Capítulo 21
O cuando el hogar pierde sentido...
Todo había cambiado. Se sentía absolutamente perdida y no entendía la razón, Jessie estaba en casa... ¿O no?
Mientras iba corriendo por los espesos bosques, comenzó a sentirse observada por cientos de ojos invisibles que ni siquiera estaban allí, pero ella los podía sentir, como si le juzgaran entre los susurros del viento que movía los arboles. Okay, esto era extraño, sobre todo cuando se dio cuenta que estaba perdida en su propio hogar y...
Movimiento. Jessie agudizó la vista, sostuvo la agarradera del maletín con fuerza, ¿por qué rayos se ponía a la defensiva si se suponía que estaba en casa? Entonces notó que aquel que se acercaba a ella no era un lobo del clan, más bien, todo lo contrario.
No estaba en territorio Moon Fighter, sino en territorio Ice Daggers y aquel que tenía en frente era uno de sus vigilantes, precisamente la pareja vincular de la hermana de Logan. Insegura, y maldiciéndose a sí misma por todo el tiempo que perdió corriendo en la dirección equivocada, Jessie tragó la cosa amarga en su boca y bajó la mirada.
—Yulian..., ¿p-podrías ayudarme?
Mierda. Se veía tan frágil y débil y... Necesitaba al condenado gato para que sus emociones no descarrilaran, no a este, sino al otro.
El leopardo de las nieves abandonó las sombras del bosque para acercarse con paso tranquilo, este felino le agradaba, era amable, un poco serio y cuidaba muy bien de Raven. No era un infierno de testosterona y mal humor como sus demás compañeros de clan. Sentándose, enroscó la larga cola de espeso pelaje manchado y comenzó a lamer una de sus patas cual gato doméstico. En otra circunstancia Jessie se habría burlado.
—¿Estoy cerca de mí territorio? —Preguntó—. Creo que me he perdido.
Ahora, Yulian levantó la mirada de inmediato.
—Sí, lo que oíste, no diré nada más, solo..., ¿puedes ser mi guía?
Yulian azotó la cola contra el suelo y volvió a ponerse de pie.
Caminar por un territorio ajeno y cargando con un maletín lleno de sangre no era una brillante idea de paseo, Jessie quería ir a casa, abandonar todo eso, toda esa angustia y preocupación que no le dejaba latir el corazón de forma normal, quería regresar a su cabaña y encontrarse con un ramillete de flores en la puerta o una carta debajo de las macetas de su porche, o una nota en la ventana... Dios, ¿por qué ahora recordaba todas las ofrendas de cortejo que Sawyer le dio? Odiaba este nuevo nivel de sensibilidad, y le echó la culpa a haber perdido a un miembro del equipo.
Sí, porque eso eran, un equipo de investigación, y un lobo no dejaba atrás a ningún compañero.
Cuando estuvieron cerca del arroyo que se desviaba hacia Lake Saint Jerome, Jessie notó las marcas que señalaban la frontera, y se sorprendió cuando Yulian cruzó con ella. Luego recordó que tanto él como Emmy tenían libre paso entre ambas tierras.
—Gracias.
Yulian asintió, luego echó a correr, de seguro iba a ver a Raven.
Ahora, la carencia de su sentido primario le estaba pasando factura, le costó mucho ubicarse y eso le frustraba, le quitaba tiempo y..., ¿qué iba a hacer? Su mente se nubló en un solo instante y ella solo podía dar vueltas en el bosque sintiendo esa presencia que le observaba, invisible, inalcanzable, pero parecía perseguirle.
—¿Jessie?
Giró, figuras aparecieron por todos lados, la loba se agazapó lista para dar lucha pero pronto reconoció a Heath, Lynus y Clara, tres jóvenes lobatos que habían sido sus aprendices antes de que su abandonara sus tareas de instructora cuando su mundo se vino abajo.
—Cielos... —Murmuró Clara, su rostro había palidecido apenas le vio.
—¿Qué? —Reclamó.
Los tres le veían... Como si fuera una loca...
—Hueles...
—A mucho alcohol, demasiado —Heath bajó la mirada.
Jessie no podía distinguir nada, era como si sus sentidos estuvieran dormidos, rebajados a los de un humano, quizá menos...
—¿Estás bien? —Lynus preguntó—. ¿Qué llevas ahí?
—Nada —Jessie retrocedió, alejando el maletín—. Debo...
—Jessie, ¿qué pasa?
—Sí, dinos. Podemos ayudar.
—Deberíamos llamar a Dash.
—No...
Pero los lobatos avanzaron, querían ayudarla a toda costa, y ella no podía culparlos por dar una respuesta instintiva, cuando ella misma les enseñó que la vida de clan representaba estar dispuesto a ayudar siempre.
—E-estoy bien, en s-serio...
—Shock emocional... —Lynus murmuró preocupado—. Heath, llama a Dash.
—No, no, debo...
Algo dolió en el centro del pecho, un aullido le empujó desde el cerebro, la presión era demasiada, todo esto..., no podía con tanto sucediendo..., Jessie se transformó en el acto, su cuerpo se desvaneció cambiando de forma, la loba blanca emergió tambaleante y agresiva, diablos..., ella no quería lastimar a nadie.
Pero Jessie perdía el control lentamente bajo esas miradas de lástima, todo el clan conocía sus rachas, su temperamento, el problema con el alcohol. Todos veían que en realidad, ella no era una Gamma fuerte, sino una mujer que se estaba desmoronando.
Cuando Clara intentó agarrar el maletín, Jessie gruñó.
—Dejenla —ordenó Lynus.
Tomando la agarradera con los dientes, retrocedió, estos lobatos, que antes fueron sus estudiantes, le miraban con total desconcierto y eso le hizo sentir... Pena.
Echó a correr de regreso a casa, ella se retrajo permitiendo que el animal se expandiera con todo el control de sus acciones. La sensación del aire barriendo contra su pelaje fue relajante en cierto modo, más había un pesar que le impedía desprenderse de todo y correr como lo haría un lobo..., eso estaba lejos de poder concretarse.
Por un segundo, Jessie pensó en abandonarse al salvajismo primario. Ella quería desaparecer...
Al llegar rodeó la pequeña cabaña, subió por las escaleras hasta el balcón trasero y de ahí movió una entrada corrediza adaptada para sus funciones en ese pelaje. Estaba en casa..., y a pesar de que debería estar resolviendo esos baches de recuerdos, quería sentirse segura en el lugar en el que había construido tanto... Sin embargo, entrar ahí solo le trajo una amarga sensación de oscuridad.
Jessie dejó el maletín en el suelo, regresó a la forma humana y pronto notó un aroma a manzanilla.
—¿Sawyer?
Del armario sacó una bata negra, cubriéndose, Jessie se dejó guiar por ese olor, recorrió la casa de arriba a abajo..., y no encontró nada, ¿sería que de verdad estaba enloqueciendo?
—¡Odio esto! —Gritó, con un puño hizo temblar una de las paredes. Jessie respiró, tantas emociones juntas desataban cosas malas que solo servían para entorpecer sus deberes. Necesitaba calmarse—. Arif..., si estuvieras vivo ¡yo te ahorcaría ahora mismo!
Este brote de enojo era pasajero, ya lo había afrontado antes, muchas veces, y hasta podía imaginar al lobo riéndose de su molestia. De nada valía enojarse con los muertos.
Un poco más calmada, y con la loba bajo control, Jessie se cambió de ropa, estaba tratando de localizar a Seth cuando escuchó movimiento en la planta baja.
—¿Sage?
Nadie respondió.
—¿Sage?
Apretando un puño, Jessie terminó de escribir el mensaje al rastreador para saber si Reed estaba en casa, luego, bajó por las escaleras hasta la sala. El espacio vacío indicaba ausencia, pero no podía decir lo mismo de esa huella emocional que provenía desde alguna parte. Era nítida, ácida, una fría rabia que le colmaba desde adentro hacia afuera y el gusto que le encontraba era metálico, casi como la sangre, una rabia así no era cosa buena. Jessie buscó al propietario, de nuevo esa molesta sensación de ser observada le sobrevino al pasar a la cocina.
—¿Dónde está?
Jessie pegó un salto cuando esa voz profunda se filtró en el aire.
—¡Mierda! —Exclamó, giró para enfrentarse a Harry—. ¡¿Cómo diablos entraste?! —Se detuvo, frunció el ceño—. ¿Cómo lograste que nadie te detuviera?
Los ojos verdes se hicieron más profundos, brillantes de un poder animal que gritaba peligro.
—Puedo ser una sombra cuando quiero —habló con un tono plano, mientras deslizaba los dedos sobre la isla de mármol que hacía también de mesa—. Ahora responde, ¿dónde está Sawyer?
—¿Yo qué sé? También me pregunto lo mismo, él...
—¡Mientes! —Gruñó—. El miércoles por la noche perdí la localización del neuroestimulador, no aparece por ningún lado, tú tienes que saber en dónde se metió.
Nunca en su vida había sido espectadora de un poder tan fuerte, Harry daba miedo, no ayudaba que Jessie estuviera vulnerable.
—Él..., es que..., no lo sé...
—¡¿Cómo que no lo sabes?! —Masculló, estaba cada vez más furioso y sus pasos se iban acercando—. Se supone que ustedes dos estaban juntos, ¿lo abandonaste?
—¡No!
—¿Lo entregaste a los Cazadores?
—¡No!
—¡Yo sabía que no debía meterse con una loba de clan!
Harry levantó un puño, pero Jessie fue empujada hacia atrás, una furiosa omega detuvo el brazo en el aire, el leopardo trataba de bajarlo, era una riña, un debate de fuerzas. Sage podía ser sumisa, dulce, incluso tierna..., pero sabía bien cómo defender a su familia, y nada en todo el maldito mundo era más fuerte que el instinto protector de una loba omega.
Jessie podía confirmarlo ahora, sobre todo, porque Sage se estaba enfrentando a su propio compañero, ¿qué mejor muestra de poder que esa?
—No te atrevas a levantarle la mano otra vez —dijo entre dientes.
Harry gruñó fuerte, todo su pecho retumbó.
—El pleito no es contigo Sage.
—Lo es si Jessie está implicada. Ahora..., ¿por qué no regresas a la ciudad? Un leopardo como tú no debería andar por aquí sin permiso, y Dios sabe que no me gusta enfrentarme a esos lobos metiches.
Harry pareció calmarse un poco.
—No me iré de aquí sin información —afirmó—. Necesito saber dónde está Sawyer.
Poco a poco, el leopardo de las nieves fue bajando el brazo, y Jessie fue testigo de una mirada que prometía algo más profundo que un simple contacto, pero también estaba llena de una culpa enorme.
—Descuida, tendrás información. Lo prometo. Regresa a la ciudad antes de que te vea alguien.
Harry asintió, luego esa mirada depredadora volvió a cargar contra Jessie.
—Si algo malo le sucede...
—Harry... —Advirtió Sage en medio de un gruñido—. Vete, ya.
Murmurando una maldición entre dientes, Harry se fue, y solo entonces Jessie se dejó caer al suelo.
—Oh cielos Jessie... —Sage corrió a ayudarle—. ¿En qué problema te has metido?
Sage le levantó el rostro. Sus ojos grises eran comprensivos, y luego recordó los del leopardo...
—Perdí a Sawyer.
—¿Qué?
—No recuerdo muy bien. Estábamos..., en el laboratorio..., y encontramos a Camille Anders, y ella tiene un compañero que es idéntico a Arif, y que también es su padre biológico y..., ella está creando nuevos tipos de cambiantes... Y...
—Espera, espera, no estoy entendiendo tus balbuceos, relájate.
Jessie negó.
—No puedo, hay baches en mi memoria que sé que son importantes y me ayudarán a encontrarlo, necesito..., debo hablar con Reed.
Jessie se puso de pie, sus piernas temblaron.
—Tengo que ir a verla, me ayudará con esto.
—¿Por qué mejor no descansas?
—No, tengo que ir...
Trastabilló, Sage fue su soporte.
—Estás al borde de un shock emocional.
—No importa, Sawyer está perdido y yo tengo que encontrarlo.
—¿Qué pasó con la investigación?
Jessie se detuvo a mitad de la cocina, ahora todo eso parecía tan..., insignificante.
—Arif se suicidó —concluyó al fin, y el peso que admitir eso le produjo fue demoledor—. Y creo que ya sé por qué, pero primero... Demonios.
Con prisa subió hasta su habitación y del suelo tomó el maletín, abriéndolo en el camino Jessie lo dejó en la isla de mármol.
—Quédate aquí, llama a Derek y entrégale esto. Él sabrá que hacer.
—¿Qué es?
—Muestras de sangre para una vacuna.
Con el atardecer casi alcanzándole, Jessie se detuvo frente a la puerta de Seth, golpeó con prisa varias veces hasta que alguien se dignó en abrirle.
—¡Jessie! —Exclamó una pequeña voz.
La cachorra humana le sonrió ampliamente mientras sus ojos oscuros se iluminaban. Jessie trató de mostrarse alegre de verla, diablos, de verdad lo estaba, pero esa sensación no era demasiado fuerte como la ansiedad de respuestas que trepaba por su cuerpo.
—Hola Laila, me alegra verte. —Le abrazó.
—A mí también.
—Vengo a ver a Reed, ¿está en casa?
—Sí, pasa.
Layla fue corriendo hacia el estrecho pasillo y se perdió en otro lateral. Todo el ambiente, era cálido, olía a hogar..., Seth había hecho un buen trabajo al adaptar la cabaña. Pronto la niña apareció jalando a Reed.
—Aquí está Jessie.
Reed rió. Pero luego esa sonrisa se borró. Hubiera sido mejor verse en un espejo antes de salir, entonces comprendería por qué todos ponían la misma cara al verla.
—Laila, ¿quieres ir a jugar afuera? Jessie y yo tenemos que hablar.
La niña les miró con cierta desconfianza.
—Sí.
Cuando ella se alejó hacia la puerta trasera, Reed le hizo un gesto a Jessie para que tomara su lugar en el sillón blanco.
—Necesito tu ayuda.
Le resumió todo en un tris tras, resaltando cada detalle importante, Reed era buena escuchando, debía serlo si todavía era psicóloga.
—Vaya, es un enorme problema.
—Sí, por eso quiero que me ayudes a recordar.
Reed analizó en silencio la información, a Jessie le temblaba una mano de la ansiedad que tenía y la paciencia no era una aliada que estuviera presente en ese momento.
—Mira Jessie, no soy neuróloga, no tengo algo concreto con lo que trabajar.
—Pero debes poder hacer algo.
Reed le miró fijo a los ojos, ladeando la cabeza se quedó en un silencio más prolongado.
—Espera aquí, creo que tengo algo.
Jessie se recostó sobre el espaldar del cómodo sillón, mientras veía balancearse las macetas con plantas colgando del techo. Era contradictorio, su mente iba a mil por hora, pero su cuerpo... Era como si se hubiera congelado en el tiempo.
Un sonido de rudas le llamó la atención, al girar la mirada vio a Reed empujar un carro de metal con un par de cajones y puertas en los laterales. Era de esos que se usaban para transportar instrumental quirúrgico.
—Ponte derecha por favor.
Reed sacó una luz láser y la enfocó en sus ojos. Luego con un escáner dirigido a su cuello, apuntó su pulso y presión arterial. Después proyectó una imagen holográfica de muchos espejos, uno adentro del otro.
—¿Cuántos puedes ver? —Preguntó.
—Cinco.
Reed hizo una mueca preocupada.
—Lo normal es que alcances al quince.
—¿Qué me pasa?
Reed subió las mangas de su remera, justo a la mitad de los brazos tenía dos moretones pequeños de color verde.
—Solo es una conjetura..., pero creo que te han inyectado Amodinil.
Jessie abrió los ojos.
—¿Qué cosa es esa?
—Una droga derivada del Amonium, induce el sueño profundo y retarda la memoria a corto plazo, es por eso que le llaman la droga del olvido.
Jessie bajó la mirada, preguntándose por qué querrían drogarla.
—¿Qué día es hoy?
—Viernes.
Había pasado dos días afuera...
—Quieren tiempo... —Murmuró.
—¿Qué?
—Tengo que irme.
—Jessie —Reed se colocó en frente—. Estás bajo mucha presión ahora mismo, y esta droga solo empeora las cosas.
—No puedo Reed...
—Escúchame, lo mejor que puedes hacer ahora para recuperarte es dormir.
—¡Me durmieron por dos días Reed!
—No es lo mismo, solo tu cuerpo durmió, pero tu cerebro continuó activo. En resumen, no has dormido de verdad en cuarenta y ocho horas, estás al borde del colapso.
—Pero...
Reed le empujó suavemente hacia el sillón.
—Sé que estás desesperada por encontrar a Sawyer, pero confía en mi, ¿puedes? Descansa, necesitas estar al cien por ciento de tu capacidad física, psicológica y emocional.
Muy a su pesar..., asintió. Reed le buscó una manta y le arropó como si fuera solo una niña.
—Me ocuparé de informarle a Derek.
Fue lo último que escuchó antes de rendirse por completo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top