Capítulo 26: Tres tipos de relaciones
Después de esa tarde de viernes en que los jóvenes reunieron sus deseos por segunda vez, comenzó el fin de semana y hasta el momento ambos cumplían con obediencia las órdenes del señor Vernon. Ya era domingo y llevaban más de veinticuatro horas sin verse, y ese plazo de tiempo significaba una angustia para aquellos que apenas empezaban a descubrir la paradoja del amor. Al pasar aquel encuentro en los baños, en cuestión de minutos el mundo de estos enamorados se convirtió en momentos de soledad dentro de su habitación, sin hacer más nada que rodar sobre la cama y sonreír a las escenas imaginarias en su mente; a escuchar canciones nuevas y que todas las letras románticas les pareciese que hablaban de él y de ella; aferrados a un móvil siendo adictos de los chateos que serían su única forma de cariño en la ausencia; memorizaban sus recuerdos íntimos una y otra vez obsesionándose con cada cosa que experimentaron.
Pero ninguno de sus ejercicios psicológicos fueron suficientes para apaciguar las ansias que tenían de conocerse más íntimamente, de acumular más recuerdos juntos. Ahora que habían probado el placer de su amor querían correr por todas las etapas de una vez.
Y todos sabemos que la rápidez no siempre es lo correcto, sin embargo, ¿quién le enseñaría esa lección a dos inexpertos? ¿a quién le harían caso dos jóvenes desesperados?
Marcaron las doce del día cuando la pelirroja llegó a su límite de aguante y se dispuso a vestirse para salir. Se calzó con unas zapatillas negras, un short mezclilla que le llegaba a mediación de muslos y para arriba una simple blusa acompañada de una chaqueta. Recogió su cabello rojizo en una coleta y aromatizó su cuerpo con un dulce perfume. Luego necesitaba sus complementos que la ayudarían a salir de casa, agarró una mochila y en el interior guardó sus libros del colegio y antes de salir por la puerta se cambió sus anteojos por unas lentillas. Bajó las escaleras dando pequeños saltitos, emocionada por su brillante idea. Y al llegar a la sala de estar se encontró con sus padres arrecostados uno encima del otro sobre el sofá naranja de flores mientras disfrutaban de una comedia en el televisor. Justo su madre se desternillaba en risas cuando esta decidió interrumpir aclárandose la garganta sonoramente para que notasen su presencia:
—Hola papitos. —saludó con una amplia sonrisa de ingenuidad.
—Ruth mi niña, qué bueno verte fuera de tu habitación. —comentó la señora Stella haciendo alusión a su encierro del fin de semana.
—Princesita, ¿a dónde vas? —inquirió su padre percátandose de su atuendo.
—Estaba descansando en mi cuarto y me acordé de que el martes tengo examen de física y aún no estoy preparada. Así que decidí ir hoy a la biblioteca para estudiar porque mañana estaré ocupada con el Comité de Eventos. —argumentó con fluidez y una convicción perfecta.
—Es cierto, el viernes hablé con su profesora y me contó que tendrían exámenes esta semana entrante —añadió su madre sentándose correctamente en el sofá y acomodando su vestido verde de cintura alta.
—¿En cuál biblioteca estarás? —preguntó Vernon de manera casual.
—Voy a la misma de siempre papá, a la del centro. —le regaló una sonrisa al final de la oración.
—Está bien, tienes hasta la tarde para regresar.
—Adiós mi niña. —Stella le lanzó un beso antes de regresar toda su atención al programa de comedia.
Entonces la pequeña pelirroja se retiró victoriosa una vez más. En tan solo quince minutos ya se encontraba en el vecindario aledaño al suyo y con extrema felicidad tocó el timbre de la residencia Demon, una de las sirvientas domésticas no tardó en abrir la verja para ella y permitirle pasar al interior de la casa. No le hicieron esperar en el vestíbulo ni nada parecido, pues allí todos los empleados la conocían de sobra. Sin necesidad de pedir permiso subió las escaleras de la sombría mansión y caminó por el pasillo alfombrado hasta la puerta de la recámara de su amigo Baek. No se detuvo a tocar, simplemente se atrevió a entrar para entonces encontrarlo a él descansando serenamente acostado en su cama con los auriculares puestos. Baek cubría su cuerpo con su típico edredón azul debido a la temperatura gélida que mantenía allí dentro gracias al aire acondicionado. Ruth dejó su mochila a un lado en la silla giratoria del escritorio y con un semblante malévolo se acercó silenciosamente a su cama, para después dejarse caer encima del chico provocándole un susto de muerte al abrir sus ojos de forma súbita. La chica se carcajeó desenfrenadamente disfrutando de la expresión de espanto que le había quedado.
—¡¿Ruth acaso estás tonta?! —le riñó este llevándose la mano al pecho.
—Hey gruñón ríete un poco —Esta le pellizcó una mejilla sin poder parar de reír—. Le he mentido a mis padres para poder venir a verte y tú me tratas así, qué mal de tu parte Baek. —hizo un puchero con sus labios para fingir estar decepcionada.
Este le dedicó una mirada cómplice— ¿De verdad le mentiste a tus padres Cosita? —dudó de su palabra.
—Sí, yo debería estar ahora en la biblioteca del centro estudiando física clásica. —Gateó sobre el colchón hasta retirar el edredón que cubría a su amigo.
Para su mala suerte sus ojos se encontraron con la figura semidesnuda de Baek, solo vestía con unos calzoncillos blancos que le quedaban ajustados. Abrió sus ojos como platos e intentó disimular su reacción volviendo a dejar caer la manta azul de manera que cubriese su entrepierna.
—Uy...
Baek emitió una risa maliciosa y le dijo—: La curiosidad mató al gato. —añadió con un tono furtivo.
Ruth decidió esconderse bajo la manta también, pues el frío empezaba a colarse entre sus prendas. Entonces le tomó por sorpresa el abrazo repentino de Baek, el cual la apretujó contra su cuerpo y la pelirroja no pudo evitar pasear las palmas de sus manos sobre su tersa piel. Llevaba todo el fin de semana deseando acariciar su cálida figura una vez más. Sus respiraciones se entralazaron una con la otra, los latidos de sus corazones iban en aumento, y de repente debajo del edredón había demasiado calor en comparación con la temperatura helada de la habitación. Baek se rindió ante la tentación de recorrer sus manos lujuriosas por cada una de las curvas de la pelirroja, en ese momento deseaba que ella estuviese igual de desvestida que él. Ruth se contrajo por un segundo y con un semblante algo nervioso le dijo al peliblanco:
—Eso que estoy sintiendo, ¿es lo que yo creo que es? —interrogó con sus mejillas tornándose tan rojas como un tomate.
Baek cerró sus ojos y con una amplia sonrisa en su rostro asintió lentamente.
—Eso mismo es.
—Uff... —musitó Ruth.
Esta se removió un poco en la cama sin poder definir si estaba nerviosa o con una inquietante lujuria por la atrevida sensación de tenerlo rozando sus piernas con tal dureza. Su curiosidad le hizo arrastrar sus ojos hacia abajo y justo como esperaba lo encontró ahí en mediación de ambos cuerpos. Es verdad que ya no era la primera vez que tenía a su amigo delante en semejante estado pero aún no se adaptaba a observarlo con naturalidad. Aún con las mejillas encendidas levantó su mirada de vuelta para conectarla con los ojos achinados de Baek y le preguntó:
—¿Qué vas a hacer con eso así ahora? —la inocencia en sus palabras hizo estallar en carcajadas al susodicho.
—¿Qué voy a hacer? No, ¿qué haremos?
Hizo énfasis en el plural para luego acariciar el cuello de la chica y atraerla hasta sus labios. Ella no lo rechazó en lo absoluto, su intuición le decía que acabarían en eso. Escondió sus dedos entre su cabello blanco y en medio de respiraciones agitadas se dejó dominar por los besos demandantes de Baek.
Habría pasado alrededor de una hora, o tal vez veinticinco minutos, o treinta... nunca lo sabremos, lo que menos importaba para ellos era estar pendiente de la hora. Haya pasado mucho tiempo o poco, para los jóvenes solo significaron interminables minutos de placer desenfrenado. Un frenesí de caricias, fluidos y posturas, de gemidos y expresiones deshinibidas.
—Ah... —emitió la pelirroja alzando la voz sin temor a ser escuchada.
Ruth lentamente fue deteniendo sus movimientos violentos y sin moderación que efectuaba estando sentada a horcajadas encima del regazo de Baek. Una vez que llegó a la catarsis de sus deseos se dejó caer desplomándose sobre el colchón a un lado del peliblanco sintiéndose plena y satisfecha. Ambos cuerpos desnudos y sudados fueron recomponiendo el ritmo normal de sus respiraciones. Entonces Baek volteó para abrazarla y la chica se entretuvo recorriendo la punta de su dedo índice por las ramas del árbol tatuado en el antebrazo de su amigo. Faltaban segundos para que cayeran en un profundo sueño pero unos ligeros golpes en la puerta de la habitación interrumpieron el momento.
El peliblanco se puso de pie y acercándose al cubo de basura al costado del escritorio se retiró el preservativo usado para después vestirse con un chándal que tomó del armario. Volvieron a tocar y el chico apresuró sus pasos para atender. Abrió la puerta y del otro lado se encontró a su remilgada madre apoyada en el umbral. Este hundió sus cejas con extrañeza y ella le hizo un ademán para que saliese al pasillo.
Baek cerró la puerta tras sus espaldas y sin entender aún para qué lo buscaba la saludó:
—Hola Gea.
—Hola hijo, ¿cómo va tu fin de semana? —inquirió tratando de sonar natural.
Él la examinó con la mirada, calzaba unos tacones altos de correa y para arriba estaba totalmente cubierta con un albornoz negro. Su rostro se encontraba maquillado de manera formal y su cabello rubio caía en ondas sobre su espalda. Baek podía intuir que su madre se preparaba para salir a algún lugar.
—Todo bien, estudiando para los exámenes, nada fuera de lo normal. —respondió a secas sin saber qué otra cosa decir y se encogió de hombros.
—¿Tienes visita ahora mismo? —Gea comenzó a hacer preguntas más directas.
—Sí, Ruth vino a verme. —Le empezaba a parecer muy intrigante su interés por saber esas cosas banales.
—¿Y la estás atendiendo así... sin camisa? —Señaló con el dedo índice su torso desnudo.
Baek se encogió de hombros una vez más— Gea ve al grano. —le exigió, ya su interrogatorio le tenía inquieto.
—Por Dios Baek Demon que sé lo que estás haciendo con Ruth allá dentro. Solo hay que caminar por el corredor para escuchar el espectáculo erótico de ustedes. —le reprendió la rubia dedicándole una fuerte mirada de advertencia.
El peliblanco sin perder su semblante desinteresado le respondió— Está bien, ya no haremos tanto ruido.
Esta lo asió por los hombros— ¡No idiota! Me da igual si hacen ruido. El problema es que te estás acostando con Ruth Quinn, con tu amiga de toda la vida, que ella no es como las desarmadas del Instituto con las que te revuelcas. —De repente Gea se descompuso en una extrema preocupación.
—A ver Gea —Cerró sus ojos intentando pensar—, todavía no entiendo por qué te preocupas por la sexualidad de Ruth. Y si tu miedo es que la trate como a una cualquiera por acostarme con ella... olvídalo, nunca la trataría así.
—Mi miedo es que si sus padres se enteran de que estás pervirtiendo a su niña impoluta van a acabar contigo. —le reprochó su madre en cara con una expresión frívola y cruzándose de brazos.
—No tienen por qué enterarse. —intentó defenderse el joven. Se comenzaba a sentir tenso con la conversación.
Entonces la señora soltó sonoras carcajadas— Ustedes los adolescentes en verdad piensan que pueden jugar con los adultos todo el tiempo, al final la verdad termina saliendo hijito —Gea se mofaba de este. Baek negó con su cabeza queriendo ignorarla y giró sobre sus talones para regresar a la habitación—. ¡Eso, tú no te preocupes! Sigue follando con ella y cágala como siempre.
•••
Había llegado el inicio de una nueva semana y las agendas de los estudiantes se encontraban a tope. Extensas jornadas de tiempo extra en las bibliotecas, mochilas cargadas de libros de diversas asignaturas, alto consumo de cafeína constante, ojeras y una ansiedad reflejada en la desesperante manía de jugar dando golpes con un lapicero. Todos conocemos esa sensación tan desagradable, las semanas de exámenes uno tras otro, ese momento en que le das más importancia a una digna nota que a tu propia salud. Eran tiempos de rechazar planes de fiestas y de dejar las relaciones a un lado.
Por tanto, está de más contarles que en casi más de una semana la joven Ruth no había tenido ni un minuto de tiempo libre para encontrarse con sus chicos: ya sea con su supuesto novio o con su verdadero amante. Baek ya no sabía si dedicar su mente a pensar en las teorías matemáticas o en estudiar poesía del romanticismo mientras recordaba a su amiga Ruth. La pelirroja se encontraba en una situación similar, era un total reto concentrarse en sus estudios a la misma vez que se martirizaba la mente con la idea continua de que aún seguía siendo oficialmente pareja de Ezra y no hallaba el momento correcto para terminar con él. Por otro lado teníamos al susodicho, a este nada le impacientaba. El rubio invertía su tiempo para preparase tranquilamente para los exámenes sin que le interrumpiese la preocupación de tener a una novia desatendida, total como él sabía que todo era una farsa. Solo que se engañaba a sí mismo al dormir cada día con la confianza de que Ruth era una chica inhibida con una intacta virginidad esperando por él.
Era viernes y se celebraría en el gimnasio de entrenamiento del Instituto North Pennston el aclamado torneo de Volleyball contra el equipo del colegio público vecino: South Pennston. Sí, por lo visto se tomaron mucho trabajo en pensar los nombres de ambas instituciones. Dieron las cinco en punto de la tarde y el timbre dio por culminado los turnos de clases, pero ninguno de los colegiales se marcharía esa tarde sin presenciar el partido. Era cierto que aún les quedaban largas horas de estudio pero aquel torneo no solo significaba una competición para machacar al equipo contrario, sino que también era el único momento de diversión que tendrían en todo el período de pruebas.
Todo el gentío se acumulaba en los corredores, Ruth se fue a juntar con su equipo del Comité de Eventos, pues ellos preparaban esa actividad por lo que debían ser los primeros allí. Corrieron para tener listo a tiempo todo el escenario, se encargaban de los globos; los carteles de promoción; de recibir a la otra escuela, posicionar las cámaras; etc. Jenny practicaba las coreografías acrobáticas con su equipo de porristas. Johnny tomaba capturas y grabaciones de todo lo que ocurría para después redactar un amplio artículo sobre el evento que sería publicado el lunes en La Cotilla Semanal. Y todos los influyentes miembros de nuestro grupúsculo favorito, los representantes de méritos adolescentes, o sea El Clan, se encontraban calentando piernas en el gimnasio del colegio.
Era de suma importancia que nuestros cuatro chicos formasen parte del equipo, pues ellos eran los más reconocidos de la escuela y sin lugar a dudas se llevarían todos los vítores de las gradas.
Además, terminarían sacando provecho, cada una de las actividades que cumplían constituía un mejor aval para sus expedientes escolares.
Dos horas más tarde ya había caído la oscuridad de la noche sobre el pueblo y los preparativos estaban listos. Se escuchaban los abucheos y vítores del público en las gradas, la cancha iluminada con luces resplandecientes. Las primeras en hacer aparición fueron el grupo de porristas de North Pennston. Impresionaban a todos con sus mortales en los aires acompañadas de centelleantes pompones rojos y blancos, vistiendo diminutos uniformes de los mismos colores con el escudo de la escuela. Ruth lograba divisar entre ellas a su amiga Jenny, entusiasmada y enérgica. Aparte de a la morena también encontró otro rostro conocido, la rubia Rose ex capitana y ex ligue de Baek, tiempo atrás esa chica le daba igual pero ahora no podía evitar sentir cierta repulsión hacia ella. Luego le continuaron las porristas de South Pennston, iban de azul y negro, los colores de su colegio; presentaron un espectáculo bastante parecido al de las anteriores para entonces dar paso a lo que el público realmente estaba esperando: los chicos que jugarían Volleyball.
Ambos equipos entraron al terreno a la par y de forma magistral, los rojos se ubicaban en fila india en el lado izquierdo y los azules caminaban hacia el lado derecho. Vestían similares a las chicas solo que con la diferencia de que eran diseños masculinos, porque obviamente no usaban faldas cortas ni pompones. En el instante en que la presencia de los de El Clan vislumbró en la cancha, el público se alzó en apoyo. Silvaban, daban palmadas, hacían danzas en su honor, rimaban lemas para ellos. Sobre todo las chicas se dedicaron a levantar pancartas con frases fanáticas como:
«Keanu machácalos a todos »
«Elijah TE AMO»
«Baek quién fuera balón para estar entre tus manos»
«Ezra eres mi Ángel»
En fin, en las gradas había una revolución de hormonas manifestándose en el interior de toda una multitud de pubertas ridículas.
Las animadoras efectuaron grandes pirámides y un coro al unísono, luego rompiendo la pirámide de forma coreografiada y sincronizada dieron inicio al torneo. Los equipos masculinos entraron en el cuadrilátero y cada uno tomó posición en su lado de la red. Los primeros en dar el saque al balón fueron los azules, estaban compuestos por chicos altos, en su mayoría morenos y con miradas desafiantes. Pero sin embargo cuando observabas a los rojos no podías evitar fijarte en los cuatro egocéntricos: Baek que sonreía maliciosamente como si fuese un villano triunfador; la altanería de Keanu como si ya hubiese ganado el partido sin apenas empezar; Elijah que no hacía más que refunfuñar dedicando miradas de desprecio hacia todos y corrigiendo la postura de su espalda; por último Ezra que de solo verlo producía ansiedad por su manía de acomodarse las gafas Ray Ban cada cinco segundos... el resto de los jugadores lucían como seres normales y cuerdos, gracias a Dios.
El resto de las cosas que ocurrieron pueden resultar muy tediosas para la lectura, y ya que no me interesa aburrirme, pues solo contaré los momentos importantes que acontecieron en las horas de juego. Solo treinta y cinco minutos fue lo que duró el primer set, para decepción del público los chicos de El Clan no resultaron del todo productivos. Ezra se movía con dificultad y recibía el balón dando pasos a trompicones. Elijah se comportaba con pereza, pausado para recibir y no acertaba con ningún saque. Lo hacía a propósito, odiaba estar jugando allí, se obligaba a sí mismo a participar solo para conseguir que le convalidaran evaluaciones en gimnasia.
El primer set terminó con un puntaje de 25-17, y por supuesto la victoria era para South Pennston.
El colegio de colores rojo y blanco no perdía todas sus oportunidades aún, quedaban dos sets más para jugar y todos se enfocarían en la meta. Ruth desde las gradas no podía parar de morderse las uñas de los nervios que traía por semejante derrota, no estaban dando pelea en lo absoluto, toda su atención era robada por la figura de Baek que caminaba pensante dando vueltas por el terreno con la mirada clavada en el piso. Durante el descanso Keanu se sentó con el entrenador y otros chicos a repensar la jugada una y otra vez, el peliblanco no se les unía, para él la única solución estaba en sacar a Ezra y Eliijah de la cancha... ellos eran el estorbo.
Y su consciencia se hartaría en gozo y satisfacción de ponerle zancadillas a ese par de abusadores que llevaban meses aprovechándose de su amiga.
Oh sí, ahora sí que comenzaba la competencia para él.
El silbato del árbitro dio aviso del segundo set y los chicos tomaron posiciones dentro del cuadrilátero. La expresión en el rostro de Baek daba miedo de solo verlo, le miraban como a un chiflado cada vez que ponía esa cara: sus ojos achinados asustaban con el centelleo codicioso de su color ámbar; esa sonrisa ruin que mostraba constantemente les dejaba un mal sabor de boca a sus compañeros; y su costumbre de morderse el piercing con fuerza solo podía indicar que el peliblanco tramaba algo. Bastó poco tiempo para que este se percatase de las debilidades de sus objetivos.
El Volleyball es un deporte en el que constantemente se tienen choques accidentales entre compañeros, por tanto su plan se daría de manera "accidental". El balón giraba en los aires, pasó sobre la red e iba en picada hacia los chicos del fondo, Baek y Ezra se vieron en medio de la situación. Uno de los dos debía de recibirlo pero en cambio, ambos se lanzaron al ataque logrando un total fracaso. Ninguno de los dos acertó y ¡punto para South Pennston!
Pero sin embargo sí se cumplió lo que deseaba el peliblanco. Al golpearse juntos, con el movimiento brusco los anteojos de Ezra volaron lejos cayendo en medio de la cancha. El rubio es un débil visual totalmente dependiente de sus lupas, y además un completo desastre como deportista. Por obviedad sus instintos fueron salir de su posición de recibimiento, buscar las gafas dando tumbos y frunciendo su mirada sin poder enfocar. Su mala suerte estaba echada, solo se necesitaron segundos para que pasara lo que más temía: entre tantos saltos y corretajes uno de los jugadores pisoteó con brutalidad sus preciados anteojos, destrozándolos así.
Entonces este se dejó caer de rodillas en la cancha hincado ante estos y llevándose las manos a la cabeza:
—¡Nooo mis Ray Bans! ¡NO! —se exasperó a gritos en medio del partido siendo un obstáculo para todos ya que no podían desplazarse con él ahí tirado.
El pobre no veía nada, solo colores y luces borrosas. Les aseguro que Johnny bailó retorciéndose en el lugar por conseguir semejante contenido con la tragedia de Ezra. Además de que fue todo un espectáculo para el público, se hicieron presentes las expresiones sonoras y murmullos con diversos comentarios.
Inmediatamente el árbitro sonó el silbato y anunció el cambio de jugadores. El entrenador guió al rubio hacia la banca y uno de los que estaba allí sentado —uno preparado de verdad, no otro pelele— tomó su puesto en el juego.
¡EZRA FUERA!
Ahora solo le quedaba por destruir al más antipático del equipo, que aunque igual fuese su amigo nunca estaba de más descobrarse las maldades que había hecho con Ruth últimamente.
Elijah comenzaba a hartarse de tanta mediocridad en tan poco tiempo, observaba el panorama y no sabía hacer más nada que rodar los ojos y bufar con hastío. Con cada choque accidental que tenía con los otros o cualquier mal movimiento Baek se fijaba en que su semblante iba empeorando y su mirada se volvía cada vez más sombría. Elijah estaba empezando a perder los estribos con ese juego. Llevaría su paciencia hasta el borde de su tolerancia, se mantuvo en cada recibimiento al lado de este chocando "torpemente", sin darle chance a participar de manera correcta.
—¡Ese balón era para mí idiota! —profirió Elijah gritando y con el rostro ofuscado.
Otro de los chicos tuvo la inoportuna coincidencia de interrumpir otra de las acciones del pelinegro y esa fue la gota que colmó el vaso.
—¡Salgan todos de mi vista malditos ineptos! —espetó este vociferante al tiempo que le propinaba un buen empujón a su compañero.
En cuanto el susodicho tocó el suelo sonó el silbato, con más fuerza que el resto de las veces anteriores y se unió al cuadrilátero otro de los jugadores de la banca tomando así el lugar del petulante Elijah.
Baek se pasó la mano por su cabello blanquecino mientras emitía una risita insana en un tono bajo disfrutando de su pequeña victoria. Desde su posición observó como su amigo se marchaba hacia los vestidores dando zancadas y con los puños apretados.
Algunos dirían que Baek era un mal amigo o un cínico... pero para él sus acciones sólo significaban «hacer una limpieza al equipo», y se sentía muy orgulloso por ello.
Johnny no fue el único en hacer ráfagas de fotos a lo acontecido, todo el público filmó aquel bochorno. Y sobre todo habían muchas chicas quejándose desde las gradas por la expulsión del susodicho,estaban fanatizadas con Elijah.
Una vez estando listos, con verdaderos jugadores de calidad, pues los azules de South Pennston se quedaron sin oportunidades para ganar. Los rojos les dieron una épica remontada llevándose el triunfo de los dos sets restantes. Al declararse la victoria para North Pennston todo el público se alzó y el bullicio de la gente escandalizó por todo el gimnasio, las porristas les regalaron una última coreografía celebrando aquel logro y de a poco se fueron marchando todos hacia los vestuarios con grandes ánimos de júbilo.
Ruth corrió hacia dicho lugar, todas las amistades de los chicos lo hicieron. Al entrar a los vestidores sus ojos buscaron entre tantos cuerpos sudados la figura de su amigo. Y al encontrarse con su mirada ámbar sonriendo desde las taquillas corrió para entonces ambos agarrarse en un abrazo necesitado, llevaban muchos días sin verse así que se extrañaban con locura. Por instinto se dirigieron a besarse pero justo cuando estaban a escasos centímetros recordaron que se encontraban rodeados del resto de estudiantes. Un chico tomó a la peliroja de la mano y haciéndola voltear le robó un delicado beso de sus labios, se trataba de Ezra. Baek puso sus ojos en blanco y presionando su mandíbula de la ira le dio un tirón a su taquilla provocando un estruendo.
«¡Todavía no ha terminado con él!» Gritó desde sus adentros.
—Te extrañé Ruth. —declaró el rubio acariciando el rostro de la chica con sus dedos.
—Oh... yo también Ezra —fingió corresponderle mostrando timidez. Se sintió tremendamente incómoda de que Baek estuviese presente—. ¿Y tú cómo puedes ver? Si perdiste tus anteojos.
Este sonrió con ternura— Siempre guardo unos lentes de contacto en mi mochila por si hay casos de urgencias. No los uso casi nunca porque no son mi medida exacta de la vista y además, las gafas son más cómodas para mí. —Se rascó la cabeza mientras movía sus ojos azules para enfocar bien.
—Ah qué bien, tú siempre muy preparado —Ruth le palmeó el hombro e intentó separarse de su agarre con discreción—. Yo por el contrario prefiero usar lentes todo el tiempo.
El peliblanco aún permanecía junto a ellos con los brazos cruzados y un semblante de pocos amigos, vaya que casi los podía degollar con el filo de sus ojos achinados.
—Mejor los dejo solos para que disfruten... tortolitos. —Antes de irse le regaló una última sonrisa cínica con todos los dientes afuera a su mejor amiga.
Este se marchó a sentarse en los banquillos con los chicos del equipo dejándola a solas con Ezra en una situación muy engorrosa. El susodicho le pasó un brazo por sus hombros aproximándose a su cuerpo y Ruth se sintió inquieta. La pelirroja se esforzaba por mantener una conversación cariñosa con su "novio" a la misma vez que vigilaba a Baek con el rabillo del ojo. Pero sus nervios se alteraron cuando captó a la rubia fulana aquella sentarse sin vergüenza alguna sobre su regazo y robar sus labios como si fuesen suyos.
«Descarada
Ramera
Mujerzuela
Buscona
Arrabalera
¡Guarraaaa!»
Todos esos adjetivos ignominiosos y denigrantes pasaron por la mente de nuestra recatada Ruth en tan solo un segundo.
Lo que más rabia le daba era que Baek se dejaba manosear sin oponerse en lo absoluto. De hecho, ahora era él quien atrapaba en caricias a la arpía de Rose. No toleró más y sonriendo le pidió permiso a Ezra para alejarse por unos minutos. Caminó en zancadas hasta esos dos e interrumpió sus escarceos pidiendo perdón para llevarse a su amigo a hablar, esta y la rubia se dedicaron miradas de odio por un instante. Arrastró al peliblanco hacia el fondo de los vestuarios donde nadie los molestaría y con histeria lo encaró.
—¿Tú de qué vas? ¿Te vas a llevar esta noche a una porrista a tu casa para celebrar juntos que ganaron el torneo? —espetó con una indirecta llena de indignación.
—No sé, como tal vez hoy te vayas TÚ a casa de tu NOVIO a celebrar que ganó el partido estando dos horas sentado en la banca —la contraatacó este acercándose ambos uno al otro de manera desafiante—. Solo te advierto una cosa... —esbozó una de sus sonrisas pretenciosas y con cinismo le dijo—: ten cuidado porque ahora que no ve una mierda tal vez y no encuentre ¡por dónde la tiene que meter!
La pelirroja le fue a propinar una bofetada de las grandes pero este la detuvo en el acto sin despegar sus intensos ojos ámbares de los enfurecidos marrones de su amiga.
—A mí no me engañas Baek Demon, ese espectáculo tan papelacero de la expulsión de Ezra y Elijah del juego fue todo zancadillas tuyas. Yo te conozco mejor que nadie en este maldito colegio y sé que nada de lo que pasó fue accidental —Ella le golpeó en su pecho pero no logró sacarlo de su eje, tenía ganas de gritar hasta quedarse afónica—. ¡Y tú me conoces bien para saber que nunca me acostaría con Ezra! —Siguió golpeando su pecho intentando contener la rabieta.
Este se carcajeó con diversión y en un solo movimiento la embistió contra lo casilleros y la acorraló en ese pequeño espacio. Levantó sus puños para dejarlos caer con fuerza sobre el metal provocando tanto ruido que la chica dio un respingo. Pegó su frente con la de ella y reteniendo cierta tensión en su rostro le respondió a gritos:
—¡Y si tanto me conoces por qué no te das cuenta de que no me pienso acostar con Rose y que estoy haciendo todo este drama porque me traes celoso hasta los cojones Ruth Quinn!
Vociferó confesando y sin darle tiempo a esta para pensar, cerró su palma alrededor de su cuello y ejerciendo algo de presión acometió sobre su boca sin dejarla ni respirar. Ruth al sentirlo entre sus labios una vez más después de tantos días no pudo evitar emitir un gemido ahogado y con los ojos en blanco enroscó sus brazos en el cuello del peliblanco para llevarle el ritmo a sus caricias demandantes. Entonces Baek chilló de dolor y se separó rápidamente de ella. Ruth le acababa de morder con ahínco sobre su piercing hasta lograr sacarle una gota de sangre.
—¡¿Qué haces loca?! —Este la miró desentendido.
Ahora quién rió con sorna fue ella— Te quiero Cosa pero te mereces eso por haberme hecho enojar tanto. —le susurró al oído antes de dejarle un beso en la mejilla y darle la espalda para marcharse.
—Pero Cosa... —la llamó este en un tono meloso sin dejar de frotar sobre su labio herido—, Ruth vuelve...
La pelirroja lo dejó solo y con una amplia sonrisa de felicidad en su rostro se retiró. Finalmente Ruth entendió que debía terminar con Ezra antes del lunes pase lo que pase.
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