Cap. 14

-¿Quién es él? -Pregunta el niño algo confundido.

-¿Qué te importa? Ve a casa luego te alcanzo. –le ordena Zariam y el pequeño obedece.

-¿Qué es lo que quieres? –le pregunta a Ariel mirándolo con seriedad.

-Quiero que dejes de ser tan orgullosa y que aceptes ayuda de los demás. –contesta él.

-Tienes mierda en la cabeza al igual que Kea, no quiero ayuda ¿Por qué nadie lo entiende?

-Tú tampoco entiendes…

-Zariam. –ella mira a un lado y ve a Kearrents, cuando vuelve su mirada hacia el frente Ariel ya no está.

-¿Me estas siguiendo?  

-Es bastante obvio ¿No? –Contesta sonriendo -¿Por qué no me dijiste que tenías que buscar a tu hermano? –pregunta.

-¿Qué nunca te cansas de fastidiar? –dice Zariam colgando la mochila por el hombro.

-No, jamás.

Ella suelta un suspiro de impaciencia –No le digas a nadie sobre lo que te mostraré.

-No lo haré. –promete Kea, Zariam hace un movimiento con su cabeza indicándole que camine, ella lo lleva a su casa; una chocita de madera vieja y que se cae a pedazos, ubicada en el barrio más pobre, el suelo está cubierto por basura y trozos de vidrio de botellas.

-¿Vives  aquí?

-No tengo de otra. –Contesta, en un descuido, Zariam toma en cuello de la camisa de Kea y lo arrincona contra la pared –Nunca le digas a nadie sobre mis hermanos ¿Entiendes? –le advierte estando muy seria.

Él avanza un poco hasta que sus frentes se juntan –Prometí no hacerlo. –susurra sonriendo.

-Bien. –ella lo suelta antes de que sea demasiado tarde.

Ambos se acercan a la casa y Zariam abre la puerta, la cual hace un fuerte rechinido y termina cayendo. –Eso siempre pasa. –dice ella poniendo la puerta en su lugar después que su invitado ya entró.

-Wau… -Kea queda sorprendido al ver que las paredes, todas las del interior tienen azulejos de diferentes motivos, el lugar no es tan grande pero está dividido en partes; un pequeño living en la entrada, una cocina a la derecha y un dormitorio con camas litera a la izquierda, también hay un baño en el fondo. Todo es pequeño pero muy bien arreglado, nada que ver con lo de afuera.

-Esta es mi choza. –habla Zariam arrojándose en un sillón.

-Pensé que… eras pobre. –dice él cuidadosamente.

-Sí lo soy, desde que tengo memoria tuve que trabajar y poco a poco voy arreglando esta porquería. –comenta mientras le muestra lo agujeros del techo y un lugar sin azulejos que falta terminar.

-Y… ¿Lo haces tú sola?

-Pues quien más. De seguro tus padres te dan todo. –habla ella con prejuicio.

-No tengo. ¿Y los tuyos? –pregunta mientras se sienta a su lado.

-Tampoco tengo. –responde con ira en su voz. Al darse cuenta lo cerca que está, ella se corre un poco.

-¿Qué les pasó? –él se acerca.

-Ya no están. –Zariam se aleja haciendo una mueca.

-¿Murieron? Tal vez los conozca. –Kea repite su acción.

-¡Están muertos para mí! –exclama poniéndose de pie.

-Para de gritar loca. –le dice un chico de unos 14 o 15 años teniendo en los brazos a un bebe que acaba de entrar por la puerta. -¿Quién es el vago? –pregunta refiriéndose a Kea.

-Un compañero de escuela. ¿Dónde está la pulga? –le pregunta Zariam.

-Jugando a las escondidas, como siempre. –responde él dejando al bebe en el suelo, debe tener casi dos años.

-Ya sé. –Zariam mueve la cama y hay un hueco debajo del piso. -¡Te encontré! –le dice y saca al niño del brazo.

-La próxima me voy a esconder en otro lugar. –habla un poco molesto mientras se sacude la tierra de la ropa.

-Pestes, este es Kearrents. –presenta al vago a sus hermanos.

-Hola. –saludan los dos más grandes porque el pequeño no sabe hablar, son muy diferentes  a su hermana, tiene buena onda con todo el mundo.

-Kea, estos son mis hermanos, garrapata, pulga y piojito. –los nombra de mayor a menor.

Garrapata es una réplica de Zariam pero en hombre, tiene esa mezcla de marrón y verde en los ojos y su cabello es lacio castaño con unos de los cortes que están a la moda. Es gracioso y simpático, tiene muchos amigos pero, por más que busque, nunca pude encontrar una novia. 

Pulga, es muy travieso y juguetón, siempre se mete en problemas, es delgado de piel pálida, tiene ojos marrones, cabello negro y desbaratado con un flequillo hacia la derecha.

Piojito es el bebe, perecido a pulga con la diferencia que su cabello es rubio con ojitos marrones, es tierno pero un dolor de cabeza para Zariam, es un poco gordito con grandes mejillas rosadas.                  

  -Zariam… -la llama garrapata –Yo no puedo traer a ninguna chica y tú terminas trayendo a este vago. –cuestiona en voz baja.

-Supongamos que trajeran a una chica, si viera la casa de lejos te metería una patada en lo huevos y salía a correr. –contesta ella.

-Okey, ¿Él que dijo cuando la vio? –pregunta serio.

-Nada, ya está acostumbrado. –agrega Zariam y le ordena que vayan a su cuarto.

-Tus hermanos son buena onda. –dice Kearrents apoyando los brazos sobre sus rodillas.

-Son unas pestes. –corrige ella.

-Te importan mucho y los proteges, seguro debes entenderme, yo te protejo a ti siempre. –habla kea sonriendo de costado.

-Otra vez con eso. No mientas. –Zariam rueda los ojos estando un poco impaciente.

-No puedo mentir, te puedo probar que soy tu ángel guardián. Pregúntame algo. –pide él para demostrar que no miente.

-Okey ¿Cómo se llaman mis hermanos? Sus nombres. –pregunta Zariam cruzándose de brazos, ella piensa que, como recién acaba de conocerlos, no sabrá la respuesta.

-Fácil; garrapata es Seba, pulga Tiago y piojito es…

-Alex. –hablan ambos en un mismo solo.

-¿Cómo…? –murmura Zariam mirando a Kea.

-Adivine. Puedo saber lo que necesito saber en el momento indicado, pero Ariel es quien sabe todo, bueno casi todo.  –le cuenta él sonriendo.

-¿Ariel, tu amigo?

-Sí, el también es un ángel como yo. –contesta poniéndose de pie.

-No, es infumable. –ella cada vez le cree menos.

-Es la verdad. –Kea toma el rostro de Zariam y la mira a los ojos –No te dejare como lo hizo tu madre. –murmura.

-¡Basta! ¡Largo de mi casa! –grita furiosa echándolo a patadas a la calle.

-Espera Zariam, yo… -antes de que Kea pudiera decir algo más, ella le cierra la puerta en la cara.

-¿Qué pasó? ¿El tipo te quiso tocar? –le pregunta Seba molesto.

-No, es un idiota nada más. –lo calma apoyando su frente por la puerta con los ojos en la nada.

-¿Qué tienes? –Seba no entiende el cambio de Zariam.

-Nada, prepara algo de comer. –le ordena con un movimiento de su cabeza.

Al otro lado de la puerta Kea se queda pensando, tratando de encontrar una solución a este problema.

-¿Por qué es tan difícil? –se pregunta agachando la cabeza, pero no piensa en abandonar todo, al contrario, deberá hacer algo que está prohibido por su reglas, pero es necesario.

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