Capítulo 25


O cuando el pasado vuelve a doler...




Jessie salió al porche, Sage estaba sentada en la hamaca colgante de madera leyendo algo en un delgado anotador digital transparente. Casi arrastrando los pies, ella se sentó a su lado, la loba omega sintió sus emociones bullir lento, dejó el aparato en la pequeña mesa de madera y le extendió los brazos.

Jessie descansó la cabeza sobre el regazo de su hermana, acurrucándose en el espacio, su cuerpo quedó hecho un ovillo, ella recurría a Sage cuando necesitaba algo de calma, siempre la obtenía, pero ahora..., era diferente, nada era capaz de apaciguar el tumulto de sensaciones que no le dejaba en paz.

—Ya pasaron tres días —murmuró con pena—. ¿Debería?

Sage comenzó a peinar con sus dedos el corto cabello castaño de Jessie.

—Tienes que dejarle resolver sus asuntos, el problema en el que se metieron es demasiado complejo.

La respiración de Jessie tembló en su pecho.

—A Camille le tomó unos minutos destrozarlo, confundir su mente con esa maldita grabación..., solo para obtener algo tan básico y..., el daño colateral fue apartarnos.

Sage acomodó un mechón por detrás de su oreja.

—¿Qué fue lo que le hizo?

Jessie quedó en silencio, cerrando los ojos, reprimió la rabia amarga que le inundaba cada vez que recordaba la confesión de Sawyer, esa voz tan abatida, su mirada tan distante, la vergüenza y humillación que podía sentir impregnada en él, y su llanto...

—No puedo decirte.

Los secretos de Sawyer eran valiosos para ella, y lo que sucedió en ese lugar..., ella prefería que quedase entre ellos dos.

—Bien, no tengo idea de cómo fue eso. Pero si ustedes dos han reaccionado así... —Una pausa, Sage empujó un pie en el suelo de madera para poner en movimiento la hamaca—. Si fue tan duro como dices, entonces, debes darle tiempo.

—Tengo miedo.

—¿De qué?

—Sentir cosas... —Respiró, tenía un nudo en la garganta que fue difícil de disolver, últimamente estaba más sensible que nunca y eso le molestaba. Porque Jessie no era así—. Tengo cosas aquí dentro que antes estaban dirigidas a Arif y ahora...

—Te estás enamorando de Sawyer —Sage terminó por ella.

Admitir eso era... Terriblemente contradictorio porque, alrededor de esos sentimientos que le acechaban día y noche, se enredaban otros que gritaban que dejara de tenerlos, de traicionar y..., por primera vez ella sentía que su consciencia ya no era suficiente para acallar lo que su corazón exigía con fuerza.

—¿Por qué?

—Cuando conoces a las personas, descubres que no son como te imaginabas, empiezas a saber cosas sobre ellos, cosas que solo a ti pueden decirte, porque confían. Y entonces ves rasgos que valoras, palabras y gestos que no te imaginabas que podrían tener, ves su forma de moverse, de hablar, de ver el mundo que los rodea, ves su reacción. De pronto cuando ya no están, los extrañas, y tu pecho se aprieta, y tu corazón duele, y empiezas a preocuparte, a esperar el próximo momento para poder verlo, y es ahí..., cuando piensas que la forma en que lo considerabas antes no es la misma que tienes ahora, y que esa forma de ser te gusta, ves todo el panorama y lo aceptas, te aceptan a ti. Ahora ves lo que antes no querías, la atracción se convirtió en afecto, Jessie, ya no puedes seguir huyendo de eso.

Jessie borró las lágrimas que brotaron lentas, las palabras de Sage eran hermosas y demoledoras a la vez, le obligaron a pensar en cada cosa que pasó durante las últimas semanas y..., lo confirmó todo, después de haber rechazado las propuestas de Sawyer durante un año..., bastó con diez días para desbaratar todas sus defensas.

—Sage, Jessie —Eloise llamó desde el umbral de la puerta—. Pongan los platos y cubiertos, el almuerzo estará pronto.

Cuando regresó al clan de la fallida misión de rescate, los ánimos de todos se desplomaron, el alerta que Derek impuso fue un estado de alerta sanitario y cuarentena territorial, ningún lobo podía salir de las tierras del clan, las revisiones médicas se debían hacer todos los días, Dashiell ahora tenía una montaña de trabajo, y ni siquiera el equipo de diez auxiliares médicos daban abasto para todo lo que tenía que hacer. Las madres, cachorros, lobeznos, lobatos y ancianos ahora vivían en aislamiento, acomodados en la base subterránea del clan.

—¿Cómo ha ido el trabajo mamá? —Jessie preguntó.

Se quedó en la entrada de la cocina, viendo a Eloise revolver innecesariamente la comida que hervía en una olla. La alegría de tener a su familia reunida de nuevo pasó demasiado rápido, Eloise estaba preocupada por todo, ¿quién no lo estaría? La enfermedad los amenazaba a todos, pero como madre, ella temía por sus hijas.

—Bien —respondió a medias—. La próxima semana entrará un nuevo lote de hilos.

Eloise cargó la olla, Jessie se apartó y fue a sentarse.

—He estado ahorrando desde hace un tiempo —mencionó, destapó la olla, el vapor se elevó en el aire—. Es suficiente para medio años si...

—Mamá... —Sage le detuvo.

Jessie miró a una y otra, su hermana tenía la mirada fija en su plato mientras Eloise le servía la carne hervida con condimentos y las verduras salteadas.

—¿De qué hablas? —Jessie le preguntó a Eloise—. ¿Piensas en desertar?

—Pienso en llevarlas lejos de todo esto —respondió, su voz apresurada, nerviosa.

Le extendió el plato, aunque no tenía hambre.

—No existe un lugar seguro, la enfermedad fue liberada desde antes de que... —Se detuvo, truncó la dirección de sus palabras antes de caer en la verdad de Arif—. Aquí o allá afuera, el peligro es el mismo, está en todos lados.

—Pero el clan ya no está bien —replicó—. Creo que puede haber una revuelta..., y no las quiero a ustedes dos metidas en eso, no otra vez.

Jessie entendía su miedo. Eloise no la había pasado bien cuando ella decidió poner a todos los instructores en contra de Elliot, y apoyar la revuelta de los lobatos que se negaban a aceptar el regreso de los emparejamientos arreglados. La represión fue dura, Jessie fue expulsada y los demás recluidos en la base, su madre adoptiva había rogado ante Elliot que le permitiera regresar al clan. Pero esto era diferente.

—Mamá, no va a haber ninguna revuelta. Derek está haciendo todo lo posible por acelerar el trabajo de los investigadores, pronto habrá una cura. El cuerpo de líderes mantendrá a todos en calma.

El silencio tenso fue llenado por el sonido de los cubiertos, no había ganas de estar ahí, ni de comer, pero el alimento no se desperdiciaba ni el tiempo de poder estar reunidas. Sage estaba distraída, apenas probaba un bocado antes de pasar una y otra vez el tenedor sobre las verduras que se enfriaban en el plato.

—Pero puede ser una buena oportunidad —continuó Eloise, esperanzada.

—Mamá...

—Descuida Jessie —Sage habló—. La enfermedad es una excusa, ella solo quiere alejarme de Harry.

La dureza con que la loba omega habló fue aterradora, Sage raras veces se enojaba, y en muy pocas ocasiones iba en contra de su madre, su naturaleza se lo impedía, la familia era lo más importante para los omegas. Que su hermana lo hiciera demostraba cuan fuerte era como para resistir los instintos que le enseñaron a abrazar desde cachorra.

—¿Es eso cierto? —Jessie demandó, Eloise evadió su mirada.

—Sí.

—No —replicó Eloise—. Solo quiero que...

—Que encuentre en otro lado a alguien mejor que él, no importa mamá puedes decirlo.

—Sage, ¿qué manera de hablarme es esa?

Ella no respondió, continuó mirando a la nada. Jessie estaba incómoda, había pasado tanto tiempo afuera que olvidó que su hermana tenía sus propios problemas con un bruto leopardo de las nieves. Y no sabía qué hacer, qué decir, cuando ella era un desastre en esos temas.

—Solo quiero que sepas que no existe en el mundo otra persona mejor que él. Y yo no voy a desistir, ni alejarme, porque me necesita aunque no se de cuenta de eso.

Eloise gruño bajo, pero Jessie le tomó del brazo para que no continuara con esto, a ella tampoco le agradaba Harry, pero hasta ahora Sage no presentaba heridas ni cambios de comportamiento, y aunque eso solo demostraba la ausencia de violencia física, no significaba que el leopardo fuera la mejor opción para ella.

No podemos intervenir —le dijo en la frecuencia sub-vocal que solo Eloise podía oír—. Es un reclamo, mamá, debemos estar aquí para apoyarla.

¿Pero qué sucede si...?

A la primera señal, actuaremos... Pero ahora, hay que dejarla, ya es adulta.

De pronto, la loba de Jessie se levantó en su mente, alertandole de una presencia que se acercaba, no esperaba esto, ni el impacto de poder sentirlo a lo lejos, su esencia acercándose lento hasta que el olor de la comida ni siquiera se sentía para ella, el salvaje perfume a manzanilla y piel fría le hizo saber que Sawyer había venido incluso antes de que golpeara la puerta.

—Yo voy.

Sawyer tenía una delgada chaqueta verde desabotonada que iba a juego con los desgastados pantalones vaqueros, una camisa negra de cuello amplio, el cabello castaño humedecido, fresco y esos ojos..., esa mirada..., estaba más relajada que la última vez que lo vio.

La loba quería saltarle encima, pero había espectadores.

—Hola Sawyer.

El leopardo esbozó media sonrisa, lenta.

—Hola Jessie.

—¡Sawyer! —Exclamó Eloise alegre—. Tanto tiempo sin verte muchacho.

El rostro del leopardo se ruborizó un poco.

—Hola señora Smith —Sawyer saludó—. Hola Sage.

—Sawyer.

Bien esto era incómodo.

—Veo que interrumpí tu almuerzo —comentó—. Volveré en otra ocasión.

—No, no... Yo ya terminé.

Casi empujándole hacia afuera, Jessie cerró tras de si antes de que su madre le lanzara la primera pregunta. De todos modos, sabía que ella le escuchaba del otro lado.

—¿Damos un paseo? —Sugirió.

Sawyer se mostró sorprendido.

—Claro.

Lado a lado rodearon la cabaña y se adentraron en el bosque de coníferas. Su loba se hallaba feliz de que estuviera bien, estos últimos días sin verlo fueron una tortura para la mujer que apenas podía controlarla. Y aún cuando lo veía calmo, con su mirada gris abarcando el paisaje, Jessie podía saborear las dudas que no decía, las emociones que se hallaban ocultas con mucho esfuerzo.

—¿Estás bien?

Sawyer bajó la mirada.

—Sí.

Esa breve respuesta, era todo lo contrario. Jessie se sentía impotente por no poder ser de ayuda, el leopardo no se lo permitía, huía cada vez que intentaba hablar... Sawyer se había bloqueado.

—Me alegra verte.

Una sonrisa suave se asomó en su rostro descuidado, se había dejado crecer algo de barba en el mentón. Un cruce de miradas, y entonces, se detuvieron.

—Quise llamarte, pero...

Girando hacia ella, Sawyer acarició su mejilla, era un toque gentil, cálido, pero su mirada decía otra cosa. Estaba oscurecida, y en el distante color gris ella se encontró con el leopardo bajo su piel.

—Siempre me tendrás —murmuró. Este momento, esta forma de hablar... Parecía que las había sentido antes, pero ¿en dónde?—. Siempre. Porque eres mi compañera y no puedo negarte.

Jessie bajó la mirada.

—¿Es algo instintivo?

No lo juzgaría si así lo era, aunque no tuviera la culpa como decía esa maldita grabación, ella comprendería si Sawyer se alejaba de ella, manteniendo esto solo como una forma de calmar al leopardo. Sabía que los reconocimientos podían romperse, de igual forma los vínculos y lazos, pero por alguna razón a ella le dolía pensarlo. Tal vez lo que Sage le había dicho era verdad, se estaba enamorando de Sawyer y olvidando a Arif.

—Va más allá de eso —respondió, no era una evasiva pero tampoco algo certero—. He estado pensando, todo lo que pasamos, lo que vivimos..., todo aquello que nos ha traído a este punto. Ahora es el momento de preguntarnos por el futuro, ¿qué sigue a partir de ahora?

Jessie quería dejar de pensar en un futuro incierto en donde estaba en riesgo todas las personas que eran importantes, ella quería este presente, o tal vez regresar al pasado, donde no tenía estas preocupaciones que no le dejaban dormir por la noche. Jessie quería que dejara de hablar así, de esa forma tan sombría, como si se estuviera despidiendo sin decirlo, había palabras ocultas que no salían de sus labios..., y ella no presionaría para que lo hicieran. Jessie quería que le abrazara fuerte, y así, el tumulto de emociones se iría por fin.

—¿A qué conclusión llegamos?

—¿Qué?

Sawyer elevó su rostro.

—Nuestra investigación... ¿Valió la pena?

Ella tragó duro, perdida en el dolor que expresaba su mirada, como un grito silencioso que solo estaba destinado para ella. Sí, esto lo había visto antes, el último momento en que había visto a Arif, era tan idéntico que parecía que había retrocedido en el tiempo.

—¿Qué pasa Sawyer?

—Responde mi pregunta Jessie, ¿valió la pena?

—Sí. Tenemos una posible solución para la enfermedad y..., sabemos qué pasó con él.

—Arif lo hizo.

Jessie contuvo las lágrimas que borraban su silueta.

—Sí..., se suicidó.

—Además de eso.

Sorprendida, se acercó.

—¿Nadie te dijo por qué le desfiguraron el rostro?

Una imagen cruzó su mente. Cuando ellos volvieron a encontrarse y Arif llevaba un tipo de máscara vertical que ocultaba la mitad de su rostro. Recordó que había sonreído al verla viva, sana, bien, y ella como siempre, había sentido su corazón rebosar de alegría, pero luego eso se detuvo de golpe cuando notó una gota de sangre. Jessie le quitó la mascara, por sonreír, Arif había abierto el desgarro que cruzaba su mejilla en una cruda línea vertical.

La impresión de su párpado cerrado, cocido por los puntos de sutura, fue algo que Jessie jamás olvidaría, sin embargo, lo más impactante de ese encuentro, fue la vergüenza que sintió emanando de él como olas furiosas. Arif sintió vergüenza de su aspecto, y por más que ella le repitiera incansables veces que continuaba siendo hermoso, jamás se recuperó de eso.

—No —murmuró.

—Cuando defendiste a esos lobatos con tu grupo de instructores...

—Perdimos.

—Sí, y ese bastardo de Elliot te expulsó, yo... —Sawyer tragó duro—. Yo pensé que te había lastimado, que estabas en las celdas de la base, y..., no pude controlarlo.

Jessie lo miró. Ahora la fuerza había vuelto a su voz.

—Te enfrentaste a él.

Asintió.

—Y me venció, quebró mis costillas, me perforó un pulmón, y de no ser por Seth tal vez habría desgarrado mi pecho y corazón.

Una lágrima cayó lenta, Sawyer la borró, pasó el dorso de sus dedos por su mejilla.

—Los demás crearon una distracción y Dashiell me llevó a la enfermería, pero Elliot quería matarme, Arif lo detuvo, peleó contra el lobo mientras me sacaban del territorio, abandonándome a la entrada de Woodstone City.

—Elliot... ¿Él lo hizo?

—Sí, desfiguró su rostro en la pelea. —Tomó aire—. Arif..., me salvó la vida.

Jessie terminó de cerrar la distancia, para hundir la mejilla en su pecho y escuchar los latidos de su corazón, Sawyer le estrechó entre sus brazos.

—¿Por qué no me dijiste eso antes?

—Porque no lo sabía, me desmayé antes de llegar a la enfermería. Esta mañana revisé mi correo electrónico y tenía uno de Arif, lo envió días antes de morir, me explicaba eso... Y un par de cosas más.

Sawyer besó su cabello.

—Tienes que revisar el tuyo, tal vez te dejó algo.

Jessie se separó, le tomó de la mano, con la mirada le pidió que le acompañara, porque de estar sola no tendría fuerza suficiente y además..., le necesitaba cerca. Lado a lado, corrieron en dirección hacia su cabaña. Hacía tiempo que no se sentía así, el ejercicio para un cambiante tenía un lugar de suma importancia, quemaba energías, correr con alguien reafirmaba vínculos, Jessie volteó a ver al leopardo, el viento en contra revolvía su cabello que iba aclarándose, el sudor bajaba por su mejilla, el calor teñía su rostro de un tono rosáceo.

De pronto, ella se detuvo, comenzó a caminar, el leopardo de Amur lo hizo más adelante y giró.

—Te cansas rápido —bromeó.

—Todavía no sabes de lo que soy capaz —Jessie sonrió.

—¡Jessie! —Alguien gruñó su nombre—. ¡Jessie!

Volteó, su corazón dio un vuelco cuando vio a Seth aparecer corriendo. Su mirada estaba llena de miedo, Jessie intuyó que algo andaba muy mal.

—Seth, ¿qué pasa?

—Caleb —balbuceó—. Está infectado. —Miró más allá, al leopardo que se mantenía detrás de ella—. Tienes que ayudarme, Eleine se encerró en el baño, debemos sacarla de ahí o le hará daño.

—Espera, espera... ¿Cómo sabes que está infectado?

Seth gruñó bajo.

—Su pelaje es negro —afirmó.


Y eso fue suficiente para hacerle saber que las cosas se pondrían feas.

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