Capítulo 30
En menos de media hora el sastre se encontraba tomando las medidas a Amón, se nota de lejos que nunca antes se las habían tomado; el sastre es un demonio, obviamente, de apariencia de unos 40 años, aunque seguro tiene más, ojos castaños, piel pálida como cualquier demonio, y pelo castaño con un par de canas no muy notorias.
Mazikeen también está aquí, ella y el sastre están hablando de los posibles trajes para Amón, mientras que ellos hablan, Amón sige las indicaciones del sastre para poder tomarle las medidas, siempre con el ceño fruncido; yo por mi parte, podría decirse que me río a su costa, acción que hace que él frunza más el ceño.
Cuando el sastre termina con Amón, él suspira aliviado y me mira con burla, seguro piensa que yo lo pasaré tan mal como él. El sastre me empieza a tomar las medidas, y yo me pongo como se debe para que él pueda hacerlo, por lo que el sastre no tuvo que darme ninguna indicación, lo cual dejó boca abierto a Amón, literalmente, lo dejé con la boca abierta.
-Eso es todo - informa el sastre - ahora solo queda determinar que prendas desean.
-Para mi cuñado, sí o sí, necesita varios trajes en diferentes colores - dice Mazikeen emocionada - y para mi hermana vestidos de todos los colores.
-Pero largos - dejo claro - quiero que me lleguen hasta los tobillos.
-¿No pueden ser más cortos? - me pregunta Mazikeen en plan suplicante y con cara de cachorrito.
-Ag, vale, pero no más corto de la rodilla.
-Bien - dice dando saltos y palmitas, a veces no me puedo creer que ella sea la reina de los demonios.
-Pero aún así quiero al menos un par de vestidos largos - Mazikeen asiente con una sonrisa.
-¿Tipo de manga o sin manga? - me pregunta el sastre apuntando en su libreta.
-Tirantes o manga corta - le contesto.
Estuvimos unos minutos discutiendo los distintos aspectos de mis vestidos antes de pasar a la ropa de Amón, primero empezaron con los trajes, a pesar de no tener ni idea de cómo ponerse para que le tomen las medidas, Amón sí sabe sobre trajes, aunque imagino que más de una vez ha tenido que comprar un traje, a parte de cuando compró el traje de boda.
Después de los trajes, hablaron de la ropa casual, los pijamas y el resto de cosas, yo por mi parte solo necesitaba vestidos, el resto lo tengo y no quiero más. Al acabar de apuntar todos los datos en la libreta, el sastre se retiró de la habitación junto con Mazikeen.
Cuando ellos se fueron, creo que Amón liberó todo el aire de los pulmones con un gran suspiro, yo no pude evitarlo y estallé en carcajadas, no puedo creer lo exagerado que puede llegar a ser Amón, a ver, ésto solo era una cita con el sastre, no con el rey de los vampiros.
-¿Puedes dejar de burlarte de mí? - me pregunta Amón molesto.
-Déjame pensarlo - digo mientras finjo que me lo pienso - mmm no, me gusta burlarme de ti - digo con una sonrisa de niña pequeña, por lo que él bufa.
-Tu hermana y tú son tal para cual, las dos sois unas niñas - se queja.
-Ey - me quejo como toda una niña pequeña - te recuerdo que yo ya era así antes de conocernos, y aún así tú quisiste continuar, así que no te quejes.
-¿No lo vas a olvidar nunca verdad? - me pregunta triste.
Ahora mismo quiero darme una bofetada, no era mi intención recordarle que me marcó sin mi consentimiento, yo solo quería darle a entender que no puede pedirme que cambie mi forma de ser, cuando llevo siendo así años. Intento decir algo, pero las palabras no salen de mi boca, Amón se va de la habitación sin decir palabra, y yo me quedo devastada.
(...)
No me puedo creer que mi hermano me haya hecho esto, sé que él no me quiere, que me detesta por ser el producto de la infidelidad de nuestro padre, pero jamás creí que llegaría a tanto, jamás creí que provocaría que me desterraran de la manada por un crimen que no cometí.
Ahora estoy sola, puede que la gente de la manada no me tratara bien, pero al menos tenía un lugar al que llamar hogar, tenía un techo y algo de alimento, no era mucho, pero era suficiente. Nunca me importó que me consideraran omega cuando en realidad soy hija del alpha, pero, ahora, solo hay soledad y, no podría estar más devastada.
(...)
-Haz algo - oigo a alguien gritar, vaya forma de despertar.
-Lo siento señor, pero su mujer se encuentra en un estado de coma - dice otra voz.
-Pero debe haber algo que pueda hacer - ahora sí distingo quien grita.
-Amón, baja los decibelios, me duele la cabeza - digo sin abrir los ojos y masajeándome las sienes.
-Amalia - grita otra vez, me quejo y me tapo los oídos - lo siento.
-No pasa nada, pero por favor deja de gritar - le digo suave y abro los ojos - ¿podemos hablar?
-Me retiro - dice el que creo que es el doctor y posteriormente se va.
-Lo siento - le digo nada más se va el doctor - no era mi intención hacerte sentir mal, lo que intentaba decirte era que no me pidas que cambie, porque dudo mucho poder cambiar después de tantos años siendo así.
-Quien debería disculparse soy yo, me enfadé sin motivo, Zeus tiene razón, soy un imbécil.
-Yo diría que eres un desastre - digo con gracia - pero así te amo.
Amón se acerca a mí a toda velocidad, por lo que antes de que me dé cuenta, Amón ya me está aprisionando entre sus brazos, no abrazando, no, aprisionando. Aunque me siento un poco asfixiada, no le digo nada, ya que se nota que necesitaba esto, y lo sé por la fuerza con la que evita que me aleje de él, y a la vez me quita el oxígeno.
-Amón, aunque no lo parezca, necesito respirar - Amón afloja su abrazo, y gracias a eso yo puedo volver a respirar con normalidad.
-Perdón - me dice avergonzado, y yo le quito importancia con la mano.
Vuelve a abrazarme, pero esta vez más flojo, le correspondo y apoyo la cabeza en su hombro, él hace lo mismo y, siento y oigo, como aspira con fuerza, algo que no entiendo, por lo que me dijo en su día, los agnes no tenemos un olor especial, por lo que no tendré un olor que para él sea exquisito, solo debe de oler a manzana, que es el aroma de mi champú.
-¿Te gusta el olor de mi champú? - le pregunto divertida.
-Me encanta - me dice con el mismo tono - pero sobre todo porque lo llevas tú - suelto una pequeña risita - ¿puedo hacerte una pregunta? - asiento - ¿qué te pasó?
-¿A qué te refieres? - le pregunto confundida.
-Al desmayo, cuando volví al cuarto estabas tirada en el suelo y no reaccionabas, el doctor dijo que estabas como en coma.
Me pongo a pensar en el extraño sueño que tuve, no es la primera vez que tengo un sueño de éstos, donde el miedo, la tristeza, la soledad y la muerte son los protagonistas; solo fui al psicólogo una vez, y porque mis padres fueron obligados, el psicólogo dijo que eso se debía al estrés post traumático del accidente, por suerte dejé de tenerlos a los pocos meses.
-No lo sé, sencillamente me desmayé, ni siquiera me di cuenta - digo despreocupada y encogiéndome de hombros.
-Eso no me tranquiliza, al contrario, eso me preocupa más.
-No tienes de que preocuparte, bueno sí, pero sobre qué ponerte esta noche para dormir, no sobre mí.
-Creo que en eso no tendré ningún problema, no pienso dormir esta noche - lo miro extrañada.
-¿Y eso?
-Te recuerdo que no hemos tenido noche de bodas, y no sé tú, pero yo no quiero posponerlo más.
Vale, eso no me lo esperaba, pero es bastante comprensible, al fin y al cabo, le prometí que cerraríamos el vínculo después de casarnos, ya estamos casados, y como bien dice Amón, no hemos tenido noche de bodas, por lo que, imagino, que la haremos hoy.
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Espero que les haya gustado, siento informar que aún sigo en exámenes, pero aún así intentaré no tardarme tanto con las actualizaciones.
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