Cap. 23
En el hospital Kea espera a Lauren quien sigue con Dylan, en ese momento una mujer ingresa a emergencias después de sufrir un accidente, Kearrents se pone de pie y sigue a las enfermeras, él observa como curan sus heridas, Dan no está allí y eso significa que la mujer está a salvo pero los doctores dijeron que está en coma.
-Es la madre de Zariam. –murmura él. Cuando la llevan a un cuarto, Kea se cola para verla, se encuentra acostada en una cama en medio de la habitación, esta sedada y con los ojos cerrados. Él se acerca y puede sentir su dolor, no de las heridas sino de su corazón, Kea toma su mano con cuidado y tiene una especie de visión, todo lo que la mujer paso y sobre su familia.
-Marie… -dice él entre molesto y preocupado, todo encajaba.
Kearrents sale de esa habitación y entra a la de Dylan, Lauren se encuentra sentada en una silla junto a la cama. Él está despierto e invita a Kea a pasar.
-¿Cómo estás? –le pregunta.
-Bien, aparte de estar roto, los calmantes son geniales. –responde con una sonrisa forzada.
-¿Por qué ibas tan rápido? –pregunta Lauren entre molesta y angustiada.
-Lo saben, quería huir. –habla mirando a un costado.
-¿Huir? –repite Kea. Dylan mira a Lauren quien asiente sonriendo.
-Dylan no es mi novio, es mi mejor amigo. –dice ella sentándose en el borde de la cama para abrazarlo.
-¿Amigo?
-Yo la cuido siempre y somos cómplices de la farsa. –agrega Dylan.
-Él es gay. –susurra Lauren para que nadie la escuche.
-Ah eso, ya lo sabía. –comenta Kea encogiéndose de hombros.
-¡¿Qué?! ¿Por qué no dijiste nada? –le pregunta Lauren.
-¿Tú se lo dijiste? –Dylan la mira con enojo.
-No lo hizo, jamás lo haría. –dice Kea en su defensa.
-Creí que irías con la noticia para toda la escuela. –habla Dylan desconfiado.
-No, ¿Para qué? –Dice mientras toma el picaporte de la puerta, antes de salir dice -Por cierto, ambos son muy buenos actores. Lauren y Dylan ríen.
La noche cae y después de saber que todo está bien con Dylan, Lauren regresa a casa acompañada de Kea. Ariel ya se había ido luego de pelear con Dan, ¿A dónde? Nadie lo sabe.
El cielo está despejado pero hace un frio de muerte que te congela los huesos por esa razón las calles están desiertas, nadie que esté cuerdo saldría con este clima.
-T-te- tengo f-frio. –tirita Lauren, tiene puesto un vestido corto espalda afuera, una vestimenta especial para el verano. – ¿Ti- ti- tienes un a-abri-abrigo? –pregunta castañeando los dientes, frota sus hombros con las manos para tomar calor pero no funciona.
-No. –responde Kea negando, tiene puesto una remera blanca con un decorado de fuegos en los bordes.
-¡Mi-mierda! –grita temblado mientras siguen caminando. Lauren se está congelando por el frio más el viento.
Entonces Kea rodea la cintura de lo rubia con su brazo acercando lo más posible sus cuerpos, el corazón de Lauren comienza a latir rápidamente, su cara esta roja y sus piernas tienen un temblor, todo esto combinado hace que este muy nerviosa, entonces ella siente que algo cubre su espalda, por el tacto; es algo muy suave y acogedor.
-Dijiste que no tenías abrigo. –dice Lauren arqueando la ceja.
-No tengo.
-Entonces ¿Qué es esto? –ella mira con más atención y ve que se trata de una de las alas de Kearrents.
-Wau… -murmura admirándolas.
-No quiero que te enfermes. –dice él mirándola a los ojos.
-Eres muy tierno. –Lauren sonríe mientras que le brillan los ojos.
No puede dejar de mirar los marrones y maravillosos ojos de ángel de Kea, en ese momento el mundo se detuvo solo para ellos haciendo que permanezcan juntos por una eternidad para Lauren. Una vez que llegan a la casa de ella, más bien mansión, Kea oculta sus alas y se despide.
-Nos vemos. –dice ella mientras camina hacia la puerta.
Él sostiene su mano haciendo que se detenga, poco a poco se acerca hasta quedar frente a ella, uno muy cerca del otro.
-¿Qué es ese trato que hiciste con Zariam? –pregunta Kea mirándola a los ojos.
-¿Trato? –finge que no sabe nada.
-Lo leí en tus ojos y no hace falta que respondas, ya lo sé. –murmura sonriendo.
-¿E-entonces…? –pregunta nerviosa.
-No siento nada pero puedo ayudarte.
-Por mí está bien. –se apresura a decir.
En ese momento él avanza lentamente y rosa sus labios con los de ella, es por un momento pero es un beso único, Lauren ya ha besado a muchos chicos antes pero ninguno se compara con Kea. Parece que tanto comer flores hizo que sus labios sean muy suaves y dulces.
-¿Contenta? –sonríe.
-¡Gracias! –chilla colgándose por su cuello antes de abrazarlo. Lauren no puede creer que haya besado a un ángel y lo que es más importante, que venció a Zariam sin esfuerzo.
-Nos vemos. –él se despide, se asegura de que nadie lo vea y alza vuelo.
-Ah… -suspira Lauren tocando su boca con los dedos –No me interesa que ahora me espere el infierno. –dice al entrar a su casa.
Kearrents vuela rápidamente por el cielo estrellado, es peligros usar sus alas por mucho tiempo, como dijo Dan, es una debilidad; los ángeles no pueden sentir dolor pero si sus alas son lastimadas lo sentirán, pero aun así disfruta la brisa en su rostro y la maravillosa vista.
De repente algo lo ataca, unas navajas pasan a unos centímetros de él, Kea hace unas maniobras para esquivarlos pero es fuertemente golpeado y cae al suelo, atraviesa el techo de una iglesia y cae justo en el altar. La caída es tan violenta que una de sus alas resultó lastimada, sin duda se encuentra rota.
-¡Agr! –grita adolorido, ni siquiera tiene fuerzas para levantarse, solo permanece recostado por la mesa de madera maciza, en ese momento una persona sale de las sombras.
-Tú eres Kearrents ¿Verdad? Un humano que se hizo ángel… como yo. –dice ella caminando lentamente hacia él, es una muchacha, tiene piel pálida como si nunca la haya tocado el sol, su cabello es lacio y largo; fácilmente llega hasta su cintura, sus ojos son azules y vacios con una mirada fría y calculadora.
-Marie… -murmura Kea -¿Qué es lo que quieres?
-Saber de qué lado estas, mío o…
-¡Jamás! Prefiero… morir en este momento antes de s-ser como tú, te dieron un don, una segunda oportunidad pero solo causas mal y dolor. –se niega sin importar lo que pueda pasar con su vida.
-Te arrepentirás. –le advierte.
-S-sé lo que le hiciste a la familia de Zariam… fuiste tú. –dice aguantando el insoportable dolor.
-Entonces sabes lo terrible que soy, puedo matarte ahora mismo pero no lo haré. –Marie se acerca teniendo una filosa daga en su mano derecha –Prefiero verte sufrir cuando te arranque sus alas, una a la vez.
-No… ¡Ah! –niega con la cabeza intentando huir pero no tiene fuerzas ni puede levantarse, Marie le da una patada haciendo que quede de espaldas, ella mira las alas del muchacho y sonríe fríamente.
Toma sin piedad el ala rota haciendo que Kea se retuerza de dolor y se asegura que el cuchillo esté bien afilado.
-Te prometo que esto te dolerá mucho. –dice antes de comenzar.
-¡Alto! –grita el cura desde la entrada.
-No moleste viejo. –le dice Marie.
-¡Suéltalo, esta es la casa de Dios y tú no puedes entrar aquí! –habla con una voz firme, Marie dejo de ser un ángel para ser un demonio pero ella se hubiera asustado un poco si el anciano no estuviera vestido con su pijama de estrellas y pantuflas rosadas.
-¡Largo de aquí! –le ordena molesto.
-¿Qué me va a ser viejo? ¿Mostrarme una cruz o salpicarme agua bendita? –Marie no le importa nada de eso.
-Salpicarte no, bañarte. –responde él, aprieta un botón de la pared y una gran cantidad de agua cae desde arriba mojándolos a ambos, Kea solo sacude su cabeza y tose el agua que tragó pero Marie es quemada por la misma y no tiene otra opción que huir.
-¿Estás bien hijo? –habla en cura ayudando a Kearrents.
-G-gracias… -dice antes de perder el conocimiento.
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