Capítulo 32
Ésto está mal, ¿por qué se empeña tanto en hacerme sufrir?, ¿por qué me odia cuando yo no le he hecho nada?, no lo entiendo, y sin embargo, él está aquí, a punto de destruir lo único bueno que me ha pasado en la vida, a punto de matar al hombre que amo, a mi agne.
No, no puedo permitirlo, no dejaré que mi hermano mate al hombre que amo, no permitiré que vuelva a arruinar mi vida. Corro lo más rápido que puedo hacia mi hermano y lo derribo, ambos caemos, pero ambos nos levantamos, él me observa furioso, pero yo lo estoy más con él.
Me vuelvo a lanzar contra él, caemos y rodamos por el suelo, y mientras tanto peleamos, no estoy dispuesta a perder, esta vez no me acobardaré delante de él. Él intenta quitarme de encima, pero falla, él siempre me consideró débil, pero ahora le voy a demostrar que no lo soy, que soy más fuerte que él y protegeré al hombre que amo.
-Quítate de encima - me ordena, pero yo no le hago caso y sigo golpeándolo.
-No voy a hacerlo, no voy a echarme atrás, no voy a ser la débil que tú siempre has creído que era.
Sigo golpeándolo usando toda mi fuerza, él intenta defenderse, pero no puede, lo tengo inmovilizado. No sé de dónde lo saca, pero me entierra una daga de plata en el estómago, chillo del dolor y llevo mis manos a la herida. Mi hermano se aprovecha y me quita de encima, por lo que caigo al suelo.
-¿Qué no eres débil? - se burla de mí - no te lo crees ni tú, pero no te preocupes que no morirás solo tú, al fin y al cabo, si muere uno, mueren ambos.
-Maldito - es lo único que puedo decir antes de escupir sangre.
Ese maldito que tengo por hermano se ríe de mí, pero su risa cesa cuando el hombre que amo se abalanza sobre él, él no tiene oportunidad de defenderse antes de, literalmente, perder la cabeza. Entonces mi amor se acerca a mí, puedo apreciar que está a punto de llorar, por lo que le acaricio la mejilla con las pocas fuerzas que me quedan.
-No llores amor mío, nos volveremos a encontrar, tal vez en otro mundo, tal vez en otra vida, pero nos volveremos a encontrar, y esta vez nada ni nadie nos podrá separar.
Sin más fuerzas en mi cuerpo, dejo caer mi mano y cierro los ojos con la última imagen de mi amado en mi mente, lo oigo gritar mi nombre, pero su voz me llega tan débil, la oscuridad me llama, y sin otra alternativa, me sumerjo en ella y dejo que me arrastre allí donde en algún momento pueda volver con mi amado.
Fin del sueño
Me despierto sobresaltada, otra vez otro de esos sueños, ¿cómo es que vuelven ahora?, pero sobre todo, ¿por qué aparecía Amón como el amado de la chica?, creo que lo que dijo Luke me ha afectado, aunque me cueste reconocerlo, esa escena es muy parecida a la del libro, pero me niego a que eso nos pase a nosotros.
Giro a mi izquierda y puedo ver a Amón dormir plácidamente como un niño pequeño, no me extraña después de la fiesta que montó la exagerada de mi hermana, al final no sé cómo lo hizo, pero en una tarde organizó una fiesta entera, de la cual no quiero dar detalles por lo vergonzosa que era para mí, aunque para Amón fue muy divertida, se estuvo riendo de mí todo el rato.
En fin, no soy tan mala como para despertarlo a esta hora echándole agua helada por encima, porque imagino que por la falta total de luz, aunque puedo equivocarme, será una hora muy temprana, además, creo que sería un poco infantil lo de tirarle agua helada por encima mientras está dormido; tal vez lo haré después cuando no esté pensando en mi sueño y pueda estar 100% atenta a su reacción.
Voy al armario a cambiarme el pijama por ropa, y cuando lo abro lo encuentro todo lleno de vestidos, se me había olvidado que llegaron ayer por la tarde-noche, los demonios trabajan rápido y apenas duermen, y cuando se trata de un pedido hecho por la reina, tardan menos todavía, aunque yo hubiera agradecido que no estuvieran listos hasta dentro de un mes, ahora me tocará ponérmelos.
Aparto todos los vestidos, que no son pocos, y por fin encuentro mi ropa de siempre, me pongo un pantalón y una camisa cualquiera, me acerco a la puerta y antes de irme vuelvo a ver a Amón, éste está dormido abrazando mi almohada, me río suavemente para no despertarlo y salgo de la habitación.
Me pongo a recorrer los pasillos sin un rumbo fijo, la verdad es que no sé qué hora es y a dónde ir, pero lo que está claro, es que todos, o bien están dormidos, o bien se han ido; pues no hay ni un solo ruido en todo el castillo, lo cual le da un aire solitario y desolado, perfecto para plantearse las cosas y aclarar las ideas.
No creo que el sueño que tuve fuera una visión del futuro de Amón y mía, las ropas que llevaban no eran de esta época, parecían medievales, pero tampoco le veo mucho sentido a haber tenido una visión del pasado, o mejor dicho, el recuerdo de la vida de alguien.
Pero el hecho de que sea la misma chica con la que soñé cuando era pequeña, y cuando me desmayé, me hace dudar, no entiendo porqué me pasa ésto a mí, no le veo sentido a todo ésto, está claro que no es estrés postraumático como dijo el psicólogo, o si no, no lo tendría otra vez después de tantos años.
No sé cómo he llegado, ni cómo no me he dado cuenta antes, pero ahora me encuentro en la parte más alta del torreón, fuera, con el viento en la cara. Me fijo un poco a mi alrededor y me doy cuenta que no soy la única que está aquí, Mazikeen está sentada en uno de los bancos, me acerco y me siento a su lado.
-¿Qué haces aquí?, aún es temprano - me pregunta.
-He tenido un sueño, y me he desvelado - le respondo mirando al horizonte.
-¿Una pesadilla?
-No sé si puedo denominarla así, pero digamos que sí, una pesadilla - ambas nos reímos un poco sin dejar de ver el paisaje.
-Es bueno tenerte aquí de nuevo - dice y siento que me mira, por lo que yo hago lo mismo - casi había olvidado lo entretenidas que eran nuestras charlas.
-Yo nunca he podido olvidarlas - admito en voz alta - jamás dejé de preguntarme si podría haber hecho algo para que tú no cambiaras.
-No había nada que tú pudieras hacer - dice agachando un poco la cabeza - me dejé convencer por lo que ellos decían, me hicieron creer que era mala tu compañía, pero como se suele decir, nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde.
-No me has perdido Mazikeen - le digo suave, ella levanta la cabeza y me mira triste y con dolor.
-Sí te he perdido, tú ahora me odias por todo el daño que te hice, y me lo merezco, fui una idiota, pero realmente quiero arreglar las cosas.
-Lo sé, te conozco, aunque tú no lo creas, sé que intentas hacer lo correcto - ella deja salir una risa irónica, algo que no entiendo.
-Ya claro, hacer lo correcto - dice irónica - ataqué tu manada, y os secuestré a ti y a tu marido el día de vuestra boda, os traje aquí a la fuerza y no te di la opción de elegir, no creo que eso sea la forma correcta, y aún así no puedo ni quiero dejarte ir - dice con la mirada perdida, yo me acerco a ella y la abrazo.
-Hiciste las cosas mal, pero nunca es tarde para cambiar las cosas, hermana.
Ella no dice nada más, sencillamente me corresponde el abrazo, no hace falta decir nada, tantos años juntas, a pesar de haber estado separadas por tanto tiempo, nos hace saber lo que la otra piensa sin necesidad de tener que decirlo, porque sé que lo que he dicho, le ha quitado más de un peso de encima.
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