Guerra fría.
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Capitulo 10.
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(Advertencia ⚠️ Escenas 18+)
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La castaña oscura pasa frente a ellos con las manos llenas de vestidos para la celebración del aniversario de la victoria contra Gaia. Y para la total sorpresa de Jason, la hija de Eros no hace una seña obscena hacia Nico o le saca la lengua. Ni siquiera una mala mirada o gesto de disgusto. El rubio mira de soslayo a Nico y este parece imperturbable; Bajo su perspectiva parecía que se estaban ignorando.
En una especie de Guerra Fría.
Eso era raro, incluso cuando hicieron las «Pases» seguían siendo recelosos y algo agresivos con el otro, pero había notado que últimamente ni siquiera miran en la dirección del otro.
Lo que significa que han pasado dos semanas tranquilas; Sin peleas.
— ¿Qué paso? Pensé que se habían vuelto amigos— Le inquiere Jason mientras caminan hacia el búnker.
Nico hace una pequeña mueca.
— Algo así.— Murmuro el pelinegro, y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.— Pero nos dimos cuenta de que para evitar la confrontación, lo mejor es hablar lo mínimo posible.— Le explica — O vernos siquiera.
Jason sonríe apenas. Él pensó que estaba bien, pues Nico y Juliet no parecían sinceros al hablar de ser «amigos», creía que quizás habían dicho eso para darle paz a Quiron.
— Eso es muy maduro—Dice Jason con una sonrisa complacida.
Nico hace otra mueca, mordiendo el interior de su mejilla. Pero Jason nota cierto toque de incomodidad en él.
— Supongo.— Tantea.
Llegan al búnker de la cabaña de Hefesto escondido en el bosque y allí está Leo luciendo ansioso y molesto. Esperando por ellos. Entran con él y este se apresura a guiarlos hacia el problema en el interior del búnker.
Se detiene y quita la sábana que cubre una especie de caja. Sin la manta se dan cuenta de que es una jaula.
En su interior hay dos conejos. Uno de color crema y otro negro.
¿Han escuchado ese dicho de «Cogen como conejos»? Bueno, es por esto.
— ¡El estúpido encargado me dijo que eran dos hembras!— Chilla leo.
— Cálmate. Cálmate.—Pide Jason mientras Leo da vueltas y explica cómo el encargado de la tienda lo había saboteado.—No es nada…
Nico golpetea la jaula con sus dedos, pero los conejos no se detienen.
El conejito negro monta al claro, y no parece querer detenerse. El conejito claro ni siquiera pone resistencia.
— Quizás son lesbianas.— Opina el pelinegro, dando una solución.
Leo se ríe como un loco.
— ¡Solo mira lo panzona que está caramelo! ¡No se suponía que sería abuelo tan rápido!— Grita Leo.
— No lo sabes, quizás solo estás sobrealimentándola.— Jason toma la jaula y le da una pequeña sacudida haciendo que se separen.— Vamos a llevarlos al veterinario. Seguro que los pueden castrar.— Los conejitos se vuelven a juntar, esta vez solo para acicalarse mutuamente.— Cálmate.
— Te digo que ceniza es un adicto al sexo— Leo mira al conejo de pelaje oscuro a través de la jaula con ojos de odio — No deja a mi bebé caramelo en paz.— Sisea con molestia.— Sucio.
Jason hace una mueca.
— ¿Estás bien, Leo? Pareces…— Lo mira de arriba abajo.— Inestable.
—¡Hazel llegará en una semana y este conejo cachondo arruinó mis planes!— Chilla y se tira del cabello.
Nico saca al conejo de pelaje blanco con manchas marrón claro y la toma en brazos. Es bonita y suave. Y hace esa cosa con su nariz que le recuerda a Juliet cuando está molesta. Tiene las orejas caídas y largas, es adorable.
— Si está embarazada quiero una de sus crías.— Afirma Nico.
Jason suspiró con una especie de alivio y le da una sonrisa al moreno.
— ¿Ves? Las cosas se solucionan solas.
El hijo de Poseidón les da un aventón hasta Manhattan y se une a ellos en el veterinario. Leo está lloriqueando por su coneja caramelo, se supone que era un regalito, pero se había encariñado mucho con ella. Ceniza no le agradaba tanto, le tenía un poco de miedo, por qué siempre que quería tomarlo este lo mordía o daba patadas al suelo.
Nico respira hondo y pone los ojos en blanco cuando Percy les platica sobre su boda durante todo el viaje.
Habla de sus raras fantasías de una boda por qué no está comprometido y esa propuesta no está pasando.
Mientas leo entra en consulta con Jason y los conejos, Nico y Percy se quedan afuera. Percy encuentra a su alma gemela, un Golden retriver muy viejo con un cono en su cuello con el que juega durante un buen rato.
Los gatos de la sala de espera gruñen en dirección a Nico y se erizan.
El pelinegro resopla y se encoge en su asiento luciendo fastidiado.
Resulta que caramelo sí estaba embarazado. Y para desgracia de ceniza, el viejo veterinario puede castrar lo que sea, perros, gatos y su especialidad; Conejos cachondos.
Juliet Laurent Pov.
A través de la ventana puedo ver una noche oscura y estrellada.
Giró mi rostro y me encuentro con Nico mirándome con sus ojos ónix entrecerrados, utiliza sus manos para formar un cuadro, cierra uno de sus ojos y utiliza el cuadro hecho por sus manos para encerrar cada uno de mis pechos en él espació. Como si midiera mis proporciones o algo por el estilo.
— No me voy a hacer un piercing.— Aseguro con voz firmé.
Nico chasquea su lengua.
— ¿Por qué no?— Bufa.
— Por qué la recuperación es dolorosa y después tendré tres agujeros en mis pezones.— Digo.
— Solo duele al principio. Si usas néctar directamente en la perforación, cicatriza de inmediato.— El pelinegro empuja su lengua contra la esquina de su labio y noto un pequeño agujero en él. Una perforación—¿Ves?— Indica.
Mi corazón se hincha y se agita.
— ¿Tienes un piercing?— Pregunto con una chispa de emoción.
— Solo que no lo utilizo cuando estoy en el campamento o de vista a casa de Jason.— Me explica. Se levanta de la cama y busca algo en su cómoda.—Le daría un ataque, creería que soy una especie de vagabundo.— Me aclara.
— ¿Puedo verlo?—Miro a Nico tomar una pieza pequeña de metal, lo rocía con alcohol y luego lo lleva a su boca.
Cuando se gira hacia mí, el pequeño círculo de metal está enganchado en la esquina inferior de sus labios.
Una sonrisa se extiende en mi rostro y mis partes de chica se emocionan.
Una parte interna en mi cabeza está gritando y saltando como cualquier adolescente en el 2011 al ver a Justin Bieber repetir la misma frase unas 30 veces. Literalmente puedo escuchar mi voz aguda gritar en el interior de mi cabeza como una manada furiosa y enloquecida de adolecentes.
Relamo mis labios.
— No duele tanto como te imaginas.— Explica, intentando convencerme.
— Bien, lo haré.— Nico sonríe y sus ojos ónix se llenan de brillo —Pero primero tatúate mi nombre.— Exijo.
Nico parpadeó varias veces.
Pensé que Nico iba a mandarme a la mierda de inmediato o reírse y quizás así dejaría de insistir en que abra más agujeros en mi cuerpo. No lo hace.
—¿Tiene que ser en un lugar visible?— Pregunta con simpleza.
Parpadeó varias veces.
— Estás loco.— Exclamó.— No voy a perforarme los pezones—Nico abre la boca y yo Agregó —ni el ombligo.— El pelinegro cierra la boca y bufa.
— Eres malvada, incluso cuando estaba dispuesto a negociar.— Se queja y busco sus manos. Él me las ofrece sin poner resistencia.
El esmalte negro que puse en sus uñas hace apenas dos días empieza a caer.
— Tu esmalte se cayó.— Señaló.—Ven.
Pronto estamos uno frente al otro, sentados en la cama mientras trabajo con una de sus manos. Nico mira con atención cada movimiento, seguro intentando aprender a hacerlo.
—¿Cómo fue que terminaste saliendo con esos tipos?— Pregunta.
Desde el baile de debutantes decidimos no vernos en el día.
Por muchas razones, pero la principal es que sabía que los demás iba a darse cuenta tarde o temprano de que algo había cambiado entre nosotros.
Estaba todo mal; La forma en la que nos miramos, hablamos y tocamos.
Todo es diferente ahora.
Cualquier ojo crítico podría darse cuenta si nos viera hablar.
— Mmm… No lo sé — Pinto con cuidado la uña de su dedo medio.—Eran buenos al principio y luego no, creo que saco lo peor de las personas.— Mi voz se apaga —Pero así son las cosas, el amor es retorcido.— Bufó.
— Creí qué tu idea del amor era diferente.— Nico suspira profundo—Más rosa y con brillos.— Teoriza.
Me río un poco y niego con la cabeza.
— No.— Afirmo— El amor es obsesivo, inconsciente y horrible— Levantó la mirada para mirar a sus ojos—Puede llevarte a los lugares más oscuros, incluso la muerte.— Bajo la mirada a su mano—Dah ¿Qué nunca escuchaste de Romeo y Julieta?
La mano libre de Nico me pellizca la mejilla y se siente como una pequeña mordida en mi piel suave y blanca.
— Esa debe ser tu obra favorita, la protagonista tiene tu nombre.
— Pfff …—Pongo los ojos en blanco —Claro que no.— Exclamó alegre.
— No creo que los vuelvas malos. — Opina Nico —No tienes el poder para controlar a las personas. — Se aclara la garganta —No de ese modo.
Por qué sí puedo. Puedo controlar el deseo sexual en las personas.
Excepto en la/los vírgenes.
— Ya he sacado lo peor de ti durante 4 años y ni siquiera estábamos saliendo.—Murmuro—Imagínate lo que pasará ahora.— Ahora que nos acostamos.
— Juliet.
De pronto su tono cambia y siento que va a intentar consolarme.
Rápidamente, busco otro tema de conversación para evitar hablar del posible quiebre mental que podría caer sobre Nico por estar conmigo.
—Mmmm…—Mis ojos se detiene en la cómoda que dejó abierta—¿Qué es…? ¿Qué es eso?— Me levanto de la cama y me dirijo hacia su cómoda.
— No tienes el derecho de revisar mis cosas solo porque me meto dentro de ti todas las noches.— Balbucea Nico y se apresura para llegar a mí.
Abro por completo la gaveta y me encuentro con el tesoro de Nico; Mis cosas. Este maldito italiano es quien me ha estado robando mis cosas.
— ¿Tus cosas? ¡Estás mierdas son mías! — Le gritó —Mi… ¿Tú tomaste mi gloss de Dior? Le jalé las greñas a la mitad de la cabaña de Afrodita por esto.— Tomo el pequeño labial y lo sacudo en su rostro todo bonito.
— Qué mal.—Cubre mi mano con la suya llena de anillos— Ahora es mío.
Lo miro atónita.
— ¿Y tú para qué lo quieres?— Le cuestionó totalmente confusa.
— Me gusta mirarlo.— Me quita el gloss de las manos con suavidad y lo pone frente a su cara— Cuando lo veo, pienso en ti corriendo por tu cabaña, maldiciendo y haciendo un desastre mientras lo buscas. — Sonríe y vuelve a guardarlo en su cómoda—Lo pienso y me alegra el día.—Dice como si no fuera la cosa más rara del mundo.
— ¿Qué carajos Nico?— Bramo.
Nico quito la mano de mi pecho y sacude su mano como si quisiera quitarse la sensación de encima.
— Perdón, es la memoria muscular.— Murmura con voz estrangulada.
— No hablaba de eso— Exhaló con frustración —Hablo de que disfrutas torturándome.— Lo acuso, molesta.
— Por los dioses, hacerte buscar brillo de labios no puede ser considerado tortura.— Se acerca lo suficiente para que pueda oler su aroma y anhelar el toque de su cuerpo sobre el mío. Bajo la mirada. Tan cerca que puedo sentir como sus labios rozando mi oído.— Pero me gusta hacerte llorar, verte llorando debajo de mí.— Susurra.
Exhaló temblorosa.
— Harás que quiera cogerte.
— Siempre quieres. — Pasa su mano por mi cintura y me toma en brazos.
Me deja caer en la cama haciendo que mi cuerpo rebote contra el colchón. Se apoya en el filo de la cama y presiona su dedo índice en mi rodilla. Abro las piernas y él se acomoda entre ellas.
—Mira, se abren para mí sin esfuerzo.— Dice con un tono burlón.
— Sé que crees que me estás llevando a la cama—Nico coloca su mano en mi vientre y sube, arrastrando mi camisa en el proceso.— Pero soy yo quien te lleva a la cama, facilote— Nico se ríe.
El rostro de Nico se torna torturado cuando alza mi camisa y nota que mis pechos están desnudos. Expuestos.
Relame sus labios. Baja la mirada, agitado y alza levemente mi falda para corroborar que no uso bragas.
Observa mi núcleo por unos instantes y luego vuelve a mi rostro sonrojado.
—No debería —dice, con los ojos fijos en mi pecho— Sí, quizás lo soy.
Nico coloca una de sus manos sobre mí senos y aprieta con suavidad.
Bendición a todos los malditos dioses, casi alcanzo el clímax al sentir sus manos mientras agarra mis pechos.
—¿Sabes? Nunca imaginé que serían tan suaves— Murmura.
Está mirando mis pechos como si fuera un niño de trece años que descubre las revistas de desnudos de su padre por primera vez.
En lo que parece ser un capricho, se inclina hacia delante y toma un pezón en su boca. Un jadeo sorprendido se escapa de mí ante la sensación.
Hace lo mismo con el otro. Dando la misma atención cada seno. Siento el metal en sus labios rozar mi piel.
Nico sube su mano y mete dos dedos en mi boca para mantenerla abierta, reparte besos en mi cuello antes de tomar mi boca con fervor y deseo.
Los dos estamos jugando a un juego peligroso. Borra eso, yo estoy jugando a un juego peligroso. Esto está mal y es probable que Nico ni siquiera sepa que se está jugando a algo. Baja sus besos a mi vientre y lame mi piel, eso manda pulsaciones de placer por todo mi cuerpo. Gimo con necesidad.
Desliza mi falda a traves de mis piernas con facilidad y me quita la camisa por encima de la cabeza.
— ¿Puedes follarme ya?— Pregunto con la voz entre cortada.
Nico di Angelo Pov.
S hacerla enojar termina con ella desnuda y en mi cama, no creo que deje de hacerlo nunca. Mirando el rostro sonrojado de Juliet y su piel suave llamando a mi boca, tengo que agradecerle a todos los dioses por darme esta oportunidad.
¿Puedes follarme ya? No necesita pedírmelo dos veces. Su mirada sigue mis manos mientras acaricio mi polla, con sus bonitos iris lila ardiendo.
—Te odio—Murmura. Se me escapa una risa mientras me acerco.
—Me odiarás aún más cuando no puedas caminar mañana.
—¿Eso es una promesa?
—Es una garantía—Presiono mis labios contra los de ella antes de que pueda decir algo más. Si ella sigue hablando, estoy bastante seguro de que no duraré más de medio segundo. Ella se acuesta boca arriba y separa de sus rodillas, mostrándome su dulce centro mojado y listo. Respiro hondo.
— Usa condón.— Exige con una voz demandante y totalmente sería.
Solo lo usamos cuando está molesta conmigo. Es una forma de castigo.
— Estás torturándome ahora.
— Úsalo o me voy.
Aprieto los dientes. Busco en el cajón de mi mesilla de noche, saco uno de los sobres y lo abro. Lo coloco sobre mi miembro y mi cuerpo vibra. La beso de nuevo, saboreando su dulce lengua. Su gemido desesperado rompe nuestro beso y su espalda se arquea en un gemido sin aliento cuando mis nudillos rozan su núcleo sensible.
—No seas bromista—Me reprende. Me retiro con una amplia sonrisa.
—No es una broma—Arrastro mi miembro a lo largo de su centro y la veo soltar un suave sonido de placer.—Solo sé lo que te gusta— Presiono solo la punta hacia adentro y Juliet gime tan fuerte que me veo obligado a taparle la boca con una mano. —Los demás campistas están durmiendo—Susurro, y ella se estremece cuando mis labios rozan su oreja.
—Y realmente quiero guardarme tus dulces gemidos solo para mí—Mueve sus caderas contra las mías, buscando mi miembro para llenarla.
Le doy lo que quiere.
Me deslizo y veo cómo sus ojos se ponen en blanco.
Está tan jodidamente apretada que apenas puedo moverme sin sentir la resistencia. Intento relajarla quitando mi mano de su boca para presionarla contra su clítoris y la otra sobre sus perfectas tetas llenas y redondas.
—Vamos. Toma todo de mí.— Su frente se arruga.
—¿Hay más?— Contengo la risa cuando veo su cara de incredulidad, aún no se acostumbra y pregunta lo mismo todas las veces.— Dioses.
—Lo haces bien, conejita—. Estoy sosteniendo la parte posterior de su cabeza, flotando sobre sus labios.
Ella se relaja en mi agarre y empujo, sintiendo sus dedos clavarse en mi espalda mientras ahoga un grito de placer en mi hombro.
—No pares—Dice sin aliento. Podría estar sufriendo un maldito ataque al corazón y aun así no pararía.—Más fuerte— Exige, y dudo ante la orden gutural, pero hago lo que dice.
Muevo sus piernas sobre mis hombros, sosteniéndola firmemente contra mí. Los dedos de sus pies se curvan y se estiran cuando avanzo.
Ella gime, aprieta el edredón con el puño y abre la boca, moviendo su cuerpo con cada embestida.
—Dioses, justo ahí— Escuchar su voz jadeando y su satisfacción me da un puto complejo de dios. Este podría ser mi momento favorito para escuchar su voz y no quiero que deje de hacerlo nunca. Me inclino hacia adelante y llevo mi mano a la parte posterior de su cabeza para levantar su boca y besarme. Ella rodea mi cuello con sus brazos, tan ida que ni siquiera puede corresponder el beso correctamente.
—¿Cómo eres flexible?—Pregunto, viendo cómo está doblada. Su risa sin aliento me responde antes que ella.
— Cállate, Di Angelo— Juliet los envuelve alrededor de mi cintura y me besa con un tirón desesperado.
Me sorprende lo mucho que quiero estar cara a cara, ya que el misionero no es mi opción favorita.
Soy el único que piensa que debido a que me abraza con tanta fuerza, sus tetas se aplastan contra mi pecho y me muerde el hombro. Con lo grande que es su personalidad, casi me olvido que es mucho más pequeña que yo.
Es obvio cuando estoy flotando sobre ella y su pequeño cuerpo se aferra a mí con tanta fuerza.—No creo poder —Aplico solo un toque de presión y veo cómo se rompe. Su gemido agudo y ahogado envía un voltaje a mi polla, estoy tan cerca que puedo sentir cada músculo de mi cuerpo tensarse.
—Dioses, Juliet.—Mis palabras son roncas al salir. Con ella pulsando a mi alrededor, aguanto su orgasmo tanto como puedo. Luego, con una fuerza que no sabía que poseía, Juliet nos da la vuelta para sentarnos encima de mí. Los ojos oscuros se iluminan.
—Vas a venir cuando yo te diga que lo hagas.— Joder. Estoy haciendo todo lo que está en mi poder para no hacerlo, pero sus senos redondos se deslizan por mi pecho y entro. Absolutamente jodidamente hipnotizado. Cuando ve mi desesperación, sonríe satisfecha.
Ella me sonríe y se levanta más alto, sacándome, mi erección ruega volver a entrar dentro de ella.
—Necesito comer, conejita—Le ruego. Ella se inclina, su boca a centímetros de la mía. Rozando la mía.
—Di por favor.
—Por favor—La respuesta rápida debe satisfacerla porque sostiene la base y se sienta de una vez, enterrada hasta la empuñadura. —Conejita… Oh, joder, eso es, bebé—. Con un perezoso movimiento de sus caderas, veo un destello blanco y las puertas del cielo a través del vertiginoso conjunto de luces detrás de mis ojos. Iría como un hombre feliz.
—Fóllame, Juliet.— Le ordeno, mis dedos se hunden en su carne cuando lo hace, lentamente.
Es casi divertido que la única vez que me escucha es cuando mi miembro está dentro de ella. Aunque no logro expresar ese pensamiento porque las palmas de Juliet aterrizan justo en mi pecho mientras me trabaja dentro tan lento dentro de ella que podría caer desmayado. Su sonrisa complaciente me dice que se está conteniendo.
—¿Ahora quién está bromeando?— Ella gira el hombro.
—Verte sufrir, me trae alegría.
—No tendrás éxito.
—Creo que ya gane— Ella sonríe y observa cómo mis abdominales se tensan con cada giro de sus caderas.
—Solo uno de nosotros gana en este juego y, cariño, yo nunca pierdo— Si tiene la intención de estar de acuerdo o responder con una refutación, no lo he oído. En un movimiento rápido, le agarro sus muñecas y la colocó boca abajo. Juliet se arrodilla mientras la levanto para apoyar su cabeza contra mi hombro, con la boca entre abierta de placer. No creo haber sido tan duro en mi vida. Con la forma en la que se enciende cada nervio de mi cuerpo.
Estoy seguro de que dentro de poco podría reemplazar la hoguera del campamento mestizo. Maldición.
— No me gustas—Dice entre jadeos.
—Dímelo otra vez cuando no esté dentro de ti—Su coño se aprieta a mi alrededor, y cuando intenta mover su trasero contra mí, la mantengo quieta con un gemido ronco atascado en mi garganta.—Me gusta que estés a cargo, pero seamos claros. Este coño es mío y yo lo cuidaré—Gruño y esas deben ser las únicas palabras que Juliet necesita porque su rostro se tensa en éxtasis y se deshace cuando me inclino para dar golpes en su punto dulce.
La posición profunda desencadena mi propia liberación. Mi frente cae en la curva de su cuello cuando Juliet cae sobre su vientre. Apoyo mi peso sobre mis antebrazos para no aplastarla.
Una capa de sudor cubre mi cuerpo y su dulce olor abraza cada centímetro de mi piel. Esa chispa de euforia no ha desaparecido y el placer recorre mis huesos queriendo más. Alejándonos lo suficiente para estar hombro contra hombro mientras miramos al techo.
—Eso fue…
—Sí—Exhalo. Cuando los latidos de mi corazón se estabilizan, me vuelvo hacia ella.—Cinco minutos y luego podremos continuar— Le aviso
—¿Cinco minutos?—Ella mira horrorizada.—Voy a necesitar entre uno y tres días hábiles y algunos electrolitos importantes—Me reí.
—¿Qué tal diez minutos y traeré un poco de agua?— Ella solo hace una mueca, probablemente porque está felizmente distraída por mi cuerpo desnudo.— Eres una pervertida sin remedio, dioses.—Me levanto de la cama para desechar el condón y me pongo el chándal solo para que ella me abuchee en un gesto molesto.
— Esta es la última vez.— Se remueve en la cama y me lanza una mirada.
— Sí, es la última.— Le respondo. Aunque ya hemos dicho lo mismo unas miles de veces.— La última.
Me dormí y cuando desperté Juliet no estaba en mi cama. Suspiró cansado.
Juliet se va y ni siquiera se despide. Al igual que todas las veces anteriores, desde hace dos semanas. Qué idiota.
Juliet Laurent Pov.
PENSÉ que todo eso de «No podrás caminar mañana» era una mentira que los hombres decían para inflar sus propios egos. Es una conclusión creíble teniendo en cuenta que nadie ha sido capaz de hacer una promesa sobre su palabra. Antes. Pero Niccolo di Angelo tiene una habilidad especial para demostrar que estoy equivocado. Seis veces. Hizo que mis extremidades se gelatinizaran y envío mi cuerpo a orbitar al espacio, seis veces.
Malditos hijos de los tres grandes y su resistencia infinita.
Parte de estar en un Campamento es estar activo, no puedo simplemente ir por allí arrastrándome a todos lados.
Dos semanas de esto me ha desgastado físicamente.
También ha hecho que me brille más la piel, pero eso es otra cosa. Por todos los dioses. Mi cuerpo claramente está disfrutando de la tonta y maravillosa decisión de acostarme con Nico.
Ni siquiera necesitaba una alarma esta mañana con todo el canto de mis ovarios. Cada vez que lo veo siento un terrible calor en todo el cuerpo. A mi cerebro no parece interesarle que mi cuerpo esté siendo apaleado todas las noches desde hace dos semanas si aún puede recibir su dosis de esas ricas y adictivas hormonas del placer.
Soy la hija de Eros. Esto del deseo sexual es un tema complejo para mí.
Decidimos mantenerlos los más alejados posibles durante el día por qué somos demasiados obvios. Dos personas que se odian a muerte no puede pasar a llevarse bien de un día a otro sin levantar sospechas. Así que fingimos tener esta Guerra Fría por la paz mental de los Campistas.
— Y entonces él dijo «No sé si quiero una relación» ¿Qué significa eso?— Me cuestiona la hija de Hécate.
Parpadeó varias veces y una sonrisa forzada se desliza en mis labios. Tomó sus manos y la miro a los ojos.
— Creo que no quiere una relación, cariño— Le explico suavemente.
— Pero dijo que me quería.— Susurra con cierto dolor y desesperanza en su voz femenina. Me acercó y acaricio su cabello con ternura.— Dijo que…
Tardo mucho tiempo en consolarla. La dejo hablar y desahogarse. Solo me quedo allí y le ofrezco pañuelos. Doy palmadas en su espalda y acaricio su cabello trenzado perfectamente. Por fin parece calmarse después de una hora y deja de llorar por completo.
— Hablaremos más tarde. Tengo algo que atender.— Le indico y ella asiente con la cara—Mírame. No lo llames.— Le ordeno con voz demandante.
La hija de Hécate asiente con la cabeza y yo me levanto. Me dirijo hacia la cabaña de Afrodita para ayudarlos con el aniversario de la batalla contra la diosa de la tierra.
O eso intento, por qué en el camino Percy me detiene para pedir consejo
— ¡Julieta! ¿Podemos practicar? No dejo de tartamudear…— Me explica.
Suspiro y asiento con la cabeza.
— Bien, pero tendrás que acompañarme entonces.
Así que mientras me acompaña a la casa grande para buscar algunas viejas decoraciones, Percy me recita la propuesta que preparamos para Annabeth hace una semana.
El chico ya empezó a planear su boda o luna de miel y ni siquiera ha hecho la propuesta. Simplemente, asume que Annabeth aceptará. No lo culpo.
Por qué yo también lo asumo.
Se que esos dos se aman.
— Annabeth, hemos pasado mucho juntos. Salvamos al mundo, peleamos con dioses, gigantes y Titanes —Tomo una caja de cartón y reviso su interior con curiosidad. No hay decoraciones, solo viejos botines de guerra —Y no hubiera querido hacerlo con nadie más. Si pudimos enfrentar tantas adversidades juntos, no creo poder enfrentar el resto de mi vida si ti. Cásate conmigo.
Tomo otra caja y me giró para darle una sonrisa tierna al hijo de Poseidón.
— Eso es hermoso, Percy.— Exclamo—¿Qué te parece el vestido?
Le muestro una foto en mi teléfono.
— Te ves como una niña rica de la alta sociedad. Das la impresión de decir «El pobre es pobre por qué quiere»
— Sí, eso es lo que buscó.— Meto el teléfono en mi bolsillo y por fin logro encontrar la caja que estoy buscando.— ¿Puedes ayudarme?— Pregunto.
Percy asiente con la cabeza y toma la caja sin esfuerzo. Es fuerte.
— Llévala a la cabaña de Afrodita.— Le pido y Percy hace un gesto similar al de un soldadito de juguete.
— A sus órdenes, capitán.— Dice antes de irse de forma burlona.
Cuando paso por la sala de la casa grande con una caja en mis brazos noto como sobresale una cabellera negra del sofá. Frunsco el ceño. Me detengo y camino hacia el sofá, Nico está allí acostado con los pies sobre él reposa brazos. Cuando me mira su expresión aburrida se torna suave.
— ¿Solucionándole la vida a los demás?— Me cuestiona.
— Haz algo útil.— Dejo caer la caja sobre su regazo y a Nico se le escapa todo el aire de sus pulmones.— Lleva eso a la cabaña de Afrodita.— Pido.
— ¿Ni siquiera me darás un beso?— Me cuestiona y me inclino para besar su frente.— Un beso de verdad.
Miro a ambos lados. Asegurándome de que no haya espectadores.
Me apoyo del respaldar del sofá y me estiró para cubrir su boca con la mía. Nico golpea su lengua contra la mía y se enreda a su alrededor. Cuando me apartó de él lo suficiente, el bastardo muerde mi labio inferior con fuerza.
— Oye.— Me quejó con dolor, cubriendo mi labio inferior.
— Dejaste caer una puta caja en mi estómago. No te quejes.— Se levanta, pero antes de dirigirse hacia la puerta se acerca para recibir otro beso.—Nos vemos en la noche, y ponte bragas, me gusta el ejercicio de quitártelas.
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo y apoyen mucho la historia. No comentarios, no capitulos nuevos.
Me encanta que siempre hago a Nico muy diferente a las protagonistas.
Literalmente son ellos dos;
Nico en este capítulo.
Bye bye.
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