Capítulo 25: Cita en un baño

—Oh Bro, ¿por qué en mi cama? —exclamó Denzel con un deje de hastío y bufó mientras negaba con su cabeza al observarlos.

Baek abrió sus ojos como platos al escuchar la presencia del trigueño y en un solo respingo se apresuró a cubrir la figura desnuda de Ruth con la única manta que había en la cama. Y luego se puso de pie y en cuestión de segundos se vistió con sus pantalones de uniforme. Denzel se mantenía estupefacto y a pesar de que eran amigos de confianza pues Baek se ruborizó por la vergüenza que le provocaba haber sido pillado en tal situación embarazosa. De repente el trigueño soltó carcajadas con sorna e hizo un chiste que solo le dio gracia a él:

—Jamás pensé que la primera vez que te viese la «salchicha»  sería de esta forma.

—¡Quieres callarte de una vez! —le riñó el peliblanco con el rostro bastante enseriado y terminando de vestirse por completo.

Denzel volvió a bufar— Por Dios, eres la primera persona que veo que después de un buen polvo se queda con tan mal carácter —se burló una vez más y Baek le dedicó una mirada asesina—; porque fue uno bueno ¿verdad?

Ante ese comentario el peliblanco no pudo esconder su sonrisa ladina y el brillo pícaro de sus ojos a la vez que se mordió su piercing por el calor que le daban los recuerdos. Denzel apreció su reacción y confirmando la respuesta dijo:

—Justo como imaginaba —Trató de moverse por la habitación evitando observar el cuerpo de Ruth que aún dormitaba—. Si es que no me sorprende, ustedes se tenían tantas ganas que tarde o temprano lo iban a hacer.

—Shh —siceó Baek—, haz silencio que la vas a despertar. —contemplaba con fascinación a su chica tan relajada en la cama.

—Bro, si yo fuese tú la iría despertando ya porque son... —Se detuvo a chequear la hora en su reloj de la muñeca—: las diez y media de la noche.

—¡Mierda! —alzó la voz gritando mientras se llevaba las manos a la cabeza—. ¡¿En qué momento se hizo tan tarde?! ¡Sus padres nos van a matar!

Ups, sería interesante saber con qué ideas los dos adolecentes se las arreglarían para inventarle al matrimonio Quinn la mayor mentira de sus vidas.

Debido a sus alaridos la susodicha se removió en el colchón y estando casi a punto de descubrirse, Denzel decidió darle la espalda al asunto —literalmente— porque ya con haber visto a Baek desnudo era suficiente. Ruth se despertó aún somnolienta y con los párpados medio cerrados, pasó su mirada de un lado a otro sobre ambos chicos, entonces sin entender qué ocurría comenzó a hacer preguntas:

—¿Denzel? —inquirió extrañada de su presencia.

—Hola Quinny. —manteniendo su vista hacia la pared la saludó agitando su mano.

—Ho-la... —respondió sintiéndose incómoda y aferrándose a la manta con las mejillas enrojecidas por el pudor—: Baek ¿por qué gritabas?

—Corre Ruth, tenemos que irnos es muy tarde. —le indicó con presteza y le lanzó a la cama su ropa.

Denzel se marchó al exterior para darle espacio a la joven mientras ella se vestía a la vez que maldecía a los mil santos cuando vio todas las llamadas perdidas de su padre. Ambos chicos se encontraban exaltados por los nervios, no sabían qué excusa ingeniosa inventar para ocultar el hecho de que Ruth acababa de perder la virginidad con su mejor amigo en una cabaña escondida entre los arbustos y la vía férrea. Esta vez la pelirroja había arrasado estrepitosamente con todas las reglas impuestas en su vida:

Rompió su voto de castidad

Le fue infiel a su "novio" Ezra

Estaba fuera de casa sin darle explicaciones a sus padres

Estaba convencida de que si sus padres se enteraban de lo que hicieron en esas horas pues no alcanzarían adjetivos en un diccionario para humillarlos ignominiosamente delante de ambas familias. De camino a casa de Ruth los dos sudaban frío sobre la motocicleta y los escasos minutos que tardaron se les convirtieron en horas de asfixia. Estacionaron unos metros antes de llegar al lugar, evitando hacer estruendos que le pudiesen dar aviso a Vernon y Stella de su llegada. Bajo la tenue luz que brindaban los faros de la calle se detuvieron a elaborar su explicación para convencerlos.

—Baek, ¿q-qué ha-ago? Me van a matar. —exclamó tartamudeando de los nervios que le carcomían la cabeza. Se sentía como si tuviese un cartel pintado en la cara anunciando «Tuve sexo por primera vez» y que con respirar sería suficiente prueba para que descubriesen la verdad.

—Tranquila, respira... —La tomó de los hombros pero en el fondo estaba casi igual de aterrado por la situación—: emm, ¿no podrías simplemente entrar por las escaleras de tu balcón y hacer como si siempre hubieses estado en tu habitación?

Esta lo desaprobó con la mirada— Cosa, eres cortito de mente. Tengo quince llamadas perdidas, eso significa que ya chequearon mi habitación y toda la casa.

—Diablos —Se mordió el piercing estresado—. Vamos a mentirles diciendo que Ezra nos invitó a salir junto con más amigos después de clases y como es tu novio perfecto y maravilloso no podíamos rechazarlo. —Ensanchó una amplia sonrisa cínica expresando todo su odio hacia su relación con el rubio.

—Igual me van a regañar por no haber contestado el móvil y no informarles de lo que estaba haciendo. —puntualizó ella sin poder parar de morderse las uñas.

—Cosa, ¿prefieres que tus padres te castiguen una semana sin salir por haber ignorado el móvil o que te castiguen hasta los veinticinco por haberte acostado conmigo? —sugirió la pregunta dejando claro su tono irónico.

La pelirroja dio un respingo de tan solo pensar en tal posibilidad— Que me castiguen por ignorar las llamadas, ¡claro!

—Eso supuse.

Ya tenían creada la mentira, ahora solo debían darle un par de vueltas más a su plan para conseguir dar una imagen de niños inocentes que cometieron un error piadoso. Poco tiempo después se acercaron con torpes pasos hasta el porche de la casa y justo antes de tocar a la puerta se dedicaron una última mirada comprometedora para desearse suerte el uno al otro. Luego de llamar con golpes inhibidos contaron mentalmente los segundos que tardó Vernon en abrir la puerta y anunciarlo:

—Stella ya están aquí. —exclamó en un tono demandante.

Baek y Ruth se hincaron al suelo frente al mayor en símbolo de súplica y balbuceando lloriqueos para disculparse. Había que admitir que al padre tal acción de ruego le tomó por sorpresa, pero no fue suficiente para suavizar su semblante fruncido. Sin embargo, a la señora Stella que no demoró en posicionarse en la entrada, sí le llegó a conmover el "arrepentimiento" de los jóvenes.

—Oh Vernon míralos, ellos saben que estuvo mal. —comentó con compasión y ayudándolos a ponerse de pie nuevamente.

Este cruzó sus brazos sobre el pecho y alzó la barbilla— Pues más les vale darme una excusa convincente porque a mí aún no se me ha olvidado la idiotez que hicieron hace tan solo unas semanas —La pelirroja maldijo por dentro, sabía que hablaba de aquel beso en su cuarto—. Los perdoné la última vez y en cuestión de un par de días ya se están aprovechando otra vez de nuestra confianza. —acusó el señor con reacia voz.

—No es eso papito, nosotro... —Baek interrumpió a su amiga que hablaba entre farfullos.

—Señor Vernon esta tarde mi amigo Ezra, que también es pareja de Ruth nos invitó a salir a una cafetería cerca del Instituto junto con más amigos —El susodicho al escuchar esas palabras comenzó a cambiar su expresión—. No podíamos decirle que no y nos la pasábamos tan bien que se nos fue el tiempo volando. —se explicó ante los adultos mostrando total respeto, con la cabeza gacha y las manos detrás de la espalda.

—Exacto papito, discúlpame por no recordar avisarles, pensé que no se molestarían... ya que estaba acompañada de Ezra. —agregó la última oración fingiendo una actitud inocente porque sabía que con eso lograría ablandar a sus padres.

—Ya los escuchaste Vernon, estas cosas son normales. A todos nos ha ocurrido que salimos a pasar el rato con los amigos y se nos va el tiempo. Son cosas sanas. —opinó la señora en defensa de los chicos, convencer a una mujer amorosa como Stella era pan comido para dos adolescentes traviesos y en apuros.

El señor relajó por completo su postura—Está bien, les creo —Al escuchar eso ambos jóvenes saltaron de alegría y despreocupación—, pero estarán una semana sin verse fuera del horario escolar, nada de visitas en la casa, y tus encuentros con Ezra también van a estar limitados.

—¡Gracias señor Vernon! —Baek no dudó en abalanzarse a abrazar al susodicho mientras que Ruth fue hacia los brazos de su madre.

Los mayores les dejaron a solas en el vestíbulo para que la chica se despidiese del peliblanco y entre miradas cómplices celebraron su reciente triunfo al interrogatorio. Ruth sentía un vacío en el pecho por tener que separarse esa noche de su amigo, para ella ese día había adquirido el significado más especial de su vida. Baek se encontraba impaciente por las ganas de besarla una vez más y oler el aroma de su cabello mientras la estrechaba en sus brazos. Y pese al temor de ser atrapados en el acto, el susodicho se atrevió a robarle un último beso antes de salir corriendo hacia el exterior con la calentura de sus latidos denotando en furor. Casi igual a la peliroja que subió las escaleras de camino a su habitación experimentando todo un manojo de emociones excitantes y arreciadas.

•••

A las diez de la mañana del siguiente día se encontraban los de primer año en plena clase de biología con uno de los profesores más tediosos de todo el Instituto. Jenny y Ruth compartían asiento y la morena se castigó mentalmente por haber asistido a ese turno precisamente un viernes. Sus párpados no daban para más y no lograba terminar de captar los dictados del maestro para apuntarlos en su cuaderno. Decidió consultar a la ayuda de su amiga pelirroja que todos la conocían muy bien por no dejar ni una nota pendiente en clase. Definitivamente si alguien necesitaba apuntes para estudiar pues no dudaban en acudir a Ruth Quinn. Cuando volteó a verla se llevó la sorpresa de que esta parecía estar abstraída de su existencia, sonreía de oreja a oreja ridículamente como una lela mientras decoraba su cuaderno con corazones coloridos y letras de canciones románticas de Justin Bieber.

Jenny frunció el ceño analizando su comportamiento e increíblemente la incongruencia de Ruth logró mantenerla despierta por más tiempo que su profesor hablando de lípidos y vitaminas. Entonces con un codazo la trajo de vuelta a la realidad.

—¿A ti qué te pasa? —interrogó la morena hundiendo sus cejas.

Ruth dio un respingo y titubeó con su mirada— Nada nada... nada. —repitió en voz baja mientras ocultaba los dibujos en su cuaderno.

—¿Para qué lo escondes si ya lo he visto? No has escrito nada de la clase. —Se mantenía estudiándola con su mirada.

—Y a ver, ¿qué tiene de malo? ¿Tú nunca te has saltado una clase alguna vez? Porque me parece que lo haces muy a menudo. —trató de defenderse sin mirarla a los ojos todavía.

Jenny se encogió de hombros y curvó sus labios— A mí me da igual —Volvió a fruncir el ceño y se aproximó con rapidez hacia el rostro de su amiga—. Pero me parece que alguien aquí está muy enamorada, ¿eh? ¿verdad, pillina? —le habló en un tono agudo y lanzándole miradas furtivas—. Si es que últimamente estás que no paras ni un segundo de pensar en el encantador Ezra Marin.

Ruth emitió una risita forzada— Sí, es eso, Ezra...

«Estaba pensando en cualquier cosa menos en el intenso de Ezra... bueno, en cualquier cosa no...»

Se dijo la casta pelirroja para sus adentros.

Tiempo después hizo eco el esperado timbre y los estudiantes fueron libres por tan solo diez minutos. Dentro de ese pequeño lapso de tiempo no hicieron nada más interesante que ir hasta sus casilleros para cambiar sus cuadernos de biología y tomar los de historia. Hacían lo de siempre, charlar de cosas banales hasta que fuese el momento de que el segundo timbre sonara. Pero entonces esos delgados brazos envolvieron a Ruth en un cálido abrazo al tiempo que la besaba en el cuello y su amiga Jenny se enternecía de tan solo verles.

Sí, Ezra otra vez, llevaba dándole los mismos saludos por la espalda desde el lunes en que se hicieron novios.

La susodicha al notar su empalagosa presencia rodó los ojos en desagrado sin que él lo notase. El rubio las saludó a ambas con gran amabilidad y cuando se dirigió a los labios de su chica, esta le hizo de lado de la manera más sutil posible y le regaló una sonrisa para no hacerle sospechar de que se comenzaba a hartar de sus apretones constantes en medio del pasillo. Para su suerte, este no tardó en irse de vuelta con sus amigos, y la morena nuevamente la acorraló con preguntas.

—Ruth estás muy rara, ¿viste con qué cara trataste a tu novio?

—Por Dios Jenny qué pesada, que no he hecho ninguna cara. —Se encogió de hombros fingiendo que no ocurría nada.

—Has hecho esto... —imitó la expresión de Ruth al llegar el chico—. Yo la verdad que no te entiendo, en clases parecías una romántica empedernida que no podía esperar por ver a su amor... ¡y ahora casi que vomitas con solo verlo! —Alzó sus brazos dramatizando.

—Estás exagerando Jenny. —trató actuar despreocupada.

—Pero es que ya yo no sé de quién estás enamorada tú.

—¡De nadie! —se impacientó y respondió sin pensar.

La morena abrió sus ojos como platos y la miró impactada— ¿Cómo que de nadie? ¡¿No quieres a tu novio?!

—¡No!... —lo volvió a hacer—: ¡Bueno sí! —Se llevó las manos a la cabeza y con un semblante atormentado añadió—. Déjame tranquila ya, me voy al baño a refrescar mi cabeza. —Y dándole la espalda se marchó a zancadas.

La chica huyó hacia aquel lugar para estar escondida ahí los muy escasos minutos que quedaban para que sonase el timbre. Al llegar agradeció que estuviese vacío para así no tener que compartir espacio con otras personas. Se colocó frente al lavamanos y mirándose al espejo empapó su cara con agua fresca que le ayudaría a pensar mejor. La puerta del baño se abrió y tras unas pisadas se escuchó un portazo. Ruth respingó en el lugar y con detenimiento echó una ojeada a la persona que acababa de entrar. Y aunque ese era el baño de chicas, no se trataba de una chica...

—Oh, Baek... —la susodicha pronunció su nombre con una nota de alivio mientras él esbozaba una sonrisa ladina.

—Hola Cosa. —saludó en un tono coqueto a la vez que sus ojos chispeaban al mirarla.

—No deberías estar aquí.

Sus cuerpos se aproximaron hasta quedar ella rodeando su cuello y él su cintura, apoyados contra el lavamanos.

—Oh Ruth, hay tantas cosas que no deberíamos hacer...

La pelirroja se sonrojó al escuchar esa frase y recordar la pasada noche. No tardaron en besarse con total desinhibición y el chico la alzó para sentarla sobre la cerámica. Separaron sus labios calenturientos y compartieron miradas de placer. Baek colocó sus manos en los muslos de la joven y recostó su cabeza sobre el pecho de esta. Ella lo dejó acomodarse para luego juguetear con sus hebras blancas.

—Te extrañé anoche.

—Yo igual. —respondió la chica con un semblante ilusionado.

—Quería que hablásemos con respecto a... eso.

—Pero Baek ya debemos entrar a clases, además, dentro de poco entrará alguien. —Ruth mostró su preocupada explicación.

—Shh —De súbito le plantó un beso rápido—. Olvídate de las clases por un rato y quédate aquí conmigo. Nadie vendrá porque estarán todos en las aulas y he echado el cerrojo.

La pelirroja rió por un segundo— Siempre te las arreglas para que yo desobedezca. —Esta vez fue ella quien le robó otro beso.

—Ahora serio, hablemos sobre lo de anoche —Ella le asintió dispuesta—: ¿Te sentiste bien haciéndolo?

Sus mejillas volvieron a enrojecer y asintió repetidas veces— Sí Cosa... estuvo bastante bien. —Ambos se mordieron los labios a la misma vez dedicándose miradas íntimas.

—Segura, ¿no hubo nada que te incomodase? ¿O algo que no te gustó? Lo que sea dímelo, quiero asegurar que conmigo te sientas espléndida. —Baek la estrechó contra su cuerpo estando tan próximos que las puntas de sus narices se rozaban.

—Sí, por unos segundos hubieron una que otra cosilla que no me gustó por completo, pero no fue nada importante —Se besaron detenidamente y al separarse, la chica susurró sobre sus labios—. Yo estoy feliz contigo Baek.

—Y yo contigo mi pequeña Ruth, te quiero tanto —Dejó caricias en su cuello—. Pero, ¿sabes qué me haría más feliz aún? —Esta le prestó atención—: que tu relación con Ezra termine.

La pelirroja resopló mientras agachaba sus ojos apenada— Tienes razón, lo que estoy haciendo está mal. No puedo estar con ambos a la vez y jugar así con Ezra —negó con su cabeza sintiéndose culpable—. Discúlpame Cosa, no sé qué me pasa últimamente que soy un asco con todos.

—Tranquila, tú no eres un asco —Acarició sus muslos a la vez que besaba sobre su pecho cubierto por la camisa de uniforme—, es solo que eres muy inocente y estás experimentando por primera vez, los adultos siempre dicen que todos nos equivocamos mucho a esta edad.

—Dame solo unos días para encontrar el momento adecuado para terminar con él sin que lo pueda lastimar. —El peliblanco asintió en afirmación y le dejó un tierno beso en su frente.

Entonces este jugueteó con su piercings del labio y besó a su amiga con deseo, paseó sus manos por su cuerpo y comenzó a desabotonar los primeros botones de la camisa de Ruth. Ella lo interrumpió por un momento y con un semblante travieso le negó con la cabeza pero el peliblanco le fue a la contraria asintiendo varias veces. Y ya la pelirroja no lo pudo detener cuando la hizo enroscar las piernas alrededor de la cintura del susodicho al mismo tiempo que él hundió su rostro en los pechos descubiertos de la chica...

Luego de eso, les llamaron a la puerta del baño varias veces pero las personas se cansaron de tocar porque ninguno de los dos estuvieron disponibles para abrir.

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