008. fuegos artificiales y electricidad
Todos los asistentes miraban expectantes a Winter cuando ésta se subió en la plataforma que había en nuestro jardín. Ella estaba tan segura de sí misma que realmente parecía que se hubiera preparado durante meses para aquella actuación. No se veía nerviosa, ni preocupada por si Erika descubría la verdad. Simplemente sujetó el micrófono que yo mismo había instalado con un equipo de sonido portátil, al cuál ya habíamos conectado su móvil. Le di al play a la canción instrumental que ella había preparado y simplemente, se puso a cantar. Nuevamente, su voz y su actuación me dejaron sin aliento. Aquella vez cantó una canción que no conocía, cuya letra era de las más bonitas que había escuchado jamás. Como ya le había visto hacer, Winter entregaba su alma al cantar, haciendo que todo el mundo estuviera completamente callado, escuchando a la rubia alcanzar aquellas maravillosas notas. Al terminar la canción, Winter bajó el micrófono e hizo aquella sonrisa ladeada casi imperceptible antes de que los asistentes estallaran en aplausos. Podría jurar que no habría nadie en el mundo que no se quedara maravillado ante la voz de aquella mujer. Erika, emocionada, se subió a abrazar a Winter, agradeciéndole por la canción, antes de hablar hacia los asistentes, agradeciéndoles a éstos también por estar allí.
— ¿Qué tal lo he hecho? – susurró Winter, una vez había bajado del pequeño escenario, viniendo hacia mí.
— Eres maravillosa, Winter. Tu voz es increíble.
— Hola, soy Dom Richards – dijo mi suegro, acercándose a nosotros y tendiéndole la mano a Winter –. Esa canción es muy buena, y tu voz también lo es.
— Harry... ¿por qué Dom Richards está alagándome? ¿Qué está pasando? – susurró la rubia, nerviosa, aceptando la mano del hombre.
— Oh... ¿no te lo había dicho? Dom es mi suegro, el padre de Erika.
— ¿Qué? – exclamó ella.
— Sí, mira un poco a tu alrededor – murmuré, señalando a varios productores musicales que había entre los asistentes.
— Oh Dios mío...
— Ven, te presentaré a alguno de ellos – sugirió Dom.
— ¿Puede ser en un momento? – pregunté – Tengo que ir a pagarle por la actuación, luego podemos volver y la presentas.
— Claro, adelante.
Le hice un movimiento con la cabeza a Winter para que se pusiera en marcha por delante de mí, luego la seguí. Le di indicaciones para que fuera a mi oficina, y le pedí que esperara ahí mientras iba a buscar a James, que me había enviado un mensaje un par de minutos atrás, diciéndome que ya había llegado.
— Hey, Harry – dijo James, cuando abrí, tendiéndome la mano.
— Vamos, está en mi oficina, date prisa – susurré, después de darle la mano.
Ambos subimos hacia mi oficina. Winter estaba sentada encima de mi escritorio, haciendo una burbuja con el chicle que mascaba. Me mordí el labio al mirarla, si bien cuando cantaba parecía un ángel, cuando dejaba de hacerlo se convertía en una tentación andante, puesta en mi camino por el mismo Diablo.
— Wow – dijo la rubia, mirando hacia James de arriba a abajo, haciendo que me sintiera algo ofendido.
— Buenas tardes, soy James Rogen, el abogado del señor Styles – dijo éste, tendiéndole la mano a la rubia. Sin embargo, ella se puso de pie y se acercó a besar la mejilla del chico.
— Winter, encantada.
— Uhm... – James miró hacia mí por un segundo antes de volver su mirada a Winter – He traído el documento para la nulidad matrimonial, si ambos estáis de acuerdo podéis firmarla y la enviaré derecha al juzgado. Uno de los jueces, amigo mío, ya está al tanto y concederá la nulidad en cuanto les llegue el documento.
— Perfecto, eres mi salvación, James – dije, mientras él sacaba el documento.
— ¿Qué haces esta noche? – dijo la rubia.
— Winter, me caso mañana, no es buena ide–...
— Oh no, se lo decía a James, Harry.
— Oh... claro.
— Uhm... no creo que... – James miró hacia mí, buscando un visto bueno, que no iba a recibir.
— ¿Solo por Harry? Él y yo no somos nada, solo bebimos y nos acostamos. Va a casarse con el amor de su vida – rió la rubia –. ¿Por qué no quedamos esta noche? ¿A las 9?
— Winter, estás aquí para firmar esto – bufé, arrebatándole el documento de las manos a James, que estaba completamente estupefacto –. Te voy a comprar el vuelo de vuelta a Las Vegas esta noche.
— Quizás quiero quedarme en Los Angeles un poco más de tiempo... – murmuró, agarrando la corbata de James y sonriendo al chico – ¿Qué dices?
— Winter, firma esto y deja a mi abogado tranquilo. Estás acosándole.
— Que él diga que no quiere una cita conmigo y le dejaré tranquilo.
— James, dile que no quieres salir con ella – gruñí.
— Yo...
— Si no dices la verdad no voy a firmar la nulidad matrimonial con Harry.
— ¿¡Qué!? – exclamé – Winter, por favor.
— Sí, tendré una cita contigo – dijo James.
— Genial – sonrió ella, agarrando el documento y el bolígrafo que yo sostenía, empezando a firmar.
— No puedes tener una cita con ella.
— ¿Por qué no? – preguntaron los dos a la vez.
— Porque... sería raro.
— No es raro para mí – Winter se encogió de hombros.
— Para mí tampoco – murmuró James, mirando a la chica.
— Si quieres no tengo una cita con él... pero tampoco te doy esto – sonrió la rubia, sujetando el papel de la nulidad matrimonial en frente de mis narices.
— Está bien, haced lo que sea. Pero deja que James envíe eso al juzgado cuanto antes.
— Iré a mi oficina a enviarlo ahora mismo – asintió James, agarrando el documento y guardándolo de nuevo en su maletín.
— Puedes venir a buscarme aquí cuando acabes – sugirió Winter.
— ¿Qué? No te vas a quedar aquí – negué con la cabeza.
— Pero Dom ha dicho que quiere presentarme a...
— Me da igual lo que haya dicho. Tienes que irte.
— Harry, si le he gustado a alguno de esos productores sería mi oportunidad de poder dejar de cantar en el club de mi tío y tener una carrera musical de verdad... es todo lo que siempre he querido... – susurró, decepcionada.
— Tienes que irte – repetí.
— No te preocupes, Winter – murmuró James, pasando su brazo sobre los hombros de la chica –. Alguno de los amigos de Dom son clientes míos, te los presentaré, ¿está bien? Puedes venir conmigo a mi oficina y luego saldremos a esa cita.
— Gracias, James – dijo Winter, emocionada como si fuera una niña, sonriendo ampliamente –. Adiós, Harry.
No dije nada. No quería decir nada. Querían que se fueran porque, honestamente, James me estaba dando mucha envidia. Así que solo quería que se fueran y no tener que ver a Winter nunca más. Probablemente solo se acostaría con James, le sacaría algo de dinero, y se iría de vuelta a Las Vegas. Y así debía ocurrir. Tomé una larga respiración, sabiendo que mi boda era al día siguiente y debía dejar de morir de celos porque James tuviera la oportunidad de tener una cita con Winter y yo no la tuviera. Tenía a Erika, la cuál era un gran partido. Winter no tenía un solo centavo, y si terminaba saliendo con ella estaríamos arruinados, porque la única razón por la que yo tenía dinero era por Erika.
— Harry, ¿dónde está Winter? – me preguntó mi suegro, cuando volví al jardín – Tengo unos cuantos cuantos clientes interesados en ella – dijo, señalando a un par de conocidos productores.
— Ha tenido que irse, tenía algo de prisa.
— Oh... ¿en serio? Esa chica tiene mucho talento... ¿Dónde la encontraste?
— La escuché cantando... uhm, en la calle. Me gustó mucho cómo cantaba así que decidí contratarla para hoy.
— Es un gran fichaje, ¿podrías pasarme su contacto? Así podré pasárselo a mis clientes.
— Mejor llama a James Rogen... él podrá darte su contacto – murmuré entre dientes, –. Ahora, si no te importa, voy a regresar con Erika, Dom.
Dom asintió con la cabeza y yo le sonreí y me alejé de él para ir hacia Erika. Ella sonrió inmensamente y abrazó mi torso, mientras que yo pasé mi brazo por encima de sus hombros y me acerqué a sus labios. La besé suavemente, sin llegar a sentir los fuegos artificiales y la electricidad que sentía cuando besaba a Winter.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top