Capítulo 12: Hola prima
Sonó el timbre dando por terminado el horario de clases ese día. Elijah entraba al baño de varones mientras Baek le esperaba desde afuera apoyado en el umbral de la puerta del mismo. Los cubículos del baño todos estaban desocupados a excepción de uno pero de todas formas el pelinegro no prestó atención a esto ya que él no usaría el inodoro sino uno de los mingitorios —estos objetos para orinar que suelen ser de porcelana y estar suspendidos en la pared que solo lo usan los hombres—.
Se posicionó frente al mismo y sin apuro desabrochó su pantalón para comenzar a orinar, en ese momento escuchó el cerrojo de la puerta de aquel cubículo abrirse pero ni se interesó en voltearse al menos por curiosidad de saber quién era. Aún no terminaba de orinar cuando con el rabillo del ojo captó a otro chico posicionarse en el mingitorio de su izquierda, giró su rostro para verle suponiendo que se trataría del chico que anteriormente ocupaba el inodoro. En efecto, era ese chico, lo que le dejó patidifuso fue la identidad del mismo.
—¡¿El hippie aquí?! —exclamó con desprecio y sin entender la situación, ¿qué hacía Denzel dentro de su Instituto?
—Tsk —chasqueó su lengua—, ahí estás de nuevo llamándome hippie. —comentó con hastío.
—¿Qué haces aquí dentro? ¿Cómo entraste? —inquirió aparentemente insultado.
—Elijah, mi querido amargado, colarse en este colegio es más fácil de lo que crees. —Rodó sus ojos y cerró su cremallera para luego girar sobre sus talones.
El otro le siguió en el acto aún asimilando la presencia del chico en ese lugar. Ambos se dirigieron a la puerta de salida y afuera se encontraron con el peliblanco, Baek no se sorprendió de ver a su amigo, este ya sabía que Denzel le esperaría esa tarde escondido en el baño hasta la hora de salida.
—Hey Bro. —Ambos se chocaron las manos a modo de saludo.
—Vámonos. —ordenó Elijah.
Los tres caminaron hacia la salida del colegio y al llegar al césped Baek se concentró en observar entre las personas para encontrar a Ruth. Debía llevarla de regreso a casa como todos los días. La logró divisar entre tantas cabezas, no estaba muy lejos de ellos y al parecer también le andaba buscando con la mirada, pero le dio curiosidad el verla acompañada de Ezra. La pelirroja comenzó a acercarse a él y en unos segundos ya estaba saludando a los tres chicos.
—Baek, hoy no me voy contigo. —le informó en un tono neutro.
Un grupo de cuatro adolescentes vestidos con el uniforme del Instituto pasaron por al lado de Denzel entretenidos y le dieron un empujón despreocupadamente y ni siquiera se interesaron en pedir disculpas. A lo que el trigueño reaccionó mostrándose insultado y peor aún porque los conocía de hacía tiempo y no se llevaban muy bien que digamos.
—¿Por qué? —Frunció el ceño.
—Me voy a otro lado.
—Estabas con Ezra ahora mismo...
—Oye Brandon fíjate por donde caminas. —reprochó Denzel con cara de pocos amigos hacia el chico que le empujó.
—¿Y tú quién...? Ah, pero si miren de quién se trata. —le habló este con desestimación al identificarlo.
—Ah sí, me voy con él —afirmó Ruth y este hundió más aún las cejas, ella se acercó a su oído para susurrarle—, tenemos una cita.
Baek se mostró asombrado y exclamó— Ah, era eso... supongo que por eso querías aprender a... —Ella le cortó las palabras rápidamente.
—Shh, sí era por eso mismo. —se apresuró a decir.
Baek y Ruth estaban concentrados en su charla que no notaban en lo absoluto la situación en la que se estaba metiendo Denzel y que comenzaba a tornarse nada agradable. Elijah por su parte solo se mantenía expectante a cada uno de ellos sin siquiera importarle lo que hablaban.
—Brandon, ¿este no es nuestro amigo el que repitió curso? —comentó con burla un joven afro que acompañaba al susodicho.
—Vuelve a decirme eso anda. —le retó Denzel sintiéndose muy ofendido.
—¿Qué me vas a hacer tú bruto? —Se acercó Brandon para provocarle—. A ver si repruebas este año también. —se carcajeó.
Denzel apretó sus puños y gruñó, Elijah se dio cuenta de lo que ocurría y le colocó una mano a este sobre el hombro en un intento fallido de controlarlo ya que el trigueño solo se apartó de su contacto rápidamente y con tosquedad.
—Mira Denzel esta canción va para ti —anunció otro más de los cuatro chicos—: «Eres lindo pero bruto» —canturreó la canción de Thalía con toda la intención de mofarse y el susodicho apretó la mandíbula para contenerse.
—«¿Por qué no te lees un librito de vez en cuando» Jajajaja. —le siguió la rima el tal Brandon muy petulante.
—Ruth, Cosa, ¿por qué...? —Las palabras de Baek se cortaron al llamar su atención el sonido de un golpe seco que hizo que ambos voltearan su rostro.
—Denzel, no, no, no... —trató de intervenir Elijah pero ya el trigueño estaba llevando su puño hacia atrás para darle un segundo puñetazo en el rostro a Brandon.
—¡Denzel! —exclamó el peliblanco con espanto dirigiéndose al medio de la situación.
—Madre mía. —musitó Ruth abriendo su boca ampliamente.
El susodicho se salió de sus cabales, ¿quién no? Las palabras de esos chicos le hicieron sentir impotente y desestimado, ellos no conocían su vida para tener el derecho de juzgarlo así porque sí. Ni siquiera el mismo Baek sabía las razones de por qué este reprobó el segundo año del Instituto. La rabia mezclada con tristeza creció en el interior de Denzel con cada frase burlesca que soltaban y toda esa energía negativa fue descargada a través de su puño. Brandon cayó al césped llevándose una mano al rostro y mirando al trigueño con indignación y una pizca de temor. Sus amigos obviamente reaccionaron a esto y posaron sus miradas amenazantes sobre el pequeño chico, dieron pasos al frente dispuestos a golpearle de igual forma pero se vieron detenidos por Baek y Elijah.
Estos dos se interpusieron en el medio intentando proteger a Denzel y también acabar con la situación, les iría muy mal con el consejo directivo si se revolcaban a golpes en pleno césped escolar y con casi todos los alumnos por el alrededor, habrían muchos testigos. Pero los amigos de Brandon sí pretendían continuar la pelea por tanto el primero en recibir un puñetazo fue Elijah.
El peliblanco le dedicó una mirada comprometedora a su amigo como pudo mientras que esquivaba uno que otro golpe al aire. El susodicho comprendió al ver la expresión de su rostro y solo obedeció, giró sobre sus talones y corrió lejos de ahí en dirección a la parte trasera de la edificación. Ruth puso sus ojos abiertos como platos sintiéndose incómoda en medio de esa pelea entre hombres, pegó un chillido al ver que Elijah y dos chicos de la banda dejaron de recurrir a los puños para entonces pasar a jalarse de los cabellos para luego caer los tres juntos al suelo sin soltarse aún. Y Baek le propinaba arañazos al rostro de Brandon.
Una pelea muy masculina definitivamente.
La chica quiso hacer un hoyo en la tierra para meter su cabeza, como las avestruces, de la vergüenza que sintió al ver que era demasiado evidente todo el público que ya había captado esa pelea estúpida donde lo único que hacían era darse arañazos, bofetadas, mordidas y jalones de pelo revolcados por el suelo. Parada ahí al lado de ese embrollo además de resultar inútil también estaba haciendo el ridículo junto con ellos. Al ver a Jhonny acercarse desde una distancia no muy lejana preparando su cámara fue lo que le hizo decidirse de una vez a echarse a correr en la misma dirección por donde se había ido Denzel anteriormente y alejarse de ese problema.
Corrió entre la gente y rodeó el edificio para entonces salir al callejón de la parte trasera. Al llegar allí se detuvo para tomar aire por la agitación pero no veía al chico en el lugar. Dio unos cuantos pasos para llegar más atrás aún, y ahí, en una esquina entre dos paredes, se encontraba Denzel.
El trigueño mantenía un semblante inexpresivo a tal punto en que daba repelús su falta de reacción, en silencio absoluto, mientras se quemaba la muñeca con un cigarrillo prendido.
Ruth le miró alarmada al analizar lo que este estaba haciendo y no dudó en acercarse a él dispuesta a hacerlo entrar en razón, él se veía ausente.
—¡¿Denzel qué haces?! —alzó la voz escandalizada.
Este de inmediato dio un respingo y parpadeó repetidas veces para luego mirar a la chica con incredulidad en su semblante, parecía estar cayendo en cuenta de sus acciones. Ruth se arrodilló frente a él mirándole con preocupación y tomó su muñeca para observar el daño. Ahí estaba una pequeña marca enrojecida del tamaño de la punta de un cigarrillo y se quedó más perpleja aún cuando repentinos sollozos se escucharon por parte del trigueño y al verle un mar de lágrimas se comenzaba a desatar en sus ojos. Denzel intentó esconder su rostro para que ella no viese su fragilidad, porque sentía vergüenza y arrepentimiento de sí mismo, pero sobre todo se sentía indefenso. Ruth experimentó lástima y aflicción por él, así que no pudo evitar acunar el rostro de este entre sus manos y hablarle con suavidad:
—¿Denzel, por qué te haces daño a ti mismo? —preguntó sin saber si eso era lo correcto.
—Y- yo no sé... —su voz se escuchaba interrumpida por sollozos molestos con un semblante descompuesto por el llanto—: yo c-creo que me dio un a-ataque de ira... no sería la primera vez. —Se limpió las lágrimas pero fue en vano porque no tardaron en salir otras.
—Denzel no estás bien... —comentó al tiempo que acariciaba su cabellera teñida con un estilo extraño.
—Nunca he est-tado bien Quinny. —negó con la cabeza repetidas veces con la mirada nuevamente hacia el piso.
—Pero, ¿estás así por lo que te dijeron esos idiotas de tercer año? —Ella intentaba entenderlo, solo tenía quince años como para llegar al análisis de que ese tipo de comportamientos no son producto de un par de insultos inmaduros, sino de una secuencia de traumas reiterativos.
Negó una vez más— Esos imbéciles no saben por lo que he pasado, ¡no pueden juzgarme! Yo no quise reprobar el año, a mí sí me gusta estudiar, incluso me gusta la música. No es mi culpa haber suspendido. —confesaba en un hilo de voz.
—Denzel, no entiendo nada de lo que dices, no sé qué es lo que te ha pasado. Ni tampoco creo que repetir un año sea tan terrible para que estés así. —admitió su incredulidad.
—No Ruth, no me importa repetir un año sino el por qué —casi grita las palabras con rabia y alzó su mirada mostrando esos ojos irritados y llenos de lágrimas—. A mí me gusta estudiar Ruth... pero estuve obligado a dejar la escuela de lado —su voz se desvanecía entristecida al concluir—. Soy hijo adoptivo, siempre he sido huérfano, el matrimonio que me acogió es una farsa. Lo único que hicieron fue llenar unos papeles y pretender que me criarían pero lo de ellos es solo cobrar la pensión que les da el Gobierno por cuidar a un sintecho como yo —habló de esas personas con repugnancia y de sí mismo con decepción, dejando a la pelirroja más perpleja con cada palabra—. Ellos no me dan un hogar, ni comida, ni ropa, solo significan una tortura para mí y yo una inversión para ellos. ¿Por qué crees que vivo en esa cabaña junto a las líneas del tren? ¿Por qué crees que tengo tantos trabajos de medio tiempo? —Denzel miraba profundamente a los ojos de Ruth mientras confesaba todo, transmitiéndole su rencor, su dolor, sus penas y él sin poder librarse de ese nudo que le oprimía la garganta—. El año pasado decidí irme por completo de casa de ellos, estuvieron contentos por eso. Tuve que buscarme la vida, dormir muchas veces en casa de Baek y pedirle comida, mis jornadas de trabajo se multiplicaron, comencé a lastimar mi propio cuerpo buscando algún tipo de liberación en eso. ¡Solo iba al colegio para dormir y clavarme una cuchilla en las caderas! —Se llevó las manos a la cabeza alterado por todos los malos recuerdos—. A ningún profesor le importaba mi situación, ningún adulto se preocupó por mí, solo fue Baek quién me cuidó sin siquiera tener una explicación clara de lo que me pasaba. —rompió en un llanto desconsolado luchando con esa soledad que le abrumaba y ella solo supo abrazarle fuerte mientras anonadada digería toda esa información.
Así se mantuvieron durante varios minutos hasta que el celular de Ruth comenzó a sonar, una llamada entrante de Ezra.
Cierto, dejó esperando a Ezra.
Se disculpó con Denzel y atendió a la llamada y este le explicó que esperaba por ella en la cafetería de unas calles más arriba del colegio. Ambos se despidieron y la pelirroja se retiró a su encuentro.
Diablos, estaba a punto de tener su primera cita.
¿Qué se supone que se hace en una cita?
Inexperiencia en todos los sentidos. Al menos le consolaba un poco el saber que Ezra no era uno de esos macarras insoportables con los que tienes que demostrar ser toda una desatada y adelantada a su etapa. Él era un chico más natural y apaciguado, incluso tierno, su sencillez era precisamente lo que atraía de él. En poco tiempo llegó a la cafetería y ahí estaba sentado en uno de los bancos leyendo un libro con sus anteojos bien acomodados.
Tal vez Ezra podría ser considerado el nerd más agradable del colegio.
Al detener sus pasos frente a él con una pequeña sonrisa nerviosa, el rubio notó su presencia y de inmediato levantó su mirada con una de esas amables sonrisas que solo él sabía dar con tanta naturalidad. Cerró su libro y se puso de pie para darle un corto abrazo a Ruth demostrándole que también le emocionaba tener esa cita.
—Aún no me creo que esté teniendo este encuentro contigo. —comentó el chico con una expresión nerviosa.
—¿A qué te refieres? —inquirió ella arqueando una ceja.
—A que me sorprende que hayas aceptado verte con este tonto —admitió mientras ambos se acercaban a la barra.
—Ah... —exclamó soltando una risita—: no te llames tonto. —Le dedicó una mirada de simpatía.
—Es la verdad, ni siquiera sabía cómo invitarte de una manera convincente. Si estás aquí hoy conmigo es por suertudo que fui, no porque yo te haya encantado, fácilmente me podías haber dicho que no —Él se encogió de hombros y ella solo rió negando con la cabeza—. Entonces, pide algo para llevar. —recomendó estando parados frente a la barra para pedir su orden.
—Mmm, por favor póngame un Café Moca.
—Y a mí un Caramelo Macchiato, los dos para llevar. —El rubio sacó su billetera dispuesto a pagar por ambos pedidos.
—No, ¿qué haces? Yo pago el mío. —se apresuró a decir ella sintiéndose un poco apenada porque él hiciera ese gesto.
—Tsk, qué dices, claro que yo te pago. —Puso los billetes sobre el mostrador.
—En serio no hace falt... —Este le cortó las palabras mientras el dependiente registraba el pago.
—Shh, no se habla más, ya yo pagué —Ruth decidió no insistir más—. Si no tengo ningún encanto de chico malote como les gustan a ustedes al menos debo de ser caballeroso ¿no? Algo debo de tener. —bromeó sobre su persona dedicándole una mirada divertida a la chica.
El dependiente les despachó sus bebidas y juntos partieron rumbo a casa de Ruth. La cita más bien consistía en hacerle la compañía hasta la puerta de su casa, nada extraordinario. Durante el camino la pelirroja descubrió que Ezra a pesar de ser muy mojigato también podía llegar a ser alguien agradable y divertido, siempre tenía un chiste bajo la manga.
—Oh, llegamos, vivo ahí. —informó la pelirroja apuntando con su dedo índice una casa de dos pisos pintada de blanco.
Ambos se detuvieron en la esquina— Mmm qué bien, ya sé dónde vives. Ya puedo venir a acosarte cuando quiera. —comentó fingiendo seriedad en la broma que estaba diciendo y la chica se carcajeó en respuesta.
—Ezra, muchas gracias por esta linda tarde que me diste. —agregó ella con una jovial sonrisa y mirándole con sinceridad.
—¿Eh? ¿Qué dijiste? No te pude escuchar. —soltó uno más de sus chistes, este era con segundas intenciones ya que lo aprovechó para acercar su rostro al de ella actuando como si en verdad le costara escuchar sus palabras.
—Que gracias por acompañarme esta tarde. —A Ruth la cercanía le puso un poco nerviosa lo que provocó que hablara esta vez un pelín más bajo.
—No aún no te logro escuchar bien. Repite. —Se acercó peligrosamente a ella.
—Gracias por esta tard... —paró de hablar cuando vio como con rapidez llevó su mano hasta la parte trasera de su cabeza.
¡¿La iría a besar?!
No, a ella le aterraba la idea de que se besaran, aún no superaba el miedo de hacerlo mal con un chico más experimentado que ella. Este alzó su mano casi hasta tocarla y la chica dio un paso atrás que faltó poco para que se cayera torpemente tratando de huir a lo que él reaccionó tomándola de la cintura. Acción estratégica para estar más cercanos aún. Acarició el lóbulo de la oreja de Ruth para luego sacar mágicamente de ahí un pequeño bombón de chocolate blanco. Al ponerlo frente a los ojos de la pelirroja con una gran sonrisa, la susodicha abrió sus ojos ampliamente sorprendida. Ezra, menteniendo su agarre en la cintura y sus rostros muy próximos, colocó el bombón sobre los labios de Ruth para que esta comenzara a comerlo. No se alejó de ella ni por un segundo, al contrario, se quedaron mirando profundamente en esa posición mientras la chica comía el dulce. El rubio paseaba su mirada desde sus marrones ojos hasta sus labios, así constantemente, queriendo dejarle claro su expreso deseo de besarla.
Cuando Ruth terminó de masticar, él observó sus labios con atención durante unos segundos para luego inclinar un poco más su rostro sobre el de ella.
Diablos, ahí venía el beso.
Pero no, Ezra se detuvo. La incomodidad que estaba experimentando la pelirroja en ese momento debido a sus miedos e inseguridades le resultaron muy evidentes por lo tanto él no quiso forzar ese acto entre los dos. Así que en cambio le regaló una jovial sonrisa y después un beso en la frente para entonces soltar su cintura y volver cada uno a su posición anterior.
—Bueno Ruth... a mí también me encantó esta tarde contigo. Mañana nos vemos. —Ella asintió y le despidió con la mano.
El chico giró sobre sus talones para darle la espalda y comenzar su camino hacia su hogar. La pelirroja hizo lo mismo dirigiéndose a la entrada de su puerta.
—¡Papitos llegué! —anunció atravesando la puerta de cristal con su mirada clavada en el piso y una sonrisa tonta en el rostro.
—Hola prima. —escuchó Ruth este educado y aparentemente agradable saludo y al alzar su mirada se encontró con una chica de pie en el corredor de su casa con una sonrisa exageradamente amplia.
—¡¿Qué?! —expresó alarmada sin poder creerse la presencia de esta en su hogar.
—Princesita mira quién nos vino a visitar. —dijo su padre con desborde de emoción apareciendo desde la entrada de la cocina.
—Sííí, tu prima Sasha se viene a quedar una semana aquí en Pennston con nosotros. —anunció Stella envuelta en el mismo entusiasmo que el señor Vernon.
¡NO!
Una semana con la prima Sasha era una sentencia de muerte para nuestra pelirroja.
Ruth se quedó mirando toda la escena con los ojos abiertos como platos mientras analizaba todas las desgracias que estaban próximas a pasarle. El hecho de que sus padres parezcan par de ositos cariñositos en una colaboración con el programa de Barnie debido a la presencia de Sasha le irritaba más todavía.
¡¿Acaso no son capaces de ver un demonio cuando lo tienen ante sus ojos?!
¡¿Por qué ella era la única en esa familia que se percataba de toda la maldad que encerraba esa niña hipócrita?!
—Ruth, ¿no me vas a saludar? —inquirió con un inocente tono de voz aparentando estar "dolida".
¡Falsa!
—Ruth, ¿qué modales son esos? Saluda a tu prima. —ordenó Vernon enseriado.
¡¿Lo ven?!
Sasha incluso sin tener la intención de hacerlo provocaba esas cosas. Cada vez que abría su bocota era para buscarle un problema a Ruth de la manera más inocente y discreta posible.
Damas y caballeros... esta era la prima Sasha:
Era un año menor que Ruth, o sea, tiene 14, pero siempre estaba ahí pisándole los talones en todo. No había una habilidad que la pelirroja tuviese que su prima no la adquiriera inmediatamente. Para colmo compartían un parentesco físico que era evidente, el cabello de esta era un rojizo incluso más brillante que el de nuestra chica. ¿Por qué creen que se llama Sasha? Ajá, por el personaje de las Bratz, todo muy cursi. Era una completa niña engreída y robótica, tal parecía programada para actuar con elegancia y perfección frente a todos los adultos. Sobre todo tenía una habilidad inigualable para lograr sacar de quicio a Ruth.
Nuestra chica luego de poder librarse de sus padres se encerró en su cuarto y presurosa comenzó a llamar a Baek. Necesitaba apoyo emocional para enfrentar esa situación.
El peliblanco salió por las grandes puertas del colegio acompañado por su tutor de turno —sí, de turno, porque ninguno duraba mucho en el puesto—, o sea, la persona encargada de hacer todas las tareas que le deberían tocar a Gea por ser la madre de Baek. Creo que ya no les sorprende el ver una vez más como esta mujer lanzaba sus responsabilidades maternas en manos de cualquiera.
El chico resoplaba con hastío mientras atravesaba las puertas de cristal dispuesto a ir en busca de su moto y sin prestarle interés a las palabras de su tutor que venía detrás suyo. Era evidente que tras su pelea dramática frente a la institución fue llevado a dirección junto con los otros chicos que cometieron la indisciplina y llamaron a los padres de todos. Pero a Baek le dieron salida de la reunión primero que al resto ya que a la directora no le apetecía tratar el tema de la educación del chico a fondo con alguien que no fuese su madre.
—Señorito Baek no está bien que se ande metiendo en problemas escolares, sus estudios son sagrados, cuide su futuro aquí... —notó que sus palabras estaban siendo completamente ignoradas y asió al peliblanco del antebrazo para tener su atención—. Baek, hagamos un trato, yo no lo acuso con su madre y usted me pone más fácil esto a mí. —le dejó claro sus intereses pero el susodicho solo resopló más fuerte aún para luego morderse su piercing con impaciencia.
—¿Qué le hace pensar que a mí me importa si usted tiene esto fácil o no? —espetó con el rostro enjuto—. Por mí puede llamar a Gea como si es en este instante que ella solo le dirá estas exactas palabras "No le haga caso, es un malcriado, solo quiere llamar la atención" y luego le colgará la llamada. Olvídese de mi madre porque ella no es una amenaza para mí.
El tono de llamada del móvil del chico se hizo presente— ¡Eres tan irritante! —exclamó el tutor pero este solo le dio la espalda en camino hacia su moto y sacando su móvil del pequeño bolsillo delantero de su mochila.
Una llamada entrante de Ruth. No dudó en contestar.
—¿Qué hay Cosa? —alzó su pierna para tomar asiento sobre la moto.
—¡Baek! —chilló con voz dramática—, tienes que venir a ayudarme, mi prima Sasha vino a quedarse una semana en mi casa. ¡No la soporto! —se escuchaba desesperada de manera sobreactuada y él solo hizo una mueca con su rostro.
—¿Tu prima Sasha? —se quedó pensante mientras encendía el motor— ¡¿Tu prima «Copia y Pega»?! —pronunció recordando a dicha persona.
—¿Eh? ¿Copia y Pega? —cuestionó totalmente desentendida de este mote.
—Sí. A cada cosa tuya ella le da Copiar y Pegar, ¿sabes? como los ordenadores. —se rió de su propio chiste.
—Ahh —alargó la palabra—, pues sí, está bien puesto el mote.
—En fin, ¿llamaste para pedirme que vaya a tu casa ahora?
—Exacto. —Asintió repetidas veces.
—Ok, en un rato llego —Colgó la llamada y se colocó el casco.
Ruth dejó su móvil sobre la cama y soltó un suspiro de alivio. Pero el alivio le duró poco. La puerta de su habitación se abrió para dejar entrar a su prima que venía arrastrando una maleta.
Oh no, eso sí que no.
—¿Y esa maleta? —preguntó ella sintiendo muy mala espina en eso.
—¿Qué crees? Vamos a compartir el cuarto. —informó esbozando una gran sonrisa cínica.
—Mierda...
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