido.

Cuando él llegó al portaequipaje, yo ya estaba del otro lado con Richard, seguía en cuclillas, incluso Ashley me vio e iba a hablarme pero Richard fue más rápido, e inteligente, y puso su dedo índice en la mitad de sus labios, fue algo como de un segundo. Al volver a mirar a Richard se dio cuenta que no había nada.

—Bien, debes perdonar al viejo cascarrabias, soy muy desconfiado y más un viernes antes de salir de clases y más en esta época del año donde ya están a punto de acabar las clases y los jóvenes quieren ir a emborracharse —solté un respingo cuando mencionó lo de emborracharnos—; tú sabes que los jóvenes suelen hacer este tipo de cosas, ¿o no? —regresé al portaequipaje otra vez mientras escuchaba que se volvía a acercar a Richard.

Le dio unas palmadas en el hombro y se fue caminando a la escuela, otra vez, rechazando el aventón de Richard a la misma; mi instinto me dijo que Richard quería arruinar nuestros planes.

Esperé unos diez minutos más antes de volver a ponerme de pie y entrar en el auto.

Cuando Richard entró le grité tan fuerte como pude.

—¡¿En qué estabas pensando?! ¿Cómo se te ocurre decirle que justo estaba atrás del auto, en cuclillas y cerca del portaequipaje? what the fuck is wrong with you? ¡Ah! Y lo olvidaba, casi lo invitas a subir al auto, por dios, Richard, ¡un poco más de discreción!

—¿Ahora estás haciendo el papel de un joven de dieciocho…

—¡Diecisiete! —lo interrumpí para corregirlo.

Whatever!, te decía… ¿Ahora estás haciendo el papel de un joven de diecisiete años muy enojado o qué pasó, Louis Gerald? —Richard volteó a verme en seguida—. Bien, si tu respuesta es «no», te tengo noticias: se llama «no levantar sospechas en lo absoluto», digo, por si querías saber.

—¿Y qué si te hubiera dicho que aceptaba tu aventón a Apple White?

—Ahí es cuando tú te ibas al parque Orange y yo te vería ahí, lo dejaría a la escuela porque le diría que no puedo quedarme con él ya que tengo que regresar contigo al hospital para ver cómo estás y que tus padres no pueden ir porque están trabajando.

Tenía razón, Richard tenía toda la razón, no se me habían ocurrido todas esas ideas, él no dominaba el mundo porque se veía muy torpe para hacerlo, pero sí que podría hacerlo.

—¿No quieres dominar el mundo, Richard? Siento que podrías —le comenté en sentido de broma para luego hablar más serio—. Damn! Tú podrías hacer lo que quieras, se te ocurrieron ideas que a mí, never in a million years, se me habrían podido ocurrir.

—Lo sé, y no quiero dominar el mundo, gracias; estoy bien así. Ya vámonos al parque Orange.

Arrancó el auto, yo puse los ojos en blanco ante su comentario tan despectivo. Llegamos al estacionamiento del parque Orange, Richard estacionó el auto y bajamos, fuimos cuidadosos para que no nos vieran los guardias de seguridad del parque Orange. Metimos todo el alcohol; un par de botellas; una de vodka y una de whiskey, a nuestras mochilas, una cada uno. Los cigarrillos estaban en mi mochila, llevaba una caja especial aparte para tirar la colilla y las cenizas.

Todo estaba perfecto y bien calculado, nada podía salir mal (y de hecho nada salió mal; todo salió perfecto en ese caluroso día de mayo).
Estábamos sentados hablando hasta que se me ocurrió jugar "Never Have I Ever": un juego donde ambos levantamos la mano con los dedos extendidos y decimos la frase «yo nunca nunca he…» y bajábamos un dedo sí habíamos hecho la acción mencionada, al final el que había bajado todos los dedos era el que tenía que cumplir un reto o beberse un shot (o un trago fuerte; uno que fuera bastante duradero; tal vez 10 segundos) de alcohol. Y en nuestro caso solo teníamos Vodka y Whiskey.

—¡Yo empiezo! —habló Richard—. Yo nunca nunca he recibido cartas de un fan anónimo.

—Muy divertido, Richard, ¿por qué no bajas el dedo si tú también has recibido cartas anónimas? —soltó una risa por lo bajo.

—Porque, al fin y al cabo, no eran tan anónimas, Marcus Miller estaba siempre espiándome y no era tan discreto que digamos. Nunca ha podido ocultar su increíble amor por mí —comencé a reír por no pensar en ello.

—Tengo una buena: yo nunca nunca he sido acosado.

Al ver la sonrisa de Richard comprendí mi error. Yo también había sido acosado por Christopher.

—¡¡¡Arma de doble filo, Gerald!!! —se rio tan fuerte como pudo—. Me jodiste a mí así como te jodiste a ti mismo. Oops!…

Fuck! ¿Cómo vamos?

—Mira mis dedos, mira los tuyos.

Cuatro de parte de Richard contra tres de parte mía, carajo.

—Genial, voy perdiendo.

—¡Mi turno!, yo nunca nunca he sido el perrito faldero de Marcus Miller y me he dejado humillar por él —golpe bajo, esto ya era personal.

Bajé otro dedo, porque todos; incluso yo mismo lo pensé, me habían dicho que yo era el perrito faldero de Miller.

—Esto es personal —saqué un cigarrillo y lo encendí—. Mucho, no tenías por qué decir eso.

—En la guerra y en el amor todo se vale, Louis —comentó Richard con una sonrisa en la cara; esa maldita sonrisa que podía hacer que me arrodillara y le lamiera los pies a Richard Vallaj—. Y esto es guerra, no es amor.

—Pondré algo de música —saqué mi iPod y reproduje la canción 'Bad Blood' de Taylor Swift, coloqué en el player queue 'Better Than Revenge' de la misma cantante; mi favorita—. ¿Guerra quieres? Guerra tendrás.

Al decir esto último mi humor cambió muy de repente.

—Mi turno —volví a añadir—: yo nunca nunca me he dejado por los abusos parte de Jessie Jones.

—¿Abusos?

—La vez que estábamos en Starbucks ella te dijo que no necesitaba tu permiso para salir con nosotros.

—¿Y eso es abuso? —tal vez nunca me había detenido a pensar en si era un abuso de autoridad o no; me quedé pensando hasta que terminó 'Bad Blood' y, como mencionaba antes, comenzaba 'Better Than Revenge'—, ¿por qué toda la música es de odio ahora?

—Tú dímelo —volví a tomar una fuerte bocanada de humo, al apartar mi cigarrillo de mi boca, tomé un gran trago de Vodka y al pasarme todo el trago, saqué el humo; una parte salió por mi boca y la otra, por mí nariz—. Se llama submarino, podrías intentarlo —afirmé esto al ver la cara de asombro de Richard y ni yo mismo sabía que podía hacer eso.

—Sé lo que haces, no hagas eso; te puedes emborrachar muy rápido y tenemos que ir a la escuela en un par de minutos. Sobre lo otro, no quiero hacerlo, gracias.

—¡Cielos, es cierto! Tenemos que volver a la escuela, ¿cuánto tiempo nos quedaremos?

—Ya te dije, un par de minutos más, al menos hasta terminar esta jugada de “Never Have I Ever.

—Cierto, ¿de quién es el turno?

—Mío —habló Richard con toda la rapidez que fuera posible—. Yo nunca nunca confundí a Christopher con Marie Willson y Abraham Adams —tuve que bajar un dedo; mi dedo anular.

—Solo me queda un dedo ahora, oye, esto no es justo; yo no sé nada sobre ti y a ti ya te he contado casi toda mi vida.

—Solo una pequeña corrección: me contaste sobre lo de tu acosador o fan o lo que sea que sea él o ella.

—Al parecer es un él, mala suerte la mía.

—Tu turno —Richard bebió un sorbo del whisky tan caro que había comprado en la licorería, que la chica pelirroja de nombre Ashley le había vendido—, y date prisa porque ya casi nos tenemos que ir.

No sabía qué decir, él sabía algo con lo cual podía hacerme bajar mi dedo meñique, no sabía cómo joderlo.

—Yo nunca nunca me he dejado llevar por la influencia y el poder que tengo al portar mi apellido a cualquier lugar al que decida ir —ahora sí empezaba a divertirme hasta que vi que Richard no bajaba un solo dedo—. ¿Por qué no bajas un dedo?

—¿Tal vez porque yo nunca me he aprovechado de alguien con, según tú, el poder y la influencia que «tengo» por mi apellido? —eso tenía una parte de verdad;

—No seas ridículo, ambos vimos lo que pasó con Ashley.

—¿Ashley?

—¡La chica pelirroja de la licorería! No me digas que no te sabes su nombre si tú mismo la llamaste así.

—¿Te gustó ella o te pusiste celoso de que me estuviera coqueteando conmigo y no contigo? —ni loco, Vallaj, eso jamás; él era un joven bastante arrogante, soberbio, egoísta y eso no me gustaba.

Whatever! Tu turno.

—Y solo te quería decir que aunque ella dijo que agarre todo el alcohol que quisiera, yo me negué rotundamente a aceptar ese alcohol, ¿y sabes por qué? Porque puedo pagarlo, es todo, no hay más qué decir.

—Perfecto, tu turno, ya sabemos que vas a joderme, así que date prisa.

—No voy a joderte, pero ok, si así lo quieres ver…—bebió otro trago de lo que parecía ser Whiskey—. Yo nunca nunca he tratado de convencerme a mí mismo de ser algo que no soy.

No bajé ningún dedo porque no supe con exactitud a qué se refería.

—Baja un dedo, ¿recuerdas que al principio de tu relación con Adams no sabías si eras gay y tú mismo me dijiste que no lo eras? Ahora te toca bajar un dedo —bajé el último dedo que me quedaba levantado, el meñique, y ya estaba listo para mi castigo.

—¿Qué quieres que haga? —resoplé.

You know what? Ya es muy tarde y debemos volver a la escuela; luego pensaré en algo para que puedas hacer, se me ocurrirá más tarde, eso es seguro.

—En marcha —hablé con tono cansado y harto por todo lo que pasé con Richard.

—No te molestes, ya casi salimos de vacaciones, podremos seguir en vacaciones ¿o cuándo es tu cumpleaños?

—Mayo trece —respondí cabizbajo y con un tono de voz soberbio.

—¡Guau! No sé qué te ocurre pero definitivamente algo anda mal contigo, ¿sabes qué? Quédate así, así nos creerán que estás enfermo y que fuimos al hospital.

—Nos van a preguntar por qué no fuimos a la enfermería de la escuela y por qué necesitábamos salir —él sabía que tenía razón, pero pensamos en algo mejor.

—Porque estabas bastante sensible y la enfermera estaba muy ocupada con otro paciente, así que no pudimos esperar por lo grave que estabas —respondió Richard.

—Sí, además de que nos dejaron salir sin preguntarnos nada.

—¿Lo ves? ¿Qué podr... .

—¡Cállate! ¡No se te ocurra decir esa frase, porque al decirla todo sale mal! ¿De acuerdo? ¡Está comprobado por mí! —ni siquiera lo dejé terminar su oración ya que podría salir algo mal y hablé lo más fuerte que pude, sin necesidad de gritar; yo mismo había pensado la frase y todo salió mal, bueno casi; perdí la ronda de Never Have I Ever; aunque sí nos fuimos a beber al parque Orange y fue por eso que le pedí que cerrara la boca—, está casi científicamente comprobado también, de hecho.

—Ok…, ¿eso quieres? Me callaré, entonces.

—¡Ay, qué lindo eres, Richard, infinitas gracias!

—De nada —Richard puso los ojos en blanco—. Vamos a la escuela y finge que estás mal.

—Ok, así será. I promise you.

Fingí que estaba enfermo, pero no estaba del todo enfermo, mejor dicho: estaba confundido, no sabía qué era lo que quería decir Richard cuando me dijo que lo pensaría bien y me diría más tarde, no sabía lo que quería Richard. Pero sí, él creía que yo me había enamorado de él cuando no era así, en realidad nadie me interesaba; aunque yo mismo me obligaba a pensar que amaba a Marie o a Abraham.

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