Especial Pasado de Amalia
Pov. Narrador omnisciente
Una tarde de octubre, en el hospital de una ciudad, una mujer dió a luz a una pequeña bebé, ese momento, el cual para la mayoría de padres es el momento más hermoso de sus vidas, para estos padres, era una molestia, ellos no querían a la pequeña criatura que acababa de nacer.
El nacimiento de la niña no fue celebrado, solo los abuelos por parte materna se alegraban del pequeño milagro, tal era el asco y el repudio de los padres de la pequeña, que fueron sus abuelos quienes eligieron un nombre para ella y la llevaron a bautizar, así es como la recién nacida obtuvo su nombre, Amalia.
Los padres de Amalia nunca se preocuparon de ella, ellos nunca la quisieron, fue un accidente que no pudieron eliminar porque ya habían pasado 3 meses de gestación, por lo que el aborto no era permitido, y aunque la mujer se dejó caer por las escaleras más de una vez durante el embarazo para poder perderla, la niña salió adelante.
Sin embargo, los abuelos de Amalia sí la querían, la veían como un regalo, no como un error, y les causaba gran dolor que su hija la viera así, pero no podían hacer nada. Además, la pequeña solo tenía esa familia, ambos padres eran hijos únicos, su abuelo por parte paterna no se sabía dónde estaba, o si aún estaba vivo, y su abuela paterna murió hacia años, por lo que Amalia solo tenía a sus abuelos para darla cariño.
A pesar del total abandono de sus padres, Amalia creció felizmente con sus adorados abuelos, iba al colegio como cualquier niña normal, y aunque era muy tímida y poco sociable, tenía un amigo de su edad, Max, un licántropo aunque ella no lo supiera, y su mejor y único amigo.
Pero llegó un día en que el niño tuvo que decir adiós a su amiga, el padre del niño tenía que irse del pueblo a una ciudad si quería conservar el trabajo, por lo que los dos pequeños amigos tuvieron que despedirse, lo cual puso muy triste a Amalia, era su único amigo, y dudaba que pudiera hacer otro, por lo que su partida significaba que ella estaría sola.
Sus abuelos se dieron cuenta de la tristeza de su querida nieta, por lo que planearon una pequeña escapada, su idea era llevar a Amalia a la ciudad, la cual no había estado desde su nacimiento, y así de paso que volviera a ver a su amigo Max; la escapada no duraría mucho, ya que ese mismo lunes la pequeña tenía que ir al colegio, por lo que sería salir el viernes, y volver el domingo.
Amalia estaba emocionada, sus abuelos no le habían dicho hacia dónde irían, pero sabía que si lo habían planeado sus abuelos, sería un fin de semana que jamás olvidaría. Y ciertamente fue así, pero no como a la pequeña le hubiera gustado, pues de camino a la ciudad, un conductor fumando arruinó los planes.
Por estar más atento al tabaco que a la carretera, el conductor no se dió cuenta que se estaba metiendo en el carril contrario hasta que en una curva, ambos coches chocaron. La colisión fue grande, pues aunque los abuelos de Amalia iban a una velocidad moderada, el conductor contrario casi iba a los 130 Km/h, una imprudencia, además de que en esa década los coches no estaban diseñados para resistir grandes impactos.
El choque provocó que ambos coches quedaran destrozados, el irresponsable conductor, que ni siquiera llevaba puesto el cinturón, pues al ser un alto ejecutivo con mucho dinero se creía el rey del mundo, salió disparado, atravesando el cristal y quedando espachurrado contra el suelo, aún con el cigarrillo en la boca.
Por culpa de la colisión, el cristal delantero quedó destrozado, y provocó una lluvia de cristales que fueron contra los pobres abuelos de la niña, haciendo que estos murieran desangrados a los pocos minutos del accidente.
Cuando un coche ocupado por una joven pareja pasó por ese lugar y vio el accidente, horrorizados ante aquella escena, llamaron rápidamente a los servicios de emergencia, los cuales en pocos minutos estuvieron en el lugar, una ambulancia, un coche policía y un camión de bomberos.
Los policías al ver la escena no les costó mucho intuir lo que había pasado, lo cual consideraban una pena. Los paramédicos fueron primero al hombre que se encontraba en el suelo, pero al ver su estado, no necesitaron más para saber que estaba muerto, y lo mismo pasó con los ancianos, solo que a estos sí les tomaron el pulso para estar seguros.
Ninguno de los presentes se dió cuenta de la pequeña que se encontraba en la parte de atrás del coche, ella en el momento del accidente, estaba leyendo un libro, el cual se le cayó en la curva y se agachó para cogerlo, por lo que cuando tuvieron el accidente, se golpeó la cabeza contra el asiento de delante, perdiendo el conocimiento, pero sin sufrir ningún otro daño.
Cuando los bomberos miraron en la parte de atrás de cada coche, no se percataron de Amalia, pues el interior del coche era negro, y ella vestía de ese mismo color, y su pelo era azabache, por lo que de mano no la pudieron ver, y menos en la posición en la que estaba.
No fue hasta que los bomberos al querer sacar a la mujer y movieron el asiento para atrás, la pequeña soltó un quejido aún inconsciente. Los bomberos al darse cuenta de la pequeña, la sacaron rápidamente y los paramédicos la revisaron en la ambulancia, parecía un milagro, a pesar del accidente que habían sufrido, la niña no tenía ni un rasguño, solo un leve chinchón en la cabeza que desaparecería en un par de días.
Cuando la ambulancia llegó al hospital, la pequeña Amalia ya estaba recuperando el conocimiento, por lo que pudo salir del vehículo sin ayuda de nadie. Pronto la policía fue a hablar con ella, y la inocente niña preguntó por sus abuelos, a lo cual los policías le tuvieron que dar la mala noticia.
Amalia lloró y gritó desecha, las únicas personas que realmente la querían estaban muertas, los policías sentían pena por la pobre niña, tener que vivir algo tan trágico tan pequeña, pero siguiendo el protocolo, le preguntaron por sus padres, a lo cual les dijo que no sabía su número, pero sí la dirección.
Los policías llevaron a casa a Amalia, y contaron sobre el accidente a sus padres, ni siquiera la madre mostró tristeza por la muerte de sus padres, lo cual molestó a Amalia, y llevada por la tristeza y la rabia, salió corriendo de la casa y se adentró al bosque que la rodeaba, donde corrió y lloró hasta que se hizo de noche y tuvo que volver.
A partir de ahí su vida se convirtió en un infierno, sus padres no se preocuparon de ella en ningún momento, ella sola tenía que buscarse la vida para poder comer o vestirse, y cuando se leyó el testamento de sus abuelos un par de semanas después, los padres de la pequeña la cogieron odio al ser la única heredera de los fallecidos, además de que ellos en el testamento dejaron muy claro que los padres de la niña no podían tocar ni una peseta de la herencia de su nieta.
Los años fueron pasando, Amalia creció como una chica fuerte, dulce, pero reservada, no tenía amigos, se la pasaba siempre aislada y leyendo. Sus padres la ignoraban la mayoría del tiempo, salvo cuando se emborrachaban o drogaban y se volvían violentos, cuando eso pasaba, Amalia se encerraba en su cuarto para no tener que aguantar los gritos y los golpes que querían darle.
En cuanto Amalia cumplió los 18 años, ese mismo día la echaron de casa, alegando que ya era mayor de edad, ella ya sabía que eso pasaría, por lo que los días anteriores preparó sus maletas para así irse sin ningún escándalo de esa casa, la cual en ningún momento sintió que era su hogar, pues para ella siempre lo sería la casa de sus abuelos.
Amalia llevaba trabando desde los 14 años, desde ayudar a la gente mayor con las compras o el aseamiento de sus casas, hasta ser camarera, aunque eso último era más reciente, pues su aspecto que la hacía parecer más joven de lo que era, le complicaba algunas cosas, ya que los bares no aceptaban mujeres de menos de 16 años para trabajar de camarera.
Fue en uno de sus trabajos como camarera cuando conoció a Mazikeen, al principio no hablaron, solo un saludo cordial y lo mismo en la despedida, pero después de coincidir un par de veces, decidieron hablar y se hicieron amigas rápidamente, ya que ambas compartían bastantes gustos en común, y ambas estaban solas.
Amalia en ese entonces vivía en un pequeño piso rentado, los ahorros que tenía cuando se fue de casa no le permitieron poder pagar nada mejor, hasta que Mazikeen le propuso vivir juntas, y aunque la idea le gustaba, le dijo que tal vez más adelante, aún no la conocía mucho, y primero quería saber cómo era Mazikeen antes de vivir con ella.
Pasaron las semanas y su amistad se hizo más fuerte, Amalia estaba decidida a vivir con Mazikeen en cuanto se acabara el mes, tenía pensado decírselo al día siguiente, ya que ese día lo tenía libre y no sabía dónde podría estar Mazikeen, en esa época no existían los teléfonos móviles, si tenías dinero, lo que tenías era un teléfono-ladrillo, poco práctico y muy pesado, y para personas como Amalia y Mazikeen que vivían al día, no podían permitírselo.
Más de una vez Amalia se planteó usar el dinero que le habían dejado sus abuelos, pero se decidía por no usarlo, quería reservarlo para cuando realmente lo necesitara, bien sabía que el dinero corrompe a las personas, y no quería que eso le ocurriera a ella, nunca le había importado el dinero, solo necesitaba lo justo para vivir decentemente, y no quería que eso cambiara.
Paseando cerca del bosque pensó en su pasado, ella había dejado el pueblo donde creció y se fue a otro más cerca de la ciudad, pero en sentido contrario. Estaba tan centrada en sus propios recuerdos, que se asustó al ver salir del bosque a Mazikeen considerablemente herida.
Amalia le dijo de ir al hospital, pero Mazikeen no cedía, ella sabía que ir al hospital siendo ella demonio traería muchos problemas, y sin apenas darse cuenta, mordió a la joven y bebió de su sangre, haciendo que ella se recuperara y sus heridas sanasen en cuestión de segundos.
Amalia tuvo miedo, y más cuando Mazikeen le explicó qué era, por lo que se fue a casa y allí se encerró por un par de días, no salió ni para ir a trabajar, aunque eso no influyó mucho, ya que Mazikeen se encargó de cubrir a su amiga, pues aunque le dolía su reacción, lo comprendía, y tenía la esperanza de que se diera cuenta que ella no era mala y volvieran a estar como antes.
Y así fue, Amalia entró en razón y su amistad siguió, incluso más fuerte que antes, además de que empezaron a vivir juntas. El tiempo fue pasando, y antes de que quisieran darse cuenta, Amalia ya tenía 25 años, aunque aparentaba menos, y eso fue un golpe de realidad para Mazikeen, pues aunque poco se notase, tarde o temprano perdería a su amiga por el efecto del tiempo.
Entonces se le ocurrió convertirla, pero a Amalia no le hacía mucha gracia, le encantaba la comida y no era muy fan de la idea de ser inmortal, más con el tiempo cedió ante los deseos de su amiga, y se convirtió en una híbrida mitad humana, mitad demonio.
El tiempo siguió pasando, y ellas eran muy felices a pesar de las dificultades que pasaban, hasta que un día irrumpieron en la cabaña y se las llevaron a la fuerza, pues los demonios que se las llevaron, no sabían quién era la legítima reina, pues en ese entonces Amalia olía a demonio al no ocultar su parte demonio y vivir con una.
Los guerreros demonios llevaron a las chicas ante el consejo, donde fácilmente reconocieron a Mazikeen por su gran parecido con su madre, a la cual habían ejecutado hacia unos años, por lo que rápidamente le explicaron a Mazikeen su origen, y la función que tenía que llevar a cabo desde ese momento, es decir, ser la reina.
Al principio todo marchaba bien entre ambas chicas, a pesar de sus deberes como nueva reina, Mazikeen pasaba un considerable tiempo con Amalia, pero poco a poco eso fue cambiando, y Amalia cada vez se sentía más sola, intentó hablar con ella, pero Mazikeen la ignoraba intencionadamente, y poco después hasta la insultaba.
Amalia con el tiempo se cansó y plantó cara a Mazikeen, la cual la repudió como hermana y la desterró del reino, no quería volver a verla, esas habían sido sus palabras, y Amalia con el corazón dolido, pero aún con dignidad, se fue de allí sin mirar atrás, pues sabía que Mazikeen necesitaba tiempo para recapacitar.
Pensó que volver a la civilización sería fácil, pero al poco de entrar en el bosque, se dió cuenta que no sería así, cuando las trajeron estuvieron inconscientes gran parte del camino, por lo que no sabía hacia dónde ir, lo cual ocasionó que estuviera perdida por casi dos semanas, en las cuales su alimentación consistía básicamente en sangre de los animales que encontraba, y en alguna que otra fruta, aunque de éstas no encontró muchas.
Cuando por fin consiguió salir del bosque, pidió indicaciones y consiguió volver al pueblo donde trabajaba con Mazikeen, y de ahí fue a la cabaña. No tenía ánimos para nada, y debido a su desaparición, ambas habían perdido el trabajo, aunque estaba claro que eso a Mazikeen no la influía en nada, pero a Amalia sí.
Por 5 años la esperó, solo salía de la cabaña para ir a alimentarse de la sangre de algún animal, o para recoger fruta de algunos árboles frutales que había encontrado cerca de la cabaña, pero Mazikeen nunca apareció por ahí, por lo que, resignada, Amalia se fue de esa cabaña con la idea de empezar una nueva vida.
Con todo el dinero que le habían dejado sus abuelos, más el que consiguió vendiendo la casa donde ellos vivían, acto que le rompió el corazón, pues ese había sido su único hogar en toda su vida, Amalia partió hacia una pequeña ciudad algo alejada del pueblo, donde empezó otra vida bajo otro apellido, pues no quería renunciar a su nombre, el cual le habían puesto sus abuelos, su nombre y las lecciones que le dieron era lo único que le quedaba de ellos.
En ese tiempo la documentación era más precaria, y prácticamente no se utilizaba, por lo que pudo crear una vida falsa sin mayor dificultad, y aunque su nueva vida trabajando en una tienda de segunda mano le iba bastante bien, de vez en cuando volvía a la cabaña que una vez pensó que sería su hogar junto con Mazikeen.
Los años pasaron, y Amalia no mostró ningún cambio físico, por lo que se vio obligada a mudarse y crear una nueva identidad si quería seguir pasando desapercibida, y lo tuvo que hacer otra vez más por el mismo motivo, solo que esta última le costó más, ya que la documentación empezaba a ser algo obligatorio, y para conseguirlo tuve que sobornar a un par de personas, algo que no le agradaba, pero que tenía que hacer.
Así empezó una nueva vida por tercera vez, en esta ocasión como fotógrafa en una tienda, pues había descubierto recientemente que le gustaba la fotografía, y era alguno sencillo y que se le daba bien, por lo que no le costó conseguir trabajo en la tienda de una agradable mujer llamada Constanza, y con la misma consiguió un departamento donde vivir.
A pesar de todo lo vivido, de todo el dolor que le causaba el comportamiento que tuvo Mazikeen con ella, siguió yendo de vez en cuando a la cabaña para recordar viejos y buenos tiempos, y de paso que estaba ahí, alimentaba como era debido su parte demonio, la cual ocultaba desde el momento que fue echada del reino de los demonios.
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Al final este especial me ha ocupado el doble que un capítulo normal, y eso que no he querido entrar en detalle sobre lo que vivió con Mazikeen, ya que eso lo quiero poner en el especial sobre la historia de Mazikeen.
El siguiente especial que voy a escribir es el de la historia de Mazikeen, y no sé cuánto me ocupará; tampoco sé cuál será el siguiente especial después de ese, lo veré según vaya comentando la gente sobre los especiales que quieren, pero con los comentarios que hay actualmente, puedo asegurar que haré todos los especiales.
Con un poco de suerte mañana publico el siguiente especial, pero no prometo nada. Adiós, espero que os haya gustado el especial.
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