017. lady gaga o adele
Winter estaba sentada en el estudio, con una guitarra acústica. Había visto lo nerviosa que estaba cuando le había presentado a los productores que trabajaban con Dom. Aunque seguramente estaba más nerviosa por si yo saboteaba su actuación. No iba a hacer tal cosa, no era un monstruo desalmado. Sin embargo, conseguiría que la contrataran, únicamente gracias a mí, y así ella me debería un favor muy gordo. Así se juega este juego, pensé, sonriendo, mientras los productores y yo nos sentábamos en el sofá y las sillas que había fuera de la cabina insonorizada. Dom le dio al botón que encendía el comunicador que había entre las dos zonas para luego hablar sobre el pequeño micrófono y que así Winter le oyera.
— Bien, Winter – habló, haciendo que ella alzara la mirada hacia mi suegro –, ¿por qué no nos cantas dos de tus canciones? Para oír tu estilo, y tu voz. Y ya de ahí vemos qué podemos hacer.
— Claro – dijo ella, asintiendo con la cabeza.
— Tiene una voz muy buena – dijo Dom, cuando ya había apagado el comunicador –. Pero es su estilo... no me convence – negó con la cabeza –. Veamos qué ha preparado para hoy.
Winter terminó de afinar la guitarra. Luego se aclaró la garganta un momento y tomó una larga respiración antes de empezar a tocar una balada, del estilo de la que había tocado para mi fiesta de compromiso. Era una melodía tranquila y preciosa, y la letra, justo como en la canción anterior, era triste y melancólica. Alguien había tenido que herir mucho a Winter para que pudiera componer canciones tan tristes. Sus ojos parecían estar a punto de llorar a medida que la canción avanzaba, y en el final apoteósico de ésta, su voz casi se quebró, dejando su alma desnuda. Era buena. Era muy buena. Pero sabía que aquello no era lo que Dom quería. En el mercado musical solo había espacio para una Adele, Dom buscaba algo más comercial. Algo que le hiciera ganar dinero. Y ahí estaría Harry para salvar el día cuando eso pasara. Rescatar a una damisela en apuros era mi especialidad.
La segunda canción que Winter cantó ya no era tan lenta. El ritmo era más bien rock and roll, me recordaba a Are you gonna be my girl? de Jet. Además la letra también hablaba sobre conocer a una chica guapa en la barra de un bar. Vi a los productores y a Dom haciendo cara de rechazo. Tal y como esperaba. No les gustaba la música de Winter. Cuando ella acabó de cantar, Dom se levantó y se acercó al micrófono, abriendo el comunicador de nuevo.
— Has estado genial, Winter. Danos un momento para hablar, ¿está bien?
— Por supuesto – dijo ella, algo nerviosa, dejando la guitarra en su soporte.
— Bueno... ¿qué os parece? – preguntó Dom, después de apagar el comunicador de nuevo, dándose la vuelta hacia los demás.
— Lo que tú has dicho... buena voz, técnica decente, mucho sentimiento... pero no es el estilo de esta discográfica. No creo que pueda vender más de diez discos con esas canciones. Son buenas, pero no... comerciales.
— Sí, debería cantar algo más pop – asintió Dom –. ¿La rechazamos, entonces?
— Espera – dije, poniéndome de pie –. ¿Puedo probar algo?
— Claro... – asintió mi suegro – sueles tener buenas ideas. ¿Qué quieres probar?
Yo solo sonreí y le guiñé un ojo, indicándole con un dedo que esperara un momento. Me acerqué a una estantería donde teníamos varias cajas con partituras y letras de muchas canciones de las que habíamos grabado. Busqué una que tenía en mente y saqué la partitura. Luego me acerqué al ordenador, buscando la base instrumental de aquella canción, preparándola e indicándole a Dom que le diera al play cuando se lo pidiera. Entonces entré en el estudio. Winter me miró con una ceja arqueada.
— ¿Qué pasa? – preguntó algo confusa.
— Queremos verte probar otro estilo... algo más comercial.
— Oh... ¿mis canciones no son buenas?
— Sí, claro que son buenas. Pero no son del género que suele vender más... ¿entiendes? Si vas a grabar un álbum debería ser algo más comercial, que venda más... y ya luego ir cambiando hacia música más de tu estilo cuando ya tengas una base de seguidores fieles. Como Lady Gaga hizo... empezó con pop y luego hizo algo más country y también baladas acústicas con Tony Bennett...
— Sí... tiene sentido, supongo.
— Por eso he pensado que cantar una canción de Lady Gaga estaría bien – sonreí, tendiéndole la partitura de Do What U Want –. ¿Conoces la canción?
— La he oído alguna vez en la radio – asintió.
— No hace falta que toques, tenemos la melodía, solo canta... – dije, poniendo mis manos sobre sus hombros y masajeándolos levemente. Entonces me acerqué a su oído y hablé en un susurro para que solo ella pudiera oírme – No tienes que preocuparte... voy a conseguir que te contraten.
Winter me miró algo desconfiada, pero yo solo miré hacia Dom que esperaba mi señal. Le hice un gesto y él le dio al play. La música empezó a sonar y Winter tomó una respiración antes de empezar a cantar. Vi en los rostros de los productores que aquello les gustaba más, pero no estaban convencidos. Así que agarré la mano de Winter e hice que se pusiera de pie, para luego apartar el taburete donde había estado sentada. Ella me miró extrañada pero sin dejar de cantar. Yo solo murmuré un 'baila un poco'. Winter asintió y empezó a moverse con la melodía. Apenas movía un poco las caderas y los hombros, y aún así su atractivo se multiplicó por diez. Era tan sexy cuando bailaba. La canción acabó y le pedí que esperara ahí un momento.
— ¿Qué os parece ahora? – pregunté, después de cerrar la puerta, para que Winter no oyera todavía.
— Me gusta – asintió Dom –. Ese estilo es mucho más comercial.
— Winter es una gran bailarina – dije, señalándola –. Estoy seguro de que haría unos conciertos increíbles.
— Ahora sí que veo potencial – admitió Dom –. ¿Qué os parece? ¿Podríais trabajar con ella y sacar un álbum?
Tres de los productores admitieron que les gustaría trabajar con ella. Así que le pedí a Dom que me dejara darle la buena noticia a Winter. Él asintió y me explicó el plan antes de irse junto al resto de sus socios. Yo entré a la cabina de grabación, donde Winter se había vuelto a sentar sobre el taburete y estaba mordiéndose las uñas. Me acerqué a ella y agarré su muñeca para hacer que dejara de morderse las uñas.
— ¿Por qué se han ido? Me odian y no van a contratarme nunca... ¿verdad?
— ¿Dónde está la Winter segura de sí misma que conozco?
— Apenas me conoces, Harry.
— Tres de los productores están interesados en ayudarte a sacar un álbum, y Dom ha dado el visto bueno.
— ¿¡En serio!? – exclamó, poniéndose de pie y dándome un fuerte abrazo.
— No quieren usar tu música, no por el momento al menos. Quieren que te acostumbres al ritmo y el estilo de la discográfica, así que los tres productores que quieren trabajar contigo van a escribir las canciones y cuando las vayan teniendo listas te irán llamando para grabarlas. Sé que preferirías cantar tu música, pero podrás hacer eso más adelante... lo importante ahora es darte a conocer.
— Gracias, Harry... – susurró, sin querer realmente decirlo.
— Gracias no, cariño – sonreí –. Me debes una muy gorda. Si no fuera por mí te habrían dicho que no hacía un buen rato.
— ¿Estás hablando en serio? ¡Es tu trabajo, no te debo nada!
— Una cena.
— No.
— ¿Pero por qué no? – bufé.
— James no quiere que salga contigo... – se encogió de hombros – Estás en la lista negra.
— ¿En serio?
— Sí, ha aceptado tener una relación abierta conmigo siempre y cuando no me acueste contigo.
— ¿Y de verdad vas a hacer lo que ese idiota te diga?
— Harry... James me ha acogido en su casa y me ha dado todo sin apenas conocerme... Es una buena persona, y por alguna razón... le importo, y quiere cuidar de mí. No voy a decirle que no.
— Pensaba que no necesitabas que nadie cuidara de ti... que te valías por ti misma.
— A veces estoy muy cansada para valerme por mí misma... Además, no eres quién para reprocharme nada. Te has casado con una chica solo para tener dinero y heredar el negocio de su padre. Yo solo tengo que olvidarme de acostarme contigo, tú te tienes que olvidar de volver a estar con otra persona por el resto de tu vida. O al menos hasta que Dom muera, y parece que está muy bien de salud – hizo una mueca y se encogió de hombros.
— No podemos estar juntos porque somos muy parecidos... ¿verdad?
— Más quisieras estar tan bueno como yo estoy – bromeó, guardando su guitarra.
— Oh, por favor... ¿me has visto? – dije, señalándome de arriba a abajo – Dudo que haya una sola persona en la Tierra más atractiva que yo.
— Harry – gritó, mirando hacia el techo –. Tú y tu ego podéis bajar al mundo real donde eres solo una persona del montón.
— ¿Del montón? – arqueé una ceja – Me viste dos veces y te metiste en mi cama porque no podías aguantarte más.
— Sí... y tú me viste dos minutos y querías que me metiera en tu cama porque no podías aguantarte más – rió ella, cargándose la guitarra al hombro.
— Está bien, lo que tú digas. ¿Quieres que te lleve a casa de James?
— James me ha dejado uno de sus coches, no hace falta – dijo mientras agarraba su bolso –. Hey... creo que no eres tan idiota como pensaba. Aunque no podamos acostarnos juntos... podríamos ser amigos, ¿no crees? – sugirió, alargando su mano.
— Después de verte desnuda no sé si podría ser solo tu amigo... – dije, cruzándome de brazos – Cada vez que te veo viene esa imagen a mi cabeza.
— Vaya... sí que eres tan idiota como pensaba – dijo, poniendo los ojos en blanco.
— ¡Solo bromeaba!
— No, no bromeabas.
— Vale, no bromeaba. Pero no pensaré más en ello... o lo intentaré al menos – dije, persiguiéndola hacia el ascensor.
— Adiós, Harry – susurró, entrando al ascensor.
— Espera... – exclamé, entrando junto a ella justo antes de que las puertas se cerraran – ¿Puedo ser sincero contigo?
— Te agradecería que no lo fueras...
— ¿Alguna vez has conocido a alguien y has dicho 'esta persona tiene que estar en mi vida'? ¿Has sabido en el instante en el que le has visto que esa persona era especial y... no querías que se alejara de ti?
— Harry...
— Me pasó eso contigo. Recuerdo el momento exacto. Cuando estabas cantando When you were my man, aquella noche en el bar... y de repente sonreíste... Fue una sonrisa casi imperceptible. Una diminuta sonrisa que demostraba lo mucho que estabas disfrutando de tu propia voz. En ese momento fue cuando decidí quedarme hasta el cierre e intentar hablar contigo. Esa sonrisa fue la que me hizo volver al día siguiente... Y sonreíste de nuevo... y perdí la cabeza. He sido fiel a Erika durante todo este tiempo, y con solo una sonrisa me hiciste olvidarme de ella, de la discográfica... de todo.
— Harry, ya basta – dijo seria, cuando llegamos a la planta del garaje y las puertas se abrieron –. No siento lo mismo. Para mí solo has sido otro chico con el que he tenido un par de buenos polvos, y ya está. Así que olvídate de mí... ¿por favor? – susurró antes de darse la vuelta e ir a buscar su coche.
— No te creo – exclamé desde la puerta del ascensor.
Ella no se giró a mirarme. Me quedé esperando hasta que el coche desapareció de mi vista. Y no se giró a mirarme ni una sola vez. Quizás había dicho la verdad. Quizás para ella sólo habían sido un par de polvos y ya está. Pero podía jurar que la conexión que habíamos tenido era especial. Y que ella también sentía aquel fuerte vínculo entre los dos. Quizás estaba equivocado y era mi desesperación por sentirla mía. Quizás mi mente estaba imaginándolo todo. Cuando ya estaba a punto de darme la vuelta y subir al ascensor de nuevo para volver al despacho de Dom, vi como el BMW que Winter conducía se acercaba a toda velocidad marcha atrás. Se detuvo frente al ascensor y bajó la ventanilla.
— Harry... esto no está bien... – murmuró.
— Lo sé. Sé que no está bien. Erika es una buena persona y, te lo creas o no, James es uno de los pocos amigos que tengo...
— Me lo creo... eres bastante idiota. Yo tampoco querría ser tu amiga – dijo, saliendo del coche –. No puedes enamorarte de mí... prométeme que no lo harás... – murmuró, acercándose a mí.
— Te lo prometo – asentí, agarrando su cintura y atrayéndola a mi cuerpo –. Es la ventaja de mi "pasado oscuro", no puedo enamorarme...
— Bien... porque yo tampoco puedo y no quiero dejar otro corazón roto... pero no puedo resistirme a ti... – murmuró, agarrando mi rostro y llevándome hacia sus labios.
Winter empezó a besarme con fuerza. Sus labios parecían estar sedientos de los míos. Apenas nuestros labios se tocaron, ella soltó un pequeño gemido. Yo bajé mis manos de mi cintura a su culo, agarrándolo con fuerza y empujándola hasta dejarla contra el coche que seguía en marcha.
— Winter... puede bajar alguien y vernos – susurré, sin dejar de besarla.
— ¿A dónde vamos? – murmuró ella, desabrochando mi camisa poco a poco – No puedo llevarte a casa de James...
— En mi casa está Erika... – gruñí – Vamos a un hotel.
— Está bien, sube – dijo, moviendo la cabeza para señalar al coche.
— Tendría que ir en mi coche.
— Sube, ahora – dijo seria –. Me vas a masturbar mientras conduzco al hotel.
— Vamos – asentí, sin reprochar más, subiéndome al asiento del copiloto.
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