009. el laberinto de psique y eros
No podía creer que realmente fuera a casarme. Estaba ya Greystone Mansion, una de las miles de localizaciones de Beverly Hills perfectas para una boda a gran escala e Instagram Worthy que Erika quería. Estaba en una habitación yo solo, ya que no tenía familia a la que invitar a mi boda, ni siquiera conocía el paradero de mi madre, o si seguía viva, así que no tenía a nadie que me llevara al altar. Así que estaba solo. Y, honestamente, aunque sonara completamente ridículo, lo único en lo que podía pensar era en cómo habría ido la cita de James y Winter. No podía quitármelo de la cabeza. Lo que realmente quería es que Winter se hubiera ido de vuelta a Las Vegas, y no tuviera que verla otra vez, y sobretodo... que James no la viera otra vez.
— Señor Styles, ¿está usted listo? Todos los invitados están ya en sus asientos, esperando. Y su prometida ya ha llegado – preguntó uno del staff, tras picar a la puerta.
— Sí, ya estoy listo – asentí, mirándome al espejo, sabiendo que iba perfecto.
El chico abrió la puerta. Yo le miré y sonreí levemente, sacando un billete del bolsillo trasero de mi pantalón, dándoselo al joven chico como agradecimiento por su trabajo. Luego caminé por el largo pasillo hacia los Jardines Italianos. La música empezó a sonar cuando empecé a caminar por el pasillo que había entre todas aquellas sillas. De pronto, vi su rostro. Pensé por un momento que me estaba dando mucho el sol, pero no... Winter estaba allí. De pie junto a James, mirándome con media sonrisa. Su pelo estaba perfectamente peinado hacia atrás, recogido con un par de horquillas. Un vestido tan provocativo que casi tropecé y caí al suelo, ajustado a su cuerpo, dejando ver perfectamente la falta de sujetador ya que podía, incluso desde lejos, ver sus pezones a través de la tela. Tragué con fuerza, y aparté la mirada en cuanto James pasó su brazo alrededor de la cintura de Winter, probablemente al verme mirarla tan intensamente. Volví mi mirada hacia el altar y aceleré el paso.
Y, de un momento a otro, sin saber muy bien cómo, estaba casado. La mujer que estaba junto a mí era ya Erika Richard-Styles. Tras el aburrido banquete, la fiesta empezó. Tuve la oportunidad de escabullirme cuando Erika empezó a caminar entre la gente, haciéndose cienes de fotos, que era lo que más le gustaba. Yo escaneé el lugar, buscando a Winter. Al localizar a la rubia, la pillé mirándome, mientras James estaba junto a ella hablando con dos de los clientes de Dom. Al verme, dibujó aquella sonrisa casi imperceptible que tan loco me volvía. No sabía cómo alejarla de James para hablar con ella, pero pronto me di cuenta de que no haría falta. Winter se acercó a James, susurrándole algo en el oído, éste asintió levemente y se acercó a ella, dándole un intenso beso en los labios, antes de que Winter empezara a caminar alejándose de él, y del follón de la fiesta, hacia uno de los jardines traseros. Unos minutos después, fui tras ella. Miré alrededor pero no podía encontrarla. Tan solo veía los altos arbustos, y densos árboles. De pronto, noté a alguien agarrando mi muñeca y llevándome tras uno de los arbustos.
— Hey... – susurró Winter.
— ¿Qué haces aquí? En mi boda... ¿Estás loca?
— Creo que ambos sabemos la respuesta a esa pregunta – rió ella –. Harry... quiero sexo – murmuró sobre mis labios.
— Pero... ¿y James?
— Solo he tenido una cita con él – rió de nuevo –. No somos exclusivos.
— Preciosa... acabo de casarme... no debería hacer esto. No deberías tentarme de este modo... – susurré, mirándola de arriba a abajo – Este vestido te sienta tan bien... ¿de dónde lo has sacado?
— James me lo ha regalado. No quería venir solo a la boda, así que se ofreció a comprármelo a cambio de que viniera con él.
— No puedo hacer esto... lo entiendes, ¿verdad?
— No llevo ropa interior – susurró a mi oído.
— Lo sé... he podido notarlo... – murmuré, mirando hacia su pecho.
— Ningún tipo de ropa interior, Harry... – insistió, pasando su mano por su pierna, donde el vestido tenía una larga abertura casi hasta su entrepierna, dejándome adivinar que tampoco llevaba ropa interior abajo.
— Winter, basta... – rogué, acariciando yo mismo su pierna.
— Tengo una idea... – sonrió, acariciando mi torso – Voy a ir hacia allá... hay tres opciones: no me sigues, y te vas a disfrutar de tu aburrida esposa; o vienes detrás de mí, no me encuentras y eso significa que no estamos destinados a estar juntos; o vienes detrás de mí, me encuentras, y tenemos el mejor sexo de nuestra vida entre estos arbustos.. – sugirió señalando el camino que se abría frente a nosotros, entonces pude notar que estábamos escondido en la entrada de un laberinto.
— Winter... – murmuré mientras ella empezaba a alejarse, entre los arbustos del laberinto.
— ¡Dame algo de ventaja, sino no será tan divertido! – rió, empezando a correr.
No podía creer que el día de mi boda, todavía en el lugar de la ceremonia y la fiesta, yo estuviera viendo a una rubia impresionante alejarse, debatiéndome si ir detrás de ella o no. Aunque sabía que era ridículo el intentar resistirme. Yo nunca había sido fiel, no estaba enamorado de Erika, el sexo con ella era tan aburrido que a veces había estado a punto de quedarme dormido. Y Winter era, simplemente, increíble, en todos los sentidos. Era increíble hasta tal punto que me hacía cuestionarme si era real. Tras unos minutos aturdido, como si Winter me hubiera hipnotizado, fui tras ella.
Empecé a recorrer el laberinto, y cada vez que giraba y me encontraba con un arbusto, en un pasaje sin salida, quería golpear aquellos arbustos, frustrado por no llegar a Winter cuanto antes. De pronto, después de un buen rato perdido por aquellos caminos, llegué al centro del laberinto. Winter estaba ahí, frente a una magnífica fuente, como si se tratara de una ninfa. Al verme sonrió y yo simplemente corrí hacia ella hasta que agarré sus mejillas con fuerza y empecé a besarla.
— Eres demasiada tentación para mí... – susurré, mirando su angelical rostro, dejando de besarla para poder hacerlo.
— ¿Qué mejor lugar que el laberinto de Eros y Psique? – murmuró ella, sonriendo.
— ¿Qué...? – pregunté, mirando hacia la estatua en el centro de la fuente, viendo que, efectivamente, era una representación de las figuras de la mitología griega Eros y Psique – Ah... tú, sin duda, tienes la belleza que conseguiría poner celosa a Afrodita.
— Oh no, yo soy Eros, tú eres Psique. Tú eres bello, pero yo soy equiparable a la Diosa del amor y el sexo – sonrió, desabrochando mi cinturón –. Y si me tuvieras a tu lado, no resistirías la tentación, y querrías saberlo todo de mí, hasta que consiguieras alejarme de ti.
— Eres impredecible... – murmuré con una sonrisa, agarrando su pierna desnuda y subiéndola hasta rodear mi cintura con ella – Y tengo muchas ganas de follarte.
— Hazlo – dijo en un murmullo, haciendo ella misma que la penetrara.
Winter empezó a besarme de nuevo. Sus labios parecían estar hechos de la fruta prohibida del paraíso. Eran dulces, y una tentación tan grande que no podía evitar caer en ella, aún sabiendo que las consecuencias podrían ser catastróficas. Aún así, allí estaba, haciéndole el amor con tanta fuerza que estaba quedándome sin aliento, mientras ella gemía sobre mis labios. Agarré su otra pierna para dejarla sentada sobre mi cintura. Ella empezó a moverse sobre mí mientras gemía y seguía besándome. Yo la abracé, acariciando sus brazos mientras la miraba, sabiendo que realmente era un ángel caído. Tenía la belleza de un ser angelical, sin embargo era diabólica.
Después de un orgasmo tan increíble que me nubló la vista, Winter simplemente se puso bien su vestido y empezó a caminar, alejándose de mí. Yo la miré sin entender a dónde iba. Tardé un poco en reaccionar, pero me puse bien mi ropa interior, luego subí mis pantalones y abroché mi cinturón para correr tras ella. Al alcanzarla, pasé mi brazo sobre sus hombros, haciendo que ella me mirara y riera antes de apartar mi brazo.
— ¿Vas a quedarte en Beverly Hills?
— Sí, James me ha presentado a unos cuantos productores que están interesados en trabajar conmigo – asintió ella.
— ¿Dónde te vas a quedar? Podría pagarte un apartamento, cerca de mi casa... de ese modo podría escaparme a verte... – murmuré, agachándome a besar su cuello suavemente.
— No hace falta, gracias. James me ha ofrecido quedarme con él.
— ¿Vas a irte a vivir con él ya? Pero... si le conociste ayer.
— Solo me está haciendo un favor – se encogió de hombros.
— ¡No puedes vivir con James! – exclamé, haciendo que se detuviera y sujetando sus brazos – Por favor, déjame pagarte un lugar en el que vivir... tú sola, ¿por favor?
— ¿Qué le dirás a tu esposa cuando vea la cantidad de dinero que gastes al mes? – negó con la cabeza.
— Erika no mira la cuenta del banco. ¿Por favor, Winter? No podremos vernos si estás viviendo con James.
— Seguro que encontraremos un tejado en el que hacerlo – susurró sobre mis labios, sonriendo.
— Winter, te lo ruego.
— Harry... no voy a arriesgarme a que tu mujer nos descubra y yo acabe tirada en la calle, sin un lugar en el que vivir... entiéndeme.
— No me gusta la idea de que estés viviendo y acostándote con uno de mis mejores amigos.
— James me ha dicho que no sois tan amigos... él solo es tu abogado, y habéis tomado un par de copas un par de veces.
— Y aún así es uno de mis mejores amigos, así que imagina lo poco que confío en la gente. ¿Por favor? – rogué una vez más, agarrando sus manos y dándole pequeños besos en sus nudillos.
— ¿Por qué te importa tanto, Harry? – suspiró, haciendo que soltara sus manos y poniendo los ojos en blanco – No soy tu novia, no voy a serlo... ¿qué más te da si estoy con otras personas?
— Porque no me gusta la idea, Winter... – suspiré yo.
— Te quiero, Harry – soltó de repente, dejándome en blanco.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top