Capítulo 1
Bienvenidos a Itaville, un hermoso suburbio en las afueras de Chicago. Un vecindario donde literalmente todo el mundo sabe los secretos de todo el mundo. Nada podía ser privado y es por eso que les voy a contar una historia. No solo una historia cualquiera. Esta es mi historia:
Era sábado en la mañana cuando mi tono de llamada me despertó, casi caigo de la cama, ¿de quién podría tratarse? La respuesta la obtendría en sólo cuestión de segundos, tomé el teléfono para ver de quién se trataba, nada más y nada menos que Marcus Miller, mi mejor amigo de toda la vida. Eran las siete de la mañana en punto. ¡Dios! ¿Qué quería Marcus Miller un SÁBADO EN LA MAÑANA?
—¿Sí? —respondí con voz apagada, estaba bastante cansado debido a que no dormí bien la noche anterior—. ¿Qué pasa, Marcus?
—Despierta, Lou, necesito que me acompañes a comprarme un smoking, será la boda de mi tía Amy; sí, la enésima boda de mi tía Amy para ser más exactos, pero esta vez parece ser el indicado, voy a tu casa en mi auto rojo, ¿de acuerdo? —la tía Amy de Marcus se había casado muchas veces y yo siempre asistía a las bodas; solo que esta vez parecía ser el indicado, o eso lo podía escuchar en la voz de Marcus.
¡Oh, cielos! Marcus ya iba en camino a casa, tuve que arreglarme, cambiarme de ropa, quitarme el pijama, afeitarme y comer algo; aunque fuese algo ligero.
Tomé una camisa blanca, encima me puse una camisa roja a cuadros negros y rojos como diseño, usé unos jeans ajustados; los cuales me quedaban muy bien así que no hubo necesidad alguna de usar un cinturón. Busqué una gorra beisbolera color rojo, volteé la visera hacia atrás y ya estaba listo para ver a Marcus Miller; mi mejor amigo.
—¿Te vas tan pronto? —papá estaba en la cocina preparándose algo de desayunar; ya estaba arreglado con su fino traje color gris, corbata azul cielo, camiseta blanca y su portafolio en mano.
—Claro, emergencia de Marcus, no lo entenderías, papá; créeme —tomé una manzana de la nevera y un poco de jugo de Naranja que estaba dentro de la misma.
—Claro que no lo… —cerré la puerta delantera antes de que terminara la frase, me sentí mal por él, pero luego le recordé lo mucho que lo quería (porque sí dejé de hacerlo; pero eso es otra historia).
Bajé las escaleras del pórtico, vi a Marcus recargado en su auto, llevaba unos jeans negros, tenis azules, gafas de sol, una camisa blanca y estaba fumando un cigarrillo. Me regañó por haberme tardado tanto en cuanto llegué.
—¡Sube! Cada segundo que pasa me hago más y más viejo —rodeé el auto, con mucho cuidado; esto debido a que que una vez, POR ACCIDENTE, rayé la pintura de su auto. Aunque, bueno, eso no importaba porque, a pesar de que se enojó bastante: al final decidió comprarse un nuevo auto y desechar el viejo que yo había rayado; esos eran los placeres que podías darte si tus padres eran muy ricos.
—Bien, ya estoy aquí —hablé poniendo mala cara; aunque debía tener cuidado con eso porque una sola mala acción que hiciera y Marcus se hubiera vengado de mí; así como lo hizo con la mayoría de la gente que se metía con él.
—Entra, nos vamos —Marcus se miró en el espejo que traía en su bolsillo izquierdo y entró al auto, dejó el sobrante de su cigarrillo en su caja para basura que tenía dentro del mismo. Era increíble porque no olía a nada de cigarrillo.
Me coloqué mi cinturón de seguridad; esa era una señal de que estaba listo para ponernos en marcha.
—No seas ridículo, quítate eso. ¡AHORA! —Marcus pasó la mano hacia el botón del seguro del cinturón de seguridad el cual volvió a su posición original. Yo me sentía más, mucho más, seguro si lo tenía puesto.
—Sabes que me siento más cómodo y seguro si lo tengo puesto —Marcus me echó una mirada amenazante si volvía a ponérmelo.
—¿Cuándo he golpeado a alguien, algo o estado a punto de golpearlo?
—Supongo que nunca pero lo hago por seg… —Marcus me volvió a ver con su mirada de pocos amigos por si volvía a ponérmelo, decidí callarme y no traerlo puesto; aunque sentía que mi seguridad estaba en juego.
—Así me gusta, que estés calladito, ya sabes lo que dicen: calladito te ves más bonito. En marcha —dicho lo cual puso en marcha el motor y empezamos a movernos por la ciudad.
Me quedé callado la mayor parte del trayecto. Nos estacionamos en el estacionamiento de una tienda muy prestigiosa que se dedicaba a vender y a diseñar ropa elegante para hombres.
—Buenos días y bienvenidos sean ustedes: joven Miller —un amable señor, de nombre Henry, nos recibió apenas pasamos por la puerta de entrada—. Y su inseparable amigo, el señor… —se quedó a mitad de la frase porque no recordaba mi nombre, obviamente, todos en la tienda solo sabían que yo era el amigo del señor Miller.
—Train, Louis Gerald Train, yo soy el mejor amigo de Marcus —hizo cara de confusión al no llamar a Marcus como el «señor Miller»-, el señor Miller, quiero decir.
—Ah, claro, es que aquí, en la tienda, estamos muy acostumbrados a llamar a los clientes por sus apellidos. Nunca por su nombre —me quedaba claro ya que no era la primera vez que visitábamos la tienda, cuando la visitábamos siempre veía que recibían a los clientes llamándolos señor o señora tal; pero con Marcus era diferente, él tenía mucha influencia en esa tienda. No solo en la tienda, en el pueblo entero; Marcus tenía mucha influencia gracias a sus padres, que prácticamente eras los jefes de los jefes de mis padres, ellos eran amigos de toda la vida, literalmente, crecieron juntos. Por eso aceptaron trabajar para el señor y la señora Miller. Habían comprado el hospital donde trabajaba mamá y la agencia de abogados de papá.
—Lou, ayúdame, necesito verme FABULOSO, tengo que ser quien más destaque de toda mi familia; quiero opacar a mis primos.
Marcus podía ser un maldito si se lo proponía y eso de opacar a sus primos era en serio, no bromeaba con nada de lo que decía acerca de sobresalir en algo.
—Claro, con gusto te ayudo —a su vez, yo estaba cansado y luego me puse a pensar que estuvimos mucho tiempo en la tienda; quise matarlo, quise retirarme de la tienda, volver a casa y ver una película.
—No seas ridículo, ¡jamás! Sólo a mi odiosa prima Michelle y a su hermano Max, pero oye, ¿lo ves? Por eso eres el mejor; estás aquí, ayudándome a buscar algo qué ponerme cuando podrías estar en casa; aburrido y solo —entonces la intención de Marcus no era opacar a su tía, sólo a sus primos. Conocí a Michelle y a Max en diversas ocasiones, no eran tan malos como él juraba que eran. De hecho, podría jurar que ellos dos me trataban mucho mejor de lo que Marcus me trataba.
—Lo sé —fui un poco modesto—. ¿Por dónde quieres empezar?
Marcus y yo dimos un recorrido, muy largo, por la tienda de ropa; pasamos por el pasillo de camisetas, corbatas, calzados, moños, chalecos formales, calcetines y cinturones. Tardamos aproximadamente dos horas con treinta minutos, llegamos a la tienda a las ocho con veinte minutos, la tienda abría a las siete en punto, faltaban diez minutos para que fueran las once de la mañana.
Marcus era bastante indeciso, escogió aproximadamente tres piezas de cada prenda que se iba a llevar, es decir: tres camisetas, tres corbatas, tres moños, tres chalecos y tres cinturones. Y aun así, aunque escogiera toda la ropa de la tienda, si tenía otro evento importante al cual asistir, hacía un berrinche para que mami y papi le compren más ropa, significaba otro viaje a la tienda de ropa; a cualquier tienda de ropa, no solo a comprar ropa elegante. Al terminar de escoger toda la ropa que iba a llevarse, fuimos directo a los probadores de caballeros para que Marcus se probara toda la mercancía elegida por él mismo, no dejó que ningún empleado o empleada nos atendiera.
—¿Y por qué no, simplemente, le dices a tu familia que mande a diseñar un smoking tal y como tú lo deseas?—me cansó un poco su indecisión, en definitiva mi mamá se tardaba menos en escoger un atuendo para cualquier tipo de fiesta—. ¿O por qué no le dices a Katherine Dankworth? Le puedes decir a ella que diseñe un smoking para ti, apoyarías a un nuevo talento, ¿no crees?
—Ay, Lou, ¿no lo entiendes? Yo AMO los retos, sé que si mando a diseñar un smoking sería bastante sencillo, quiero hacer algo por mi cuenta, ¿sabes? No quiero ser tan inútil —eso estaba bien, quizá yo exageraba por su indecisión, él sólo quería lucirse.
¿Entonces escoger el atuendo perfecto para una boda era un reto? ¡Qué ridiculez, Dios mío!
—De acuerdo —le dije a Marcus un par de comentarios sobre su decisión, muy ridícula, y que podía conseguir un smoking perfecto si lo mandaba a diseñar a su gusto y antojo; lo que pareció molestarle bastante.
—Mejor ten —me dejó mucha ropa en mis manos—. Hush y pásame toda la ropa conforme me vaya cambiando de atuendo, ¿de acuerdo? —yo asentí con la cabeza.
Escogió al final, un smoking azul marino, corbata negra, camiseta blanca, zapatos color café y un cinturón de piel negro; con eso estábamos listos para marcharnos.
Salimos de la tienda de ropa a las doce del día con treinta minutos, decidimos ir al Centro Comercial de Itaville a almorzar algo ligero; decidió comer Sushi, llegamos al centro comercial de Itaville a la una con cuarenta y cinco, aún nos quedaba mucho tiempo, la tarde era joven y apenas empezaba.
Mamá y papá no tenían problema con que estuviera todo el día fuera de casa si era con Marcus, además era fin de semana. Adoraban a Marcus, lo veían como un hijo y como el hermano/hijo que nunca tuvieron.
Tras pedir nuestra orden, nos dieron un aparato de plástico que vibraba cuando tu orden estaba lista. De repente nos encontramos con Katherine Dankworth y Marie Wilson, quienes llegaron a saludarnos.
—No puede ser, ¿todo eso es tuyo de verdad, Marcus? —dijo Katherine señalando las bolsas de Marcus, que en realidad no sabía por qué había bajado todas las bolsas del auto.
—No seas ridícula, Kate, es obvio que es de él. Puede comprar lo que sea si el lo desea —dijo Marie poniendo los ojos en blanco—. Hola, Lou.
—¡Hola, Marie y Kate! —las saludé.
—Claro que sí, chicas, mi tía Amy se casará pronto y tengo que ser el que mejor luzca en la fiesta —Marcus Miller siendo él mismo—. Por supuesto que no pienso opacar a mi tía; that would be bullshit!
Katherine me ignoró por completo, sus cabellos rubios rebotaron contra la mesa cuando tomó asiento, al parecer iban a estar con nosotros un largo rato o, tal vez, todo el día; mejor dicho.
A veces podía sentir que a Kate no le agradaba tanto mi presencia, algo me lo decía.
El aparato vibró un rato después, nuestra orden estaba lista, Marcus me pidió que fuera a recoger la orden porque él estaba muy entretenido platicando con sus nuevas amigas.
—¿Orden de Louis y Marcus? —el chico del mostrador ya tenía las órdenes, esperaba que le diera su aparato para que él pudiera darme la comida, dos bandejas muy largas de un plástico negro.
—Así es, soy yo. Vengo con Marcus es solo que él se quedó en la mesa con unas chicas —el chico no paraba de sonreírme, supuse que era su trabajo: sonreír todo el tiempo a sus clientes, aunque, a su vez, se había quedado con una mirada perpleja cuando me vio por primera vez al llegar a su lugar de trabajo.
—No hay problema alguno, aquí tienes, Louis —dijo e inmediatamente me entregó nuestra comida. El chico se llamaba Scott, podía notar que se me hacía bastante; pero en serio demasiado, familiar. Solo que no tenía bien en mi mente exactamente en dónde lo conocí o en dónde lo vi.
Estuve platicando un rato con Scott, me parecía bastante familiar, no paró de sonreír ni un minuto. Una sonrisa sumamente coqueta y encantadora, eso era seguro. Me preguntó muchas cosas porque él mismo vio que Marcus, Katherine y Marie me estaban ignorando por completo, no quería dejar de hablar con Scott, hasta que me dijo que Marcus llevaba viéndome un buen rato y se había levantado de la mesa e iba justo para el local de Sushi del Centro Comercial de Itaville.
Pensé en que Marcus iba a matarme. Así que tomé la comida, le agradecí a Scott y me di la vuelta para caminar hacia la mesa donde estábamos Marcus, Katherine, Marie y yo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top