Capítulo 15: Demon's Food
La quijda de Baek casi cae al suelo al analizar la situación: Colum por un lado observando con atención a los otros dos besándose. Desde su punto de vista no podía observar el rostro de Ruth pero por su inmovilidad desincronizada con la seducción de Keanu podía intuir que ese beso no lo provocó ella.
Pero vamos que aunque esto no sea culpa de ella no podía evitar reaccionar negativamente ante ese hecho. No sabía si eran celos o su lado de hermano mayor sobreprotector. Otro más de los apostantes estaba poniendo sus sucias manos sobre esa impoluta víctima a la que él ha cuidado toda su vida como si de porcelana fuera. Se mordió fuertemente su piercing con ansiedad.
¡Algo debía de hacer pero ya!
El peliblanco solo pensó en las opciones más rápidas y efectivas para separarlos en una fracción de segundo. Y no le puso mucha cabeza en el momento en que echó a correr hacia ellos como un imbécil. Pasó por al lado de Colum dejándolo atrás y el susodicho abrió ampliamente los ojos al verle.
¡Corre Baek corre! ¡Ya estás llegando!
El chico cerró los ojos con temor al impacto y alzó sus antebrazos para con ellos cubrir su delicado rostro, no quería golpearse esa cara de finas facciones. Con toda esa velocidad acumulada se dejó caer sobre los dos chicos, estos pegaron un chillido con los ojos desorbitados debido al súbito. Casi los mata del susto, sin mencionar que los tres cayeron dolorosamente contra la hierba. Baek cayó bocarriba posicionado sobre la espalda de Keanu y la cabeza de Ruth, no le importaba estarlos aplastando, porque ahí estaba él mirando hacia el cielo con una sonrisa embobecida, riendo él solo. Misión cumplida.
Aunque la sonrisa se le borró cuando el pequeño puño de Ruth se incrustó en su abdomen con furia proseguido de un gruñido rabioso de ella. El chico se encorvó del dolor, dándole así a ella una oportunidad para sacar su cabeza de debajo de este. Keanu, con su exuberante fuerza atlética se liberó del peliblanco, más bien lo lanzó una vez más contra el césped, aunque el trigueño aún no había visto de quién se trataba. Con rapidez se volteó para colocarse en una posición firme y antes de observar bien a ese delgaducho que le cayó encima, lo asió del cuello de su camisa de forma amenazante. Su semblante enfurecido pasó a ser de asombro al ver el rostro del peliblanco.
-¡¿Baek fuiste tú?! -exclamó formando un mohín de extrañeza.
-¡Claro que fue Baek! -casi que rugió la pelirroja mostrando su enojo.
El susodicho sonrió con nerviosismo mientras alternaba su mirada sobre sus dos amigos. ¿Ahora qué les debía de decir? No encontraba una explicación lógica para darles sin que lo vieran como un celoso, posesivo, histérico y sobreprotector. Además de bruto, por no ocurrírsele otra manera más coherente de separarlos. Este tragó saliva y volvió a esbozar esa sonrisa fingiendo inocencia.
-Ah... Eh... Chicos... Eh, ¿les dolió? -No pensó en otra cosa para decir.
Ambos le miraron alzando las cejas, ¿en serio solo diría eso?
-Chino orejón me diste tremendo susto. -replicó el futbolista sin mucha importancia y soltando su camisa.
-Lo siento chicos, lo siento -Ruth le miraba con recelo-. Ruth... ¿podemos hablar?
A la chica se le disparó una alarma interior la cual no quiso expresar con su rostro. Recordó lo mucho que se había esforzado todo el día para mantenerse fuera del radar de los chicos, todo para que entonces a la hora de salida se haya chocado con cada uno de ellos en un momentico. Menuda suerte la suya. Pero ya no podía seguir huyendo, tenía a su mejor amigo frente a frente pidiéndole una conversación. Debía acceder.
La susodicha asintió con el semblante enseriado- Claro.
Esta se puso de pie para luego ayudar al peliblanco a pararse también. Ambos se despidieron de Keanu y caminaron en dirección a la salida. Pasaron por al lado de Colum, el cual hasta ahora se había mantenido entretenido como espectador. Ruth decidió no hacer ni el más mínimo reparo en él, dejando clara su indiferencia hacia su persona. En cambio Baek, le dedicó una mirada asesina y furtiva para recordarle su anterior amenaza sobre si se volvía a acercar a su mejor amiga. Los chicos atravesaron las puertas y se colocaron en una esquina para conversar en privado. Ninguno de los dos soltaba la primera palabra, se mostraban incómodos y nerviosos, incapaces de mantenerse las miradas. Baek entendió que fue él quien pidió tener ese encuentro por tanto le tocaba a él dar el primer paso.
Posó sus ojos ámbares indecisos sobre ella, sin atender ningún punto fijo sobre su cuerpo. Se carraspeó la garganta y decidió hablar:
-¿Cómo has estado? -Se fue por la pregunta clásica-... o sea, ¿cómo van las cosas con tu prima? -hizo preguntas causales para no caer directamente en el tema incómodo.
Solo Ruth lograba provocarle esa inseguridad a un ser tan confiado y altanero como él.
La pelirroja se mostró con la misma actitud que él- ¿Con Sasha? Todo bien... supongo -respondió sin mucha credibilidad en sus palabras.
El tono de llamada del móvil de la chica se hizo presente, interrumpiéndolos de cierta forma. Pese a que sus padres le habían privado de este la noche anterior, se lo devolvieron en la mañana con la condición de que lo volvería a entregar al llegar del colegio. Ella sacó el aparato del bolsillo lateral de su mochila y observó la pantalla.
Ahí estaba su padre llamándola.
Ruth bufó con hastío y luego cesaron los timbres. Volvió a guardar el teléfono en dicho bolsillo para nuevamente prestarle atención a su amigo. Por dios, tal parecía que tenían una bola mágica para pillar ese momento exacto en que se relacionaba con el peliblanco... con lo prohibido.
Pero no, aún no se compraban la bola ni desarrollaban poderes psíquicos para saber que estaba ahora mismo hablando con Baek. Esa llamada solo significaba que a partir de ese minuto tenía el tiempo calculado para llegar a su casa. Y si en quince o veinte minutos no atravesaba la puerta de la entrada de su hogar la estarían llamando de nuevo.
-Baek no tengo mucho tiempo para hablar, debo llegar a casa pronto. -comunicó.
-Tranquila, yo te llevo, llegarás en un minuto. -Se despreocupó el chico, o sea, siempre iban en la moto, ¿por qué la prisa?
-¡No! -rechazó de inmediato con sus ojos abiertos ampliamente. Él la miró con extrañeza y ella fue consciente de su error- ... no es necesario que me lleves hoy a casa. -agregó por último desviando su mirada hacia el suelo porque sabía lo sospechoso que sonaban sus palabras.
El peliblanco hundió su entrecejo mientras jugaba con su piercing, ese era su aspecto intrigado y ansioso.
-¿Qué está pasando, Ruth? Estás extraña. -Esta vez dejó a un lado sus inseguridades y cuestionó dispuesto a averiguar lo que estaba pasando.
La pelirroja miró hacia todos lados sin saber qué contestar y deseando que la tierra la traguese y así se evitaba el tener que encararlo.
-Baek, no está pasando nada, solo estoy... -este la interrumpió al no sentirse convencido de su contestación tan evasiva.
-¿Estás así por el beso que tuvimos? -murmuró con complicidad esforzándose por analizar los gestos de la chica.
Ella quedó pasmada por unos segundos al escuchar esa frase. Aún no se adaptaba a aceptar el hecho de que ocurrió ese acercamiento entre los dos. Era más fácil si los dos fingían que no había pasado nada, si no nombraban lo ocurrido se podía sentir como si eso no existiese.
Pero no, ahí estaba él mencionando expresamente lo que hicieron. Espetándole en la cara a ella que ambos se habían besado sin importarles las consecuencias.
Antes de que Ruth pudiese dar una respuesta, Baek continuó:
-Ruth tú no eres la única afectada. También me siento confundido, también me cuesta mirarte a la cara. Tengo que esforzarme por controlarme, pero eso no me ha hecho querer evitarte. No te comportes como una niñita inmadura conmigo, no me huyas... -confesó hablando atropelladamente y dando por hecho que el problema de su amiga era ese. Pero la chica lo interrumpió antes de que pudiese continuar y empeorara su incomodidad.
-¡Sasha nos vio! -zanjó en un segundo sin poder seguir cargando sola con ese peso.
El chico quedó estupefacto- ¿Q-qué vio Sasha? -inquirió en un hilo de voz, temeroso por la respuesta.
A Ruth se le empañaron los ojos de la rabia y apretó con fuerza sus puños.
-Esa desgraciada nos vio... besándonos. -contó presionando los dientes y dudó al decir la última palabra.
Baek abrió y cerró la boca varias veces tratando de decir algo, mientras que su semblante se mostraba anonadado. Esa mañana cuando la fue a buscar a la casa sintió esa mala vibra, sospechó que algo pasaba. El hecho de que Sasha los haya pillado le hacía imaginarse la gravedad del problema a una magnitud que rezaba porque no fuese así.
-Ella nos vio... -susurró para sí mismo-. Esta mañana tu padre me dijo unas palabras raras, imaginé que pasaba algo pero al final no le di importancia... Dime Ruth, ¿qué pasó ayer después de que me fui? -exigió que le informara, comenzaba a sentir un mal sabor de boca con esa situación.
-Ella se lo soltó todo a mis padres, se hizo la inocente fingiendo creer que éramos novios y cuando mi papá le aclaró que solo somos amigos va y dice como mosca muerta "¿Cómo que no? Pero si yo los vi besándose" -Sobreactuó la patética voz de su prima- ¡Es una zorra Baek, la quiero matar! -expresó sintiéndose irritada e impotente.
Su amigo le colocó las manos en ambos hombros para intentar calmarla, pero en realidad él también estaba enojado por la noticia. Siempre ha sabido que Sasha era pícara y traicionera aún con su poca edad pero a veces llegaba a ciertos límites. Baek apretó su mandíbula y exhaló profundamente, dejando crecer el odio en su interior. Si le dieran solo una oportunidad le haría tantas trastadas asquerosas a esa niña indeseable...
-¿Cómo reaccionaron tus padres? -Sabía que la pregunta era innecesaria, él ya era consciente de la respuesta.
-Armaron un escándalo, salí de mis cabales y les di una mala contesta. Ahora mismo estoy castigada, no puedo verme a solas contigo. -confesó cabizbaja.
Entonces ahí Baek cayó en cuenta de la razón para su comportamiento evasivo. Y sobre todo se dio cuenta de que en ese instante la chica estaba incumpliendo lo ordenado por sus padres.
-Maldición -masculló la pelirroja mirando la hora en su reloj-, solo me quedan cinco minutos para llegar.
-Despreocupa, yo te llevo, te dejaré una cuadra antes para que no se den cuenta -Se miraron fijamente-. No permitiré que te vuelvan a regañar por mi causa. -Ella le dedicó una sonrisa afable en respuesta.
Juntos partieron hacia el exterior del colegio y pusieron en marcha la motocicleta.
••••
Ruth atravesó la puerta de su hogar, temiendo encontrarse a uno de los adultos en la entrada. Caminó a hurtadillas hacia la escaleras y cuando estuvo a mitad de estas el sonoro llamado de su padre le hizo dar un respingo. La pelirroja detuvo sus cautelosos pasos y bufó con pesadez para luego coger escaleras abajo.
-¡Ruth! -Ahí estaba de nuevo llamándola por su nombre y no por el «princesita» de siempre, indicio de que aún seguía reacio con ella.
-Ya voy, ya voy. -anunció su presencia para hacerlo callar.
Esta se dirigió hasta donde estaba el susodicho, la cocina. Se apoyó en el umbral de la entrada y lo observó de pie frente a la encimera cocinando con su delantal puesto, mientras miraba la hora en el reloj de su muñeca.
-Llegaste dos minutos antes. -comunicó mientras volteaba para verla y la chica esbozó una sonrisa hipócrita para él.
-Lo sé -Este volvió a sus sazones- ¿Dónde está mamá?
-Salió con Sasha a buscar la información esa que necesita para su trabajo.
-Ah. -exclamó aparentando no darle mucha importancia. El solo hecho de escuchar el nombre de su prima le provocaba mala espina.
-Ruth. -llamó este arrastrando el nombre.
La chica planeaba irse disimuladamente de la cocina pero su padre, sin si quiera voltearse a mirarla, le llamó una vez más advirtiéndole de que aún no se podía ir. Esta hizo un mohín de hastío y maldijo internamente. Sacó su teléfono del bolsillo lateral de su mochila que aún la llevaba colgando de su espalda para luego acercarse al señor y dejar el móvil junto a él sobre la encimera. Tenía la esperanza de que olvidara el tener que retirarle el aparato pero a Vernon no se le pasaba una.
••••
Baek se encontraba en su habitación acompañado de su amigo Denzel, el cual se entretenía tocando pausadamente la guitarra del otro. El peliblanco descansaba sobre el sofá color pardo de su cuarto con el torso desnudo dejando a la vista la pequeña palabra «Demon» que llevaba tatuada en la V de su abdomen.
-Oye Bro. -le llamó Denzel alejándolo de sus pensamientos.
-¿Si?
-¿Y si pedimos pizza para esta noche? -sugirió motivado por la noche que pasarían juntos.
-Pizza, refrescos y palomitas, ¿te parece bien? -propuso Baek con diversión.
-¡Yes! -Dejó la guitarra a un lado y se levantó de su asiento para chocar los cinco con su amigo.
Baek fue a por su teléfono, situado sobre el estante repleto de álbumes musicales, para hacer el pedido a domicilio. Luego de ordenar todo lo antes mencionado, tomó su billetera que estaba justo al lado de su móvil. La revisó solo por curiosidad y al comprobar cuánto efectivo traía consigo maldijo.
-Mierda. -expresó revolviendo su blanquecino cabello con estrés.
El trigueño le miró con extrañeza- ¿Qué ocurré?
-Me quedan solo diez dólares. -bufó volviendo a colocar la billetera sobre el estante.
Su amigo abrió los ojos como platos- ¡¿Diez dólares?! Con eso no podemos pagar. -negó repetidas veces con la cabeza.
-Lo sé idiota. -Con las manos se frotó el rostro volviéndose a tirar sobre el sofá.
-Pero, ¿tú no tenías tarjeta de crédito? -inquirió el otro pensativo para recordar.
-Gea me la retiró el mes pasado, la tendré de vuelta cuando ella entienda. -Ambos se miraron con incredulidad, ¿cómo diablos pagarían todo lo que habían pedido?
Súbitamente Baek se levantó de un salto mostrando su semblante inspirado, ¡se le había ocurrido una gran idea! Denzel se quedó expectante ante esa reacción y esperó a que este dijera algo.
-¡Ya sé! -exclamó dando una palmada-: Gea siempre deja dinero en efectivo en su oficina. -analizó fascinado de su grandiosa idea.
-Bro, tu madre está de viaje, es obvio que dejó su oficina cerrada -El trigueño rodó los ojos descartando por completo esa opción-. ¿Y si cuando venga la pizza no les abrimos la puerta para fingir que no hay nadie? -hizo una de sus propuestas sin sentido que se le ocurrían a menudo.
Baek chasqueó la lengua y le dio un leve golpe en la cabeza a su amigo- ¿Cómo se te ocurre? -le desaprobó totalmente-. Claro que Gea tiene su oficina cerrada. Pero, ¿qué te hace pensar que no sé cómo abrir cada puerta de mi casa? -Mostró su típica sonrisa ladina mientras se acercaba a la salida de su habitación-. Espérame ahí, ahora vengo. -indicó girando el pomo de la puerta.
El peliblanco salió de su cuarto hacia el pasillo. Caminó por este en dirección al despacho de su madre y durante el recorrido se dedicó a observar los sombríos retratos "familiares" que se habían coleccionado desde que nació. El vivo ejemplo de una familia desestructurada. Detuvo sus pasos frente a la habitación que buscaba e introdujo la contraseña de la puerta, se las había ingeniado para descubrir el código de acceso de su madre. Entró al despacho y sin detenerse a observar más nada fue directo hacia el buró de madera caoba. Ese mueble podía ser considerado el templo de Demon's Food, albergaba todos los papeleos de la cadena de restaurantes de su familia.
Se agachó de rodillas frente al susodicho y comenzó a inspeccionar una gaveta tras otra. Su madre solía dejar dinero por todos lados así que no le llevaría mucho tiempo encontrarlo. En uno de los últimos cajones halló un fajo de billetes de $10 y sonrió triunfante a la vez que daba pequeños saltos en el lugar. Gea no extrañaría ese dinero, lo tenía a montones, por tanto se lo podía llevar sin preocuparse. Los tomó pero estos arrastraron consigo uno de los papeles del interior de la gaveta. Dicha hoja cayó al suelo a un lado de sus pies descalzos. Cuando la iba a poner de vuelta en su lugar la observó por un segundo, solo por curiosidad. En realidad no le interesaba lo que estuviera escrito en uno de los documentos de la cadena, ya que esa información él la sabía desde siempre.
Pero, para su sorpresa, al leerlo dio un respingón y perdió el equilibrio quedando apoyado en el suelo de madera.
El papel decía:
Accionista mayoritario:
Gea Demon (60% de las acciones)
Accionista minoritario:
Jeremy Black (20% de las acciones)
Edward Leroy (20% de las acciones)
Inversionistas:
Jeremy Black
Edward Leroy
O sea... ¡¿QUÉ?!
¿En qué momento los señores Black y Leroy se volvieron asociados a Demon's Food?
Un negocio enteramente familiar desde su creación. Los accionistas siempre habían sido su madre y sus abuelos: Harry Demon y Xiao Bā Bā Lā -sin mencionar a su difunto padre, Jun Demon-; ellos eran los únicos inversionistas. Baek era lo suficientemente inteligente como para entender cada una de esas palabras que estaba leyendo, de hecho, él se estaba preparando para estudiar Administración de Empresas en la Universidad.
Su familia decidió no brindarle una pequeña parte de las acciones a él ya que aún no estaba listo para trabajar, y además que por herencia sería dueño de todo. Pero entonces, en lugar de darle algo a él, ¿su madre despojaba a sus abuelos de las acciones y permitía que esos hombres extraños con los que no guardaban ningún parentesco tuviesen poder sobre el negocio? ¿fue así cómo ocurrió todo?
Le preocupaba el hecho de que los socios fuesen precisamente Jeremy Black y Edward Leroy. Ambos portaban apellidos conocidos en la alta sociedad por ser empresarios gallardos, al punto en que Baek conocía solo sus nombres pero no sus rostros. Leroy era un viejo verde patrocinador del equipo de fútbol de Pennsylvania. Y Black era solo otro viejo más, aburrido de su fortuna que se dedicaba a derrochar dinero invirtiendo en diversos negocios y múltiples eventos mundanos, un hombre que vivía de los placeres de la alta sociedad.
Lo que más incredulidad le provocaba era el que sus abuelos se hayan retirado de Demon's Food. Harry era el fundador legítimo y principal inversionista.
¿Abandonaron la cadena? o ¿Gea los despachó?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top