Capítulo 8

Al día siguiente Lauren se prepara para ir a la escuela, se ducha, se maquilla y peina su cabello, Dylan la pasa a buscar en su motocicleta como siempre y la lleva al colegio. Cuando llegan se encuentran con sus amigas; Catrina y Eleonor.

—Holis, ¿me extrañaron? —saluda sonriendo mientras se abrazan.

—Gran fiesta la de anoche —dice Eleonor acomodándose el cabello.

—Sí, ¿quién era ese chico suicida que saltó sobre el ratero? —pregunta curiosa Catrina.

—Es un chico nuevo, se llama Kearrents —contestó Lauren un poco seria y pensativa.

—Tiene un nombre muy raro pero es lindo y valiente —dicen Eleonor y Catrina en un mismo solo.

—Mmm... no es lo único que tiene de raro —piensa Lauren mientras ve a Kea entrar a clases.

Por otro lado, Zariam abre los ojos, apenas se cepilla los dientes y se lava la cara, mira el reloj y va media hora tarde, rápidamente toma su mochila y sale con mucho cansancio, recorre las calles en su skate hasta llegar a la escuela donde acomoda un poco su cabello y entra a clases.

—Buenas noches señorita, llega una hora tarde —le dice molesto el profesor anotando todo en el libro de disciplina.

—¿Enserio? No me di cuenta —contesta seria cerrando con fuerza la puerta, Zariam arrastra una mesa y silla hasta el último rincón donde siempre se suele sentar y, por supuesto, Kea también se encuentra en ese lugar.

Ella toma asiento y apoya los codos en la mesa y sostiene su cabeza con ambas manos, unos cuantos mechones de cabellos negros pasan entre sus dedos.

—¿Estás bien? —pregunta un tanto preocupado.

—Excelente, ¿por qué? —contesta seria y al parecer está un poco alterada.

—No deberías venir a la escuela si te sientes mal, te ves muy cansada —aconseja Kea sonriendo.

—No necesito que nadie se preocupe por mí y si fuera por mí nunca vendría a la escuela —habla Zariam apretando fuertemente los dientes de la rabia.

—Yo solo... —murmura él agachando la mirada—. A veces... todos necesitamos que alguien se preocupe por nosotros —dice mientras levanta la cabeza para conectar sus miradas. Zariam que queda un momento analizando sus ojos, son profundos y tiene algo diferente que los hace especial.

Kearrents intenta averiguar qué siente, esos ojos marrones verdosos ocultan muchos secretos. Doloroso secretos. Pero justo cuando logra alcanzar la respuesta, Zariam desvía la mirada.

—Estuve tan cerca... —piensa mientras que dibuja en su libro, con lápiz negro, los ojos de Zariam, exactamente iguales sin descuidar ningún detalle.

El profesor dicta clases sobre física y hace preguntas a sus alumnos, todos responden con sus palabras las preguntas hasta que él llega al nombre de Zariam Johnson, quien no respondió al encontrarse dormida sobre la mesa y con sus brazos rodeando su cara.

—Está agotada —dice Kea en voz baja.

—Señor Taylor, ¿puede hacerme el enorme favor de despertar a la señorita Johnson? —pide el profesor con la pizca de paciencia que le queda e impide que comience a gritar.

—Sí... —Él asiente y se mueve un poco a Zariam. Entonces ella se despierta rápidamente y mira a su alrededor, tiene su mejilla derecha colorada por estar recostada de ese lado.

—Bueno, ahora que la bella durmiente despertó, continuemos... ¡Johnson! —dice el profesor.

—Si... —Zariam frota sus ojos mientras bosteza.

—¿Qué es la energía Cinética y cómo es su fórmula? —pregunta él siguiendo con la clase.

—Ah no, ni idea —contesta negando con la cabeza.

—Ya sabrá su nota al final del trimestre —sentencia el profesor muy molesto.

—Sí, sí... ya escuché eso muchas veces —contesta ella volviéndose a recostar.

—Jaja... me recuerda a alguien que conozco —murmura Kearrents.

El timbre suena y todos salen afuera menos Zariam que volvió a dormirse, apenas Kea pone un pie afuera del aula un grupo grande de estudiantes lo felicitan.

—¡Es él, el héroe de la fiesta! —gritan las chicas pero sus novios están un poquito celosos.

—¿Qué?

—No seas tan modesto, tú nos salvaste... me salvaste —dijo Lauren sonriendo.

—Sólo hice mi trabajo —murmura él, en ese momento ella ordena que todos se alejen dejándolos solos.

—¡Tú trabajo! ¡Explícame eso! —exige cansada de misterios.

—Eh... bueno... yo —balbuceó tratando de inventar algo pero hay un pequeño problema... él no podía mentir.

—Estoy esperando —dice Lauren seria, cruzándose de brazos.

—Bien, entra ahora —él la tomó del brazo haciéndola entrar al curso.

—¡¿Qué?! ¡No pienso estar en el mismo lugar con ella! —grita Lauren al ver a su enemiga allí. Zariam logra despertar con los gritos y, como era de esperarse, a ella también le molesta la presencia de Lauren.

—¿Qué hace ella aquí? —pregunta seria mientras la mira con odio.

—Primero que nada, cálmense y escuchen —habla Kea tratando de cambiar el ambiente tenso.

—Sí, tienes muchas cosas que explicar —agrega Lauren mientras toma asiento y se cruza de piernas.

—¡Cállate! Tú siempre te metes en la vida de los demás, él tiene secretos ¡¿Y qué?! —la interrumpe Zariam.

—No pienso hacer caso a tu agresión, tenemos poco tiempo, ¡dilo Kea! —Lauren insiste entonces él toma una silla y la voltea sentándose al revés apoyando sus brazos sobre el respaldo.

—Comenzaré por el principio... —hace una pausa y... —Hola, me llamo Kearrents y soy un ángel guardián encargado de protegerla a ambas.

Zariam y Lauren se miran entre sí por un momento, luego las dos miran a Kea, quien sonríe creyendo que entendieron todo.

—Escucha Kea... no sé lo que andas fumando pero debe ser algo muy fuerte —le dice Zariam con seriedad.

—No digas eso, yo si te creo —interrumpe Lauren mirándolo compasivamente.

—¿Enserio? —Zariam roda los ojos.

—Sí, tu eres mi propio guardaespaldas. ¡Es increíble! Nadie más tiene uno así. —Kea recibe unos exagerados abrazos por parte de la rubia quien está muy emocionada.

—N-No soy un guardaespaldas... —Él logra liberarse con mucha dificultad—. Además no te protejo solo a ti, también a Zariam —repite serio.

—¡¿Por qué?! —exclamó Lauren furiosa.

—¡No necesito que nadie me proteja! —Se pone de pié dispuesta a irse—. Y mucho menos alguien que va a proteger a esta niña fresa —mira asqueada a Lauren, le da una última mirada a Kea y da fuertes pasos hacia la puerta.

—¿Niña fresa? ¡Vete al diablo machona! —le gritó poniéndose de pie. Zariam le enseña su dedo corazón y se va dando un fuerte portazo.

—Esto no está bien —susurra Kea pasándose una mano por el cabello.

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