Capítulo 17: Problemas de familia

Baek con pesadumbre cerró el último botón de su camisa de uniforme y después se colgó su mochila al hombro. Esa mañana se despertó tarde por tanto tenía menos tiempo para prepararse que el resto de las veces, pero si se daba prisa podía llegar a tiempo con su moto. Odiaba ir retrasado al colegio. Abrió la puerta de su habitación y al salir al corredor escuchó una voz que provenía de la planta baja.

—Beatriz querida, traéme el edulcorante y otra servilleta. —le ordenó Gea con sus aires de suficiencia a una de las empleadas.

Desde allá arriba podía captar el engreimiento de su madre.

Bajó las escaleras, haciendo notar su presencia con cada paso, y fue hacia el amplio comedor. Sus ojos ámbares se encontraron con los idénticos de Gea, la cual vestía aún su femenino pijama peinada con una coleta alta y sentada a la extensa mesa mientras digería el desayuno servido en finas vajillas. El plato de él estaba servido en la mesa, pero pensó en que no debería perder tiempo desayunando.

—Buenos días. —saludó su madre desviando la mirada de él para seguir leyendo la revista que tenía sobre sus piernas.

—Te vi llegar anoche. —Ni se molestó en devolver el saludo o preguntar por cómo le fue.

—Sí, llegué bastante tarde —comentó y luego vio a su hijo tomar unos aperitivos y guardarlos en su mochila— ¿No te vas a sentar a desayunar? ¿Por qué? —inquirió enarcando las cejas.

Él soltó una risa sarcástica— ¿Qué pasa mamita? ¿Te pone triste no compartir el desayuno con tu bebé? —se burló sin respeto alguno por la señora y esta en cambio le miró con total desaprobación—. No voy a comer Gea, voy tarde para el colegio.

—Oh —su semblante cambió de inmediato. Hubiera sabido ese dato si fuese consciente de los horarios de su hijo—. Si es así haces bien Baek, acaba de irte entonces. —Él asintió y ella volvió a leer su revista.

El peliblanco giró sobre sus talones para retirarse. Y cuando estuvo ya casi al salir del comedor se detuvo en seco, recordando todo el interrogatorio que quería hacerle a su madre desde aquel día que encontró los documentos de Demon's Food. La noche anterior había guardado dicho papel en el bolsillo lateral de su mochila y así estar listo para encararla esa mañana. Dio media vuelta con el rostro enjuto y cuando estuvo frente a ella extendió el papel ante sus ojos. Gea le miró con extrañeza por un momento sin entender su repentino comportamiento pero después observó lo que su hijo le mostraba y abrió los ojos como platos al analizar la información. Volvió su mirada hacia él, esta vez enfurecida y en un solo movimiento se puso de pie haciendo chirriar las patas de la silla contra el suelo.

—¿Tú qué haces con eso? —zanjó mostrándose enojada y nerviosa a la vez.

—Gea, ahora las preguntas las hago yo. Explícame qué demonios significa esto. —espetó imponiendo carácter al igual que ella.

—Mocoso de mierda. —farfulló entre dientes y le dio un leve empujón al chico para después alejarse de él con el pecho agitado.

—¡No me evites Gea! —Fue hacia ella.

—¡Tú no me vuelvas a alzar la voz Baek Demon! —reprendió girándose hacia él y apuntándole con su dedo índice.

—¿Por qué los abuelos ya no son inversionistas? ¿Por qué ya no trabajan con nosotros? —escupió sus preguntas sin más rodeos.

—Baek cierra ya esa boca —Se llevó las manos a la cabeza, estaba irritada—. Vete a clases ahora mismo, vas a llegar tarde. —Nuevamente le dio la espalda e intentó calmarse.

—Qué importa si llego tarde. —le restó total importancia a eso.

—¡A mí me importa! —volvió a encarar a su hijo y este frunció el ceño extrañado, ¿ella acababa de decir que le importaba algo sobre él?—. Pago mucho dinero para que estudies en un instituto privado y tú no vas a desperdiciar esa oportunidad llegando tarde cuando te venga en gana y buscándote problemas —una vez más fue hacia él atacándolo con sus acusaciones para reprenderlo. Entonces lo que le importaba era el dinero, no él—: ¿Acaso crees que no me enteré de tu ridícula pelea de los otros días? No vas a malgastar el dinero que invierto en ti comportándote como un niñato. ¡Vete ahora! —zanjó toda histérica.

Eso era lo que él significaba para ella... una inversión. Los ojos de Baek tuvieron la intención de llorar pero él se contuvo apretando el puño y la mandíbula, no le mostraría dolor a ella.

—Me vale una mierda tu dinero, yo no te he pedido que me pagues ningún instituto —la desafió con sus palabras y su mirada—: ¡¿Por qué sacaste a los abuelos del negocio?! —repitió una vez más su inquietud, ya estaba perdiendo la cabeza.

—¡Yo no los saqué! —soltó la verdad de una vez, estaba hastiada de la acusaciones del chico—: Ellos se fueron. —le confesó conectando su mirada con la de él. Ambos tenían los ojos rojos.

—¡Mentiras! —zanjó negando con la cabeza y apuntándola con su dedo—. El abuelo Harry jamás nos abandonaría, algo les debiste haber hecho Gea. —la acusó por completo y los ojos del chico comenzaron a cristalizarse.

—No te lo voy a repetir más. No me hagas ni una pregunta más. Me tienes harta con todo este teatrico tuyo, a ti no te interesa saber nada sobre el negocio porque tú no mueves un dedo por trabajar, solo eres un parásito que se alimenta de todos los ingresos. ¡Mantengo esos restaurantes en alto para darte una vida a ti! ¡Tus abuelos nos abandonaron sí, y no quiero que hables más del tema! —había perdido los estribos, ya no soportaba ni un minuto más seguir con esa conversación. Su trabajo guardaba muchos secretos y Baek estaba a punto de descubrirlos dejándola sin salida.

—Gea, no me engañas, algo bien sucio debiste de hacer para que lacras millonarias como Leroy y Black invirtieran en Demon's Food. —no le importó retarla una vez más, las negociaciones con esos dos hombres le parecían algo sospechoso.

Lo que Baek no esperó fue que después de decir aquellas palabras su madre le diera la mayor bofetada de su vida.

Fue tan fuerte que su rostro giró bruscamente y dio un paso hacia atrás. Su mejilla ardía y se sentía caliente también. Su mirada quedó clavada en el suelo de losas blancas, carcomido por el bochorno, la impotencia y sobre todo unas intensas ganas de llorar. Su mandíbula temblaba nerviosa aguantando las lágrimas, quería llorar por rabia y preocupación a la vez. El rostro se le tornó rojizo, no sé si por la cólera que le provocó aquella discusión o por la fuerza que tenía Gea en la palma de su mano. Baek estaba muy preocupado por los pasos ocultos en que andaba su madre, ella se volvió loca y se encolerizó con solo ver que él estaba metiéndose en sus asuntos, aquel actuar le hizo dudar de esta más todavía.

—Escucha bien lo que te voy a decir Baek Demon —masculló entre dientes, con advertencia y el semblante tenso por el enojo. Se acercó hacia su hijo, alzó el dedo índice cerca de su rostro, queriendo intimidarlo con su mirada penetrante—. Yo soy tu madre, yo te lo he dado todo, me tienes que respetar y callarte la boca cuando yo hablo. No te quiero volver a ver alzándome la voz, desobedeciéndome o cuestionando lo que hago. Es hora de que se acabe tu malacrianza, estás adaptado a hacer lo que te de la gana y tratar a todos como si estuvieran por debajo de ti. No sé por qué te lo he permitido pero a mí no me vas a tratar igual que al resto Baek. —le habló con despotismo, demostrando ser capaz de tomar las peores medidas de ensañamiento con su hijo si este seguía metiendo las narices donde no debía.

«Tú me malcriaste así»
«El respeto se gana no se impone, y tú nunca te lo has ganado»
«Soy el mismo engreído que tú»

Estas fueron las respuestas que él deseó darle, las repitió una y otra vez en su mente, pero increíblemente no se atrevió a refutarle. Supongo que esta vez su madre logró asustarlo y afligirlo tanto al punto de mantener callada la boca de un niño malcriado y desobediente como él. Baek no fue capaz de mirarle a la cara, siguió quieto en la misma posición con la cabeza gacha, asorado por sus sentimientos rotos.

Le había golpeado. Eso no se lo perdonaría nunca. La insensibilidad de Gea siempre había sido como tres gotas de alcohol en sus heridas, le provocaba más dolor pero le sanaba a la vez.

—Vete a clases ahora. —le ordenó por última vez y le dio la espalda para dirigirse hacia su despacho.

El chico, sin más preámbulos, dio media vuelta, se ajustó su mochila y caminó en dirección a la salida de la mansión. Lágrimas calientes rodaron por su rostro enrojecido y él mordió con fuerza su piercing intentando callar uno que otro sollozo. Pero era en vano, hasta sus ojos estaban inyectados en sangre, necesitaba llorar. Observó la hora en su móvil y maldijo para sus adentros, ya para ese momento estaba comenzando la primera clase del día y él aún no llegaba. Se fue hacia el garaje a buscar su motocicleta y marcharse de una buena vez.

•••

Ya era sábado en la tarde y Ruth se miraba frente al espejo de su habitación mientras se pasaba un ligero brillo labial. Se estaba emperifollando para su cita con Ezra. Al mismo tiempo que el rubio se encontraba sentado en el sofá de la sala de su casa conversando con sus padres.

Ella con antelación le había advertido que si quería que aquella cita se lograse pues debía presentarse formalmente ante el matrimonio Quinn y darles una buena imagen. O de lo contrario estos no le darían permiso alguno para salir esa tarde. El chico aceptó el reto y se apareció en su casa con su aspecto angelical: sonrisa amable, gafas de nerd, el encanto de esos ojazos azules y su cabello rubio bien peinado. Ruth sabía que con Ezra no habría problema, era un chico sencillo y educado, así que sus padres quedaron encantados con la visita.

La pelirroja bajó las escaleras con regocijo y desde lejos pudo escuchar las risas que compartían Vernon y Ezra. Llegó a la sala y apreció la escena, el rubio sentado charlando con sus padres de cualquier tema trivial. Le parecía emocionante ver que el primer pretendiente que llevaba a la casa lo aceptasen de inmediato.

Luego de unos minutos más de conversación los jóvenes se despidieron de los señores y salieron rumbo al cine. Verían una película cualquiera y estarían de vuelta para el anochecer, Ruth debía llegar temprano a casa. Antes de entrar al cine se sentaron en la cafetería de al frente a pasar el rato. Bebieron batidos y picaron algunos dulces. Con el rubio siempre lograba entablar conversaciones amenas y sin silencios incómodos, no tenían un montón de cosas en común ni compartían la misma opinión en todos los temas pero daba igual, tener diferencias también era atractivo. En la cabeza de la pelirroja se estaba comenzando a formar la idea de que Ezra podría ser un posible novio para ella, aunque era verdad que él aún no le pedía nada. Pero era inexperta por tanto no estaba segura de cuál era su tipo de chico.

En cambio, no era un mal partido. Ezra era tierno, un poco chistoso aunque a veces sus chistes fuesen malos. Un chico correcto de buena familia y estudios, con futuro, pasaban buenos ratos juntos, y le caía bien a sus padres.

¿Algún contra?

Hasta ahora ninguno, solo le faltaba probar si él le gustaba de una manera más íntima. Pero, ¿es lo suficientemente importante que le guste íntimamente para tener un noviazgo? Ella no tenía muy segura la importancia de ese aspecto.

Sin más, entraron al cine con dos paquetes de palomitas. El lugar no estaba abarrotado de personas ya que la película de esa tarde no era la gran cosa, se trataba de una comedia romántica, una de las tantas. Por ende, se sentaron con poca compañía a sus alrededores y a una distancia prudente de la pantalla.

Ruth se carcajeó sonoramente observando una escena del filme y Ezra la miró con el ceño fruncido para luego preguntar:

—¿Qué te provoca tanta gracia, Ruth? —sonrió contagiado por la diversión de ella.

—¿Qué más va a ser? La película, el protagonista es el tipo más tonto que he visto, acaba de hacer el ridículo frente a su crush. —Estaba realmente entretenida con esa escena.

Él curvó sus labios y se encogió de hombros— Si tú lo dices... —dijo para después volver a sus palomitas.

Ella le dedicó una mirada— ¿Qué pasa? ¿No te gusta la peli?

Este se volvió a encoger de hombros— Es solo que el chico me parece un completo sonso, incapaz de conquistar a una chica de ese nivel. Y como tú dijiste, se la pasa haciendo el ridículo. Por otro lado, ella es narcisista e impulsiva, detesto a las narcisistas y mucho más a las impulsivas. Entonces, como es obvio que van a terminar juntos, desde mi humilde opinión, esa pareja es irrealista, son completamente disparejos. —dio una explícita crítica, tomándose muy enserio el tema y cuando observó a Ruth esta le miraba patidufusa para luego romper a carcajadas en su cara.

—Ezra, te lo piensas demasiado para ver una película, da igual como sean las personalidades de los personajes. Simplemente disfruta la escena, le exiges demasiado al filme. —le restó total importancia a las palabras del chico.

—Claro que exijo demasiado, siempre hay que exigir demasiado. No sé cómo es que tú no lo haces.

—Porque la disfruto y ya, hazme caso —aconsejó mientras le robaba unas palomitas al chico—. Además, ¿qué tienen de malo las chicas impulsivas? —se volteó para volver a inquirir.

—No me gustan, son inconsecuentes y malcriadas —espetó haciendo un mohín de desagrado. Ya ninguno de los dos atendía a la pantalla.

—Me siento ofendida —rió sobreactuando—. Yo soy muy impulsiva ¿sabes?

Este la miró con extrañeza y negando con su cabeza— Tú no eres para nada impulsiva, eres igual de tranquila que yo. —estuvo totalmente en desacuerdo con ella.

—Te equivocas, yo estoy obligada a ser tranquila, pero en el fondo soy bastante impulsiva —sonrió ampliamente orgullosa de su forma de ser mientras que él la miraba sin creerle nada pero de una forma graciosa—. Baek siempre trata de sacar esa parte de mí. —agregó divertida recordando a su amigo.

—Baek es otro impulsivo, de sobre manera. —afirmó este consciente de la personalidad del peliblanco.

—Tú y Baek son muy diferentes. —no tenía ni idea de por qué de repente hizo esa comparación, las palabras simplemente salieron de su boca.

—Baek y yo no estamos en la misma categoría como para compararnos. —refutó dedicándole una mirada pretenciosa a la pelirroja.

—¿Eh? ¿Categoría? —frunció el ceño confundida por no haber captado la idea.

—Sip, Baek es un mejor amigo, y yo soy... algo más que un amigo —agregó acercando su rostro al de ella, mirándose fijamente—: ¿O me equivoco? —inquirió alzando una ceja.

Ella se mantenía prácticamente inmóvil, sin saber cómo reaccionar hacia el comportamiento de Ezra.

No sé si se han dado cuenta, pero todo el tema de conversación que han debatido durante este rato demostraba el hecho de que ellos no tenían mucho que ver uno con el otro. Ambos tenían visiones diferentes de la vida, y en efecto, personalidades opuestas

—No... no te equivocas. —negó con su cabeza lentamente e insegura de sus palabras mientras observaba de forma penetrante sus grandes ojos azules.

—¿Quieres que te muestre que a veces sí puedo ser impulsivo como Baek? —dijo queriendo conquistarla.

Esta una vez más se carcajeó en la cara del chico— Ezra, tú nunca serías impulsivo, eres todo un temple. —le dio un leve empujoncito en su hombro jugando con él.

De repente el rubio se impulsó hacia ella, dándole un beso de súbito. La primera reacción de Ruth fue poner los ojos como platos, pero no lo apartó, al contrario. Un segundo después ya estaba colocando su mano delicadamente sobre el rostro del chico mientras le correspondía ese sencillo beso. Él movía sus labios con suavidad, ambos cerraron sus ojos y ella le acarició sus rizos rubios. A diferencia del beso anterior con Baek, a este sí le pudo seguir el ritmo desde el principio.

Tenía movimientos simples y marcados, sin cambios de intensidad.

No habían caricias de por medio.

Ni mordidas.

Ni succión de labios.

Ni lenguas entrelazadas.

Ni técnicas improvisadas.

En ciertas palabras... No había pasión. Y si Ezra pretendía demostrar lograr ser tan impulsivo como Baek pues había fracasado, el beso que le había dado no tenía esa chispa de espontaneidad. Sin embargo, el del peliblanco sí fue la pura definición de: impulsividad; extroversión: hiperactividad; y sobre todo, deseo.

¿A ella le había gustado su beso?

En realidad lo que estaba haciendo era confundir el gusto por su compañía con atracción carnal. Ruth solo disfrutaba ese tiempo que pasaban juntos, pero no le gustaba él. Lo peor era que no se lograba dar cuenta de eso. Terminada la película se fueron de regreso a casa de la chica y llegaron a tiempo. La pelirroja se despidió de Ezra en la puerta de entrada y él prometió escribirle más tarde. Ruth fue a tomarse una ducha para refrescar y luego de colocarse el pijama se dirigió a su habitación. Allí dormía Sasha plácidamente, su madre ya le había contado que la chica fue a la cama temprano porque le dolía mucho la cabeza. Ruth se sentó en el escritorio de su habitación para comenzar a hacer algunas tareas escolares. Pero una hora después se vio interrumpida por unos toques en el cristal de las puertas del pequeño balcón de su cuarto.

A su mente solo vino la posibilidad de que se tratase de Baek, era el único que entraba por ahí. En efecto, cuando la abrió se encontró con la sonrisa juguetona del peliblanco saludándole entre la escasa luz de la noche. De inmediato sintió el frío abrazarla debido a su poca ropa y se pasó las manos por los brazos al tiempo que saludaba a su mejor amigo, sin embargo este sí venía abrigado con una sudadera y un pantalón mezclilla.

—¿Cómo estás? —le preguntó ella.

—Aburrido —respondió con neutralidad apoyándose en el muro del balcón—. ¿Y tú?

—Un poco cansada —Se colocó un suéter por arriba y luego cerró la puerta para quedarse sola con él en el exterior.

—Pensé que tu padre me quitaría la facilidad de la escalera debajo de tu ventana luego de la reprimenda que te dio —soltó una risita baja—. ¿Subimos? —propuso señalando al techo.

Ella negó con la cabeza— No, te digo que estoy cansada, mejor hablamos aquí —Se apoyó en el umbral de la puerta.

—¿Y eso que estás cansada?

—Salí esta tarde con Ezra y caminamos un poco más de lo que suelo hacerlo —Él alzó las cejas sorprendido.

—¿Otra cita? —inquirió y esta asintió en respuesta—. Vaya, él va enserio. —comentó mirando hacia el suelo fingiendo ignorancia en el asunto.

De inmediato ella esbozó una sonrisa— Espero que sí, ya incluso se presentó ante mis padres y se llevaron muy bien. No quisiera tenerles que decir el día de mañana que Ezra y yo no vamos a tener nada serio. —decía mientras se imaginaba en su mente toda esa situación.

—¿Esta vez ocurrió...? Tú sabes. —se sintió un poco incómodo de preguntarle eso.

—¿Un beso? —ella sonrió más ampliamente por pensar en aquello— ¡Sí! —se mostró emocionada.

Baek abrió los ojos y asintió lentamente tratando de demostrarle apoyo y entusiasmo a su amiga, cuando en realidad lo que estaba sintiendo era algo más... insano.

Entonces, Ruth no pudo evitar recordar la comparación estúpida e inoportuna que había hecho entre la manera de besar de ambos chicos. Sentía que debía hablar ese tema con él, debatir las razones por las que esa tarde se enredaron de esa forma dentro de su habitación. O de lo contrario, sentiría por siempre el peso de esa situación pendiente.

—¿Cómo estuvo? —interrogó tratando de saber discretamente los sentimientos de Ruth hacia el rubio— ... o sea, el beso.

—No fue como el tuyo. —¡Diablos! Acababa de decir eso en voz alta.

La pelirroja abrió los ojos reconociendo su error y sus mejillas se ruborizaron por la vergüenza. A Baek aquella respuesta le impactó así que no pudo evitar abrir sus ojos de igual forma para luego carcajearse.

—¿Qué? —exclamó en un tono alto necesitando una explicación—. ¿Pensaste en mi beso mientras Ezra te daba uno? —Irremediablemente eso lo acababa de subir el ego.

La chica miró hacia todos lados, titubeando con sus ojos y carcomida por la vergüenza.

—Eh... es que... no lo malinterpretes —trató de excusarse pero él la miró con sorna—. Es que como el único que conocía era el tuyo pues automáticamente los comparé. —se explicó sintiendo el bochorno apoderarse de sus palabras y él volvió a reír.

—Está bien, te entiendo... pero, ya que los comparaste supongo que sabrás definir cuál te gustó más. —pronunció mostrando una simpática altanería mientras se cruzaba de brazos esperando una respuesta.

Las mejillas de Ruth se enrojecieron un poco más pero para su suerte las sombras de la noche se encargaron de ocultar ese rubor.

—Pero, Baek. Tengo una duda... —El peliblanco la miró expectante—: ¿qué te provocó darme ese beso en aquel momento? Así... tan fuerte, ¿por qué lo hiciste? —cuestionó con seriedad, en realidad que no comprendía las razones por las que obraba su amigo.

Este titubeó un momento y se sintió incómodo ante esas interrogantes. ¿Qué le respondería? ¿Cómo le daría argumentos a ella cuando aún no se los había dado a sí mismo? Él no acababa de comprender cómo funcionaba su razonamiento ni tenía un orden en su cabeza. Estaba realmente incómodo.

—Oye Cosa, sabes que yo te quiero muchísimo como amiga y que no planeo separarme de ti nunca... pero olvida eso ya ¿está bien? No pienses más en lo que pasó, no tiene importancia, solo pasó. Ahora debemos continuar con todo como iba. —se inventó esas palabras en un momentico mientras le regalaba una dulce sonrisa y acariciaba su melena roja.

—Baek es que... —se acercó hacia él, conectando sus miradas y dispuesta a hablar porque estaba inconforme con su contestación. Pero no encontraba palabras que expresaran adecuadamente lo que quería decirle.

—¿Es que qué...? —inquirió queriendo saber a dónde pretendía llegar ella y se aproximaron un poco más.

Ruth miraba continuamente los ojos ámbares del chico tratando de pensar en cómo hablarle. Hasta que cayó en cuenta de una cosa: las palabras no le servían en ese momento. No eran suficientes. Necesitaba expresarse con una acción más efusiva e irracional. Entonces, decidida e insegura a la vez, se colocó de puntitas y atrapó los labios de su amigo cerrando los ojos para sentir ese instante, ese atrevimiento. Lo hizo con ternura y necesidad.

Luego comenzó a dudar y a avergonzarse más todavía, tenía miedo de que él no le correspondiera el acto. Súbitamente se separó del chico, clavando su mirada en el piso.

—Disculpa yo no... —se apresuró a disculparse pero el peliblanco no se lo permitió.

—No no, sigue Ruth... —Dio un paso fugaz hacia ella.

Al alzar sus ojos vio que los de él estaban chispeantes y acompañados de su sonrisa ladeada, pero esta vez no inspiraba perversión sino dulzura. Baek totalmente dispuesto la agarró de la cintura y volvió a unir sus bocas e hizo ávidos movimientos sobre ella. Ahora Ruth sí se sintió segura, por tanto se permitió enredar sus brazos en el cuello del chico y dejar sus labios danzar con los de él. Este la abrazó con fuerza y se besaron con pasión, disfrutando uno del otro por segunda vez, con sus lenguas entrelazadas. Y en cada movimiento de sus bocas saborearon esa pizca de atrevimiento, de adrenalina por lo que se suponía que no deberían estar haciendo.

Dos mejores amigos rompiendo la inocencia de eso que llamaban "amistad". Sí que disfrutaban hacerlo.

Luego de eso, el chico pasó una hora más con ella en el balcón. Charlaban de forma amena, sin mencionar ni una vez los dos besos que se habían compartido. Por mucho que lo hayan disfrutado, no sabían hablar del tema. Entonces, se despidieron y este bajó por la escalera de madera que había bajo el cuarto de la chica. De vuelta a su hogar, las calles estaban desoladas y silenciosas. Los faroles ayudaban a la luna a iluminar la noche. Cuando ya estaba saliendo del vecindario de Ruth el timbre de notificaciones de su móvil interrumpió aquel absoluto silencio con que andaba por la calle. Sacó el aparato del bolsillo de su sudadera y observó el mensaje de Denzel en la pantalla.

Denzel: Baek me tengo que ir.

El peliblanco frunció el ceño ante ese texto. ¿Por qué sonaba con esa seriedad? Entonces le preguntó en respuesta.

Baek: ¿Irte a dónde? ¿Necesitas que te lleve?

Denzel: Me tengo que ir de Pennston.

Baek: Bro, no estoy entendiendo nada. ¿De qué hablas? Me estás asustando.

Denzel: Estoy en un grave problema, me tengo que ir pero no quiero. ¡Ayúdame Baek!

Baek: ¡¿Qué?! ¿Denzel qué está pasando? ¡Explícame!

No recibió respuesta.

Baek: ¿Denzel?

Desconectado.

×××××××

¿Quién les gusta más?

¿Ezra o Baek?

Es más, díganme aquí a su favorito de El Clan😂

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