Capítulo 17
Ramiro salió de su casa sin rumbo claro no sabía donde ir, pero tenía claro que no quería vivir en una casa donde ya no era bienvenido, y es que siempre supo que para su padrastro él era solo un estorbo le dolía más que su madre no hiciera nada por cambiar la situación... Quizás volver a Chile no era una mala idea, pero eso implicaría dejar a Delfi sola algo que obviamente no estaba dispuesto a hacer pues conocía a la perfección la situación de la chica sin lugar a dudas que estaba muy complicado, pero debía pensar en algo rápido.
— ¿Ramiro?—una voz captó su atención.
— ¿Quién es usted?—preguntó cuando vio al hombre parado frente a él.
— ¡Ramiro! ¡Hijo! Te extrañé demasiado—el hombre se acercó para abrazarlo, pero Ramiro no entendía nada.
— ¿Papá?—cuestionó el de rulos.
—Ramiro sé que tal vez no tengo derecho de aparecer así de la nada, pero hijo fueron 15 años que estuve buscándote, 15 años que soñé con este momento, 15 años en que no dejaba de ver tu rostro —el hombre comenzó a llorar, Ramiro estaba sin entender nada.
—Mamá dijo que la abandonaste por otra mujer, y luego desapareciste de nuestras vidas —dijo Ramiro.
—Tú madre te mintió... Ella estaba enamorada de José Ponce cuando se fue yo no quería que te llevara con ella, pero no pude hacer nada, José se encargó de que no supiera nada de ti...—fue interrumpido.
— ¿Cómo me encontraste?—cuestionó el ruloso.
—Yo contraté un detective, le di el nombre de tu madre y así llegue a ti—respondió el hombre—Cuando me dijo que estabas en Argentina junté el dinero suficiente para venir y establecerme aquí... Muchas veces estuve a punto de decirte la verdad, pero no tenía el valor suficiente para hacerlo hasta que un día escuché como José te gritaba en ese momento supe que tenía que decirte que yo estaba aquí para ti—se sinceró el hombre.
—Toda mi vida creí que tú no me querías y resulta que has estado buscándome siempre—Ramiro comenzó a llorar.
—Hijo mío—el hombre se acercó a abrazarlo—Espero puedas perdóname—agregó.
—Fuiste una víctima al igual que yo, y no tengo nada que perdonar... Se ve que eres buen hombre—dijo Ramiro conmocionado.
—Lo lamento tanto Ramiro—el hombre no dejaba de abrazar a Ramiro.
—Hay tanto que contar—dijo Ramiro secándose las lágrimas—En este momento iba a casa de un amigo a pedirle si me daba alojamiento, mi padre o más bien ese señor me corrió de la casa...
—¿Qué? Ese tipo se las verá conmigo, no tienes que ir donde algún amigo puedes vivir conmigo en mi casa—el hombre sonrió y Ramiro comprendió que podía confiar en él.
*****
Jimena y Pedro habían estado siguiendo a David por casi un mes tratando de encontrar pruebas que revelaran la culpabilidad del chico con respecto a la muerte de Leonardo el hermano de la pelirroja, si bien cada vez creían estar más cerca no llegaban a tener algo claro, además no tenían ningún tipo de ayuda pues Nicolás estaba pendiente de recuperar su relación con Luna, pero fue esta última quien se acercó una tarde a ellos.
—Jimena, estuve buscándote—dijo jadeando por haber corrido tanto.
— ¿Sucede algo?—preguntó la pelirroja desentendida.
—Es sobre Leonardo—dijo la castaña en un susurro.
— ¿Qué sabes sobre mi hermano?—preguntó Jim.
—Te escuché el otro día no fue mi intención, pero lo que descubrí es lo siguiente que la causa de su muerte no fue un suicidio, sino que lo mataron—dijo Luna con terror en su rostro.
— ¿Qué?—Jim gritó haciendo que varios se giraron para ver que sucedía.
—Luna, ¿Estás segura?—intervino Pedro con cierto resquemor.
—Sí, escuché a Nico hablando con alguien decía que si no lo dejaba en paz iba a revelar que Leonardo jamás se había suicidado—respondió Luna.
— ¿No sabes con quién hablaba Nico?—cuestionó Jim.
—No, pero...—fue interrumpida por Nico.
—Luna, te he estado buscando—dijo el rubio todos se quedaron en silencio—Hola chicos—sonrió.
—También te estaba buscando... Adiós chicos—dijo Luna para luego irse en compañía de Nico.
Pedro y Jim se quedaron mirando un instante por una parte la pelirroja estaba consternada con lo que Luna le había confesado, si bien es cierto que ella sabía que su hermano era incapaz de cometer suicidio el hecho de que alguien se lo confirmara era como un balde de agua fría que le caía sobre la espalda.
—Debemos hacer que Nico hable—dijo Pedro.
—¿Cómo lograríamos eso?—preguntó Jim.
—Tenemos que convencer a Luna de que nos ayude ella es la única que puede lograr que Nico hable—respondió Pedro.
—No será sencillo—aseguró Jim.
—No, pero debemos intentarlo—Pedro acarició suavemente su mano, Jim le brindó una sonrisa ambos sabían de sus sentimientos por el otro, pero aun no era momento de confesarlos.
*****
—¿Dónde está el dinero?—gritaba un hombre.
—Es todo lo que tengo—respondió la chica entre sollozos.
—No me interesa esto es muy poco de seguro gastas todo con el idiota de tu novio—cada vez que el hombre hablaba lo hacía que enojo.
—Si quieres más dinero trabaja—dijo Delfi con furia ganándose una cachetada que le dejó la nariz sangrando.
—Deja a mi hermana—se metió de pronto el hermano menor de Delfi, la pelinegra trató de protegerlo pero no fue posible, el hombre completamente fuera de sí lo empujó con tanta que fuerza que el niño se golpeó fuertemente contra el suelo.
— ¿Qué le hiciste?—Delfina corrió hacia su hermano estaba inconsciente, pero aún tenía algo de pulso lo tomó en brazos y salió corriendo con él gritando por ayuda, por suerte unos vecinos salieron y llamaron a la ambulancia no tardaron en llegar y se llevaron al pequeño Gabriel quien aún permanecía inconsciente.
Rápidamente Delfi cogió su móvil y marcó a Ramiro era la única persona en quien podía confiar del todo, y la única persona que no la dejaría sola en un momento así para su suerte el de rulos le dijo que la esperaría en el hospital, colgó el celular y volvió su vista hacia su hermano recordó porque estaba en ese estado, y no podía evitar pensar que era su culpa... tan pequeño trató de defenderla de la furia de aquel hombre mal llamado padre no pudo evitar maldecir en silencio. Llegaron al hospital, Ramiro se acercó a ella mientras el pequeño Gabriel era llevado a la sala de urgencias...
—Delfi—ambos se abrazaron— ¿Qué sucedió?—preguntó Ramiro.
Luego de contar la trágica historia Ramiro estallaba en improperios que resonaban por el lugar.
—Debemos ir a la policía—dijo el de rulos.
—No, me alejaran de mi hermano y no lo soportaría—dijo Delfi entre sollozos.
—Debemos hacer algo, no podemos dejar esto así ese hombre es un peligro para ti y para tu hermano—Ramiro sonaba muy molesto.
—Lo sé...Por ahora la prioridad es que Gabriel se encuentre bien.
Luego de dos horas de larga espera, al fin apareció el doctor tenía un semblante serio y parecía consternado por alguna situación, Delfina se imaginó lo peor.
—Familiares de Gabriel Alzamendi—dijo acercándose, Delfi rápidamente se levantó.
—Yo soy su hermana ¿Pasa algo malo?—preguntó al ver la cara del hombre.
—Logramos estabilizarlo tuvo mucha suerte que no pasara a mayores—informó.
— ¿Puedo verlo?—preguntó Delfi.
—Antes necesito saber que sucedió—dijo el hombre.
Delfina relató la historia con lágrimas en sus ojos.
—Debemos denunciar a tu padre—dijo el doctor.
—Pero se llevaran a Gabo yo aún soy menor de edad y no puedo cuidarlo—dijo Delfi.
—No será asi te lo prometo—aseguró el hombre dándole una caricia en el brazo en señal de apoyo—Ahora ve a ver a tu hermano—dijo, la pelinegra se fue hacia la sala de su hermano.
— ¿Estará bien?—preguntó Ramiro.
—Sí, es un chico fuerte—dijo el doctor—Pero la denuncia debe hacerse ningún niño debiera sufrir ataques de ese tipo y menos por parte de su padre, estaré haciendo rondas por aquí por si se les ofrece algo—dijo el doctor.
*****
Simón estaba en su habitación con su guitarra en mano, pesando en las palabras de Emilia no encontraba razón suficiente para dejarla ir la amaba y estaba seguro que ella sentía lo mismo por él, sin embargo, entendía el miedo de la rubia y lo que significaba una promesa de amor tan grande como la que ella le había hecho a su novio.
—Simón, no te veía así desde que perdimos contra el colegio Messina—dijo Pedro entrando en su habitación.
—Emilia acaba de decirme que no quiere nada conmigo—dijo Simón alzando la vista.
— ¡Uuu! Eso sí esta feo, tienes que aceptar su decisión no puedes obligarla a que te quiera—dijo Pedro de manera pensativa.
—Lo aceptaría si fuese verdad, pero la cuestión es que sé que ella me quiere... Lo sentí cuando nos besamos vi ese brillo en sus ojos—dijo Simón ilusionado.
— ¿Qué? ¿Se besaron?—preguntó Pedro exageradamente sorprendido.
—Sí, y te juro que fue algo mágico puede sonar poco original pero en serio sentí esa conexión que solo sientes una vez en la vida—dijo Simón.
—Cupido sí que te flechó—bromeó Pedro.
—Lo sé—suspiró Simón—Pero no hablemos de mí, supongo que venías a verme por algo especial—agregó.
—Quiero hacer algo especial para Jim... Y quería saber si podrías ayudarme con alguna idea—dijo Pedro algo avergonzado.
—Claro que si bueno ya ves que con Emilia nada me ha resultado, pero seguro te ayudo a encontrar algo para tu enamorada—Simón guiñó su ojo—Creo que lo primero que se me viene a la mente es una canción eres muy bueno tocando la guitarra y pienso que debes aprovechar eso—sugirió.
—No lo había pensado antes—dijo Pedro.
Simón comenzó a tocar algunos acordes suaves, Pedro por su parte pensaba en alguna letra para poder dedicar.
*****
Ámbar se sentía protegida entre los brazos de Matteo quien la rodeaba por lo hombros tratando de que la rubia se calmara, cosa que era casi imposible ella lloraba cada vez con más fuerzas.
—Ámbar, ya no llores—pidió amablemente.
—Necesito desahogarme—dijo ella entre sollozos.
—Lo sé, pero tienes que intentar calmarte—Te llevaré a un lugar—tomó la mano de la chica para dirigirse al auto.
Ámbar quien seguía llorando no tuvo tiempo para darse cuenta hacia donde iban, hasta que el sonido del mar la sacó de su estado. Habían llegado a la playa, Matteo estacionó su auto y la invitó a bajarse y dar un paseo por el muelle.
La rubia dejó de llorar a medida que avanzaban se sentía bien, y por un momento olvidó la razón de su estado, la aparición de una tía alguien que se veía tan ajena a ella pero que era su única familia ¿Acaso podía confiar en ella? Se preguntaba mientras el sonido del mar golpeaba las rocas.
— ¿Te sientes mejor ahora?—preguntó Matteo con preocupación.
—Sí, el mar relaja bastante—le brindó una sonrisa tímida.
—Siempre vengo acá cuando me siento mal, es como mi escape—se sinceró Matteo.
— ¿Escapas mucho?—preguntó ella.
—Sí y no tal vez escapo demasiado de mis problemas, pero a la vez trato de enfrentarlos de la mejor manera posible—dijo el italiano.
—Mi padre mató a mi madre—dijo Ámbar mirando hacia el mar.
Matteo se quedó helado sin saber que decir, sus problemas no eran nada comparados con lo que Ámbar estaba enfrentando, por instinto tomó la mano de la chica y la acarició le corrió ese mechón rebelde que le caía siempre tapando la mitad de su cara, lo puso detrás de la oreja y en un corriente de adrenalina la besó. Ámbar se sorprendió pero no dudó en seguir el beso, abrazó al chico por el cuello.
—Lo siento—Matteo interrumpió el beso.
—¿Por qué?—preguntó Ámbar con cierta molestia.
—No debí hacerlo, te sientes mal y...—respondió Matteo.
—Me gustas, Matteo—dijo ella.
—Princesa Smith, es mejor que nos vayamos—dijo él y comenzó a caminar hasta el auto.
Ámbar no dijo nada más y lo acompañó.
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Recta final quedan solo 5 capítulos espero terminar esta historia antes de que termine junio!
Las amo
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