015. una relación abierta
James había estado en silencio varios minutos después de escuchar lo que tenía que decirle. Yo ya empezaba a estar algo incómoda. Sabía que quizás lo que le había dicho era demasiado para asimilar de golpe, sin ningún tipo de advertencia, pero era él quién me había pedido que fuera su novia tan solo unos días después de conocernos, así que no me había dejado más opciones. Cuando parecía que ya se había aclarado lo suficiente, agarró mis manos y me miró a los ojos.
— Está bien... ¿Qué vamos a hacer entonces?
— ¿A qué te refieres? – pregunté con cautela.
— A nosotros. Realmente me gustas, Winter. Y quiero salir contigo... pero si ya estás saliendo con alguien...
— Es una relación abierta, ya te lo he dicho. Si a ti no te importa que yo esté con alguien más...
— Es que... no sé si me importa.
— ¿Iría mejor si le conocieras? – susurré, acariciando su mejilla – Seguro que te cae genial.
— Uhm... sí, quizás eso ayude – asintió –. Pero, ¿cómo funciona esta... relación abierta? ¿Tenemos que estar los tres juntos? No sé si me va eso, realmente...
— No, nosotros seremos como cualquier otra pareja... Solo que yo a veces estaré con otros... Y tú también puedes estarlo si quieres.
— ¿Por qué no le dices que venga? Así podéis explicarme mejor qué supondría todo esto...
— No sé si tendrá dinero para el billete...
— Eso no es un problema, ya lo sabes.
— ¿Estás seguro?
— Sí, me gustas mucho y no quiero perderte. Si esto es lo que tengo que hacer para estar contigo... quiero al menos intentarlo.
— Está bien – sonreí –. Muchas gracias, no sabes lo que significa para mí – exclamé, acercándome a darle un corto beso.
— Hay una única cosa que quiero pedirte, si seguimos adelante.
— Claro, ¿qué es?
— Entiendo si estamos en una relación abierta que estés con otros. Pero quiero que me lo digas. Y Harry está en la lista negra.
— ¿Qué?
— No puedes estar con él.
— James... – reí – No, no puedes ponerme barreras.
— Yo acepto tener una relación abierta si tú aceptas no estar con Harry... sino no quiero estar en una relación contigo, lo siento.
— Hey... no, está bien. Harry está fuera de los límites – asentí, recordándome a mí misma lo que me había dicho cuando dejé al chico en la habitación del hotel: "Deja a Harry tranquilo" –. No tendré nada con él.
— ¿De verdad?
— De verdad.
— Gracias, Winter – exclamó, abrazándome con fuerza –. Voy a ir a darme una ducha, que ha sido un día duro en el bufete. ¿Por qué no reservas el avión para... tu pareja, y luego vienes conmigo...? – sugirió, pasándome su tarjeta de crédito.
— Claro. Gracias, James – sonreí, dándole otro beso –. Enseguida estoy ahí.
James me sonrió antes de irse hacia el cuarto de baño. Yo agarré el portátil que estaba en la barra de desayuno entre la cocina y el salón y lo llevé al sofá, donde volví a sentarme. Encendí el ordenador a la vez que marcaba el último número de teléfono en mi agenda. Tan solo escuché un tono antes de que me respondieran.
— ¡Winnie! – exclamó – ¿Cómo estás?
— Bien... Tengo mucho que contarte.
— Está bien – rió –. ¿Qué pasa?
— ¿Podrías venirte mañana por la mañana para Los Angeles?
— ¿Qué?
— El billete lo paga James, el chico del que te hablé.
— Oh... ¿y por qué quieres que vaya? O sea, por supuesto que voy, tengo ya ganas de verte.
— James me ha pedido que sea su novia, entonces he tenido que explicarle... nuestra situación.
— Ah, está bien. ¿Y se lo ha tomado bien?
— Bueno, está algo confundido. Pero le he dicho que quizás conocerte y que le expliquemos nuestra relación le ayude a entenderlo.
— Sí, es buena idea – asintió –. Está bien, yo puedo ir sin problema. Pero... ¿qué hago con Coop?
— Tienes que traerle también, no puedes dejarle solito.
— Está bien – rió –. ¿Me envías el billete a mi email?
— Sí, ya estoy comprándolo. Es el primer vuelo del día.
— Perfecto. Pues te veo mañana, mi amor.
— Hasta mañana, bebé.
A la vez que colgaba la llamada, estaba pagando los billetes de avión. Cuando terminé con éstos, los envié por email y cerré el ordenador para ir al cuarto de baño. James seguía dentro de la ducha, así que me deshice de la poca ropa que llevaba para unirme a él en una larga sesión de sexo bajo el agua. Sin embargo mi cabeza estaba ya en la mañana siguiente. Por lo que cuando salimos de la ducha, James me ofreció ir a cenar, pero como había comido tanto en el hotel con Harry y quería que el día acabara cuanto antes, me fui directa a la cama.
Por la mañana me desperté temprano, para poder ir al aeropuerto con tiempo. James ya estaba desayunando cuando yo salí arreglada del cuarto de baño. Me sonrió y me pidió que me acercara. Yo lo hice, para poder darle un bocado a su tostada de aguacate y luego darle un corto beso.
— No sabía que podías sonreír así... – dijo, contemplando lo contenta que estaba.
— Llevamos saliendo muchos años, y nos conocemos desde la infancia... Es una persona realmente importante para mí y me alegro de que venga.
— Yo tengo que ir al bufete porque tengo que resolver un par de cosas, pero puedo unirme a la hora de comer. Podemos ir a un club de campo muy exclusivo del que soy socio – sugirió –. Podría pedir que nos dejaran alguna zona tranquila para comer solos los tres. ¿Qué te parece?
— Genial – sonreí –. Mándame la dirección por teléfono, ¿sí? Así puedo coger un Uber que nos lleve allí.
— ¿Quieres llevarte uno de mis coches?
— ¿En serio?
— Sí, tengo dos. Puedes usar uno de ellos.
— ¡Sería genial!
— ¿Audi o BMW?
— BMW – asentí, agarrando las llaves que me tendía.
— Está bien. Cuídalo, por favor – rió –. Nos vemos luego, preciosa.
— Hasta luego, James.
Bajé corriendo por las escaleras hasta el garaje donde descansaban los dos coches. Me acerqué al precioso coche deportivo. Admiré aquel BMW i8 antes de subirme a él y arrancar en dirección a LAX. El camino se me hizo eterno, y parecía que los minutos no pasaban. Sin embargo, cuando vi a Brielle salir por la puerta de llegadas junto a Cooper, di un salto y un grito de alegría, corriendo hacia ellos para abrazarlos. Bri me abrazó de vuelta mientras Coop se ponía sobre sus patas traseras, buscando mi atención, pero yo estaba muy ocupada besando a mi chica.
— Te he echado tanto de menos, Winnie... – susurró, abrazándome todavía más fuerte.
— Yo también, Bri – murmuré –. ¡Pero ya estás aquí!
— Cooper también te ha echado mucho de menos, como puedes ver – rió ella, cuando yo ya me separé de la chica para abrazar a mi gigante perro.
— Y yo a él, mi grandullón bonito – dije con la típica voz aguda que se usa para hablar a animales o bebés –. Te he echado mucho de menos bebecito. Madre mía, Bri... tengo tanto que explicarte, no vas ni a creértelo... Ha sido una semana de locos.
— No llevas ni una semana aquí, Winter – rió ella, mientras emprendíamos camino al estacionamiento.
— ¡Imagínate qué de locos ha sido! Han pasado tantas cosas que parece que haya sido un mes entero.
— Ponme al día de todo – rió.
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