Capítulo 13
O el cuarto del trauma...
Jessie entrelazó los dedos dispuesta a bañarse con la calma del leopardo que antes aborreció, necesitaba controlar a la loba que gruñía por repeler una amenaza inminente, de no hacerlo terminaría atacando a la pareja que por ahora los tenía de rehenes.
Ella conocía muy poco del funcionamiento de otros clanes que no fueran los White Claws y los Ice Daggers, había oído de este clan de linces solo por la historia que conectaba al alfa de los pumas con la destrucción del Cubo de Kreiger varios años atrás.
Menos sabía de cómo eran los linces en el plano social, y no estaba segura si quería descubrirlo pronto. Todo lo que quería ahora era continuar con la búsqueda, aunque no sabía donde rayos estaba.
—Tomen asiento —ordenó Hazel.
Ambos se separaron para ubicarse en el sillón blanco de tres cuerpos, alrededor había muchos cojines negros en el suelo, la sala de estar no tenía nada más que eso, al frente la vista del bosque se abría por los grandes ventanales que dejaban entrar mucha luz. La sala estaba conectada en un mismo espacio abierto con la cocina y el comedor ambos con más ventanas grandes, una escalera en caracol llevaba al segundo piso.
El sitio parecía cómodo, lo necesario para una pareja.
El enorme gato gris rodeó a Hazel con su cuerpo y ella, lejos de mostrarse incómoda ante el exceso de protección, volvió a acariciar el pelaje de la barbilla. Estas incesantes muestras de afecto mutuo le estaban provocando una desagradable muestra de repulsión y anhelo, tal era la contradicción en su corazón que sentía como si el pecho se le apretara. Porque ver a una pareja tratarse así era..., tierno, y la ternura para ella significaba que pronto vendría la envidia. ¿A quién quería engañar? Jessie podía burlarse del amor y decir que no lo necesitaba en su vida, pero casa vez que veía una pareja vinculada se le saltaban los cables y volvía a desear lo que nunca tuvo, lo que nunca tendría..., porque ella quería compartir, eso que Hazel tenía con el leopardo de las nieves, con Arif, y el lobo jamás se lo daría.
Jessie sentía su alma vacía y el llamado de la loba resonando en su mente, Sawyer se movió más cerca y pudo sentir al leopardo bajo la piel, como respondiendo ese llamado, diciéndole que estaba ahí para ella.
—Ve a cambiarte y regresa —Hazel le dijo a Conrad—. Yo vigilo.
El leopardo dio un ronco maullido y se fue hacia las escaleras.
—Bien..., vamos a hablar. —Hazel se sentó en uno de los cojines en el suelo, rodeó las rodillas con los brazos dejando el arma a la vista—. ¿Cómo terminaron en los islotes?
Ambos compartieron una mirada, se les hacía difícil explicar algo que desde un punto de vista parecía una completa locura, porque... ¿Quién creería que la investigación genética, a tres siglos de haberse prohibido en humanos, seguía activa en la actualidad? ¿Quién iba a creerles sobre aquellas criaturas cambiantes que los quisieron matar la noche anterior? Sonaba loco, pero ella creía en eso, alguien estaba amasando algo malo y ella quería descubrir exactamente qué. Aunque para eso necesitaba ayuda, y salir de ahí..., no, primero necesitaba un celular para llamar a casa y decirle a su madre y a Sage que ella estaba bien.
Fue en ese momento que se encontró con el desconocimiento del día y la fecha en la que se encontraban, ¿cuánto tiempo había pasado desde que cayeron en la trampa hasta que despertaron?
—Estabamos de viaje —Sawyer habló—. Nuestro destino era Thompson Falls.
—Ah..., ya veo..., y por alguna clase de magia terminaron del otro lado de las montañas. —El tono irónico de Hazel comenzó a irritarle—. Si no me fallan los cálculos..., Thompson Falls está a más de cien kilómetros de Kalispell, ¿cómo es que se desviaron tanto?
—Emm...
Un sonido deslizante evitó la respuesta nerviosa de Jessie, al mirar atrás vio las puertas corredizas del comedor/cocina moverse, un muy delgado hombre ingresó, con la mano saludó a Hazel y caminó hacia la sala con un andar lento. Parecía enfermo por la palidez de su piel y las bolsas ligeramente oscuras debajo de sus ojos azules. Tenía un inusual tono de pelo naranja brillante.
—Vine tan pronto como leí ese mensaje.
—Hola zanahoria ¿cómo estás?
Aquel hombre se detuvo, con las manos en las caderas miró a la mujer con cierta resignación en su mirada.
—Sobreviviendo —masculló, luego volteó a verlos—. ¿Quiénes son ellos?
—Los intrusos que Conrad encontró en los islotes.
—No somos intrusos —Jessie agregó.
—¿Ah no? ¿Entonces por qué no pueden explicar cómo llegaron aquí?
—Porque no lo sabemos —replicó Sawyer elevando el tono de voz, detrás se oyó un bufido de advertencia, Conrad bajó por las escaleras y fue a sentarse junto a Hazel—. Caímos en una trampa de cazadores.
Ahora, la atención de estas personas cambió un poco, la aparente desconfianza fue teñida por curiosidad.
—¿Qué clase de trampa? —Cuestionó el delgado hombre.
—Crazy Green.
Hubo un silencio momentáneo, y Jessie confirmó que cada tipo de cambiante felino conocía esa droga... «Pero por supuesto, tienen que conocerla para evitar caer en ella»
—¿En qué sector?
—Pasando el condado de Burke.
El tipo se rascó la cabeza.
—Oh, ya veo, si no hay cambiantes cerca los humanos no se preocupan por limpiar los asentamientos de esos malditos criminales.
Hazel suspiró.
—Algo no concuerda, si cayeron en una trampa de cazadores, ¿por qué siguen libres?
—Ellos buscan cambiantes que posean rasgos únicos, una loba y un latente no sirven para sus negocios de venta —dijo Sawyer.
Jessie quiso acotar que él no era un latente, pero se detuvo cuando recordó que ella nunca lo había visto transformado, ¿sería cierto?
—¿Cómo terminaron en los islotes sin alertar a las patrullas? —Conrad preguntó.
—Debió ser a través de un medio de transporte muy silencioso. —El hombre delgado dejó de ver al suelo, miró a Jessie y luego sus ojos cayeron sobre el dije—. Oh, eres Moon Fighter —dijo asombrado—. Mis disculpas. —Hizo una corta reverencia amable y luego se dirigió a Hazel—. Guarda el arma, no son peligrosos.
La mujer redondeó los ojos y le miró con algo de culpa.
—Oh... De acuerdo, si tú lo dices..., lo siento.
Hazel se levantó. Se aclaró la voz.
—Dejenme ver... —prosiguió pensativa—. De todos los posibles medios de transporte solo hay uno que puede pasar inadvertido por nuestros sentidos.
—¿Los drones de búsqueda y rescate? —Conrad agregó.
Los ojos oscuros de Hazel se iluminaron... «Vaya sincronización»
—Exacto.
—Pero ese equipo lo tiene únicamente los centros de salud, emergencias y hospitales. —El hombre de ojos azules sacudió la cabeza—. No son fáciles de obtener.
—Es la única forma posible de dejar dos cuerpos inconscientes en los islotes.
—Comprendo, la pregunta es... ¿Por qué? —Cuestionó el hombre delgado
—Hay que ponerlo de este modo —Conrad agregó mirando de reojo a Sawyer—. ¿A quién cabrearon?
Sawyer se sorprendió por el borde acusatorio en esa pregunta, su cuerpo se tensó a la defensiva.
—Oye...
—No me tragaré el cuento de los turistas inocentes —replicó—. Conocemos bien la metodología que utilizan los cazadores de cambiantes, ellos no desperdician nada. Así que, la única opción que tienen aquí es decir la verdad de una vez por todas.
Un siseo bajo salió del delgado hombre que miraba ceñudo a Conrad.
—Cuidado con el tono que usas —amenazó—. No te olvides que yo sigo como líder aquí.
Oh vaya, así que ese flacucho debía ser el alfa de los linces..., no parecía estar en la línea de las expectativas. Los líderes de clanes eran grandes y fuertes, este..., se veía agonizante. Pero tenía una mirada feroz y determinada que se cruzó con aquella fantasmal del pelirrojo que ni siquiera se inmutó por el evidente desafío.
—Aceptaste nuestra unión —dijo en tono bajo—. Permitiste que me quedara aquí, esta es mi guarida, Hazel mi mujer, y si estos dos atraen una amenaza mayor no quiero que ella corra peligro.
Oh eso era tierno, y demoledor... Jessie debía aclarar las cosas aunque tuviera que exponer asuntos delicados.
—De acuerdo, les diré todo, pero necesito confidencialidad.
Tras diez minutos de explicación exhaustiva de cada punto importante en la investigación, los ánimos lejos de aplacarse, se reafirmaron con una tensión envolvente. El rostro del alfa estaba serio y pensativo mientras analizaba la situación, Hazel había ocultado el arma, caminó un par de vueltas por la sala hasta regresar poco después al lado de su pareja para calmarlo.
Oh bien, la rudeza excesiva de Conrad junto a ese mal genio no le parecía una buena combinación, el tipo no le caía muy bien.
—Entonces, los abandonaron aquí a propósito o no sabían que estaban en nuestras tierras —razonó el alfa—. Ninguna de las dos conclusiones nos favorece. —Enderezando su postura, entrelazó las manos por detrás de la espalda y les dio una mirada solemne—. Tendrán que quedarse aquí hasta que resuelva una solución apropiada para ambas partes.
—Rayos... —masculló—. No podemos darnos el lujo de perder tiempo.
—No tienen otra opción —agregó Hazel—. Y en todo caso, si sus sospechas son ciertas, para ellos ustedes ya están muertos, eso puede ser de ayuda. Además, no creo que ese supuesto laboratorio ultra secreto se mude de un lugar a otro con facilidad, ¿no?
Ese era un buen punto.
—Tiene razón —dijo Sawyer, él giró hacia ella—. Debemos esperar un poco, reunir fuerzas.
Ella no quería nada de eso, pero al final..., no era el peor plan del mundo.
—De acuerdo.
—Perfecto —habló el alfa lince—. Hazel, encárgate de darles agua, comida y un lugar cómodo.
—Como si fuéramos mascotas... —masculló en tono bajo.
No lo suficiente como para ser inadvertido.
—Por supuesto que no —el alfa sonrió sus ojos azules parecieron más hundidos—. Son invitados, y la hospitalidad Thunder Claw es un símbolo de nuestro prestigio. Hazel, ya sabes que hacer, Conrad... Trata de no comerte al grandote.
Sawyer y Conrad se miraron un segundo, y luego el alfa lince se fue por otra ventana corrediza, al parecer todas eran así.
—Bien... ¿Quieren algo de comer o ducharse?
—Comer.
—Una ducha.
Hazel rió.
—¿Ustedes dos son pareja?
—Sí.
—No.
Jessie gruñó bajo.
—Que encantadora pareja —murmuró Conrad al ponerse de pie—. Hazel, lleva a Jessie arriba, yo prepararé algo comestible para este gato.
Jessie detuvo la réplica de Sawyer al tocarle suavemente el brazo, luego buscó con la mirada a la mujer quien parecía esperar su movimiento. Con un gesto, Hazel caminó hacia las escaleras, Jessie le susurró un "Compórtate" que hizo a Sawyer sonreír.
Las escaleras le llevaron al segundo piso de la casa, precisamente a una habitación con una cama baja desordenada, un gran armario frente a ella, detrás de la cama había dos ventanales grandes y a la derecha otros dos, la altura dejaba una vista interesante.
—Quédate aquí mientras busco toallas secas.
—¿Por qué nos ayudas? —Preguntó mientras le veía revisar en uno de los cajones del gran armario—. En mi clan lo primero que hacemos al hallar intrusos es expulsarlos.
Hazel rió bajo.
—Mi padre creía que si se ayudaba a los demás, aunque fuera una cosa insignificante, atraeríamos enormes recompensas en el futuro.
Jessie no pudo evitar mirarle con incredulidad, arqueó una ceja. La bondad extrema era peligrosa, ¿qué hubiera pasado si en vez de ellos, Conrad hubiera traído un par de asesinos en serie?
—¿Ayudan a cualquiera así nada más?
Hazel sacó unas toallas celestes.
—No, solo a quien de verdad lo requiera, no somos idiotas.
—Ajá, sí, ¿y cómo se dan cuenta de eso?
La mujer giró hacia ella.
—Llámalo sexto sentido, no lo entenderías.
—Ah...
—Ten, hay agua caliente, cualquier cosa que necesites solo... Aulla, ¿de acuerdo? —Jessie asintió—. Trevor se contactará con tu alfa para ponerlo al tanto de la situación.
—Bien, gracias. —Cuando Hazel bajó los primeros escalones, Jessie recordó algo importante—. Oye, Hazel, ¿podrías prestarme un celular? Quiero llamar a mi familia.
Ella dudó un momento, pero luego asintió, volvió a subir y tomó uno de los celulares en la mesa de noche junto a la cama, lo desbloqueó y se lo entregó.
—Gracias.
—No más de cinco minutos, ¿de acuerdo?
—Sí.
Al estar sola, Jessie intentó recordar el número de Sage, o de Seth, cualquier miembro de su clan, resultó que el de su hermana era más sencillo, se apresuró a hacer la llamada.
—¿Hola?
—Sage, soy yo... Jessie.
—Oh gracias al cielo... ¡Mamá! ¡Jessie está bien!
El estridente grito le hizo encogerse.
—Oh Jessie estábamos tan preocupadas, ¿en dónde te has metido mujer?
—Oye, todo esto es muy..., complicado, pero estoy bien, solo llamaba para que lo sepan.
—Ah no hermana, me dirás todo, no creas que si desapareces por dos días enteros no voy a preocuparme por ti.
Jessie alejó el aparato para poder ver la fecha, once de marzo, habían estado dos días inconscientes...
—Mira solo puedo decirte que estoy en Kalispell, territorio Thunder Claw, estoy bien, Sawyer está conmigo, no hay nada de que preocuparse, ¿de acuerdo? Solo es eso, debo irme.
—Jessie no...
—Le diré a Derek que les diga todo, lo prometo, adiós... Dile a mamá que la quiero, y te quiero a ti también.
—¡Jessie!
Cortó. Por alguna razón se llevó el aparato al pecho, como si eso le acercara más a su hermana, al percatarse de que se encontraba en casa ajena, Jessie devolvió el celular a su lugar y se acercó a la mampara vidriada que separaba la habitación del baño, era estrecho y largo, cálido. Dejó las toallas sobre el lavabo, se miró al espejo unos segundos y luego sintió su pecho contraerse al recordar que Arif había muerto en un lugar como ese.
Colgado. Ahorcado. Las imágenes llovieron y Jessie se tapó los oídos, cubriéndose la cabeza tragó un grito angustiado y retrocedió, tenía el pánico estremeciéndole hasta los huesos. La pared de madera le detuvo, Jessie abrió los ojos, en el espejo vio a Arif sus y se llenaron de lágrimas.
Se tapó la boca para suprimir el sollozo seco, lentamente cayó al suelo con el pecho agitado por los temblores y el miedo, jamás algo tan común como un baño le había ocasionado tal respuesta, pero el golpe había sido demasiado duro, el trauma tan real que no podía evitar imaginarlo ahí, jamás se le quitaría de la mente. ¿Sucedería esto siempre?
«Eres fuerte, eres fuerte, eres fuerte» al repetirse eso, lo hizo con la voz de Arif, como aquella vez que se asustó en medio de una tormenta y él estaba ahí para ayudarle a superarlo, tenían apenas doce en ese momento, pero fue..., un ancla, porque las tormentas le hacían sentir diminuta e indefensa. «Eres fuerte» Jessie abrió los ojos, al levantarse en el espejo solo era ella.
El agua caliente no bastó para sofocar los temblores de su cuerpo, no entendía muy bien este miedo, era solo un cuarto común y corriente, como en todas las casas y guaridas, ¿por qué ahora sentía como si le faltara el aire y dolía hasta pensar? No se sentía así cuando...
Rayos, Derek tenía razón. El gato molesto realmente le ayudaba, Jessie se mordió el labio mientras se secaba el cabello, era difícil para su orgullo aceptar que cuando estaba con Sawyer esta horrible sensación de pérdida se atenuaba solo un poco, pero cuando estaba sola volvía..., y cómo volvía...
—Arif... —Rodó ese nombre en sus labios, observó su reflejo unos segundos—. Ayúdame a superar esto...
Borrando las lágrimas que cayeron junto a los recuerdos, Jessie respiró profundo y tras haber sacudido su ropa se vistió. Dejó las toallas en los ganchos de la pared, se detuvo en la puerta, un nuevo temblor sacudió su cuerpo y ella cerró los ojos. Sawyer estuvo ahí, en su mente al borde de enloquecer.
«Eres fuerte»
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