OO5; el inicio de algo

actualidad...

El motor del auto rugía suavemente mientras avanzaban por las calles de Seúl y Jimin hablaba sin cesar.

Jungkook estaba sentado en el asiento del copiloto, con los brazos cruzados y la mirada perdida por la ventana. Su hermano mayor estaba en una de esas interminables diatribas que solía tener, pero él apenas lo escuchaba. Su mente estaba en otra parte, ocupada con pensamientos que no diría en voz alta, pero que no podía ignorar. 

Taehyung.

¿Cómo se vería ahora? Habían pasado años desde que lo había visto con regularidad. ¿Habría cambiado mucho? Jungkook recordaba su suave cabello castaño cayendo sobre su frente, su sonrisa que parecía iluminar cualquier habitación, y esos ojos grandes y brillantes que lo miraban con ternura. 

¿Sería diferente?

¿Sería más alto? ¿Habría ganado peso? ¿Seguiría teniendo esa sonrisa cálida que tanto lo había marcado? ¿Estaría... estaría soltero? 

El último pensamiento lo hizo detenerse. Apretó las manos sobre sus rodillas, como si tratar de controlar su propio corazón acelerado. Era ridículo pensar así, lo sabía. Pero aun así, la curiosidad lo carcomía. 

—¡Jungkook!

Un manotazo en el brazo lo sacó de sus pensamientos. Jungkook parpadeó y se giró hacia su hermano, que lo miraba con el ceño fruncido. 

—¿Qué? —preguntó, frotándose el brazo. 

—Te estoy hablando, idiota —replicó Jimin, negando con la cabeza—. ¿En qué demonios estabas pensando? Ni siquiera me escuchas.

—Lo siento —murmuró Jungkook, aunque no lo decía en serio. 

Jimin suspiró, volviendo a mirar la carretera. —Te estaba diciendo que vivir con nosotros no será como vivir con mamá. Así que, ni se te ocurra pensar que puedes hacer lo que quieras.

Jungkook bufó, haciendo una mueca.

—Sí, claro.

—¡No pongas esa cara! —exclamó Jimin, señalándolo con un dedo mientras mantenía la otra mano en el volante—. Te lo digo muy en serio. Hay reglas, y las vas a seguir, ¿entendido?

—Entendido —respondió Jungkook con tono aburrido. 

—Voy en serio —insistió Jimin, ignorando la actitud de su hermano—. Nada de fiestas, nada de traer amigos sin avisar, nada de ensuciar y, sobre todo, nada de llevar gente al departamento para tus cosas privadas.

Aquello último llamó la atención de Jungkook, quien levantó una ceja.

—¿Nada de llevar gente para mis cosas privadas? ¿A qué te refieres? 

—Sabes perfectamente a qué me refiero —respondió Jimin con un tono de obviedad—. Si quieres follar con alguien, lo haces en un motel o donde sea, pero no en nuestra casa. ¿Entendido? 

Jungkook frunció el ceño y desvió la mirada hacia la ventana. La probabilidad de llevar a alguien para "eso" era nula, aquello lo hizo sentir un poco expuesto, aunque por supuesto Jimin no tenía idea de su situación. Ni siquiera había tenido un encuentro así con nadie, pero prefería que su hermano no lo supiera. 

Poco después, el auto se detuvo frente a un edificio grande, con una fachada minimalista pero elegante. Jimin apagó el motor y se bajó del auto, seguido de Jungkook. 

—Es aquí —anunció Jimin, señalando hacia el edificio. 

Subieron al ascensor en silencio, y Jimin aprovechó el momento para repetirle las reglas. Jungkook asentía de vez en cuando, más por compromiso que por verdadera atención. Cuando llegaron al piso correcto, Jimin se detuvo frente a una puerta blanca y lo miró con seriedad. 

—Una última cosa —dijo, sosteniendo la perilla de la puerta—. No me hagas quedar mal con Taehyung. Él fue quien aceptó que te mudaras aquí, así que compórtate.

Jungkook tragó saliva al escuchar ese nombre, pero asintió sin decir nada. 

Jimin abrió entonces la puerta y dejó entrar a su hermano menor. Jungkook dio unos pasos al interior y sus ojos se abrieron ligeramente al observar el lugar. 

El apartamento era amplio y luminoso, con un diseño moderno que parecía salido de una revista. Los muebles eran minimalistas, en tonos neutros, y todo estaba impecablemente limpio. El aire tenía un suave aroma a lavanda, probablemente de algún ambientador. 

Sin embargo, algo faltaba. 

O alguien. 

Jungkook miró a su alrededor, esperando ver a Taehyung en cualquier momento, pero el lugar estaba completamente vacío. Ellos eran los únicos allí.

—Bueno, ¿qué te parece? —preguntó Jimin, interrumpiendo el silencio. 

—Está bien —respondió el menor, aunque su atención seguía en cada rincón del apartamento, buscando sin quererlo alguna señal de Taehyung. 

—Taehyung no está ahora —comentó Jimin, como si hubiera leído su mente—. Tiene clase hasta tarde así que no llegará hasta en unas horas.

Jungkook asintió, intentando actuar indiferente, pero el simple pensamiento de volver a verlo hacía que su corazón latiera más rápido. 

—Ven, te voy a enseñar el resto —continuó Jimin mientras lo guiaba por el pasillo. 

Primero le mostró el baño principal, que era amplio y moderno, con azulejos grises y un espejo grande. Luego pasaron por la sala de estar, donde había un sofá gris oscuro, una alfombra minimalista y una gran televisión montada en la pared. 

Finalmente, se detuvieron frente a una puerta. 

—Y este —dijo Jimin mientras abría la puerta—, es tu cuarto.

Jungkook entró y observó la habitación. Era simple pero acogedora. Había una cama grande en el centro, con un cobertor negro. A un lado, un escritorio pequeño y una silla. En la esquina opuesta, un armario empotrado. Una gran ventana cubierta por cortinas azules dejaba entrar la luz del día, iluminando todo el espacio. 

—No está nada mal... —comentó Jungkook mientras inspeccionaba el lugar. 

—Puedes decorarlo como quieras luego —dijo Jimin, apoyándose en el marco de la puerta—. Cuelga posters, cambia las cortinas, lo que sea. Solo no pintes las paredes, porque no tengo tiempo para arreglar eso si decides hacer un desastre.

—Entendido —respondió Jungkook, dejando caer su mochila y dejando su maleta al pie de la cama. 

—Desempaca tus cosas y acomódate —continuó Jimin—. Cuando estés listo, ven a la cocina. Pedí pollo frito y está por llegar.

Jungkook asintió con una leve sonrisa. 

—Y no tardes demasiado —añadió Jimin, arqueando una ceja—. No pienso guardar comida para ti si llegas tarde. 

Jungkook soltó una pequeña risa mientras su hermano se daba la vuelta y cerraba la puerta tras de sí. Ahora estaba solo en su nueva habitación. 

Tomó un momento para mirar a su alrededor. Era diferente, pero no se sentía extraño. Había algo en el ambiente que le daba una sensación de tranquilidad. Decidió comenzar a desempacar, colocando cuidadosamente su ropa en el armario y organizando algunas pertenencias personales en el escritorio. 

Cuando terminó, se sentó por un momento en la cama, dejando que todo se asentara en su mente.

Una nueva etapa estaba comenzando en su vida, y aunque no sabía exactamente cómo se desarrollaría, estaba listo para enfrentarla. 

Finalmente, salió de su habitación y caminó hacia la cocina, donde encontró a Jimin ya sentado frente a la mesa, devorando una pieza de pollo frito como si no hubiera comido en días. 

—Ah, ahí estás —dijo Jimin con la boca llena—. Si hubieras tardado más, no te habría dejado nada.

Jungkook se sentó frente a él mientras Jimin le servía un plato con algunas piezas de pollo y una guarnición de papas fritas. 

—Gracias —murmuró Jungkook, comenzando a comer. 

—Escucha —comenzó Jimin mientras masticaba—. Sé que esto es nuevo para ti, y que probablemente te sientas algo raro. Pero vivir aquí no va a ser como en casa con mamá. Taehyung y yo tenemos una rutina, y espero que te adaptes rápido.

—Lo sé —respondió Jungkook, aunque su tono era algo distante. 

—Y otra cosa —continuó Jimin, inclinándose un poco hacia adelante—. Te quiero, pero si empiezas a causar problemas aquí, no voy a dudar en llamarte la atención, ¿entendido?

Jungkook dejó el tenedor sobre la mesa y lo miró fijamente.

—¿Siempre tienes que ser tan molesto?

—Sí —respondió Jimin con una sonrisa socarrona—. Es mi trabajo como hermano mayor.

A pesar de sus palabras, Jungkook no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa. Por mucho que Jimin pudiera ser irritante casi todo el tiempo, había algo reconfortante en tenerlo cerca nuevamente. 

—Termina de comer y recoge tu plato —dijo Jimin mientras se levantaba para lavar el suyo—. Ah, y bienvenido a tu nueva casa, idiota.

Jungkook soltó una pequeña risa mientras volvía a su comida. Tal vez esto no sería tan malo después de todo.

La noche había caído y el apartamento estaba envuelto en una tranquila monotonía. Las luces suaves del salón iluminaban el espacio, mientras Jungkook permanecía sentado en el sofá, viendo una película sin mucho interés. En realidad, no estaba prestando atención a lo que ocurría en la pantalla. 

Horas antes, su madre lo había llamado para preguntarle cómo iban las cosas. La conversación había sido cálida, aunque un poco larga, llena de preguntas y consejos que, aunque bien intencionados, habían empezado a cansarlo. 

“¿Ya te instalaste? ¿Cómo es el apartamento? ¿Te estás llevando bien con Jimin? ¿Ya comiste?” 

Jungkook había respondido con monosílabos, asegurándole que todo estaba en orden. Pero ahora, mientras el tiempo avanzaba lentamente, sentía una inquietud creciente. 

El reloj marcaba las diez de la noche, y Taehyung todavía no había aparecido. Jimin le había mencionado anteriormente que el mayor llegaría tarde debido a compromiso de última hora en el trabajo, pero no había especificado qué tan tarde. 

—¿Tarde? ¿Qué tan tarde? —murmuró Jungkook para sí mismo, tamborileando los dedos contra el brazo del sofá. 

Había intentado distraerse, primero con la película y luego con su teléfono, pero nada lograba calmar la sensación de ansiedad que se aferraba a él. Cada minuto que pasaba hacía que su pecho se apretara más. No había visto a Taehyung en tanto tiempo... ¿Cómo se vería ahora? ¿Habría cambiado mucho? 

Justo cuando su mente comenzaba a divagar en esas preguntas, un sonido inesperado rompió el silencio: la cerradura de la puerta girando. 

Jungkook se quedó congelado, el control remoto resbalando de su mano. 

La puerta se abrió lentamente, y un sonido de pasos ligeros, junto con el ruido del crujir de una bolsa, llenó el ambiente. Por un momento, no pudo moverse. Su mente se llenó de un torbellino de pensamientos: ¿Es él? ¿Realmente es él?

Respiró profundamente y, con el corazón latiendo desbocado, giró la cabeza hacia la entrada. 

Ahí estaba. 

Taehyung. 

Los ojos de Taehyung se encontraron con los suyos, grandes y redondos, brillando con una chispa de agotamiento mezclada con alegría. 

Y entonces, Taehyung le sonrió. 

No era cualquier sonrisa. Era esa sonrisa, la que parecía iluminar todo a su alrededor, la que Jungkook había atesorado durante años en su memoria. 

El tiempo pareció detenerse. 

El pecho de Jungkook se comprimió dolorosamente, como si el aire hubiera sido succionado de sus pulmones. Su respiración se aceleró, y sintió que su cuerpo temblaba ligeramente bajo la intensidad del momento. Era como si todo el mundo hubiera desaparecido, dejando solo a ellos dos en el pequeño salón del apartamento. 

Sin embargo, no podía moverse ni hablar. Solo podía mirarlo, atrapado entre el asombro y la emoción desbordante que lo invadía. 

Taehyung dejó la bolsa que llevaba en el suelo y, con la misma sonrisa suave, se inclinó para quitarse los zapatos, como si todo fuera completamente normal. 

Pero para Jungkook, nada lo era. 

Su corazón latía tan rápido que temía que fuera a explotar. La respiración entrecortada, las manos temblorosas, y la sensación de vértigo... Todo en él gritaba que este momento era importante, que estaba frente a algo que había anhelado profundamente durante años. 

Y ahí estaba Taehyung, tan hermoso como siempre, tan cerca y a la vez tan inalcanzable. 

Jungkook no podía evitar preguntarse si esto era real.

se vieneeee

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