Capítulo 2
—Tengo sueño..— Soltó otro bostezo.
—Mierda, no volveré a subirme a ésta cosa hasta dentro de un mes.. —Bostezó también, bajando de aquella nave a paso lento, tenía un dolor de cabeza intenso, iría directamente a tirarse en su cama.
—Ahora entiende porqué no pude dormir ayer?— Preguntó, siguiendo a aquel azabache.
—Recuerdame.. ¿Por qué acepté dormir en ese cuarto contigo?
—Fue porque hicimos una apuesta y perdiste, así que debías dormir en el cuarto de máquinas, pero yo te acompañé porque no quería dejarte solo.. —Se estiró un poco.
—No perdí, hiciste trampa.
—¿Otra vez con eso? ¿Cómo se puede hacer trampa en piedra, papel o tijera?
—Yo que sé, sólo sé que lo hiciste.
—Eres demasiado terco ¿sabes?— Suspiró.
Caminaron por los pasillos ya dentro del Palacio recibiendo saludos de varios sirvientes y soldados en su camino.
—Meliodas..
—¿Hm?— Soltó otro bostezo. —Realmente necesito dormir..
—Por la tarde.. habla con Estarossa y dale un informe sobre el planeta.
Al escuchar aquel nombre el rubio frunció un poco el ceño, evitando hacerse notar.
—¿es necesario?
—Debe ir a revisar si todo está en orden con el lugar. Él ahora es el líder de los mandamientos, es lo que siempre se hace.
—Supongo..— Le restó importancia, encogiendose de hombros.
—No te hagas el tonto, cuando tú eras el líder hacías lo mismo. —Se detuvieron al estar frente a su habitación y le observó de reojo.
—No he dicho que no, pero no es como si adorara a Estarossa —Admitió, más bien bufó, no parecía agradarle hablar del peliplateado.
—¿Hah?— Le observó por algunos segundos con incredulidad. Podría haber preguntado la razón de tan repentino cambio, pero no se le fue permitido.
—Señor Meliodas!
—¿Qué pasa, Arthur?— Se volteó, revolviendo el cabello del castaño que había venido corriendo.
—El Señor Ban le busca—. Avisó sonriendo y señalando uno de los pasillos.
—¿Qué quiere ahora ese zorro idiota?
—No lo sé, pero dice que es importante.
—Deberías ir. —Arthur pareció acabar de notar al azabache.
—Príncipe.. Pe-perdone mi insolencia, buenos días.. —Realizó una reverencia algo torpe. —Sólo venía para avisar al Señor Meliodas, pero si no quiere..
—No importa, está bien. Puedes llevarte a éste idiota y..— Acarició el cabello del pequeño, sorprendiendo al mencionado y al rubio. —No es necesario que tú hagas una reverencia ante mí, me haz caído bien, mocoso.
—Bueno ya..— Cargó al pequeño, alejándolo del azabache y le hizo unas cuantas cosquillas. —Ve y dile a Ban que iré en un momento ¿bien?
—Entendido. —Se dio vuelta y corría en dirección por donde vino, pero se detuvo. —Adiós, príncipe! Es usted muy lindo!
Dicho eso se perdió entre los pasillos.
Zeldris se había sorprendido y puesto nervioso al mismo tiempo, era la primera vez que un niño le decía algo así.
—Vaya, Arthur tiene buenos gustos..— Murmuró.
—¿Qué dijiste?
—Nada. Más bien dime.. ¿Por qué nunca a mí me acariciaste el cabello y a Arthur sí?
—Meliodas.. él es un niño, hay una gran diferencia. Además me cayó bien, sólo eso.
—Y yo no te caigo bien?
—Te comportas como un mocoso, ya vete a dormir o prepara el informe para Estarossa, voy a descansar. —Abrió la puerta de su habitación y se metió dentro.
—¿Puedo venir a verte más tarde?
—¿Para qué?
—Para entrenar o lo que sea, no quiero morir de aburrimiento. —Se pasó un brazo por la cabeza.
—Haz lo que quieras, pero si estoy durmiendo más te vale no despertarme ¿entendido? —Amenazó, soltando un bostezo.
—Claro, nos vemos más tarde. —Sonrió con naturalidad y se dio vuelta para irse.
El azabache cerró la puerta cuando lo vio perderse por los pasillos.
Estaba agotado, bastante.
Se quitó esas prendas tan molestas, lanzándolas a cualquier parte de la habitación. Su cama se sentía más suave y cómoda que nunca, no volvería a subirse en una nave otra vez de ser posible.
—Príncipe Zeldris ¿está ahí?
Si conociera y supiera hablar todos los idiomas habría maldecido en cada uno de ellos, de eso estaba seguro.
[...]
Meliodas
¿Cuánto tiempo había pasado?
Desperté, pero me daba pereza abrir los ojos.
¿Qué había sucedido?
La cabeza me dolía de una manera horrible, además Ban estaba tendido en el piso abrazándose a Arthur.
Me senté apenas, realmente no quería moverme, sentía que me caería de la cama en cualquier momento, mi cabeza y mente daban vueltas.
—Ban! Hey.. despierta de una vez!
¿Qué demonios me había dado de tomar éste idiota?
—Cállate ya, eres demasiado ruidoso..— Murmuró, sin siquiera abrir los ojos.
—Maldito.. ¿qué fue lo que me hiciste? —Toqué mi cabeza, realmente estaba dando vueltas, dolía.
—Te dije que era potente, era una nueva droga que aún está en proceso, creo que la definitiva será mucho mejor. —Soltó un bostezo, sentándose cruzando las piernas.
—¿Droga? Tú dijiste que me aliviaría el corazón, no dijiste que perdería la cabeza.. Ni siquiera recuerdo qué fue lo que hicimos para terminar así..— Le lancé una de las almohadas provocando que le diera justo en el rostro.
—No hagas eso—. Me aventó la almohada de regreso. —Bien que te le pasaste, jodido pervertido.
—¿Pervertido? ¿Ahora de qué hablas?— Sostuve la almohada, dejándola a un lado.
—¿Realmente no recuerdas todo lo que dijiste?
—No tengo idea de lo que hablas..— Me incorporé con cuidado, buscando algunas pastillas en los cajones de un pequeño mueble al lado de mi cama. Al encontrarlas las tomé con un vaso de agua.
—Pues déjame decirte que un poco más y hubieras gritado a los cuatro vientos cuánto adoras al príncipe—. Soltó, evitando reírse.
Juro que casi me atragantaba con el agua.
—¿Q-Qué?
—Lo que haz oído. No tenía idea de que estabas tan perdido por él, eras irreconocible, hasta Arthur creía que te habías vuelto loco.. —Murmuró, encogiéndose de hombros.
Es imposible.
No es verdad, éste zorro estaba bromeando ¿no?
Realmente dije tanto estando en ese estado..?
—¿Qué.. fue lo que dije exactamente?— Apenas pude articular, evitando su mirada al sentarme en el suelo apoyado en la pared.
—En resúmen.. "Lo amo tanto que sería capaz de dar mi vida por él, no porque sea mi deber, sino porque no me imagino una vida sin estar a su lado, ojalá todos lo supieran, ojalá ésto no fuera una aventura imposible.."— Imitó algunos gestos que según yo había echo al decir aquello. —Luego de eso.. quisiste gritarlo y por suerte, pude detenerte. —Se levantó sólo para volverse a acostar sobre mi cama. —Además de eso, también comenzaste a fantasear sobre lo que le harías si pudieras entrar en su habitación en ese momento, realmente eres un degenerado. —Fingió hacer un gesto de asco.
—Ya es suficiente.. creo que ya entendí. —Evité su mirada en todo momento, realmente no podía mirarle a los ojos.
—Y? ¿Es verdad?
Dudé.
—Ya deberías saber la respuesta.. ¿no?— Le observé de reojo.
—Quiero que me lo digas tú, sin drogas de por medio. —Aclaró, dejando a Arthur sobre la cama. —¿Te haz enamorado del Príncipe tanto como parece?
El silencio inundó la habitación por unos segundos.
—Y qué si te digo que así es?— Observé el suelo. Hubo silencio nuevamente. —Si vas a decir que ya no me quieres cerca, mejor que sea rápido.
Si así iba a ser, lo entendía. Ésto podría considerarse hasta un crímen dependiendo de quiénes lo supieran y los que lo estuvieran encubriendo.
—Ya veo.. aunque sabes qué es lo que me molesta?— Me observó con el ceño fruncido, desde la cama.
—¿Qué?
—Que no me lo habías dicho.
—¿Hah?— Alcé una ceja con algo de sorpresa.
—¿Por qué me ocultaste algo así a mí? Creí que entre amigos no debería haber secretos. Bien escondido que te lo tenías, aunque ya lo sospechaba, esperé a que me lo contaras y no lo hiciste, eso es realmente frustrante.. ¿Qué no confías en mí?—. Regañó, señalándome con su dedo índice.
¿Sólo se preocupa por eso?
—¿Acaso eres idiota? No es como si pudiera decir algo así de importante como si fuera tan sencillo. —Contraataqué.
—Pues lo soltaste fácilmente cuándo te lo pregunté— Me aventó la almohada.
—Así que drogarme fue tu plan para hacerme hablar? Eres de lo peor, zorro avaricioso. —Sostuve la almohada y se la devolví, logrando que chocara contra la pared.
—Mira quién lo dice. Según el juramento que hiciste no deberías tener éstos sentimientos y menos por el príncipe—. Soltó un suspiro.
—¿Y qué quieres que haga? Yo tampoco pedí que ésto sucediera..— Me incorporé y caminé hasta dejarme caer a su lado en la cama. Ambos tuvimos cuidado de no despertar a Arthur quién dormía profundamente.
Estuvimos varios minutos en silencio. Pero no era incómodo, más bien simplemente estábamos pensando qué decir, seguramente.
—Aunque.. no te juzgo, quiero que lo sepas. —Murmuró de pronto, observando el techo. —Lo único que me molesta es que no me lo hayas contado y te guardaras para ti todo ese sufrimiento, para algo somos amigos, de ahora en adelante habla más conmigo, así sentirás menos carga y al menos sabré lo que pasa por tu cabeza. Confía más en mí, no importa lo que hagas, yo no soy alguien que vaya a juzgarte por cosas tan simples.
Le observé con algo de sorpresa, era la primera vez que hablábamos de ésta manera. Había bastante seriedad y no era exactamente un ambiente en el que estábamos acostumbrados a estar.
—Como digas. Supongo que simplemente evité decírtelo porque sé que puedes llegar a ser insoportable. —Rodé los ojos y solté un bostezo.
Me sentía mejor. Sin darse cuenta éste idiota volvió a lograr animarme con palabras que seguramente sacó de una historieta. Pero da igual, incluso sentía más alivio, probablemente porque ahora alguien más sabe sobre éste "secreto" mío.
—Realmente no sabes leer el ambiente, por eso sigo pensando que vas a quedarte más solo que Cusack—. Se encogió de hombros y cubrió su rostro con una almohada, dándome un empujón que provocó que cayera de la cama.
—Hey! —Al incorporarme lo empujé de la cama también. —No metas al bigotón en ésto, además yo al menos tengo a alguien ¿qué hay de ti?
—Oh yo tengo a varias esperando, es que aún no encuentro a nadie que cumpla mis expectativas. Por eso también te envidio..— Se acomodó sobre una de las almohadas y cerró los ojos.
—¿Qué hay de Jerico? Creí que te gustaba. —Mencioné, colocándome una remera que al parecer me quité quién sabe en qué momento.
—Digamos que no es exactamente mi tipo. Además la veo más como una hermana pequeña.. Pero ¿sabes? me consuela el echo de que tú vas a terminar más rechazado que la palabra.
—¿Ah? ¿Qué te asegura eso?
—Pues..
Tocaron la puerta en repetidas ocasiones.
—Seas quien seas, habla.
—Guardia Real Meliodas, déjeme recordarle que la reunión convocada por el Rey está a punto de comenzar. El príncipe Zeldris me mandó a avisarle. Ahora me retiro.
Pasaron unos cuántos segundos y supe entonces que de haber más tiempo, mataría a ese maldito zorro que se negaba a mirarme.
—Ah.. es verdad. Hoy a las ocho tienes que asistir a un no se qué del Rey en la sala del trono.. —Bostezó, divagando entre las palabras.
¿De qué servía que me lo dijera ahora?
—Recuerdame, Ban.. ¿por qué carajos sigo soportándote?— Suspiré, revisando el reloj de la pared.
Faltan jodidamente diez minutos.
—Porque me adoras y porque no podrías vivir sin mí. —Me sonrió levantándose de la cama, cargando en su hombro a Arthur y caminando hasta la puerta. —Como sea, suerte en esa reunión, te veo más tarde—. Desordenó aún más mi cabello y se marchó entre carcajadas.
Cuando ésto termine, voy a matarlo.
Correr por los pasillos ya no era divertido. Zeldris seguramente va a matarme, a pesar de que siempre soy estricto cuando se trata de mi trabajo..
Ésta vez..
—Estarossa te digo que te detengas! Voy a golpearte!
Esa voz. Además estaba riendo a carcajadas no muy lejos de la puerta principal de la sala del Trono.
Lo vi.
Estaba siendo abrazado de la cintura por Estarossa, al parecer éste le estaba haciendo cosquillas. Parecían divertirse..
—Anda, Zeldy.. dilo. —Insistió, al detenerse.
—Antes muerto. Olvídalo y ya te dije que no me llames así. —En un movimiento logró soltarse de los brazos ajenos y en su lugar jaló con algo de fuerza uno de los mechones de cabello plateados de Estarossa.
—Tú ganas! Me rindo, me rindo!— Fue liberado. —Duele..— Tocó esa parte de su cabello.
—Mira cómo haz arrugado la tela de esta capa.. Hazte responsable por tal comportamiento hacia tu superior. —Cruzó los brazos.
—Seguro, mi señor. Lavaré y arreglaré su capa luego de este evento, pero a cambio tendrá que concederme una pieza en el baile real de la fiesta "Primaveral". —Actuó entre pequeñas risitas.
—Dices tonterías. Quieras o no, vas a dejar esta ropa tan molesta cómo estaba.
—¿Entonces si aceptas?—. Sostuvo una de las manos de Zel entre las suyas. —Tu piel es muy suave.. ¿usas alguna loción?— Acarició el dorso de la mano ajena con delicadeza.
No quería seguir viendo esto. No me hace bien, nada bien..
—Suéltame de una vez, déjate de juegos. Más bien.. ve a buscar a Meliodas.
—No es necesario. Aquí estoy.. —Llegué frente a él e hice una leve reverencia. Noté como apartó la mano que sostenía Estarossa con rapidez. —Lamento haberle hecho esperar, príncipe. Ya podemos entrar.
Él pareció extrañado.
—¿Por qué tanta formalidad, Meliodas?— Dejó descansar uno de sus brazos por sobre mis hombros.
—Pienso que el respeto es incluso mantener el espacio personal, Estarossa. —Me alejé, causando que él también se apartara con una expresión de confusión.
—No vuelvas a quedarte dormido.. —Murmuró, avanzando hasta llegar a aquella entrada y los guardias allí darnos paso. —Luego tenemos que hablar. —me susurró.
—Como diga.
Podía sentir la mirada curiosa de Estarossa sobre mí, es tan irritante..
Los tres entramos.
—Vaya.. Bienvenidos muchachos, adelante. —Ofreció con una sonrisa el Rey.
Me extrañó, pues esto no parecía una reunión, estaban sirviendo una cena, aparte de que sólo estaban sentados un anciano y una mujer junto al Rey.
Hay algo que aquí no cuadra.
—Disculpen la demora, se me presentaron algunos inconvenientes. —Se sentó, ni siquiera observó a los invitados, pero sonreía.
Parecía distraído.
Me mantuve de pie, junto a Zeldris y Estarossa se quedó en una de las esquinas.
—Oh no se preocupe, joven Zeldris. Acabamos de llegar.
—Hijo, te presento al soberano del Reino vecino Edmundo Bloods —Zeldris realizó un gesto con la cabeza en señal de respeto en dirección de aquel hombre. —Y ella..— La señaló y la observé de reojo, era hermosa. —Es su hija.. la princesa Gelda Bloods.
Esa princesa y Zeldris hicieron contacto visual.
"Algo no estaba bien, esa mujer ya no me parecía tan hermosa.."
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top