eleven

We fall in love by chance, we stay in love by choice

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8 de junio. 7:48 horas. París, Francia

El canto de los muchos jilgueros del lugar anunciaba la entrada de un nuevo día, hacía ya poco más de una hora que el sol había asomado algo de su silueta desde el lejano horizonte, el aire congelaba al primer roce, el cielo poco a poco se iba aclarando para así dar paso al hermoso celeste pasteloso que acostumbraba a reinar cada mañana, la semana se encontraba iniciando, y, por lo tanto, no parecía importar que fueran tan tempranas horas, la inmensa ciudad estaba llena de ajetreo por aquí y por allá, los muchos vehículos comenzaban a saturar de poco en poco las avenidas, las grandes calzadas se llenaban de peatones de todas las edades, las estaciones de autobuses y trenes se inundaban de transeúntes, tanto de trabajadores, como de estudiantes y turistas, las filas de gente esperando, ya sea para comprar algún boleto del transporte que tomarían, o para comprar algo de café matutino, parecían interminables, el bullicio que estas causaban era tal, que cierto peli oliváceo lo que más deseaba en ese momento era poder salir de ahí lo más pronto como fuera posible

Era un alivio que el día anterior hubiese comprado el boleto para dicho avión, ya que, de no haber sido así, el pobre joven tendría que aguantar mucho más tiempo del que le agradaría interactuando con todas las personas de al rededor, algo que desde pequeño odiaba eran las muchedumbres, y el bullicio de estas, debido al trabajo de su padre y su difunta madre, eran pocas las veces en las que no se encontraba en algún evento o fiesta fingiendo ser el hijo perfecto de la familia Fluorite frente a decenas de personas desconocidas, su hermano, Camus, era tan solo un bebé, por lo que él no recordaba mucho de aquellas numerosas reuniones a las que su familia sin falta asistía

Se encontraba formado en la casi interminable fila que se había hecho para poder abordar aquel transporte que lo llevaría literalmente al otro lado del mundo, estaba algo 'nervioso' o incómodo por así decirlo, no le gustaban para nada los aviones, no era como que estuviese intranquilo por la idea de volar, ya saben, las alturas y los peligros que conllevaba eso, en fin, no era por eso, simplemente no le gustaban los aviones, no le gustaban los transportes públicos en general, no le gustaba convivir en sí

"Ah, ¿Pero cuántas eternidades se supone que va a tardar esto?", se decía a sí mismo

  Mantenía su rostro sin expresión alguna, se limitaba a ver de reojo lo que ocurría a su alrededor, nada interesante, solo un montón de gente formada en las muchas filas que había cerca suyo, personas caminando de aquí para allá con un boleto de avión, su pasaporte y valijas en manos, niños, jóvenes, y adultos de distintas nacionalidades yacían ahí, unos iban saliendo y otros entrando, empleados descargando y entregando el equipaje a sus dueños, familias, parejas y amistades, riendo y charlando entre sí, mascotas en jaulas especiales para su transporte, profesionales de diversas carreras, médicos, diseñadores gráficos, periodistas, empresarios, arquitectos, individuos hablando por teléfono y otros esperando impacientes a algún amigo o familiar, y la lista todavía sigue, en fin, solo eso, nada del otro mundo

Pasaron pocos minutos hasta que, por fin, nuestro querido Degel había tomado asiento abordo de dicho vuelo, afortunadamente le había tocado al lado de la ventanilla eso le alegró, al menos tendría algo más con qué distraerse que no fuese su teléfono o el pequeño libro que llevaba consigo a prácticamente todos lados, además, sería interesante ver como el cielo cambiaba drásticamente con el huso horario, digo, que pasen de ser las 8 a.m. estando aún en Francia, a las 11 a.m. una vez llegando a San Francisco, debería tener algo de interesante

Si sus cálculos no estaban mal, en aquella lejana ciudad, San Francisco, estaban por ser las 11 p.m. del 7 de junio, ya que ambas ciudades, (París y San Francisco) tenían una diferencia horaria de 9 horas, y, ya que el vuelo tenía una duración de aproximadamente 12 horas, significaba que llegaría a dicha ciudad el 8 de junio a las 11 a.m., eso era increíble

"Bien, llegó el verdadero desafío, sobrevivir 12 largas horas aquí", se decía a sí mismo, "Aunque por suerte, el universo me ama y al parecer quien tendría que estar sentado al lado mío no pudo...", su sonrisa victoriosa se vio interrumpida por la llegada de un pequeño individuo...

— ¡Mamá encontré mi asiento! — Decía con una dulce e infantil voz un pequeño de no más de 8 años

"No debí haber cantado victoria tan rápido", se dijo, para luego voltear y mostrarle una de sus mejores sonrisas al infante, este hizo lo mismo, aunque al instante sacó una barra de chocolate de su mochila, se puso sus auriculares y le dio la espalda, Degel lo miró con alguna especie de desaprobación, pero luego sonrió, "Supongo que no le interesa socializar... ¡muy bien niño, sigue así!, las relaciones sociales no te traen nada bueno", pensó, y se quedó un rato mirando por la ventana las hermosas nubes y lo celeste del inmenso cielo que yacía fuera

Pensaba en muchas cosas, en las extrañas acciones de los hermanos Gólubev Petrov, en cómo estaría su adorado hermano, y es que sí, ¿Estaría bien?, ¿Qué se encontraría haciendo?, ¿Habría tomado ya tantas fotos como dijo el día que partió?, ¿Lo extrañará?, siendo sinceros, él era su única familia ya que su relación con Mystoria no era la mejor, se había sentido muy solo sin Camus, él era el único con el que podía hablar abiertamente de todo tipo de temas, a pesar de que tuvieran discusiones un tanto estúpidas como: "no tomaste la foto que te pedí", "¡tomaste mis acuarelas!", o cualquier cosa trivial y completamente intranscendental, lo extrañaba, y mucho diría yo

Suspiró pesadamente, hizo lo mismo que su pequeño acompañante, que ahora yacía dormido, sacó sus auriculares de uno de los bolsillos de su chaqueta y seleccionó su pista favorita

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7 de junio. 23:16 horas. San Francisco, California

Estaba cerca de ser media noche, llevaba unos cuántos minutos esperándola, solo le pasaba por la cabeza la idea de que la conocía tan bien que sabía que ella nunca llegaría tarde, al menos no ese día, queriendo justificarla se repetía a sí mismo las frases de siempre: "Seguramente debe tener mucho trabajo", "Quizás hubo algún inconveniente o algo por el estilo... después de todo ni si quiera atiende a mis llamadas, y cuando quise sorprenderla llegando sin previo aviso a su apartamento, no estaba en casa", "¿Estará todo bien?", aquella mujer desde ya hacía un tiempo atrás había hecho lo mismo, ponía todo tipo de excusas, desde un "Mañana no puedo amor, ¿Otro día?", hasta un desagradable "¡¡Solo déjame sola!!", ni si quiera el propio joven de larga cabellera azul orcelásea* entendía por qué se preocupaba tanto, quizá porque la amaba demasiado, y sabía que ella también a él, aunque últimamente no lo pareciera, quizá porque estaba ocupada o pasando por un mal momento, sus padres recientemente habían fallecido, tal vez a eso se debía su cambio, sin embargo eso no podía siempre está justificando sus apáticas acciones, algo la había cambiado, eso era seguro, solo que no podía encontrar qué

La mesa que iba a tener de comensales al joven y a la hermosa pareja de este, había sido decorada meticulosamente por el mayor con un lindo ramo de tulipanes amarillos, simbolizando así la alegría, el amor y la paz, el mantel de dicha mesa era de un suave blanco, no tenía ni una sola arruga, los cubiertos relucían como si de diamantes se tratasen, las copas de un delicado cristal esperaban impacientemente a ser llenadas, la casi nula iluminación del restaurante era tal que cualquiera podría sentirse en un sueño una vez entrado en él, la música ambiental del lugar era bastante agradable y discreta, todo era fantásticamente hermoso y hermosamente fantástico... solo que, ella no se presentó

Decepcionado y hecho un manojo de emociones decidió salir de aquel restaurante con el ramo de tulipanes en manos, había ido al parque más cercano, eso siempre le levantaba, aunque sea un poco el ánimo, el frío nocturno chocaba contra sus pálidas mejillas, sus preciosos ojos cual lapislázuli yacían inundados por unas cuántas lágrimas que parecían estar dispuestas a brotar en cualquier momento, se podía apreciar como la hermosa luna lentamente iba abandonando su fase de mayor esplendor para convertirse una linda luna menguante convexa, pronto llegaría a la fase del cuarto creciente, eso le gustaba, aquel astro desde su más tierna infancia había sido su única compañera incondicional, su cómplice, y su mentora, tanto era su aprecio hacia ella que a pesar de que ahora el joven se encontrara llorando, siempre tenía una cálida sonrisa para mostrarle

Mientras caminaba aparentemente sin dirección alguna por aquel gran parque se topó con una banca frente suyo, tomó asiento en esta, después de todo, tenía mucho en qué pensar, se quedó llorando un buen rato, recordó muchas cosas, el día que ambos se conocieron fue un día hermoso, nunca se atrevería a olvidarlo, él estaba en sus cosas, luego de haber dejado a una pequeña niña peli lila en su casa, entró a la cantina de la peli avellana por casualidad, esta lo atendió como de costumbre lo hacía con todos sus clientes, y a partir de ese día su amistad nació y pocos meses más tarde, su relación romántica, recordó todos y cada uno de sus temas de conversación, cada una de sus promesas de amor que alguna vez juraron nunca romper y mantener en pie hasta el día en que se cumpliesen, recordó lo bien que se sentía estando a su lado, recordó mil y un cosas que lo hacían amarla con locura... solo lloró aún más

Vio a la lejanía un cesto de basura, giró su mirada hacia el ramo de flores que tenía en su mano, al tener tantos sentimientos y pensamientos en la cabeza, solo pudo pensar en algo, se levantó de aquella banca, y dejó las flores en aquel cesto, era un joven con el corazón hecho añicos y la mente atormentada por un amor que parecía estar más en su contra que a su favor, un amor que quizá era imposible, ambos iban en direcciones distintas, un amor que muy probablemente no tenía futuro alguno, minutos más tarde entró una llamada al teléfono del joven, al ver el nombre del contacto sonrió un poco, limpió sus lágrimas y trató de normalizar su respiración, se seguía engañando a sí mismo con que las cosas estaban bien

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 — ¡Kardia!, cielo, lo olvidé, era hoy, ¿cierto?

—... Ah....... sí, en fin, eso ya no importa, ¿Estás bien?

—... ¿Yo?, umh, por supuesto, solo... hace más o menos unos, ¿Qué será?, media hora más o menos, mi hermano resbaló en las escaleras del edificio, tuve que llevarlo a urgencias, pero no te preocupes, todo en orden

— Media hora ¿eh?... en fin, ¿Qué dices?, ¿Por qué resbaló?, ¿Está bien?, ¿Quieres que vaya?

El nerviosismo se notaba en su voz a cada palabra que pronunciaba — ...Oh, no, para nada, él ya se quedó dormido, y soy la única persona a la que tiene, debo cuidarlo, los médicos dijeron que no fue nada grave, quizá mañana temprano lo den de alta para poder irnos

— Ya... veo, me alegro de que esté bien, no me asustes así Calvera — Dijo aliviado — Entonces, crees que mañana una vez que salgan del hospital, ¿podríamos vernos?, en compensación a tu hermano por el accidente que tuvo, lo podría invitar a desayunar a él también

— Oh, depende de lo que pase amor, digo, ni si quiera sé si mi hermano estará en condiciones de siquiera caminar — Decía con un toque de falsedad al otro lado de la línea la peli avellana

— Tienes razón cielo, supongo que habrá que esperar, pospondremos esa salida para algún otro día — Sus lágrimas habían secado casi por completo, y una linda sonrisa lo adornaba, hablar con su querida Calvera lo hacía demasiado feliz, tanto que ni siquiera era capaz de aceptar la verdad que yacía frente suyo — Y...

— ... 

Soltó una pequeña risa — ¿Estás ahí? 

— ... Ah, disculpa, tengo un poco de sueño — Decía exaltada la menor

— Tienes razón, ya es tarde para alguien tan linda como tú, tus hermosos ojitos tienen que descansar, ve a dormir mi amor, buenas noches dulzura — Su voz se había tornado de un hermoso tono empalagoso, y su sonrisa parecía que surcaba su rostro de oreja a oreja

— Tu deberías hacer lo mismo cielo, buenas noches, descansa, ¿sí? — Dijo la joven para luego terminar con aquella corta llamada

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Salió de aquella llamada son una gran sonrisa de idiota enamorado, sin embargo, aún recordaba el motivo de las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas escasos minutos atrás, pero parecía que su hermosa amada seguía siendo la misma de siempre... claro, sin mencionar que se dio cuenta de la mentira barata que esta le había dicho, ya que, aproximadamente media hora antes, cuando él había ido a su apartamento, quien le abrió la puerta curiosamente fue el hermano de la chica, y no solo eso, este también le había dicho que su hermana había salido, y esta no quería que la esperase, pues iba a cenar con alguien hasta tarde, el menor de no más de 15 años estaba algo confundido, pues pensaba que su hermana había ido con el joven que se encontraba frente suyo, vaya cosas, ¿no?

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8 de junio. 10:54 horas. San Francisco, California

Hacía ya unos minutos que el avión había aterrizado, parecía un milagro que el peli oliváceo pudiera mantenerse en pie y con una sonrisa fingida en esos momentos, pues este no había dormido ni un poco en aquel vuelo, o no, mejor dicho, sí que durmió quizá un par de horas, sin embargo, no descansó para nada, el ambiente en el que estaba era verdaderamente incómodo y molesto, lo único que parecía haber mejorado un poco su humor fueron sus muy adoradas pastillas de menta fresca, al menos pudieron quitarle el sueño levemente, ya había recogido sus maletas de la parte de carga del avión, y mostrado su pasaporte a quien fuera que se lo pidiera, "Que hermoso cielo, y creo que la ciudad es igual de hermosa... cuando estaba en el vuelo, desde la ventanilla pude ver el llamado Golden Gate, sí que es bello, espero verlo pronto", se decía a sí mismo

No era fan del idioma inglés, pero sin embargo no podía hacer nada al respecto, después de todo, ahora estaba en un país lleno de nativos de dicho idioma, salió del aeropuerto, "Welcome to San Francisco!", fue lo que pudo leer en una gran pantalla, y, además, los transeúntes y azafatas en el aeropuerto no paraban de decirlo, tomó un taxi a la estación de trenes más cercana, pues tenía entendido que su querido hermano menor estaría esperándolo dentro de esta, una vez dentro del vehículo, sacó de un sobre unos cuántos dólares en efectivo, su padre se los había mandado por correspondencia poco más de un día antes, abrió la ventanilla que yacía al lado suyo, pasaron por unas cuantas cuadras, Degel  miraba asombrado hacia todos lados, "El otro lado del mundo sí que es extraño" se decía

Pasaron pocos minutos hasta que ya había llegado a su destino, le pagó al conductor, y salió del vehículo, a pesar de ni siquiera ser medio día, el sol ya estaba quemando, después de todo la ciudad en la que ahora estaba era una ciudad costera, "Bien, supongo que debo entrar", se decía, "Ah, cuando vea a Camus le preguntaré por qué se supone que no nos encontramos fuera y no dentro de la estación", estaba en una ciudad extraña y ni siquiera sabía en cuál de los muchos caminos que tenía dicha estación, debería esperar a su hermano, "Pequeño bufón, ¿A dónde se supone que tengo que ir?", parecía algo molesto el pobre joven francés, aunque, si les soy sincera, apuesto que eso pudo haber sido algo demasiado divertido

Quizá por razones del destino, un ente maligno, la voluntad de los dioses, o algo por el estilo, terminó eligiendo una dirección en especial a la que ir, la estación de trenes tenía varios pisos, bueno, básicamente, había una plaza comercial y hasta la planta baja de esta se encontraba la estación de trenes, al peli oliváceo se le dio por subir, una decisión algo precipitada, aunque de no haber sido así, tal vez jamás lo hubiera conocido...

En ese lado de la plaza no había prácticamente nada de gente, solamente había un par de bancas vacías, y un montón de plantas decorativas, ya se iba a ir, hasta que escuchó una débil voz masculina que provenía de algún lado de la gran sala, no se movió, tal parecía que esta estaba teniendo una llamada telefónica con alguien

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— Kardia, por una vez en tu vida, dime la maldita verdad — Decía la peli avellana

El mayor soltó una estruendosa risa — Oh vaya, ¡Con que ahora sí la quieres!... pues bien, te amaba como a nadie, eras la estrella más hermosa de mi pequeño universo, deposité toda mi confianza en ti, todo lo que hice fue dar lo mejor de mí, pero este es el tipo de "gracias" que obtengo

La menor se quedó callada

— Intenté ser todo que te gustaba simplemente para creerme merecedor de tu amor, te complacía en todo... pero veo que solamente era un estúpido niño que pensaba que de verdad este amor podía llevar a algo más — La voz cada vez parecía quebrársele más — Pero mira "amor", al parecer encontraste a alguien más emocionante, ¿hice algo mal?, todo lo que yo siempre quise fue ser suficiente para ti — Ahora unas lágrimas empezaban a correr por sus suaves mejillas — Quizá yo no soy tan interesante como los demás chicos con los que has estado, quizá nunca fui suficiente para ti, pero una cosa que sí te puedo asegurar es que yo te amé más que todos ellos 

— Kar... Kardia — Decía la joven

 Rio un poco — Sabes... diría que rompiste mi corazón... pero "cielo", rompiste mucho más que eso — Decía entre susurros el peli orcela

Y así pasaron aproximadamente 7 segundos de silencio y sollozos, mientras Calvera pensaba sus palabras, hasta que esta se decidió a hablar — ...Lo... siento — El mayor rio por lo bajo — Veo que no has cambiado en nada, no digas que lo sientes "amor", siéntelo por ti misma, yo lo di todo por y para ti, pero mira lo que ocurrió

— ....... Kar... — El mayor colgó la llamada, ya le había dicho todo lo que le tenía que decir a su amor imposible y poco recíproco, ahora solamente quería esconderse en algún lugar y nunca más volver a salir, las lágrimas no paraban de brotar de sus hermosos ojos celestes, mismos que sus manos ahora tapaban en señal de desesperación y tristeza

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Lo escuchaba ahogándose entre sus propios sollozos, se acercó sigilosa y lentamente, se dio cuenta de que efectivamente, se trataba de un joven de lo que parecían ser unos 21 o 22 años, este tenía una hermosa cabellera azul orcela y pálida piel cual gardenias, al tener cubiertos los ojos con ambas manos, no lo vio acercarse, el mayor se sentó al lado suyo — Todo lo que yo siempre quise fue ser suficiente para ella — Decía entre dientes el menor

— ¿Pero qué estupidez estás diciendo?... quizá nada es suficiente para ella, ¿No lo crees? — Dijo el francés, aquella frase hizo que el menor diera un pequeño salto del susto que este le causó, volteó a ver al mayor que yacía al lado suyo — ¡¿Y tú quién mierda eres?! — Decía entre gritos ahogados por sollozos — Alguien que, a pesar de todo, aún no ha perdido la fe en la humanidad — Decía con una pequeña sonrisa el mayor

Sonrió irónicamente el menor mientras intentaba limpiar sus lágrimas — ¿De qué hablas? — En ese momento vio caminar hacia ellos a un joven pelirrojo de lo que parecían ser 18 o 19 años, este llamó "Degel" a su acompañante que recién había conocido, el mayor solamente asintió y le hizo un ademán al chico, tomó las cosas que llevaba consigo, para luego volver a cruzar palabras con el menor frente suyo— Llorar por amor es algo bastante estúpido, no tengo idea de qué te haya hecho ella para que te pusieras así, pero... al escuchar lo que tú le dijiste, ella no era "la buena", si tú te entregaste en sentimientos y alma, pero ella no lo valoró, ¿A qué se deben tus lágrimas? —  Terminó aquella frase con una sonrisa y un guiño de ojo, para luego alejarse de ahí dando hermosos pasos elegantes hacia quien parecía ser algún amigo o familiar suyo

Mientras ambos se alejaban, el joven de hebras azuladas los seguía con la mirada mientras secaba sus lágrimas, quien quiera que fuese ese chico, Degel, era increíble, sus hermosas y sinceras palabras lo hicieron sonreír como nunca antes

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*Azul orcela: (O, "color Kardia", como yo lo he bautizado)

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"Una lloradita más y a mimir", ok no, ya, les cuento algo, desde que empecé a escribir esta historia, el capítulo 11 siempre había sido importante para mí, le tenía muchas expectativas, so, ahora que ya lo escribí, ay no, me encantó el resultado

En fin, "Degel el asocial", odia a todo el mundo jsjsjs

Les juro que cuando mi precioso Kardia estaba llorando casi lloro yo también

¿Se esperaban esta actitud en Kardia?, supongo que no, en la mayoría de fics que he leído, lxs autores ponen a Kardia y a Milo bien fuckboys, independientes, "enjoy the life" y eso, pero es tan o sea sí, pero no, no es como que eso sea lo único que tengan para contar esos dos personajes, supongo que es debido al signo por el que están protegidos o algo así, es cierto que escorpio es un signo muy independiente y... difícil, pero digo, fuera de eso, sigue siendo un signo de agua, y los signos de agua somos muy sensibles, emocionales, soñadores, y todo lo que conlleva eso. En fin, esta historia le dará un enfoque menos usual del que una parte del fandom le da a Kardia, y quizá también a Milo, después de todo, son de mis personajes favoritos, soy Kardia y Milo biased jsjs

Solo eso, hoy no hay mucho que decir, en fin, gracias por haber llegado hasta aquí y por leer Always bloom, eso me hace muy feliz en serio, bueno, espero que todo esté bien en tu vida, espero que tengas un motivo para sonreír, me gusta mucho eso, cuídate, te mando un abrazo ♡

03/07/2021



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