Capítulo 6

Cuando el timbre anuncia el final del recreo, poco a poco todos entran a clase, cuando Kearrents está en camino, alguien lo detiene.

—Y... ¿Cómo vas con tu trabajo de guardián? —le pregunta Ariel estando recostado por un árbol con los brazos cruzados.

—Bien... —responde con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué? ¿Qué pasó? —dice Ariel sabiendo que esa sonrisa no es común.

—Veo que todavía no lo sabes —comenta él rodando los ojos.

—¿No sé qué? —pregunta impaciente. Ariel es uno de los ángeles encargados de llevar las almas humanas hacia arriba y se supone que sabe todo sobre de las personas que están vivas en el mundo y puede ver lo que sucederá.

—Crees que lo sabes todo, ¿eh? Te tengo una sorpresa. Me asignaron proteger a dos humanos —le cuenta sin borrar su sonrisa.

—¡¿Qué?! ¿Dos? Es imposible —dijo entre sorprendido y confundido.

—Sus nombres están en el papel que tú me diste —comenta.

—Entonces es verdad, tienes el doble de trabajo y si fallas ya sabes lo que pasará... —le advierte.

—Sí, sí. No pasará nada —interrumpe Kearrents bastante confiado.

—Por las dudas toma esto —habla entregándole un libro, es negro con una habilla de metal que lo cierra.

—¿Qué es? —pregunta mientras hojea el libro entonces nota que Ariel ya no está.

Luego de la escuela Kea se dirige al parque justo como Zariam le ordenó, ella se encuentra sentada en un banco junto a la pista de patinaje, también hay varios niños con sus madres jugando en las hamacas y en el tobogán, entonces unos niños que están jugando a la pelota y la misma roda hasta Zariam.

—¿Me pasas la pelota? —le pregunta el niño que la pateó.

—¡No! —responde agresivamente y arroja la pelota hacia el basurero dónde se termina cortando con un vidrio y se pincha.

—¡Mamá! —el niñito sale corriendo llorando.

—Niños —dice Zariam rodando los ojos—. Ahí está ese tonto —murmura al ver a Kearrents acercándose.

—Hola —la saludó él sonriendo.

—Creí que no vendrías, ¿y tu skate? —pregunta ella poniéndose de pie.

—No tengo —responde Kea sinceramente.

—¿No? Entonces no sabes usarlo —dice cruzándose de brazos.

—¿Me prestas tu skate? Quiero probar —pide él casi suplicando.

—Sí, si quieres romperte la cabeza, por mí está bien —habla Zariam entregándole su skate, es negro con ruedas blancas y un detalle de fuego abajo.

—Gracias —dice mientras camina hacia la pista, es profunda y tiene los bordes circulares, él coloca la patineta en posición y se lanza hacia abajo.

Zariam se acerca y queda muy sorprendida al ver que Kearrents terminó en el fondo de la pista con el skate arriba de su cabeza.

—Ups... —ella rápidamente baja y lo ayuda—. ¿Estás bien? —le pregunta un tanto preocupada, Zariam hace pasar el brazo izquierdo de él sobre su hombro para ayudarlo a levantarse.

—Estoy bien, no pasó nada —responde Kea mientras la mira a los ojos, ambos se encuentran muy cerca, demasiado para el gusto de Zariam, su corazón comienza a latir rápidamente entonces ella siente que su rostro comienza a cubrirse de un fuerte ardor, todo esto la pone nerviosa y debe hacer algo deprisa antes de que su cara se ponga roja.

—Bien, ¡así podré matarte si mi skate está roto! —dice soltándolo, y él cae al suelo fuertemente, Zariam revisa su patineta y todo está en su lugar—. Te salvaste... —murmura seria.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —pregunta Kea levantándose.

—De seguro que estás lastimado, debes ir al hospital —aconseja ella mientras salen de la pista.

—No estoy lastimado —dice negando con la cabeza.

—¿Qué? —Zariam lo revisa de pies a cabeza y no encuentra nada—. No te golpeaste, no tienes raspones, nada —habla algo confundida.

—Estoy bien, ¿tienes hambre? —él propone comer algo al ver una tienda que está cruzando la calle.

—Sí tú pagas —dice ella guardando su skate en una mochila de trapo.

—Bueno —acepta sin problema, ambos cruzan la calle y entran a la tienda-café, toman el lugar que está cerca de una ventana que tiene unas cortinas largas y rojas.

—¿Qué quieren ordenar? —pregunta la camarera teniendo listo su lápiz y papel.

—Como el "caballero" va a pagar, yo quiero una docena de facturas y un litro de leche con chocolate —pide Zariam.

—Okey... —murmura ella escribiendo.

—Para mí solo agua, por favor —dice Kearrents con mucho respeto. La camarera se retira y Kea aprovecha la oportunidad para conocer mejor a Zariam.

—¿Cuántos años tienes?

—La misma edad que tú —responde mirando hacia la ventana.

—¿Tienes hermanos?

—Para qué quiero unas sanguijuelas que molesten todo el tiempo —habla seria.

—¿Y tus padres?

—No tengo... ¡¿Por qué tantas preguntas?! —A Zariam se le acaba la paciencia pero respira y se tranquiliza—. ¿Lauren te dijo que me preguntaras todo eso?

—No —contesta él confundido.

—Aquí tienen, un vaso de agua, una docena de facturas y 2 litros de leche con chocolate —dice rápidamente la camarera colocando las cosas sobre la mesa, luego corre a atender otra mesa.

—¿Por qué odias tanto a Lauren? —pregunta Kearrents un tanto curioso.

—Es una historia muy larga que no quiero contar, nos odiamos desde que éramos niñas —responde Zariam muy seria dibujando una línea recta con sus cejas.

—Parece una buena persona como tú —comenta él sonriendo mientras mira con atención una pequeño ramo de flores que adornan la mesa.

—Jajaja —ella suelta una risa—. Cambiarás de opinión cuando conozcas mejor a ambas —dice incluyéndose, Zariam baja la cabeza mientras guarda lo que ordenó en su mochila, solo tarda unos minutos, luego levanta la mirada y nota que las flores desaparecieron y solo quedó el jarrón con los tallos.

—Qué raro... —piensa mientras se pone de pie—. Adiós —se despide abriendo la puerta del café.

—¿Qué? —Kearrents la sigue afuera rápidamente luego de pagar y la alcanza cuando está por cruzar la calle—. Espera, ¿a dónde vas? ¿Para quién son esas cosas? —pregunta entre curioso y confundido.

—¡Eso no te importa! —dice ella sin voltear y continúa su camino—. Te tienes que arreglar para la fiesta –habla recordándole la invitación de Lauren. 

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