Capítulo 24: Una noche en el sofá-cama
***Este capítulo muestra contenido +18 explícito. Leer bajo su propia responsabilidad***
Estacionaron frente a la cabaña de su amigo Denzel, la chica fue la primera en bajarse y esperar de pie a un costado de la puerta de madera mientras Baek acomodaba la motocicleta entre los arbustos. Este avanzó hacia la puerta y desde el suelo le flanqueaba una pequeña maceta de plástico, debía de llevar muchos años ahí porque el material estaba desgastado y la planta que contenía se encontraba con todas sus hojas muertas. El peliblanco se hincó frente a aquello que algún día en el pasado fue un ser vivo que florecía, y hurgó entre la tierra seca. De ahí sacó una pequeña llave plateada que se ocultaba enterrada junto a las raíces. Ruth solo le observaba sin emitir palabra alguna. El susodicho condujo dicha llave hacia el cerrojo de la entrada y la hizo funcionar con el mecanismo. Baek caminó hacia el interior como el primero y Ruth le continuó a sus espaldas.
—Bueno... ¿qué estamos buscando? —preguntó la chica para romper el hielo.
—Denzel me pidió que tomara una caja debajo del sofá-cama. No sé qué traiga adentro. —Este se encogió de hombros mostrando desconocimiento.
Ruth esbozó una sencilla sonrisa de boca cerrada, en su interior se sentía incómoda. Quería entablar una conversación seria con él, no le agradaba saber que su amigo le evitaba y estar ajena a sus razones. «¿Qué habré hecho para molestarlo?» Es tan ingenua que no distinguía la respuesta frente a sus narices. El peliblanco apoyó sus rodillas en el suelo e inclinó su torso para observar debajo de dicho mueble. En efecto, ante sus ojos achinados se encontraban dos cajas de tamaño mediano y de color negro. Se acomodó para extender sus brazos y sacarlas hacia el exterior, no tenían casi peso por tanto no serán una dificultad para transportarlas.
Ruth se acercó para husmear lo que guardaban dentro y ambos hallaron ahí solo algunos cuadernos de notas, una lámpara de escritorio, tres pelotas de tenis,entre otros artículos sin interés.
—Listo —anunció Baek mientras se ponía de pie—, creo que ya nos podemos ir a entregarlo. —Se sacudió sus manos y la camisa del uniforme.
—Espera Baek —le interrumpió la pelirroja tomándole del antebrazo antes de que se marchara. Este la miró expectante—. Pienso que este es un buen sitio para que hablemos. —dejó salir las palabras de sus labios expresando unos notorios nervios en su tono de voz.
—Ok, ¿de qué quieres hablar? —El peliblanco era capaz de imaginarse lo que le sucedía a su amiga, pero fingía no estar al tanto para no sentirse tremendamente intimidado con el asunto.
—No sé si es idea mía pero estoy casi segura de que llevas toda la semana evitándome. —lo soltó de una vez.
—Es idea tuya, yo no te he evitado. —esquivó su acusación sin atreverse a mirarla a los ojos.
—Sí lo has hecho, nos conocemos Baek. Tú siempre sabes cuando te huyo, al igual que yo lo sé cuando tú lo haces. —una vez que comenzó a hablar ya no tenía miedo, su mirada estaba clavada sobre él con atención.
El chico mostró una sonrisa fingida— No es cierto Ruth, ¿por qué te evitaría? Ves, no tengo motivos para hacerlo. —Se encogió de hombros alzando sus manos, quería lucir despreocupado.
Ella dio un paso acercándose más a él— Estás enojado por mi noviazgo con Ezra, ¿es eso verdad? —pronunció con determinación.
—Para ya Ruth, no quieres hablar de esto te lo aseguro. —hubo un cambio drástico en el tono y la expresión del muchacho, le dio justo al clavo.
—Sí, sí quiero Baek. Ese es tu problema, que siempre le estás huyendo a todo lo que te hace sentir incómodo y te vas por el camino de la rebeldía. Si no eres tú quién revuelve las cosas pues sales corriendo hacia otro lugar en dónde sí lo puedas hacer —le acusó apuntándole con su dedo índice—. Cosa, cualquier problema que tengas conmigo resolvámoslo. —le suplicó con sus ojos marrones.
El peliblanco quedó anonadado y un poco ofendido se podría decir.
—Ok, entonces nos estamos sincerando ¿no? —Ella asintió—. Pues te seré muy sincero Ruth Quinn —anunció como una nota de advertencia—: No he querido mirarte a la cara en toda la semana porque el sábado estabas conmigo en la playa besándome, y luego me entero que el domingo estuviste liándote con Elijah en su casa. Y por si fuera poco el lunes llegas al Instituto desfilándote de la mano con el pelele de Ezra por los pasillos. —expuso todas sus acciones sin rechistar, y la pelirroja se sintió en extrema vergüenza al escuchar su punto de vista.
«¡Elijah maldito lengua larga!»
—Baek, eso no es com... —Este no la dejó terminar.
—No sé si es idea mía pero estoy casi seguro de que me estás utilizando a mí y a mis amigos.—le devolvió el mismo golpe.
Ruth se sintió verdaderamente afectada por la crudeza de ese comentario.
—Te equivocas Baek —le refutó alzando la voz—. Tus amigos parecen acorralarme desde la primera semana del curso. Siempre están en los mismos lugares que yo, aparecen en los momentos más oportunos. Saben con qué cosas tentarme o empujarme hasta que sin darme cuanta ya estoy besándome con ellos. Me tienen asustada, quiero salir del centro de atención de todos ellos. Es verdad que intento experimentar cosas nuevas pero no me hace ninguna diversión estar involucrándome con varios chicos a la vez y peor aún si todos están relacionados contigo. —confesó mostrando un deje de hastío hacia estos chicos con su semblante.
Baek dejó salir un suspiro entre sus labios sin poder darle una respuesta a eso. Sabía que ella no era la culpable, es consciente de que El Clan estaba haciendo toda esa perversidad para hacerla caer. En parte se consideraba responsable de que Ruth estuviese en medio de tanta confusión, juró que evitaría que triunfasen en esa apuesta y sin embargo habían ido más rápido de lo qué él podía controlar.
—¿Cómo me explicas tu relación con Ezra? Dudo que te estén obligando a salir con él. —Al menos sí podía exigirle respecto a eso.
La posición tan determinante de la pelirroja flaqueó, ya no se veía tan segura de lo que diría a continuación. Sus ojos saltaron de un lugar a otro por toda la habitación intentando hallar una explicación lógica para responderle. Hasta que tomó una bocanada de aire y decidió contarle todo tal y cómo había pasado.
—Es más complicado de entender lo de Ezra. Tú sabes que tuve unas primeras citas con él, incluso me ayudaste —El peliblanco se golpeó mentalmente por eso—. Ezra parecía ser el chico perfecto para mí, aplicado, responsable, con buena reputación estudiantil, de buena familia. Sabía que mis padres lo aceptarían desde el primer momento y así fue, él era el tipo de chico que mis padres querrían que les presentara —mientras hablaba se iba dando cuenta de lo estúpido que sonaba eso, solo lo hizo por complacer a otros—. Además Ezra se comporta tan caballeroso y amable que... no sé, a qué chica no le gustaría que la traten con gentileza —Se encogió de hombros apenada por su argumentación—. También ocurría que ya yo le había dado muchas esperanzas a él, no me atrevía a decirle que no y lastimarlo, ¿con qué derecho le doy algo a una persona y luego se lo quito?
Su amigo quedó estupefacto al entender la lógica tan injusta con que pensaba su pelirroja. Esas ideas eran injustas para sí misma, no tomó en cuenta sus sentimientos ni por un segundo, solo dejó que las necesidades de otros tirasen de sus brazos como si de un títere se tratase y así controlar sus decisiones. Oh Dios, por cuánto estaba pasando su pequeña amiga.
—Ruth te debías preocupar por ti antes que por todos ellos. ¡Podías haberle dicho que no! —le reprochó.
—¡Ya lo sé pero no fui capaz! —Por un momento pensó que comenzaría a llorar.
—No puedes estar con alguien a quien no quieres solo por miedo a lastimarlo. —insistió.
—Pero sin embargo tengo un problema mayor que ese, lo he pensado muchas veces y no me voy a reprimir más. Lo voy a resolver. —La seguridad en su decisión parecía arrasadora.
—¿Qué problema vas a resolver? No te dejaré que te metas en más líos. —cuestionó hundiendo su entrecejo.
—Después de haberme besado con todos ustedes he llegado a unas cuantas conclusiones —Este se sintió ansioso por terminar de escuchar lo que tenía para decir—. Cada vez que tengo estos escarceos con ellos es porque hay alguna cosa que lo provoca: Colum me drogó y se aprovechó de mí; Keanu me robó un beso cuando estaba distraída; Elijah me acorralaba en todo momento hasta dejarme sin escapatoria; y Ezra me ha hecho sentirme mal con la sola idea de rechazarlo alguna vez —dejó expuestas las razones por las que estuvo con cada uno de ellos—. Pero sin embargo contigo no hay nada que me obligue a hacerlo, contigo siempre me da curiosidad seguirlo intentando. —confesó dedicándole la mirada más pasional que nunca jamás sus ojos se hayan atrevido a expresar, sin despegar la vista uno del otro ni siquiera para parpadear.
¡QUÉ
FUERTE
PELIRROJA!
Baek quedó reducido a la nada por unos instantes, volvió a respirar y no pudo contener esa sonrisa ladina que centelleaba casi con la misma fuerza que sus ojos ámbares parecidos a un atardecer. Observaba a su mejor amiga con fascinación y embelesamiento, sus latidos retumbaban bajo su pecho y su mente estaba perdida entre millones de fantasías que la incluían a ella como la protagonista.
—Cuando ellos me tocan llega un momento en que se vuelve incómodo y desagradable, y ya no los puedo tolerar. Pero cuando se trata de ti Baek yo solo puedo pensar en cuán bien se sentiría si me siguieras acariciando —A la pelirroja le brillaban los ojos—. Baek tengo tanta curiosidad por saber qué se siente estar contigo que la verdad ya me da igual pensar en sí somos mejores amigos y que está mal. Yo solo quiero que lo intentemos porque sé que tú has aguantado tanto como yo. —Colocó sus manos sobre el pecho del peliblanco.
—Te equivocas Ruth, yo llevo aguantando esto desde que soy un niño de primaria.
Ella no era la única que guardaba sentimientos por confesar, pero no tuvo oportunidad de procesar esas palabras ya que toda su existencia fue sucumbida en el glorioso momento en que Baek la asió de su cintura y se abalanzó sobre sus labios. Ruth no deseaba las caricias delicadas y gentiles de Ezra, deseaba que Baek la estrechara contra su cuerpo, que la dejara sin aire, que se adueñara de sus besos mientras la fatigaba a mordidas. La chica le correspondió sin titubear, se sostuvo de su cuello y le siguió el ritmo a sus besos demandantes, ambos se exigían muestras de cariño de todas las maneras posibles. Le mordió los finos labios a su amigo y cubrió con sus manos las pálidas mejillas del susodicho. Jadearon mutuamente y sus dedos se escabullían por todo su cuerpo a la vez que la temperatura aumentaba para ellos.
«Esto es lo que llaman estar "caliente"»
Pensó la joven para sus adentros, en incontables ocasiones había escuchado eso de "calentarse" por boca de muchas personas, en algún libro romántico que leyó en el pasado, y en los diálogos de furtivas películas de amor. Pero aún le faltaba mucho por experimentar de ese concepto, aún no conocía lo que era verdaderamente perder la razón y erizarse la piel con los recuerdos.
Baek enterró los dedos en las caderas de la chica para presionarla contra su torso y dejó escapar un gemido tosco sobre los labios de esta. Ella con sus manos torpes y sobre todo inexpertas se decidió por desabotonarle la camisa de uniforme al peliblanco, este acarició el cuello de la susodicha sin ser del todo delicado pero tampoco un bruto. Observarla como le desvestía con presteza le nubló tanto las ideas que inevitablemente se mordió su piercing con un ímpetu que podía llegar a hacerse daño, a la vez que condujo sus manos por debajo de la falda de la pelirroja para tocarla con su extremo deseo. Ruth se deshizo del estorbo que le causaba aquella camisa y ante su vista se desplegó a su merced el torso desnudo de su mejor amigo, estaba tal y como lo recordaba, justo como ansiaba apreciarlo con deleite mil veces más. Lo primero que sus ojos captaron fue el tatuaje sobre su pelvis que le provocaba un efecto magnético a la pelirroja, le intrigaban esas letras con tinta color sangre.
La libido de Ruth se vio en aumento cuando la chica cayó en cuenta de que Baek descubría expresamente su prominente piel escondida bajo aquella falda, se sintió tan deseada en ese instante que por un momento creyó que esa era la mejor sensación del mundo. Pero no, en realidad aún quedaban por venir un torrente de sensaciones que no podía ni llegar a imaginar. Nuevamente se colgó de su cuello para recurrir a la necesidad de su boca, se besaron con desinhibición y sin ninguna vergüenza que les atormentase.
Sin separarse aún, Ruth exploraba con sus palmas el pecho pálido del chico, el cual se movía con agitación debido a su respiración entrecortada. Entonces, ella comenzó a dar pequeños pasos obligándolo a retroceder hasta lograr lo que la chica quería. Sin percatarse del asunto sus pies tropezaron con la parte baja del sofá-cama provocando que Baek cayese súbitamente boca arriba sobre este —que para la suerte de ambos el mueble ya se encontraba en su modo cama, brindándoles espacio suficiente—. Ruth lo contempló acostado delante suyo esbozando una sonrisa ladeada y sin más preámbulos gateó para sentarse a horcajadas sobre el regazo de su amigo. Un regazo que para su sorpresa le pareció sentirlo más abultado de lo normal, lo cual le resultó inquietante.
Baek flipó embelesado por segundos que parecían coagularse en el tiempo mientras apreciaba la afrodisíaca imagen que se le ofrecía desde su punto de vista. Ahora mismo se le antojaban con premura todo tipo de ocurrencias lascivas para hacer con Ruth en aquella posición. Pero primeramente debía de preocuparse por cómo se sentía la susodicha.
—Ruth, un momento —Sus palabras la sacaron del trance en el que se encontraba—. ¿Estás segura de lo que estamos haciendo? —cuestionó para cerciorarse de que luego no se arrepentiría de nada.
—Sí Baek, segurísima. —su respuesta sonaba desesperada.
—¿Quieres... hacerlo? —inquirió una vez más rezando para que no se retractase. No le quedaba sangre en el cerebro para detenerse en ese punto.
Toda su sangre se encontraba en otro lado...
—Completamente. —convencida de sí misma afirmó y no tardó más en hincarse sobre él para recorrer a besos el cuello del peliblanco
Esa tarde, en el interior de esa cabaña desolada por la ausencia de Denzel y con un ligero olor a polvo, Ruth Quinn había desatado su primer encuentro con aquella furia que llaman Pasión. Había liberado su primera necesidad proveniente del lado de los humanos que nos hace parecernos al resto de los animales. Estaba viviendo su primer deseo carnal, un deseo natural de la propia existencia... y pobre de aquel que no se deje llevar aunque sea una vez por el éxtasis que este acto aclama.
La pelirroja desbordó en lamidas, besos y mordidas el cuello del chico. Le parecía fascinante ser ella quien le ofrecía ese placer a él, y encontraba tanta satisfacción en explorar sin límites el cuerpo de Baek. Con sus manos apretujó sus pequeños músculos de los brazos. Dejó las huellas de sus pasos por sobre su pecho, y al encontrarse con la planicidad de su abdomen ligeramente marcado por los ejercicios solo se concentró en besar por todos lados incluso más de lo que había besado las zonas anteriores. El peliblanco poseía un cuerpo delgaducho, con su encanto, pero no llegaba a ser nada impresionante, y pese a eso Ruth se anonadaba con solo verlo. Él tendría un físico simple pero para ella era el ser más atrayente que sucumbía sus deseos. La chica continuó bajando y tan solo un paso después se encontró frente a su rostro con aquel abultamiento sobre su zona pélvica, antes de hacer ningún otro movimiento solo levantó su vista y conectó sus ojos con los de su amigo dedicándole una mirada comprometedora. Él la entendió, conocer lo que yacía latente bajo sus pantalones le provocaba una desbordante curiosidad, ella sabía lo que por ley del cuerpo humano hay ahí abajo, pero no se atrevía a descubrirlo sola por su cuenta.
Baek ladeó una de sus típicas sonrisas y tomando asiento sobre el colchón le dijo:
—Ven aquí.
Asió a la chica de su cintura para volverla colocar a horcajadas sobre él. Paseó sus dedos por su rostro angelical y acarició su espesa cabellera roja. Ambos reflejaban un semblante enamorado mientras se observaban fijamente.
—Te quiero Cosa Quinn.
—Yo también te quiero Baek.
Se fundieron en un abrazo y este escondió su rostro bajo el cuello de la chica para proporcionarle esos besos a ella esta vez. Deslizó sus manos por el torso de la susodicha y con agilidad le desabotonó por completo su camisa de uniforme en tan solo un instante. Justo cuando iba a expulsarla de su cuerpo Ruth lo detuvo sintiéndose algo apenada por su ropa interior, digamos que sus prendas no eran precisamente las ideales para ese tipo de experiencias.
—Baek es que... —titubeó al hablar.
—Shh, tranquila que eso es lo que menos me importa ahora mismo. —emitió una de sus risas petulantes y a ella le pareció encantadora hasta su forma de reír.
Dejando pasar su timidez por un simple sostén le permitió al chico desvestirla de ambas prendas quedando desnuda entre sus cálidos brazos. El peliblanco reservó toda su atención para aquellos turgentes pechos que se presentaban frente a él. Quedó boquiabierto de manera inconsciente, nunca creyó que en algún momento podría tener la oportunidad de conocer tan íntimamente a su mejor amiga.
No se podía negar que la pelirroja ya había superado su etapa de pubertad.
Cautivado por su silueta se acercó a estos y los besó desesperadamente alrededor de todo su contorno mientras el otro lo encerraba entre sus dedos lujuriosos. Ruth sintió espasmos por su cuerpo y una chispa atravesar su columna vertebral una y otra vez obligándola a entreabrir sus labios y emitir jadeos casi inaudibles. La chica enterró sus manos en su nido de pelos blancos presionando su cabeza para que no intentase dejar de acariciarla de tal forma. Baek la agarró de su moño y en un solo movimiento la hizo recostarse en la cama, estando encima de ella prosiguió a succionar en la cúpula de sus pechos mientras que sus manos traviesas se colaron una vez más entre sus piernas. Pasearon por el interior de sus muslos hasta llegar a la humedad de sus bragas. Ruth gozó de otro espasmo al sentirlo palpar descaradamente en su zona más estrecha y no pudo evitar darle pequeños jalones a sus hebras blancas. Baek estimulaba por primera vez puntos de su cuerpo que ella no era consciente del efecto que provocaban.
Sintiendo plácidamente su lengua tibia cubriendo sus pezones a la vez que sus dedos lograban una fricción fascinante en su intimidad la pelirroja solo podía retorcerse sobre el colchón ante el gusto de esas nuevas sensaciones. Baek se separó de la chica sin siquiera avisar, se puso de pie y desabrochó su pantalón para luego sacarlo de un tirón quedando semidesnudo delante de los ojos marrones de Ruth que se ensanchaban con solo verle. Este esbozó una sonrisa altanera y se dirigió a despojarla de su falda, la chica se sintió expuesta al caer la prenda al suelo. Pero ninguna de las nuevas emociones que estaba experimentando la harían retractarse de lo que estaba haciendo, no sabía qué pasaría después, solo le interesaba vivir ese momento con más intensidad que cualquier otro.
Baek se arrodilló ante los pies de esta y conectaron sus miradas profundamente. Aquellos ojos marrones dilatados observaban el brillo centellear desde esos ojos ámbares achinados. El peliblanco la asió de las rodillas abriéndolas para él, a lo cual ella no presentó oposición alguna, solo se dejó hacer expectante de lo que sea que estuviese preparando para ella. Retiró con algo de prisa sus bragas y la pelirroja expulsó un profundo suspiro cuando ya se encontró enteramente desnuda frente a su mirada vacilante. En ese momento toda la atención del chico estaba únicamente dedicada a apreciar de manera hipnotizada el descubrimiento de su intimidad. Estaba simplemente enamorado de todo lo que veía. Sin más preámbulos se lanzó hacia el interior de sus muslos y besó con detenimiento su piel que se erizaba contra su mejilla con cada beso.
Una vez de cara al asunto... respiró profundamente provocándole cierta calidaez sobre la zona justo antes de iniciar su primera lamida en el punto más sensible de su cuerpo. Ruth reaccionó con un respingo por ese tacto tan deslumbrante, y un expreso gemido salió de sus labios cuando este continuó moviendo su lengua rítmicamente sobre el mismo centro. Se hicieron seguidos sus espasmos y jadeos, a tal punto en que Baek tuvo que abrazar sus piernas para que no se le escapase de sus profundas caricias. La pelirroja permanecía con su cabeza tirada hacia atrás y sus ojos en blanco, le resultó fascinante ese nuevo placer descubierto, era increíble todo lo que podía provocarle con tan solo los movimientos de su boca. Sus lamidas se volvieron aún más firmes y permanentes, recorrían por completo su zona más íntima sin el más mínimo pudor, le era impresionante ver la manera en que él se desenvolvía entre sus piernas como si disfrutara del mismo placer que ella en ese momento.
Baek no se detuvo ni por un segundo, al contrario, probaba con movimientos variados hasta encontrar cuál era el que más satisfacía a su chica y aferrarse a ese hasta hacerla perder la visión. Y en efecto, Ruth no tardó en apretujar las sábanas y enterrar sus dedos entre su cabello a la vez que gemía con su pecho agitado debido al exceso de excitación. Sus piernas temblaban sin parar y podía jurar que si él las soltaba de su agarre se derrumbarían a los costados de la cabeza del susodicho. Baek extendió sus manos hasta alcanzar sus senos y atender ambos lugares al mismo tiempo, la pelirroja emitió un gemido gutural y glorioso para los oídos de su acompañante, su rostro era un poema y su cuerpo se mostró extasiado luego de tantas estimulaciones simultáneas.
El peliblanco se apartó y levantó su cabeza para dedicarle una amplia sonrisa llena de ego por ser quién la hacía estremecer así, y ella le correspondió sonriendo de igual forma. Baek retrocedió volviendo a arradillarse y finalmente dejó expuesto para los ojos curiosos de la chica la virilidad que escondía bajo todas sus prendas. Ruth se sintió inquieta observando su miembro, no lograba definir si le agradaba o no su nuevo descubrimiento.
Es cierto, no era hermoso, pero había de acostumbrarse gustosamente con el tiempo.
Sin embargo, dejaría pasar ese detalle por el momento para entonces concentrarse en el apuesto amante que se acomodaba entre sus piernas quedando posicionado sobre su cuerpo y para sostenerse se apoyaba de sus antebrazos colocados a cada lado de su cabeza. Ahí, en esa posición tan próximos uno de otro compartiendo el calor entre ellos el chico se acercó a su rostro para repartir castos besos por el mismo y después susurrar contra sus labios:
—Ruth esto puede que duela bastante —Ella tragó en seco y asintió dispuesta a enfrentarlo—. Si crees que no puedes aguantar me lo dices y paramos, yo no tengo problema con eso ¿ok? —En verdad que le preocupaba cuánto pudiese sufrir en ese intento.
—Ok, yo aguantaré hasta dónde pueda. —La pelirroja asintió sonriente mientras le abrazaba para tranquilizarlo.
Entonces, con todo el consentimiento de parte de la susodicha se dispuso a avanzar hacia su interior. Movió sus caderas forzando la entrada y ella a la primera impresión se contrajo pronunciando un quejido de molestia a lo que él respondió con caricias en su piel para calmarla. Honestamente Baek también se encontraba nervioso, había estado con unas pocas chicas en el pasado pero nunca tuvo la oportunidad de ser el primero para ninguna, por tanto temía de llegar a lastimarla de alguna forma. Tras unas pocas embestidas lograron abrirse paso y copular sus cuerpos, Ruth fue consciente de la inmensa diferencia que se sentía al estar con él dentro y le pareció interesante esa sensación tan peculiar. Baek por su parte experimentó un chispeante cosquilleo que le hizo expresar un gemido sensible y su rostro se descompuso por el placer. Este se continuó moviendo con extrema delicadeza para no dañarla y por lo visto Ruth no resultó ser de las que la pasaban fatal en su primera vez ya que a medida en que se movía sobre ella su semblante se iba suavizando hasta transformarse en uno que cada vez parecía disfrutarlo un poco más.
Entonces el peliblanco escuchó justo las palabras que necesitaba:
—Hazlo más rápido. —exigió entre jadeos.
Esa fue su luz verde para comenzar la verdadera acción en que consistía el acto. El susodicho dio paso a sus vaivenes pélvicos que a sus efectos le hicieron perder la razón a la pelirroja. Ruth emitía sonidos lujuriosos a cada momento, sus uñas se clavaban en los hombros del peliblanco a la vez que sus piernas temblaban a sus costados y sus ojos habían perdido la dirección. Después de un pequeño rato la chica observó como el rostro de su amigo se comenzaba a enrojecer y las venas de su cuello a pronunciarse. Se percató de que sus embestidas disminuyeron y súbitamente en un solo impulso se apartó de ella y de la cama. Entonces Ruth con cierto asombro le miró llegar al orgasmo estando de pie a su lado. El chico tomó esa decisión porque por muy nubladas que estuviesen sus ideas debido a la lujuria, aún era consciente de las graves consecuencias que ocurrirían si no se alejaba de ella en ese momento.
Luego de ese culminar, de manera resumida podemos argumentar que ambos jóvenes quedaron laxos abrazados en el colchón hasta caer en un profundo sueño en cuestión de segundos. Horas después los chicos dormitaban plácidos cuando se hizo presente en la cabaña el sonido de la cerradura de la puerta. Esta se abrió dando paso a la enjuta figura del trigueño Denzel, quien al levantar su mirada y encontrarse con semejante escena abrió sus ojos como platos y con cierta decepción expresó:
—Oh Bro, ¿por qué en mi cama?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top