Capítulo 9
—Este día no puede ser peor —dice Kea mientras camina por las calles, luego de salir de la escuela, hasta llegar al parque dónde Zariam siempre practica skate pero este día ella no está.
Él se sienta en una banca y apoya sus codos sobre las rodillas mientras agacha la cabeza pensando en un plan para que Lauren y Zariam se lleven bien.
—¿Pero cómo? —se pregunta.
—¿Te diste cuenta de lo que acabas de hacer? —Kea escucha la voz de Ariel, la cual suena molesta, él se levanta y su amigo se encuentra sentado a su lado.
—Hola... —saluda forzando una sonrisa.
—¿Hola? Es lo único que se te ocurre decir después de esto —dice Ariel juntando ambas cejas.
—Lo sé... pero fue necesario —murmura agachando la mirada.
—Dijiste quien eres y lo que eres, rompiste una de las reglas más importante de los ángeles... puedes perder tus alas —le advierte hablando muy enserio.
—¡Ya, lo siento! Fue lo primero que se me ocurrió. Pensé que si les decía la verdad comprenderían un poco y tal vez se llevaran bien... pero ya veo que me equivoque —murmura culpable.
—Sí, lo hiciste; te equivocaste —afirma su amigo con total seriedad.
—Me encanta como me ayudas, ¿eh? —ironizó rodando los ojos.
—A decir verdad, te estoy ayudando... ¡A que no rompas otra regla! —lo golpea en la nuca y desaparece.
—Reglas —dice Kea rodando los ojos—. Sólo hay una que me sirve y poco conocen —piensa mientras se recuesta por la banca con sus manos detrás de la cabeza.
—Hola —escucha el agudo y energético saludo de Lauren.
Él mira a su derecha y ve que ella corre rápidamente para terminar sentada a su lado.
—¿Qué haces aquí? —pregunta.
—Solo vine a ver a Dylan, peleará con un idiota que lo insulto hace rato —responde mientras se da un retoque con un labial color sangre.
—¿En serio?
—Y yo, como su novia, vine a alentarlo, voy a hacer una porra —habla ansiosa.
—Otra vez esa palabra —murmura Kearrents. En ese momento el parque se llena de gente, son todos los chicos de la escuela que hacen un gran círculo dónde van a pelear. La multitud es tanta que no dejan ver a Lauren.
—¡Quítense del camino! —gritó empujando pero es inútil. Todos se alejan y el círculo se abre dejando pasar a Dylan, quien arrastra a su rival por el suelo sujetándolo de las piernas, luego termina lanzándolo en un contenedor de basura.
—Auch... eso debió doler —dice Kea.
—¡Sí! ¡Ese es mi hombre! —chilla Lauren saltando sobre la banca.
—Cuidado, puedes caer —le advierte él estando muy alerta.
—Sí, sí, lo que digas angelito —asiente ella, entonces cuando Dylan se acerca, ella salta por su cuello—. ¡Sabía que lo lograrías, siempre lo haces! —y lo besa apasionadamente, Kea hace una mueca de disgusto. Dylan lo ve y se separa de Lauren.
—¿Quién es este, preciosa? —pregunta apuntándolo con su barbilla. Se nota que no le agrada Kearrents.
—Oh, él es Kearrents, un amigo y guardaespaldas personal —contesta ella sonriendo. Kea extiende su mano sonriente y Dylan mira esta con disgusto.
—¿Y para qué diablos necesitas un maldito guardaespaldas personal teniéndome a mí, que le rompo los huesos a cualquier gusano? —responde bruscamente.
—B-Bueno... a veces no estás, necesito estar a salvo siempre.
—¡Desde que empezamos a salir jure protegerte!
—Okey... creo que debo irme —se dice a sí mismo Kearrents mientras da unos disimulados pasos.
—¡Espera! —Dylan agarra con fuerza el cuello de su camisa haciendo que se detenga—. ¿Quién te contrató para proteger a mi novia? —pregunta agresivamente.
—Eh... —Kea no sabe qué responder a eso.
—Ya basta Dylan —Lauren toma su brazo con amor haciendo que suelte al debilucho—. Fue... mi padre, es muy sobre protector —miente mientras mueve rápidamente sus pestañas.
—¿Ah sí? —dice un poco más calmado—. Bueno... aún me parece raro que no me lo haya pedido a mí, pero como es tu padre...
—Gracias por entender bebé —dice ella y se sonríen.
—Perdón gusano, digo Kearrents —se disculpa, Dylan toma la cintura de Lauren y se alejan caminando.
—Mmm... no debo meterme en el camino de ese sujeto —se dice a sí mismo arreglando su ropa, entonces dirige su mirada hacia el contenedor de basura, se acerca y busca al chico que Dylan golpeó.
—¿Estás bien? —pregunta quitando algunas bolsas de basura. Kearrents queda sorprendido y confundido al ver que se trata de su amigo.
—¿Ariel? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Odio esta parte de mi trabajo —habla mientras se pone de pie—. Vine a investigar a Dylan —contesta.
—Ay no... —murmura Kea porque ya sabe lo que significa. Le queda poco tiempo.
—Hasta lo que vi por ahora, no se merece ir arriba —dice molesto quitándose la mugre y demás de encima.
—Escucha, ahora que estás aquí, necesito que me hagas un favor —interrumpe él.
—Depende, ¿qué clase de favor? —Ariel se cruza de brazos con seriedad, ya sabe que no es nada bueno.
—Necesito convencer a Lauren y Zariam que soy su ángel guardián.
—Sálvalas —interrumpe Ariel dándole la espalda, listo para marcharse.
—Ya pensé en eso, por eso necesito tu ayuda... —Kearrents se pone en su camino—. Quiero saber lo que pasará con ambas —murmura agachando la cabeza, sin duda y sabe cómo reaccionará Ariel.
—Ni de chiste, no cuentes conmigo para romper otra regla —respondió molesto.
—Por favor, no quiero muchos detalles, solo unas pistas —pide suplicando. Ariel agacha la cabeza mientras suelta un suspiro de impaciencia.
—Okey...
—Gracias. ¡Eres mi mejor amigo! —Kea lo abraza felizmente.
—Basta... —dice alejándose—. Zariam será atropellada y Lauren caerá.
—Gracias —repite con más calma.
—Ten cuidado —aconseja Ariel antes de irse.
—Ya está —se dice victorioso—. Es hora de que comience con mi trabajo —hace tronar sus nudillos y comienza con la búsqueda de Zariam, quien, sin duda, estaría por las calles.
Mientras merodea por la ciudad ya se obscurece, los locales de comida rápida abren sus puertas y los amigos se reúnen al ser un viernes por la noche.
—¿Dónde encontraré a Zariam? —piensa en un momento al darse cuenta que no tiene ni idea de donde vive.
Un brusco choque en su hombro lo hace volver, se trata de una persona toda vestida de negro que lleva una capucha sobre su cabeza.
—Lo siento... —se disculpa entonces se queda mudo al ver los ojos de esa persona.
—¡Atrápenlo! ¡Que alguien llame a la policía! —gritan algunos de los clientes de una rosticería, la persona vestida de negro corre apresuradamente, huyendo de al lugar. Kearrents está sorprendido y tarda en reaccionar. El dueño de la rosticería llega a su lado, es robusto, por eso no puede continuar con la persecución, se sostiene por la pared y recupera el aire.
—Es muy rápido... —dice él con respiraciones profundas.
—Señor... —habla Kea—. ¿Qué fue lo que le robaron? —pregunta estando un poco impresionado o decepcionado.
—Todo el dinero de la caja y comida —contesta serio y enojado.
—Mmm... —Kearrents piensa mucho en eso. ¿Por qué y para qué robaría Zariam?
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