Prólogo

Dicen que:

"Madurar es aprender a despedirse"

Pero él es demasiado pequeño para madurar.

Es solo un niño.

Es solo un pequeño niño que acaba de perder algo demasiado grande, demasiado importante.

—¿Por qué lloras, papá?

Ahí estaba él, ahora mismo ajeno a lo que había sucedido, ajeno a la noticia que cambiaría su vida.

—Zeldris ella no volverá, tu madre ya no está con nosotros.

Estaba en negación.

Era pequeño, pero entendía lo que pasaba, sabía lo que acababa de suceder.

—No, estás mintiendo! Mamá dijo que sólo necesitaba descansar, dijo que me enseñaría a usar la espada! Ella no puede haberme dejado!— Lágrimas desbordaban sus ojos, se negaba a aceptarlo, no quería creerlo.

Debía mantenerse fuerte.

Él era el Rey de ese reino, el gran soberano. No podía dejarse caer, mucho menos porque tiene que sostener a ese pequeño azabache que estaba destrozado, ambos lo estaban. Pero Zeldris era más importante.

Meses después

—Hijo..

—Déjame solo, hoy tampoco quiero salir.

—Hola, Zel!

Volteó al escuchar esa voz que no podía ser de su padre.

—¿Quién eres tú?— Murmuró con confusión y sorpresa al pequeño que se acercó para sostener su mano y dejar un pequeño beso sobre ésta.

—Su nombre es Meliodas y desde hoy entrenará junto a ti, hijo.

—Así es! ¿Vamos a jugar?—Le sonrió y jaló de su mano, sacándolo de su habitación.

Desde ese momento nadie pensaría que la unión de esos pequeños, iba a ser tan catastrófica.

Que el destino de esas dos almas, no era haberse encontrado.

Esos niños quienes estaban riendo mientras jugaban en aquel campo, serían el inicio y probablemente el final de ésta historia.

Ésta historia que tiene un narrador y sus protagonistas, sus inocentes y culpables protagonistas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top