Amándote
Estaba agotada y atrofiada de tanto pensar en la boda, todos los que la veían siempre le sacaban ese tema de conversación que sólo lograba deprimirla aún más. ¿Por qué deprimirla?, se preguntarán, pues bien, ella no quería casarse en lo absoluto, mucho menos con su prometido Nathaniel, a quien únicamente veía con ojos de hermandad, nada más.
Por eso y por otros temas más, Marinette Dupain-Cheng se encontraba en la cantina Miraculous, ahogando sus penas en licor a plena noche, sin darse cuenta de que un alto chico rubio la miraba atento y divertido.
— ¿No cree que ya ha tomado mucho? —le preguntó él, tomando asiento justo frente a ella. Marinette lo miró desafiante y le regaló una sonrisa retadora.
— ¿Quiere ver que no? —el joven, impactado por la respuesta, alzó sus cejas y comenzó a reir. De veras que esa chica era curiosa.
—Yo la he estado observando desde hace ya un rato y me parece que es suficiente por hoy.
— ¡¿Por qué me ha estado observando?! —se levantó molesta y golpeó la mesa, acto seguido se desvaneció en los brazos del de ojos verdes y llevó sus manos a su cara, para ocultar la luz.
—No me malinterprete, sólo la he estado cuidando para que no cometa barbaridades o alguien más le haga daño. —explicó tranquilo, sacando un cigarrillo de su bolsillo—. A propósito, me presento; soy Adrien Agreste. ¿Usted?
La azabache estaba por contestarle justo cuando unas inmensas ganas de vomitar se hicieron presentes; el rubio nunca olvidaría cómo aquel líquido manchó su chamarra de piel negra. Adrien suspiró y pidió la cuenta -incluyendo lo de Marinette-, posteriormente salió a la parte de afuera del bar para que le diera aire a ella y se dispuso a buscar dentro de la bolsa de la chica, esperando tener la suerte de encontrarse con la dirección de ésta y sus llaves. Finalmente gritó victoria porque, en efecto, encontró lo que buscaba y por ende, llevó a Marinette a su casa en su coche.
Al llegar a la casa de la fémina, Agreste cargó a la chica y la llevó a su cuarto, donde la cobijó para que no tuviera frío y apagó la luz. Estaba dispuesto a irse, cuando de repente, una mano sujetó la suya, deteniéndolo por completo. Volteó sorprendido y notó que Marinette susurraba: "Quédate." No muy convencido aceptó y se recostó junto a ella, abrazándola. Se quedaron dormidos y una vez llegó el amanecer, el rubio se retiró.
Al día siguiente, Nette, como le decían sus amigos, se levantó con un espantoso dolor de cabeza. Estaba malhumorada. Por lo cual, se metió a bañar y una vez salió se sentó en su cama para reflexionar lo que había pasado la noche anterior, ya que ni siquiera recordaba cómo había llegado a su casa sana y salva. Únicamente recordaba a un chico rubio, aunque su cara era borrosa. ¿Qué habría pasado con él? ¿Quién era él? Movió su cabeza de un lado a otro y se levantó; necesitaba beber un zumo.
Después de un rato, la azabache se encontraba caminando en la calle junto a Alya y Christine, sus dos mejores amigas. Se habían puesto de acuerdo para salir a caminar cerca de la casa de Marinette, pues habían varios locales por ahí cerca. Así que ahí estaban, vagueando tranquilamente de un lado a otro, al menos hasta que la de ojos azules comenzó a sentir que alguien la observaba y se puso inquieta. Empezó a voltear de un lado a otro, espantando a sus amigas, quienes la miraban con recelo. Fue entonces cuando Dupain ubicó a cierto chico rubio en la tienda de relojes. Él, al saberse pillado, rió avergonzado y cruzó la calle, dirigiéndose hacia las chicas.
—Muy buenos días señoritas, ¿qué tal están?
—Tú... me debes explicaciones. —contestó furiosa Marinette, señalándolo con el dedo.
— ¿Se conocen? —preguntó confundida Alya, alzando una ceja.
—Algo así. —respondió con sinceridad el chico, encogiéndose de hombros—. La verdad es que me la encontré... ¡Auch!
Marinette le había dado una patada en la espinilla para que éste callara, después de todo, no les había contado a sus amigas el incidente de anoche. Tomó el brazó del rubio y lo jaló lejos de donde estaban Christine y Alya, dispuesta a reclamarle.
— ¡¿Qué crees que haces?! ¡Ellas no saben nada!
— ¿Y tú sí? Ayer estabas demasiado borracha, me sorprende que me recuerdes.
—En realidad sólo recordaba el color de tu cabello, no tu rostro. —admitió apenada—. De cualquier forma, me debes explicaciones.
— ¿Como cuáles? —le sonrió.
— ¿Cómo llegué a mi casa? ¿Qué hacías observándome?
—Bueno, en primer lugar, llegaste a tu casa porque me tomé la libertad de buscar entre tus cosas tu dirección —al decir eso, notó cómo la joven frunció el ceño—... ¿Lo siento?
— ¿No robaste nada, cierto? —cuestionó molesta, a lo cual el chico negó.
—Deberías darme las gracias por dejarte en tu casa sana y salva en vez de acusarme de ratero. —replicó molesto.
—Perdón... Gracias por dejarme en mi casa. Pero, ni siquiera recuerdo tu nombre, eres un completo desconocido para mí, ¿cómo esperabas que reccionara?
—Buen punto. Pues mi nombre es Adrien Agreste, ahora que lo sabes ya no soy un desconocido para ti, Marinette Dupain-Cheng.
—Supongo que mi nombre lo sabes debido a la información que buscaste sobre mí, ¿cierto?
—Cierto.
—Está bien... Mira, estoy con mis amigas y no quiero que ellas malinterpreten las cosas o sepan que ayer tomé, así que por favor dejemos las cosas aquí.
—De acuerdo. Pero hazme un favor, ya no tomes tanto como anoche, no siempre te podré "salvar".
—Touché. Yo no tomaré y tú no le dirás nada a las chicas.
—Exacto.
—Bien. Adiós.
—Hasta luego.
Y Adrien se fue, dejando a Marinette con sus amigas y más tarde con su novio Nathaniel, con el cual visitaba el Museo del Louvre, en el cual estaban exponiendo una pintura del pelirrojo. Sin embargo, Marinette estaba tan inmersa en el recuerdo que tenía de aquel rubio que no prestaba atención a la obra de su prometido ni mucho menos.
Mentiría si dijera que aquel sujeto cuyo nombre era Adrien Agreste, no era guapo y no le había atraído, pero ella no podía hacerle caso a lo que pasaba por su mente, era como serle infiel a Kurtzberg y no quería eso. Así que sacudió su cabeza y por fin admiró la pintura de su prometido, quedándose asombrada.
[...]
Había pasado ya una semana desde aquel acontecimiento y Adrien se encontraba viendo los precios de varios pianos, pues a él le encantaba tocar dicho instrumento y su viejo piano ya no le era tan últil como antes.
Estaba concentrado en eso cuando de repente vio un conocido cabello azabache pasar por afuera de la tienda de música. Inmediatamente salió corriendo y gritó el nombre de aquella linda y atractiva muchacha. Al escuchar su nombre, Marinette volteó enseguida con la esperanza de que fuera quien creía que era; Agreste.
Él se encontraba con una amplia sonrisa, en espera de que ella le devolviera el acto, y así fue. La joven se acercó caminando y se quedó admirando la tienda, justo antes de decir:
—No sabía que te interesara la música.
—Soy pianista.
—Sorprendente. Tal vez podrías acompañarme cuando cante.
— ¿Cantas? Seguro has de tener una voz maravillosa. —Marinette tragó saliva y miró hacia el piso, apenada—. ¿Tienes algo que hacer hoy?
—Realmente no. ¿Por?
—Hay un lugar que me gusta mucho, me gustaría que me acompañaras a verlo.
—Yo... yo sinceramente no sé si sea lo correcto.
—Anda, no tengas miedo. —y sin pensarlo más, Marinette aceptó.
El rubio le tendió un casco a la azabache para que se lo pusiera y ambos se subieron a la motocicleta, lugar perfecto para que Marinette abrazara a Adrien y se diera cuenta de lo bien formado que estaba su cuerpo; eso la puso nerviosa.
Todo el camino fueron callados, disfrutando de la cálida presencia del otro. Mari tenía curiosidad por saber cuál era ese lugar tan especial para el joven, pues ya llevaban un buen rato subidos en la moto y aún no llegaban.
Hasta que por fin, el de ojos verdes se estacionó en un lugar lleno de vegetación. Ambos se bajaron de la motocicleta y caminaron a una mesita hecha de troncos y se sentaron ahí.
— ¿Te gusta? —preguntó Adrien sonriente, mirando de un lado a otro. La chica soltó una risa y asintió—. Es mi lugar favorito en todo el mundo. Desde que era pequeño venía aquí con mi madre a jugar o simplemente a recostarme y tranquilizarme.
—Parece ser un lugar especial para ti.
—Lo es.
— ¿Entonces por qué decidiste traerme a mí?
—Bueno, siéntete especial para mí.
Los dos se sonrojaron, al menos hasta que el Agreste fue a su moto por una bocina y puso música movida; acto seguido comenzó a bailar y le tendió una mano a la Dupain, quien entre risas aceptó bailar con él. De pronto comenzó a sonar Careless Whisper de George Michael, canción en la cual ambos sintieron una gran conexión con su pareja de baile; fue extraño.
Al finalizar esa canción decidieron sentarse en el pasto donde comenzaron a hablar sobre sus vidas y experiencias de cuando eran chiquitos. Los dos congeniaban tan bien que sentían que se conocían desde hace años, a pesar de tan sólo llevar una semana de conocidos. Sin duda alguna atracción comenzaba a surgir entre ellos dos. Después de tanta plática, como ya era más noche, Adrien llevó a Marinette a su hogar. Ese día había sido uno de los mejores.
[...]
— ¡Yo abro la puerta! —gritó Christine desde la sala, mientras Marinette se salía de bañar.
La pelinegra se levantó del sillón y se dirigió hacia la puerta, donde encontró al chico rubio de la vez pasada, vestido de negro y con una rosa entre sus manos. Aquello la sorprendió, pues desde la ocasión en que se lo encontraron en la calle le había parecido que él y su amiga guardaban un secreto, y ahora que llegaba con una rosa la cosa se ponía aún más sospechosa.
— ¿Buscas a Nette, verdad?
—Así es.
—Un momento por favor. —y subió las escaleras, dirigiéndose al cuarto de la susodicha. Al llegar, Marinette estaba secándose el cabello y la miraba atenta, esperando a que la otra le dijera quién se encontraba en la puerta.
—Es el tipo rubio. Viene con un regalito. —Marinette se asombró y se puso sus zapatos negros enseguida antes de bajar corriendo las escaleras y toparse con él, quien la miraba impactado debido al vestido rosa que la azabache traía.
—Hola, motociclista.
—Hola, borrachita. —ambos se sonrieron con complicidad y besaron sus mejillas. Christine los miraba recelosa y confundida; la vez que conoció al muchacho su amiga parecía molesta y se lo había llevado lejos de ellas y ahora él aparecía en la casa de la chica con una rosa en mano, ¿qué demonios sucedía?
— ¿Qué haces por aquí? —preguntó, acomodando su mojado cabello.
—Quería verte, aunque al parecer ya tienes visitas.
— ¿Saben qué? —interrumpió Christine— No se preocupen, yo ya me iba. —agarró su bolso y se retiró, no sin antes echarle una mirada acusadora a Marinette. Adrien le dio la rosa a su contraria y dijo:
—Bueeeeno, ya que se fue tu amiga, me preguntaba si quisieras acompañarme a un club de baile que está aquí cerca, se llama Ladynoir, no sé si lo conozcas...
—Nop, no lo conozco —admitió negando con la cabeza—, pero me encantaría acompañarte. ¡Vamos! —Adrien abrió la boca sorprendido de lo fácil que había resultado que ella aceptara. Suspiró, y la siguió.
Al llegar, Marinette observaba todo con asombro, se notaba que era un buen ambiente para salir con tus amigos a bailar y cantar un rato, y realmente no se arrepentía de haber accedido a acompañar a su, ahora, pareja de baile.
Mientras bailaban, Adrien miraba con suma atención a su acompañante, ella hacía movimientos que cautivarían a cualquiera, incluyéndolo a él, pero no se quedaba atrás, Nette también se sorprendía de lo buen bailarín que resultaba ser el Agreste. Sin embargo, la diferencia radicaba en que Adrien se estaba comenzando a enamorar de la azabache, sin saber que ella ya le pertenecía a alguien más. Aquella noche habían intercambiado números y al llegar a su casa, el de ojos esmeraldas no pudo dormir.
Así fueron pasando los días, en los cuales no dejaban de hablar y de recomendarse canciones, en las cuales venían secretos ocultos, como que ambos se amaban, pero no se lo decían directamente. Y era así, la Dupain también había comenzado a caer por el Agreste y no se lo podía negar más. Sabía que estaba jugando con fuego al no alejarse de él teniendo un prometido, pero aún así se arriesgaría. No obstante, Adrien estaba harto de ocultar sus sentimientos, y estaba dispuesto de demostrarle a Marinette que se estaba enamorado sinceramente de ella.
—Princesa, ¿puedo hacerte una pregunta? —ambos estaban mirando el cielo lleno de estrellas.
—Claro.
— ¿Qué sientes por mí? —esa pregunta hizo que Marinette estuviera a punto de atragantarse.
—Yo —él la miraba atento, haciendo que ésta no pudiera mentirle—... creo que me estoy enamorando de ti —Agreste sonrió contento, tanto, que puso una de sus manos en la mejilla de la azabache, dispuesto a besarla, sin embargo ella al darse cuenta de sus intenciones, lo detiene y, entre lágrimas, le dice la única verdad—: Estoy comprometida, Adrien.
Esas palabras destruyeron la ilusión que el rubio se había creado dentro de su cabeza.
— Déjalo por mí. —se atrevió a decirle. Marinette lo miró y negó.
—Estoy con él porque me ama, es mi mejor amigo y no puedo destruirlo —explicó—. Además, mi papá está enfermo del corazón y lo que él más quiere es que yo me case con Nathaniel.
—Nathaniel, así se llama...
—Sí...
—Por favor, Marinette —tomó sus manos entre las suyas y la miró directo a los ojos—, dame un tiempo y déjame demostrarte que yo soy un buen partido para ti.
—No puedo Adrien, no...
—Por favor...
—Ok...
Las semanas pasaron y todo parecía marchar bien para el Agreste, incluso se sentía seguro de sí mismo, por ello decidió visitar a su ahora novia, llevándole pizza y vino tinto a su casa. Marinette abrió la puerta emocionada y saltó hacia el muchacho para besarlo.
Ambos subieron al cuarto de ella, donde estaban regados varios diseños de ropa y un teclado. Los dos cenaron tranquilamente, compartiendo miradas divertidas y una vez terminaron de comer pizza y de beber, Adrien se acercó animado a tocar el teclado.
Primero inició con cosas que se le ocurrían y venían a la mente, hasta que miró a Marinette y la invitó a sentarse a un lado de él, fue entonces que comenzó a tocar City of Stars. Dupain le sonrió y ambos comenzaron a cantar.
—A rush.
—A glance.
—A touch.
—A dance.
— Look in somebody's eyes to light up the skies, to open the world and send me reeling. A voice that says I'll be here and you'll be alright I don't care if I know just where I will go, 'cause all that I needs this crazy feeling, a rat tat time of my heart...
—I think I want it to stay.
—City of stars, are you shining just for me? City of stars...
—You never shined so brightly.
Los dos se quedaron mirándose a los ojos, justo antes de olvidar todo y juntar sus labios. Adrien se separó un poco para repartir suaves besos en el cuello de Marinette, fue entonces que conectaron sus miradas una vez más y decidieron continuar.
Sus labios danzaban en la misma sintonía y las manos de Marinette viajaban por la espalda del rubio, sin embargo Adrien no se quedó atrás, y comenzó a explorar el cuerpo de la Dupain, quien ante cada roce suspiraba y repetía cuánto amaba al hombre con el que estaba compartiendo esa nueva experiencia.
Mediante toques elegantes y delicados se fueron conociendo más conversando con sus cuerpos sobre el amor que se tenían el uno al otro, perdiéndose en las sublimes sensaciones que producían juntos.
Entonces Adrien tomó a Marinette, quien ante tal acto dejó escapar música de su boca y se aferró al amor de su vida, sin planes de dejarlo ir, pues él era toda su felicidad.
La tenue luz que se asomaba por la ventana pintó sus cuerpos y, antes de sellar sus labios en un genuino beso, cruzaron miradas, encontrándose con un universo que sólo les pertenecía a ellos.
Y así continuaron su relación, viéndose a escondidas de todo mundo, menos de Christine, quien eventualmente se terminó enterando de la relación de ellos dos, pero no le dijo nada a nadie. Empero las cosas no siempre serían así, porque Adrien, conforme pasaba el tiempo, comenzó a hartarse de sólo ser el amante y no notar cambios en la opinión de su novia. Así que esa misma tarde en que cumplían ya cinco meses, decidió enfrentarla.
— ¡Pensé que eras comprensivo! ¡¿En serio quieres que termine a Nathaniel dos semanas antes de nuestra boda?!
—Marinette, no me digas que pretendes casarte y seguir conmigo...
— ¡NO! ¡No lo sé!
— ¡¿No lo sabes?!
—¿Sabes qué? ¡Adiós! Lo nuestro se terminó.
—No me jodas...
—No estoy bromeando. Adiós Adrien Agreste.
Y al día siguiente Marinette se fue a vivir con Nathaniel, pues estaba furiosa con Adrien, y en su despecho, cometió un grave error, que fue acostarse con el pelirrojo, enterándose el rubio después de tiempo y siendo destrozado, razón por la cual se ahoga en alcohol y comenzó a descuidarse.
Llegó el día antes de la boda y un desalineado Adrien volvió a rogarle una oportunidad a Marinette, diciéndole que al día siguiente la esperaría fuera de la iglesia, y que si no salía que se fuese olvidando de él. Ella se soltó a llorar y lo abrazó, pidiéndole perdón, él no se resistió y la besó una vez más.
—Si decides quedarte con él te deseo que seas feliz y puedas llegar a amarlo tanto como yo te amo a ti.
Así pues, el día de la boda llegó y Adrien se encontraba ansioso por ver a su amada para huir juntos, esperó y esperó, hasta que al fin la vio salir, pero vestida de blanco y sujetada del brazo de un chico de ojos turquesas. Su corazón dolió y se marchó a donde alguna vez conoció a quien, esperaba, fuera el amor de su vida. Y como lo prometió, Marinette nunca más volvió saber de él, sino hasta seis años después, cuando recibió una carta de aquel chico rubio, la cual decía lo siguiente:
Marinettte:
Hola. Seguramente me recuerdas, soy aquel joven chico del cual te enamoraste a tus veinte años, al cual le entregaste todo tu amor y tu tiempo; según tú, tu primer verdadero amor.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos; corrección, que me viste, porque yo todos los días te veo pasar cerca de mi negocio y estoy enterado de cómo te ha ido en la vida.
No tengo mucho que decirte, tan sólo espero que hayas logrado amar Nathaniel tanto como yo aún te amo a ti.
Ahora tienes dos niños y me alegra que estés siendo una buena madre, buena esposa, buena persona...
No sabes cómo me hubiese encantado que los dos formaramos la familia que tienes ahora. Pero no es así.
Siempre te amaré, borrachita.
Adrien Agreste.
Marinette apretó la carta a su pecho y comenzó a llorar, sola.
FIN.
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¡Hola miraculers!
Aquí se reporta Ale con un nuevo OS Adrinette.
Debo admitirles que este OS estaba originalmente diseñado para ser un fanfic con varios capítulos, por lo cual hice un resumen del borrador que tenía en mi libreta de escritos.
Me encantaría que alguna de mis escritoras favoritas de Wattpad hiciera una historia con esta idea que plasmé. Pero bueno, ya veremos. >.<
Espero que les haya gustado. :3
Los quiere;
AllieGarcia9
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