Capítulo 3
O la sospecha de un corazón herido...
Jessie sintió la garganta arder mientras veía la marcha del orgulloso leopardo, la ancha espalda recta y la mirada al frente hacían parecer como si su rechazo no le afectara en absoluto, pero sentía sus emociones y maldita fuera si mentía sobre lo mal que había reaccionado, tenía el enorme defecto de actuar por impulsos, y ahora, estaban más vivos que nunca.
Miró alrededor, y se encontró con el desconcierto pintado en sus compañeros de clan, el silencio le dijo todo, que su explosión de furia y dolor había sido demasiada y que Sawyer Arwall no se merecía ser el detonante y receptor del amargo dolor que estaba latiendo en sus venas. La loba herida susurró en su mente, y ella no quiso escuchar, dudaba de las acciones de aquel hombre que por un tonto capricho se había colado en su vida sin permiso.
Sentía que tenía razón, Sawyer no tenía derecho alguno de estar en un evento tan privado, ni siquiera de rondar libremente por un territorio del que no era dueño, el gato no pertenecía al clan, pero siempre volvía, siempre. Y aunque ella creía que había acudido a comprobar que su rival había perecido, en el fondo sabía que solo quería consolarle.
Pero no podía simplemente correr, buscarlo, tragarse las palabras y pedirle un abrazo. Porque los instintos primarios dictaminaban una cosa que se negaba a aceptar, estaba enfrentando a su animal constantemente, conocía el riesgo de eso, sin embargo, no pensaba retractarse, Sawyer Arwall no era para ella, así como ella no era para él, la idea de los compañeros de vida era una completa farsa, pues si fuera cierto como todos los demás creían, Jessie y Arif deberían estar emparejados y él... Él debería estar vivo, junto a ella, no en el fondo de esa tumba.
De entre la multitud, Sage se acercó despacio, todo el clan reconocía el hecho de que ella era una criatura emocional, Jessie Smith significaba peligro. Su hermana mayor lo sabía bien, llevaba años lidiando con un temperamento volátil y su alcoholismo, era la única persona que conocía cómo desactivar sus impulsos.
—Tranquila Jess —murmuró, Sage pasó una mano alrededor de sus hombros y le atrajo en un suave abrazo—. Ya pasó... Ya pasó.
Volvió a llorar, sintiéndose más vulnerable en los brazos de Sage, su llanto no fue silencioso, fue angustia y dolor derramándose en el aire, una pena profunda que compartieron los demás, el lamento se multiplicó hasta que todo el dolor se convirtió en uno solo, y el lugar de entierro se llenó de nuevo con el amargo sonidos de los sollozos de los lobos.
—Lo lamento Jessie —dijo Jeanine.
Despegó la mejilla del hombro de Sage, para mirar a los ojos oscuros de la mujer lugarteniente, sintió la rabia ácida al oler la marca de su vínculo con Derek, esa sensación se multiplicó cuando al expandir sus sentidos y ver alrededor, las marcas de los demás le impactaron para hacerle saber lo miserable y solitaria que era, Seth, Logan, Caleb, Milo y ahora Jeanine, sus más cercanos amigos tenían su alma completa y eso..., le producía una envidia mala que debía erradicar antes de que echara raíces en su corazón.
—Sí —respondió—. Yo también.
Su mente no había parado de inundarse con cientos de recuerdos de Arif, desde el momento en que el padre de Derek lo trajo al clan siendo un cachorro de apenas diez años, Jessie había llegado un año antes, siendo adoptada por una madre soltera, la madre de Sage. Ambos llegaron como dos cachorros solitarios y heridos, Arif fue difícil de tratar durante meses pero con su perseverancia se convirtió en su amigo, el mejor que podría tener, y desgraciadamente, Jessie tuvo la mala suerte de ver más allá y enamorarse.
Ahora estaba muerto. Y hace menos de doce horas ella todavía creía que tenía una vaga esperanza de ser verdaderamente compañeros de vida. Vaya sueño infantil.
—Es hora —anunció Derek con voz dolida—. Todos, tomemos un puñado de tierra y agradezcamos todo lo bueno que hizo Arif, demos gracias por la vida que tuvo sin importar su final.
Y en silencio, los demás se fueron acercando al montículo de arena, para tomar entre manos temblorosas un puñado y luego de mirar el cuerpo sin vida arrojarla a la tumba. Ya lo habían cubierto con una tela hecha de hojas de papel reciclado, blanca y delgada, para que la tierra jamás alcanzara su cuerpo, cortaron las lianas, Jessie no quiso ser parte del último adiós, porque el dolor quemaba y echarle tierra... Eso solo avivaría las llamas y ya no quería seguir sufriendo por la estúpida decisión que había tomado.
Las personas jamás se daban cuenta del enorme peso que representaban en las vidas de los demás, nunca estaban solas, sino que eran parte de una enorme red de familiares, amigos, parejas, colegas... Pero jamás se detenían a pensar un poco en el terrible dolor que ocasionaría la perdida, el vacío en la red que nadie podría llenar de nuevo. Pensar en eso le dio rabia, pero seguía creyendo que Arif Anyelev no era capaz de quitarse la vida, lo sentía en lo profundo de su corazón herido.
—Moon Fighters —Derek habló tiempo después, cuando solo faltaban centímetros para que la tumba fuera sellada—. La memoria de Arif seguirá en nuestros cuerpos, en tanto sigamos vivos, es deber nuestro mantenerla viva para que este buen lobo no caiga en el olvido.
—¡Moon Fighters hasta la muerte! —Corearon.
—Moon Fighters hasta la muerte —Jessie murmuró.
—Logan y Emmy ofrecerán la ceremonia de recuerdo en su guarida por la tarde, espero verlos ahí. —Derek emitió un suspiro triste al ver a los hermanos Meyer colocar la inscripción de concreto sobre la tumba—. Pueden irse, el entierro ha terminado.
Lo siguiente, Jessie lo pasó como si se hubiera convertido en un fantasma, para encarar tan difícil momento la única respuesta que atinó a hacer fue abstraerse de la realidad y dejar que todo a su alrededor fluyera a su propio antojo, realmente no prestó atención cuando sus amigos y familiares se acercaron a ella para darles el pésame que no servía de nada, porque lo irremediable estaba hecho, Arif no volvería de la muerte y ella tenía que lidiar con su corazón partido a la mitad.
—Jessie tienes que comer algo —Eloise suplicó frente a ella, ofreciéndole un tazón lleno de esas galletas dulces que Emmy una vez había traído al clan—. Por favor, come, ni siquiera has desayunado y hueles... ¿Acaso estuviste bebiendo anoche?
¿Cómo explicarle a su madre que su estómago estaba cerrado con llave? Jessie dejó de mirar por la ventana de la cocina para girar y ver los amables ojos grises de Eloise, tan iguales a los de su hija biológica, Sage se parecía mucho a su padre, pero había sacado sus ojos, sin embargo del lobo que puso la mitad de los genes jamás oyeron nada, y Jessie... Bueno, se notaba a leguas que era adoptada. Porque mientras Eloise todavía tenía el negro en su cabellera regada con canas, Jessie tenía su color natural, castaño oscuro, Sage había salido un tono más claro.
Sí, eran una familia disfuncional... Pero se adoraban a pesar de eso.
—No tengo hambre.
—Jessie te he dicho que comas —ordenó en tono autoritario—. Arif se fue pero tú sigues viva, y quiero que lo sigas estando.
Eloise volvió a empujar el tazón, Jessie lo corrió.
—Estoy bien —dijo, se dio vuelta y caminó hacia la sala.
—Jessie... —Eloise se quejó, y luego cambió su atención cuando Sage entraba a la cocina—. Oh, Sage, dile a tu hermana que tiene que comer algo.
La pobre loba sumisa se encontró acorralada, miró a Jessie y luego a Eloise.
—Mamá, no puedes obligarla a comer si ella no quiere.
Siempre estaba de su lado.
—Pero, me preocupa su salud.
—¡Estoy bien, maldita sea! —Exclamó, y luego cruzó la sala a toda prisa para robarse una botella del licor dulce que Arif solía consumir y salir afuera. Ni siquiera reparó en los presentes, ni se detuvo para darse cuenta que había sacado la botella de la repisa en la que estaban todas las ofrendas en memoria del muerto—. Soy un desastre —se quejó, pero no regresó a devolverla.
Afuera, respiró el tibio aire, tuvo una sensación repugnante en su estómago y no sabía si era porque estaba vacío o porque se anticipaba al inminente daño de alcohol que vendría. Usando sus garras destapó la botella, pocos grados de alcohol, pero servía para acallar el dolor de su garganta, necesitaba algo más fuerte, pero la despensa había sido vaciada por orden de Eloise porque ya temía que su hija adoptada se estaba volviendo alcohólica.
Mentiras, y estupideces, y..., y... Estaba llorando de nuevo.
—¡Jessie! —Sage le llamó, pero ella siguió caminando, alejándose hacia el atardecer que le traería oscuridad para enfrentar una noche terrible—. ¡Jessie!
—Quiero estar sola Sage, por favor déjame en paz, ¿puedes?
—No, no puedo... Oh mierda, ¿sacaste eso de la repisa?
Los ojos grises de Sage estaban teñidos por decepción. Sí, Jessie era un completo desastre.
—Arif no va a venir para tomarlo —respondió encogiéndose de hombros, inclinó la botella para darle un largo trago—. Diablos, esto es como jarabe, nada de alcohol, ya veo porqué le gustaba tanto al santurrón.
—Jessie —advirtió Sage.
Ella quiso quitarle la botella, pero le esquivó y continuó caminando, y bebiendo, caminando, sin rumbo, sola y temiendo que llegara la noche para enfrentarse a su cama y tener que cerrar los ojos sabiendo que los recuerdos llegarían para atormentarle.
—Me preocupa tu estado.
—He dicho que estoy bien, ¿por qué nadie respeta mi palabra?
Jessie trastabilló, rechazó la ayuda de Sage para recuperar el equilibrio, podía sola.
—Jessie...
Levantó la mirada, y de la bruma emocional en la que estaba metida algo apareció para susurrarle que en los ojos de su hermana aguardaba un secreto. Sí, Sage era tan transparente como el agua.
—¿Qué ha pasado Sage?
Ella se mordió el labio, la brisa jugó con el largo cabello castaño claro.
—Sage...
—¿Debo decirte? No lo sé, actuarás como una maniática y temo en lo que te conviertas.
Intrigada, Jessie bebió un poco más.
—Dilo, quiero saber.
Sage se plantó firme. Pero ambas sabían que ella no era capaz de enfrentarla, pues Jessie era una Gamma, Sage una omega, tenían naturalezas complementarias, pero difíciles cuando trataban de convencerse una a la otra.
—Dame la botella primero.
—Ni siquiera es alcohol, solo es agua y azúcar y algo que sabe a jarabe y...
—Jessie, dame la botella.
Con un gruñido bajo, terminó por ceder. Sage pareció sentirse más confiada ahora que tenía el líquido en su poder... Como si realmente le estuviera quitando un veneno.
—Estuve revisando el celular de Arif. —Del bolsillo de su chaqueta roja, Sage sacó el delgado objeto gris—. Cindy me dijo que debías saberlo.
—¿Qué cosa?
Sage buscó algo, Jessie se fue acercando, la curiosidad había reactivado sus neuronas.
"Cuida tu espalda, alguien te siguió después de que cruzaste la calle Ellis.
02:45 am"
—Lo sabía —murmuró.
—Tómalo con calma, por favor.
Jessie levantó la mirada.
—Arif no se suicidó.
Sage no estaba tan convencida.
—Ese mensaje no prueba nada.
—No, pero siembra dudas y yo voy a resolverlas.
Dando media vuelta, casi a los saltos, Jessie se encaminó rumbo a la guarida del alfa, aferrándose al celular como si en cualquier momento se le fuera a desaparecer.
—¡Jessie..., espera! ¡No teníamos permiso para revisarlo!
Jessie miró sobre su hombro, y por primera vez en veinticuatro horas, sonrió.
—Le diré que lo he hecho yo.
Apretó el paso dejando a Sage atrás, Jessie era imparable, más si algo se le metía en la cabeza, y ahora creía firmemente que algo se ocultaba detrás de la muerte de Arif, y no pararía hasta saber qué rayos era. Al llegar a la casa donde vivía Derek y Jeanine, se le revolvió el estómago, ¿qué iba a decir?
«Hola alfa, tengo pruebas de que Arif no se quitó la vida y creo que lo mataron» Nop, eso no era creíble.
Armándose de valor, con náuseas a punto de desbordarle, Jessie golpeó la puerta y esperó. Fue Derek el que le atendió.
—¿Jessie? —Derek habló con sorpresa—. ¿Pasa algo? No te ves bien, llamaré a Dash.
—Alto, espera... ¿Puedo pasar? Tengo que hablar contigo.
Intrigado, Derek le abrió del todo. La casa seguía siendo pequeña, pero el nuevo decorado en las paredes le hacía parecer más grande, igualmente inquietante por ser la guarida del alfa.
—¿Y bien? ¿Qué sucede? —El tono disminuyó—. Un momento, ¿Qué haces con el celular de Arif?
Jessie no dejó que su inseguridad se filtrara al exterior, porque estaba frente a un lobo de refinados sentidos y capaz de oler la mentira, no tan habilidoso como Seth, pero aún así era el alfa, y al líder no se le ocultaban cosas. Si Jessie debía mentirle, debía hacerlo bien.
—Le pedí a Cindy que lo desbloqueara.
Los ojos ambarinos del lobo se estrecharon sobre ella.
—¿Para qué? —Cuestionó.
—Curiosidad...
—No me mientas Jessie.
El tono severo le hizo retroceder. Jessie tomó aire, y levantó la mirada.
—Creo firmemente que Arif no se suicidó.
Derek se aplastó la cara con la mano, frustrado.
—Jessie, todos vimos las marcas, yo mismo lo vi colgado en su baño, ¿qué más pruebas quieres? Arif se suicidó. Punto.
—¿No piensas que es muy extraño? —Jessie levantó la voz—. Hablé con él horas antes de que lo hiciera, eran las doce o una de la madrugada, él..., estaba bien.
—Muchas personas dicen estar bien por fuera, pero por dentro... —Derek movió la cabeza, negando suavemente—. La realidad es diferente.
Bufando, Jessie se acercó al lobo, buscó el mensaje en el aparato y se lo mostró. El semblante del alfa cambió, solo un poco.
—No es suficiente un mensaje de un número desconocido.
—Lo sé, pero puedo llegar al fondo de esto.
Derek colocó las manos en su cintura marcando una postura rígida aunque su mirada fuera conciliadora, le veía con preocupación... O tal vez con lástima.
—No, ya no sigas haciéndote ideas.
—Derek —pidió—. Por favor, solo... Déjame hacer esto, por favor.
Derek dio un parpadeo lento, y luego soltó todo el aire que estaba conteniendo.
—De acuerdo, si esto te mantiene cuerda, adelante. —Se detuvo, le miró a los ojos y fue rotundo cuando agregó—. Pero Sawyer irá contigo.
Jessie redondeó los ojos, ¿estaba loco?
—¡¿Qué?! ¡No! —Exclamó.
—Es eso o nada —replicó.
—¿Por qué tienes que meter al gato molesto en este asunto?
—Porque yo lo digo, Sawyer te acompañará en la investigación, es mi última palabra. Es tu elección si sigues bajo esos términos o dejas esa idea y continúas con tu vida.
Jessie tragó duro, pero luego, aceptó, no iba a dar marcha atrás porque sabía bien lo que creía.
—Bien —dijo entre dientes—. Llevaré al gato molesto conmigo.
Ahora tendría que comerse sus palabras para pedirle que aceptara ayudarle... «Eso no será nada bueno»
—Perfecto, todos los recursos del clan están a su disposición.
«Maldita sea»
Al ver su enfado por la decisión, la mirada de Derek se hizo más suave. El lobo se calmó un poco, la suya... Estaba frenética.
—Yo sé que te resistes al hecho de que tu loba lo haya aceptado, y no trato de forzarte a cambiar de opinión, pero Sawyer está dispuesto a ayudarte, solo..., deberías intentarlo, lo necesitas.
Si tan solo fuera tan fácil como dejar de querer a un difunto... Jessie podría darle una oportunidad, pero no era así.
No era así.
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