001. roadtrip a las vegas

Me apoyé en el flamante Jeep que estaba aparcado en frente de mi casa, negando con la cabeza mientras veía cómo mis amigos se peleaban con sus maletas para traerlas hacia el coche. Louis fue el primero, lanzando su maleta en el maletero, sin molestarse en colocarla bien, para luego correr al asiento del copiloto, ante las quejas de los demás. Niall y Liam se pusieron a hablar, discutiendo sobre dónde sentarse, aunque solo quedaban los asientos traseros. Yo bufé y les miré, arqueando una ceja. Sin embargo ellos no se dieron por aludidos, así que tuve que intervenir.

— A este ritmo llegaremos a Las Vegas el día de la boda, idiotas – dije, agarrando la maleta de Niall para meterla en el coche.

— No sé de qué te quejas, has sido tú el puto psicópata que, pudiendo coger un vuelo de tan solo una hora, ha decidido ir en coche, tardando tres veces más – se quejó el mencionado, entrando en el asiento detrás del de Louis.

— Es mi despedida de soltero, Horan. Las cosas se harán a mi manera – afirmé, cruzándome de brazos mientras Liam, por fin, metía su equipaje en el maletero –. De pequeño siempre quise hacer un road trip con mis amigos a Las Vegas, ¿qué mejor ocasión que ésta?

— No me puedo creer que te vayas a casar, Harry – habló Liam, yendo hacia el asiento detrás del conductor, donde yo me subí, encendiendo el vehículo.

— Yo tampoco me lo puedo creer, la verdad – reí.

— Ninguno nos lo creemos – afirmó Louis cuando yo empecé a conducir –. ¿Quién iba a pensar que el playboy sería el primero en casarse?

— No soy ningún playboy, Louis, no sé de qué hablas.

— Has tenido más novias tú solo que nosotros tres juntos – rió él.

— Que vosotros no seáis capaces de ligar no significa que yo sea un playboy. De todos modos, no eran mis novias, lo sabéis bien. Eran solo... herramientas.

— Eres tan desagradable a veces, Styles – bufó Liam.

— ¿Qué pasa? Yo quería dinero y popularidad y ellas querían un poco de ésto... – dije, señalándome de arriba a abajo – ¿Puedes culparlas?

— Das asco – repitió mi amigo.

— ¡Oh vamos, Liam! No les rompí el corazón a ninguna de ellas. Los dos sabíamos lo que queríamos.

— Sigue pareciéndome mal.

— Bueno, tú puedes quedarte con ese pensamiento. Mientras tanto yo conduciré mi nuevo Jeep último modelo, mientras vamos a uno de los mejores hoteles de Las Vegas, a mi despedida de soltero porque me voy a casar con Erika Richard, la hija de Dom Richard, el dueño de una de las discográficas más importantes no solo del país... sino que del mundo.

— Pero... ¿Erika y tú sí estáis enamorados, no? – preguntó mi amigo, con entendibles dudas, mirándome a través del espejo retrovisor. Yo le devolví la mirada por un segundo antes de volver mi vista a la carretera.

— Pues claro, Liam. ¿De verdad crees que me casaría si no estuviera enamorado?

— ¿La verdad? De ti me espero cualquier cosa, Harry.

— No te preocupes, no voy a romperle el corazón a Erika – dije, encogiéndome de hombros –. Hasta que la muerte nos separe.

— ¿Vas a matarla? – exclamó Louis, casi gritando.

— ¿Estás loco? – carcajeé.

— La verdad, sería un negocio redondo. Te casas con ella, papá e hija tienen un accidente, mueren trágicamente, y tú te quedas con la discográfica.

— Por supuesto que sería un negocio redondo – reí –. Pero no va a hacer falta. Erika es una niña mimada, no ha dado un palo al agua en su vida. Y Dom ya está mayor, querrá jubilarse en cualquier momento. Cuando quiera pasarle la discográfica a Erika, yo me ofreceré para llevarla por ella y seguro que aceptará porque le dará pereza trabajar. Y así me ahorro el viaje a prisión.

— Sí, la verdad es que ese plan suena mejor – afirmó Louis, más tranquilo.

La conversación decayó por varios minutos, en los que nos quedamos en silencio, mientras yo conducía y la radio reproducía a medio volumen canciones rock de años atrás. Bajé la ventanilla, dejando que el aire entrara con fuerza por ésta, moviendo mi cabello hacia atrás. Yo sonreí y aceleré, sobrepasando el límite de velocidad de la carretera por la que íbamos.

— Hey, calma... lo importante es llegar – dijo Niall, dándome un golpe en el brazo.

— Oh vamos, no voy tan rápido.

— Vas bastante por encima de lo permitido, así que relájate... ¿quieres? Las Vegas no va a desaparecer.

— Oh perdóname por estar ansioso por llegar – dije, con burla.

— Oye, yo también quiero llegar. De hecho, probablemente más que tú. Ya que tú estás a punto de casarte con una niña buena, pero yo estoy soltero, así que Las Vegas va a ser bastante más divertido para mí que para ti.

— Oh Niall... ¿de verdad crees que alguna chica va a mirarte teniéndome a tu lado? No es por ser presumido... pero soy bastante más atractivo que tú.

— Pero estás prometido, así que no puedes hacer nada. Así que te jodes.

— La verdad... no me extrañaría que sí hiciera algo – habló Louis –. No sería la primera vez que engaña a una de sus novias.

— Oye, sigo aquí delante – dije ofendido al ver cómo hablaba de mí como si yo no estuviera –. Y ya os lo he dicho, no eran mis novias... No era nada serio. Mi única novia ha sido Erika.

— ¿Estás de broma, verdad? Estuviste un año y medio viéndote con Serena.

— Y durante ese año te viste también con... Stella, Josie y... ¿Helena? – numeró Louis.

— Era Heather. Serena y yo no éramos novios. Si ella no se veía con ningún otro hombre es porque no quería. Y tengo que decir que es muy tétrico que te acuerdes de las chicas con las que me he acostado, Louis.

— Estás enfermo, ese es mi punto – añadió, encogiéndose de hombros.

— A Erika le he sido fiel, no he estado con ninguna otra mujer desde que empezamos a salir. Y vamos a casarnos. ¿Cuál es vuestro problema? Sé que no nos habíamos visto en bastante tiempo, pero encima de que os invito a gastos pagados a mi despedida de soltero en Las Vegas no me esperaba estos reproches, la verdad.

— Tienes razón, Harry... perdona – dijo Liam –. Simplemente nos ha tomado por sorpresa. Hace varios meses, cuando te vimos por última vez, estabas sin dinero, sin novia, sin nada... y ha sido un shock verte... así. Quizás estamos algo celosos, pero también contentos por ti. Gracias por invitarnos, y haremos que tengas la mejor despedida de soltero que pudieras imaginar.

— Gracias, Liam.

Liam tenía razón, antes del fortuito encuentro con Erika mi vida se había convertido en un absoluto desastre. Me había quedado sin blanca, y la chica con la que había estado saliendo me echó de su casa, así que no tenía dónde dormir. Pero había conseguido arreglar uno de mis viejos trajes de marca, y después de robarle la cartera a una señora rica que estaba paseando su perro por Beverly Hills, fui a un buen restaurante. Me senté en la barra y me pedí una copa, ahí encendí mi radar y eché un vistazo a mi alrededor, buscando a mujeres solteras, preferiblemente por debajo de los 30, pero estaba tan desesperado que realmente no era tan importante. Y justo cuando iba a denigrarme a ir a la mesa de una mujer de unos 45, vi a Erika entrando al restaurante. La reconocí inmediatamente, ya que seguía su vida de influencer en Instagram, donde contaba con millones de seguidores. Fama que obviamente había conseguido por su padre. Me acabé mi bebida de un solo trago y me acerqué a ella, fingiendo un choque fortuito. Luego solo necesité hacer uso de mis encantos y en tan solo minutos estaba comiendo de la palma de mi mano. Sabía cómo conquistar a una mujer. Era una de las pocas cosas en las que era realmente bueno. Y no me avergonzaba de ello. De pequeño aprendí que si necesitaba algo de alguien, tenía que ir a por ello y conseguirlo por mis propios medios, ya que nadie iba a regalarme nada. Así que simplemente hacía lo que tenía que hacer para conseguir lo que necesitaba.

— ¿Y qué tiene Erika para hacerte querer sentar la cabeza de una vez por todas? – preguntó Liam, rompiendo el silencio.

— A parte de ser heredera de una fortuna y de una discográfica, claro – añadió Louis.

— No me importa su dinero ni la discográfica – mentí, negando con la cabeza y sonriendo –. Erika es... especial.

— ¿En qué sentido?

— Es buena, dulce, inocente... – me encogí de hombros – Ya la conoceréis en la boda.

— Sigue pareciéndome tan... raro que te vayas a casar. Pensé que este día nunca llegaría.

— Lo sé, Liam. A mí también me parecía improbable. Pero ya ves... el amor verdadero puede cambiar hasta al peor de los hombres – dije, teniendo que aguantar las ganas de reír.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top