Capítulo 4
—Yam, te he estado siguiendo desde hace 10 minutos—decía el rubio algo agitado por caminar rápido.
—No lo hagas entonces—dijo molesta.
—Dale Yam, ¿Qué fue lo tan grave que hice?—preguntó haciéndose el desentendido.
— ¡Tienes el descaro de preguntarme!—exclamó.
—Te cambié el nombre Okay lo acepto, pero son cosas que pasan además tú y yo no somos nada no tienes derecho a reclamarme—explicó tranquilamente.
—No, Nicolás esas cosas no deberían pasar, y ya sé que no somos nada, pero si te vas a acostar con alguien mínimo deberías saberte su nombre—decía con un nudo en la garganta.
— ¿Acaso crees que lo nuestro podría ser en serio? ¿Acaso estás enamorada de mí?—interrogó.
—Obviamente que no...Ahora si no te molesta debo irme—dijo ella con el corazón roto, pues si creía que algún día ella y el rubio podrían tener algo serio.
—Bien te veo en el Stacey's—Nico se despidió.
Yam se sentó un momento quería procesar todo lo que Nico le había dicho, quería comprender de una vez que para el chico ella era sólo un pasatiempo, y que jamás podría competir contra el amor que el rubio le profesaba a Ámbar, y eso dolía... Dolía demasiado, ¿Por qué si ella siempre ha estado él no se fija en ella? Quizás si le gustaba por algo terminaban en la cama todos los fines de semana, sin embargo, jamás eso se convertiría en amor...
—Hola ¿Tú debes ser Yam?—se acercó un chico.
—Si soy yo—saludó ella amable.
—Me dijeron que tú eres la encargada de teatro...No pude asistir hoy, pero la maestra me dijo que hablara contigo para ver que papel estaba desocupado—explicó el chico con acento algo raro.
—Claro el lunes te dijo cual puedes tomar ahora estoy algo apurada—dijo tomando sus cosas para irse, y se despidió.
*****
Los chicos iban camino al hospital donde estaba Emilia, iban preocupados por el estado en el que podría estar la chica tal vez aún ni siquiera había despertado, si bien Luna habló con la madre de la rubia no pudo preguntar mucho, ya que la mujer estaba claramente afectada por lo sucedido.
—¿Ustedes creen que le afectó lo que dije?—preguntó Simón.
—Pues claro idiota—respondió Luna que aún estaba molesta.
—Quizás hay un problema más de fondo—intervino Delfi.
—No lo creo sus padres siempre han sido comprensivos desde que...—Luna se calló al pensar en lo que iba a decir, pues si contaba lo que de verdad pasaba Emilia no la perdonaría nunca.
— ¿Desde qué?—preguntó Matteo.
—Nada saben mejor iré a verla sólo yo...Ehh gracias por todo yo le doy sus saludos—la chica salió corriendo.
— ¡Que chica tan extraña!—murmuró Ramiro.
—¿Y entonces que haremos ahora?—preguntó Ámbar.
—Aló? Si ya voy en 15 minutos estoy allá bien adiós—habló Delfi por el celular—Bien debo irme adiós chicos—se despidió.
—Saben yo también me iré nos vemos—dijo Simón.
—Voy contigo—dijo Ramiro y se unió a Simón.
—Y bueno quedamos tú y yo—dijo con desagrado Ámbar.
—El idiota y la princesa Smith—dijo él divertido— ¿Te llevo a casa?—preguntó.
—No, no quiero que me vean contigo—soltó crudamente.
—Está bien—la mirada de Matteo se transformó en decepción, pues si estaba acostumbrado a que hablasen mal de él, pero que alguien le dijera que no quería que los vieran juntos de alguna manera lo había herido.
—Yo no quise decir eso...—trató de retractarse, pero fue interrumpida.
—Sé muy bien lo que quisiste decir—dijo Matteo con enojo se despidió y se fue estaba claro que no volvería a ser amable con Ámbar, la chica quiso ir detrás de él para disculparse, pero le fue imposible alcanzarlo, tal vez pronto tendría una oportunidad para ofrecer las respectivas disculpas.
*****
—Pensé que no vendrías—dijo Johanna.
—Yo cumplo mis tratos—respondió Delfi.
—Chicas adivinen que la señorita si es que se le puede llamar así trabaja en un café para señores—dijo tranquilamente, mientras las otras chicas hicieron muecas de asco.
—Dijiste que no le dirías a nadie... Y solamente soy la cajera del lugar—se defendió rápidamente.
—No tengo secretos con las chicas—explicó Johanna.
—Bien ¿Qué quieres que haga?—preguntó rendida.
—Todavía no lo sabemos, pero ahora puedes empezar por traernos la comida—ordenó en tono despectivo.
— ¿Traerles? Tendré que hacer dos vueltas no podré con tres bandejas—respondió Delfi.
—Sólo 2 bandejas en una traes lo mío y lo de Melissa, y en la otra traes lo de Paula y Sabrina ni pienses que comerás con nosotras—ordenó.
A Delfi no le quedó de otra que aceptar este trato, pues si alguien más se enteraba sólo ella saldría perdiendo, y no le preocupaba su reputación ni nada por el estilo pues era un trabajo honesto que estaba estigmatizado y ella era sólo una cajera más, jamás había estado con ninguno de los hombres que frecuentaban el lugar de hecho nunca había tenido novio así que no le importaba que creyeran que era una cortesana o en palabras más crueles una puta, lo que sí le preocupaba era perder a su hermano y eso sí que no lo podía permitir le había prometido estar siempre junto a él y lo cumpliría sea como sea.
*****
Pedro estaba muy nervioso, ya que hoy invitaría a salir a Jimena quería conocer más sobre ella, dado que el día anterior no se atrevió a preguntarle nada, pues la chica estaba muy afectada, y él no quiso incomodarla con interrogatorios intensos. La pelirroja salió del Instituto con su bolso de gimnasia en el hombro seguramente se probó en el equipo de gimnasia artística.
—Jimena, ¿Te ayudo?—se ofreció a cargar el bolso.
—Gracias dime Jim, Jimena se me hace muy distante—dijo la chica algo avergonzada.
—Está bien, Jim—dijo el chico embobado.
— ¿Vamos por un helado?—invitó la chica, Pedro asintió.
Ambos fueron hasta la heladería Jim se veía bastante cómoda, pero Pedro estaba algo nervioso no sabía de qué hablar o que decir, para su suerte la chica fue la primera en hablar.
— ¿Qué sabes de David Santelices?—preguntó.
—Bueno no lo conozco bien, pero se dice que trafica drogas de hecho le metió unas bolsas a mi amigo Simón en la mochila—explicó mientras tomaba su helado.
— ¿Y algo que haya hecho?—preguntó interesada lo que sorprendió a Pedro.
—No la verdad para saber más de él debes ir al Stacey's allí lo conocen bastante bien—respondió— ¿Por qué tanto interés en él?—preguntó.
—Nada... Es el chico que me golpeó y quería saber más sobre él—respondió con titubeos.
*****
Luna estaba frente a las puertas del hospital donde Emilia aún se encontraba internada, la castaña estaba en un dilema por una parte quería entrar y abrazar a la que algún día fue su amiga, y por otro lado creía que lo mejor era mantenerse al margen, sin embargo, en momentos así ella sintió que tenía que estar junto a la rubia pasara lo que pasara. Se decidió por abrir la puerta y cuando se dirigió a la sala de visitas se encontró con los padres de Emilia quienes la saludaron y la dejaron entrar en la habitación.
—¿Qué haces aquí?—preguntó la rubia.
—Vine a verte—respondió Luna sentándose a su lado.
—Pues ya me viste estoy bien—respondió mirando hacia otro lado.
—Emilia sólo quiero que volvamos a ser la de antes—dijo Luna tratando de tomar la mano de la chica.
—Eso no volverá a pasar...Ahora puedes irte—pidió con enojo.
—Está bien, pero recuerda que siempre estaré aquí—dijo Luna y salió de la habitación.
Emilia quedó pensando en todos los recuerdos que vivió junto a la castaña, pero para ella no era tan fácil volver a ser su amiga, y no porque Luna hubiese hecho algo malo, simplemente no la quería perder como lo hizo con Matías, por eso intentaba alejarse de ella.
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