Bad vibes
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Capitulo 12.
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Nico di Angelo Pov.
— ¡Nico!— Grita Jason.
No me importa lo que diga. Estoy tan molesto que ni siquiera quiero hablar del tema. Solo quiero ir a mi cabaña.
— ¡Cállate! ¡No quiero hablar!— Chillo molesto por qué no me dejo golpear a Malcolm como quería.— ¡Solo! ¡Vete!
— ¿Qué está pasan—Su voz se corta cuando me cierro la puerta en la cara.
Creo que pase los siguientes veinte minutos golpeando y rompiendo todo lo que tenía al alcance en mi cabaña. Caí sentado en mi cama, agitado. Solo me detuve cuando empezó a dolerme la garganta y ya no podía gritar más.
Hubo un minuto de silencio antes de que escuchará la voz de Jason del otro lado de la puerta decir;
— Puedo notar que estás enojado.— Dice Jason con voz confusa—Volveré cuando te sientas más calmado.
Otra vez me trata como su paciente.
Fruncí el ceño ante sus palabras y puse los ojos en blanco antes de susurrar; ¿Qué carajos Jason?
No volví a salir esa noche. Se suponía que debía ir a buscar a Juliet, pero no me podía levantar de la cama. Admito que me sentí tentado a hacerlo, pero al final pase la noche sobre pensado la escena que había visto en el templo.
¿Por qué Juliet sentía la necesidad de hablar con Malcolm? ¿De qué estaban hablando en primero lugar?
Pase alrededor de dos horas mirando la puerta de mi cabaña, esperando que Juliet tocara la puerta.
Por un segundo realmente creí haber sentido su intensa aura del otro lado de la puerta, pero quizás fue mi cerebro jugándome una broma.
Ella nunca vino. Quería poder discutir el asunto, pero no me atrevía a ir.
Obviamente no le intereso.
A la mañana siguiente decidí seguir un consejo que Jason me dio cuando inició el campamento mestizo.
No me desagrada Malcolm.
No tanto.
Es un tipo perspicaz e inteligente, el único problema que tengo con él es que acepto salir con juliet. Y Jason me hizo reflexionar que tratarlo mal no era justo para él. Así que me voy a disculpar por arruinar su cita.
— Oye, Malcolm.
El rubio ceniza se gira y cuando se da cuenta de a quien pertenece la voz se tensa visiblemente y frunce el ceño.
—¿Qué necesitas?— Pregunta de una forma bastante servicial y formal.
Maldito. Una sonrisa forzada se extiende en mi rostro y siento la necesidad de golpearlo en la cara.
Le sale tan natural ser buena persona que me hace sentir como un bárbaro.
— Lo siento por fastidiar tu cita con Julieta esa vez—Digo entre dientes y me fuerza a sonreír—No tenías por qué quedar atrapado en nuestro…— Saborea las palabras — Juego.
Las líneas en el rostro de Malcolm se desdibujaron, su expresión cautelosa se suavizó por completo. Jodido tonto, ni siquiera puede leer entre líneas.
Bajo la mirada y veo el broche dorado en la manga de su camisa en forma de arco con la punta de corazón.
— Ah.—Parpadeo varias veces.—Yo no, me esperaba esto.—Admite, se endereza y me mira con solemnidad — Bueno, gracias por disculparte.
—Ella es piscis y tú géminis.— Le doy un par de palmadas en el hombro, creo que demasiado fuerte porque su hombro cayó hacia exageradamente hacia un lado.—No habría funcionado de todos modos.— Digo con un falso tono alegre. Malcolm frunce el ceño.
Aparta suavemente mi mano de su hombro y parpadea varias veces.
— Supongo que tienes razón.— Me da la razón —Tú eres acuario, tal vez por eso se llevan tan mal.— Agrega.
Mi sonrisa desaparece.
¿A qué viene eso?
¿Quién coño cree realmente en los signos zodiacales?
— … — Empuja el interior de mi mejilla con la lengua.—Esa cosa de los signos es una estupidez.
— Pero tú dijiste.— Lo interrumpo.
— Como tú y Juliet ya no están saliendo, no necesitas esto —Estiro la mano y la cierro alrededor del broche en la manga de su camisa.—Así que solo voy a quitártelo.— Tanteo.
Malcolm retrocede con rapidez.
— Lo conservaré. Juliet me lo dio.— Me indica con la voz agitada.
Siento la vena en mi frente palpitar.
— Sí, pero ya no están saliendo.—Me acercó y Malcolm retrocede y se lleva la mano al pecho. Apretó los dientes— No puedes conservarlo.— Arrastró las palabras haciendo notar mi furia.
— Dije que no.— Exclama.
Nos quedamos unos segundos en silencio mirándonos mutuamente antes de que me abalanzara sobre él para arrancarle el maldito broche.
— ¡Suelto!
—¡Suéltalo tú!
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— ¿Qué carajos te pasa?— Me grita Juliet entre susurros. Trato de actuar normal, pero no puedo dejar de verle la cara. Se siente como si lleváramos días sin vernos, aunque solo fueron unas horas sin hablarnos—¿Por qué golpeaste a Malcolm?— Me cuestiona.
¿Otra vez Malcolm? ¿Por qué no pregunta por mí? ¡Soy yo quien se acuesta con ella durante los últimos días! ¡Debería preocuparse por mí!
— ¿Por qué lo defiendes?— Pregunto ofendido y con un tono molesto—¿Por qué no preguntas «Nico, ¿Qué te hizo Malcom para que golpearas?»
Juliet alza una ceja. Tiene una cara tan bonita que no puedo dejar de ver la forma en que sus labios se mueven.
Por un momento olvidó que quiero preguntarle por su conversación con Malcolm, pero no quiero admitir que básicamente la seguí por el bosque. Y eso es raro hasta para mis estándares.
Juliet parpadea lentamente.
— ¿Es broma?— Pregunta.
Apretó la mandíbula.
— No.
La castaña teñida respira hondo y veo en sus ojos lilas como decide darme el beneficio de la duda. No es que me lo merezca por supuesto, pero bueno.
— Nico, ¿Qué te hizo Malcolm?— Pregunto la hija de Eros.
Mierda. No esperaba que realmente lo preguntara. No tengo excusa.
—…— Quiero reírme, por qué no tengo ningún tipo de excusa y yo empecé la pelea frente a todos.
Juliet gruñe.
— Lo sabía— Me señala —¡Lo que pasa es que estás loco!— Me acusa y empiezo a pensar que es verdad. Se acerca y susurra.—Por qué no hay forma de que Malcolm empiece una pelea, el sí es una persona decente.
— Oh, claro. Te encanta el decente Malcolm.— Contraatacó exaltado.
La castaña frunce el ceño y cruza sus brazos sobre su pecho.
— ¿Qué te pasa? Ayer ni siquiera te apareciste en mi cabaña.— Pregunta con seriedad—¿Estás en tus días?
Abro la boca, indignado.
— Sabes qué.— Me quito la bolsa de hielo de la mejilla— No quiero hablar contigo ahora mismo.— Bufo.
Ella me miró con incredulidad.
— ¿Qué? ¿Por qué?
Apretó la mandíbula.
— Me molesta ver tu cara.
— ¿En serio no vas a hablarme?
No le respondo, paso a su lado, ignorando su existencia.
Salí de la enfermería y Juliet no me siguió, ella se quedó allí un tiempo antes de irse directo a su cabaña.
Desde entonces hemos pasado tres días sin hablarnos en absoluto. No sé por qué estoy tan molesto, odio verla hablar con el porqué tienen historia juntos, pero el sentimiento de anhelo solo crece con cada día. La odio.
Esto debe ser otros de sus planes elaborados para molestarme. Solo ella puede hacerme sentir tan miserable.
¿Estaban saliendo de nuevo? Si fuese así, Juliet me lo diría ¿Verdad?
— Da igual, son perfectos juntos.— Lanzó una rama vieja con fuerza al espesor del bosque, de inmediato la Señorita O'Leary se lanzó entre la hierba para buscar la rama.
Al principio una parte de mí creía que si no le hablaba la estaba castigando, pero empiezo a pensar que soy yo quien está siendo castigado.
Saco el broche dorado en forma de arco de mi bolsillo y acaricio el metal con mi dedo pulgar en círculos.
Maldita sea me arden los ojos.
— Que estúpido...— Murmuro.
Quiero hablar con Juliet, pero ella también empezó a ignorarme.
Y mientras más tiempo pase, siento que será más difícil hablar por qué el ambiente ya se volvió incómoda entre nosotros cada vez que nos topamos.
Los romanos llegaron al campamento Mestizo antes de lo esperado.
Y mi plan de hablar ese día con juliet se arruinó por completo.
Mi hermana, la hija de versión Romana de Hades. Estaba tan emocionada de verme que no se despegó de mí en todo el día.
Quiero a mi hermana menor, pero desde que no hablo con Juliet no duermo y no tengo apetito.
En este punto solo quiero terminar con esto y volver a hablarle.
— ¡Nico!— Exclamó en voz alta una voz femenina que reconozco.
Dio un salto sobre mi asiento y miro en la dirección de la voz. La morena de ojos cálidos me mira alzando una ceja, confusa por la falta de respuesta.
— ¿Puedes repetir lo que dijiste?— Pregunto volviendo a enterrar mi cubierto dentro del espagueti.
— Pregunté; ¿Cómo te está yendo en el campamento?— Repitió Hazel.
— Nada nuevo.— Murmuro y desvío la mirada hacia la mesa de Afrodita.
Juliet come y charla con los hijos de la diosa del amor. Ella luce tan natural al hablar y reírse con sus tía/os. Sus ojos brillan a la luz del fuego y parece tan tranquila y feliz. Dudo que le afecte el contacto cero que ahora mantenemos, seguramente le importo una mierda.
— ¿Nada nuevo?— Me cuestionó Leo con una sonrisita burlona y me miró con ojos brillantes.— Este verano Nico y Juliet se hicieron muy amigos.— Se jacta el moreno.— Son así.— Cruza los dedos índice y medio. Sonriente.
— ¿En serio?— Dice Hazel con una voz llena de sorpresa.
Mastico lentamente el contenido de mi boca y trago grueso.
— No es nada de eso, solo decidimos no pelear como niños de kínder.— Le resto importancia y vuelvo a mirar en dirección a la mesa de Afrodita.
— No te das el suficiente crédito.— Dice Leo con tono burlón y se dirige hacia Hazel.— Son muuy compatibles. Tienen tantas cosas en común ¿No?
Mi sangre arde dentro de mis venas y se extiende por todo mi cuerpo, y se acumula justo en mi rostro.
Hijo de perra, lo sabe.
Mi corazón de agitada dentro de mi pecho y siento que se escapara por mi boca en cualquier momento. Los ojos marrones de Leo me miran con cierta picardía y burla mientras mastica.
¿Cómo lo sabe? Fuimos discretos.
¿Fuimos discretos?
¡Claro que no!
— Eso es genial, Nico.— Me halaga mi hermana menor.— Juliet es agradable y una buena amiga para Annabeth.
— Ciertamente, es MUCHO mejor amiga para Nico.— Se burla Leo.
Piper quien estaba sentada al lado del moreno, se atraganta con la comida y le da un codazo en las costillas.
— Leo.— Lo regaña Piper en vos baja, y me da esa mirada de disculpa.
¡Me quiero morir! ¡Ella también lo sabe! ¡No, no, no…! ¡Dioses! ¡Si todos mis amigos se enteran, van a pensar que soy un hablador de mierda!
Pase los últimos cuatro años quejándome de Juliet.
Diciendo a todo el que estuviera dispuesto a escuchar que es la peor persona sobre la tierra. Insoportable, tonta, clasista, francesas (creo que ser francés y clasista son lo mismo) y que sobre todas las cosas NUNCA íbamos a ser amigos. Dije tantas veces preferir que un perro del infierno se coma mi brazo antes de ser amable con ella que es sinceramente ridículo.
Todas esas peleas e insultos frente a todos. Los gritos. Por los dioses.
Si tan solo hubiera sido un poco discreto con mi «odio» hacia ella, no me sentiría tan avergonzado de que me vean arrastrando justamente por la persona que dije que nunca iba a estar en buenos términos. Nunca.
Di una larga inspiración.
Soy un hipócrita.
¡Un maldito hipócrita!
— ¿Estás bien Nico?— Pregunta Annabeth con el ceño fruncido.
Todos me miran.
— ¡Leo te compro dos conejos para tu cumpleaños!— Le gritó a Hazel y hay una exclamación colectiva en la mesa.
— ¿En serio?— Pregunta Hazel con genuina emoción en su voz.
— ¿En serio?— Pregunta Frank con incredulidad y recelo.
Leo se ríe nerviosamente.
Tomo mi plato y hago un viaje de sombras hacia mi cabaña.
(...)
Juliet Laurent Pov.
El día de la celebración de la victoria.
— Malcolm, sé que te hice perder el tiempo y me siento mal por ello.—Le digo, jugando distraídamente con un mechón de mi cabello castaño— Eres fantástico, demasiado bueno, pero creo que buscar pareja con base en encuestas de compatibilidad no es lo mejor para mí.— Explico decaída.
Malcolm se quita los lentes y soba su entrecejo luciendo frustrado.
— ¿No hay nada que pueda hacer?— Me pregunta con dolor en su voz.
— Es que… No tengo sentimientos románticos por ti.— Me atrevo a decir finalmente y Malcolm suspira, aun así veo el entendimiento en su rostro—De verdad lo siento, yo…— Susurro con la voz apagada —Debí hablar contigo antes, pero me sentía culpable.
— Bueno, gracias por decírmelo.—Se vuelve a poner los lentes —Será más fácil sabiendo que no sientes nada por mí.— No hay reproche en su voz.
Lo miro a los ojos.
— Oye, eres el chico perfecto.—Admito con voz suave— Solo una tonta como yo no aprecia eso.
Alcanzó su mano y le doy un apretón. Aunque hay cierta tristeza en sus ojos grises, parece llevarlo bien.
— No creo que seas tonta.—Responde con sinceridad y me mira finalmente—No puedes obligarte a sentir algo que en realidad no sientes.
Entorno los ojos.
—Si me molestara contigo por eso, yo sería el tonto.— Admite el rubio.
Me acerco y le doy un beso en la mejilla en forma de consuelo.
— ¿Estamos bien?
— Estamos bien, Julieta.— Concluye.—Aunque me tomara algo de tiempo hacerme a la idea. — Afirma.
— ¿Aún somos amigos?— Pregunto.
Él sonríe apenas.
— Claro que sí.
Mi piel se eriza cuando escucho un grito ahogado a lo lejos.
Me giró hacia atrás y miro hacia los lados, pero no veo nada por mi limitado campo de visión.
Podría jurar que sono como una cabra, justo como esos animales gritones que hay en el zoológico.
— ¿Escuchaste eso?
— Sí…—Confirma Malcolm —Qué raro, sonó como un insulto.
Vuelvo a la fiesta y noto rápidamente que Nico no está entre los presentes.
Pongo los ojos en blanco y me río al pensar que se fue a su cabaña como un cangrejo ermitaño. Esa imagen me mantuvo de buen humor el resto de la fiesta, así que charlo y bebo «cerveza» de mantequilla el resto de la noche.
Vuelvo a mi cabaña antes de que la fiesta se termina y espero a que Nico toque mi ventana, la abro y entonces él me arrastre a su cabaña como saco de papas. Es divertido. Creo que se ha vuelto una tradición entre nosotros.
Me siento en la cama mirando hacia la ventana que dejó abierta para que él pueda entrar y llevarme con él.
Normalmente es muy puntual, se aparece en el instante en que todos entraban en sus cabañas y pasamos el resto de la noche juntos. Nos damos una ducha rápida o un largo baño.
Pasamos una gran parte de la noche viboreando sobre los otros Campistas. Somos malos, nos burlamos de todos, pero es divertido hacerlo juntos.
Pasaron 10 minutos.
Luego 20 minutos.
Y esos 20 se hicieron 30 minutos.
Y esos 30 minutos se convirtieron en una hora, y él nunca se tarda tanto.
Espere unos minutos más.
Tome una chaqueta y salí por la ventana de forma silenciosa.
Llegué a la cabaña 13 como si fuera una criminal o un mapache y me pare frente a la puerta de color oscuro.
Extendí mi mano para golpear la madera, pero retrocedí.
No fue hasta que vi la placa que identificaba a la cabaña del dios del inframundo que me di cuenta de que quizás Nico no había ido a mi cabaña esta noche, por qué simplemente no estaba de humor para hacerlo.
Puede que esté cansando y quiera descansar en lugar de estar conmigo.
No debería molestarlo.
Relamí mis labios y me alejé de la puerta para regresar a mi cabaña.
A la mañana siguiente pensado que decirle cuando lo viera, cuando Piper me dijo que Nico se había peleado con Malcolm y estaban en la enfermería siendo reñidos por Quiron. Dioses.
Quería defender su honor, y decir que era solo un rumor, pero vamos…
Es Nico.
No necesito confirmarlo para saber que él empezó la pelea y la termino.
Igualmente, fui a la casa grande para gritarle por haber golpeado al hijo de Atenea, obviamente lo negó, por qué es un egocéntrico orgulloso, pero era obvio que había pasado. Es horrible. Incluso estando molesta, ver cómo su mejilla estaba hinchada y roja hizo que quisiera acercarme y besarlo.
Claro que cinco segundos después quería dejarle la otra mejilla roja e hinchada por ser grosera conmigo.
— ¿En serio no vas a hablarme?— Le digo sin aliento, incrédula.
Nico me da una esas miradas glaciares y carentes de brillo, como lo hace con el resto de los Campistas. Y me ignora.
Él solo pasa a mi lado como si no fuera nada y no me responde.
Solo se va, sin mirar atrás.
Mi ojo derecho empezó a temblar.
No lo podía creer.
¿Pero qué me sorprende? Nico es un hombre después de todo.
¿Él me está ignorando? ¡Ese maldito emo de cuarta me ignora…! ¿Quién sé creer que es? ¡Maldito granjero!
Me fui directo a mi cabaña con la visión de tubo y antes de darme cuenta había hecho un desastre.
Algo para nada propio de mí.
Inspire con fuerza y me cubrí la boca con ambas manos al ver las plumas de ganso volar por mi cabaña. Mi pobre y muy muy cara almohada había sido ferozmente apuñalada. Bueno, quizás también rompí todos mis tasas, platos y juegos de té. En realidad todo lo que fuera de cerámica pereció ese día.
Fue trágico.
¡Él…! ¡Él!
¡Él me estaba haciendo la ley del hielo como si no fuera nada…!
Y no somos una pareja
No somos nada, pero aun así.
¿No debería ser algo amable?
Quizás él solo…
Quizás solo quiera terminar lo que sea que estaba pasando y no tenía el valor para decírmelo a la cara. Así que solo iba a ignorarme como un jodido cobarde en lugar de hablar conmigo directamente como un adulto.
¡Él es maldito un anciano! ¡Debería ser más maduro que yo!
Lo odio, lo odio, lo odio…
¡Ni siquiera se ha molestado en venir a hablarme! ¡Han pasado días!
— ¿Juliet?— Escucho la voz de Annabeth resonar en mi cabaña.
Escucho sus pasos venir hacia mi habitación y luego abrir la puerta.
— ¿Juliet…? Te perdiste el desayuno.— Dice con voz preocupada.
— ¿Ya pasó la hora?— Pregunto confundida, miro el reloj en mi mesita de noche y efectivamente se había pasado la hora del almuerzo.
— Juliet, este lugar es un desastre— Exhala sorprendida —Tú no eres así.— Mira mi pared — ¿Dónde está tu horario para limpiar…? ¿O para las comidas? ¿O el que te dice cuándo debes entrenar para que Quiron no te llame la atención por vagar?
— Los rompí.— Murmuro.
Annabeth me mira confundida.
— ¿Por qué?
— Por qué perdí el control de mi vida.— Admito con pesadez.
La rubia párpado varias y me miró con cierta incredulidad.
—¿Estás bien Juliet?
Mi garganta se cierra.
— Sí.— Digo con la voz entre cortada mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas y se juntan en mi barbilla para caer sobre mi camisa como una pequeña cascada de tristeza.— Sí…
— Oh, Juliet.— Annabeth se acerca y me abraza, casi inmediatamente mis lágrimas aumentan— Lo que sea que te esté molestando pasara—Empiezo a sollozar en su hombro sin parar.
Amablemente, Annabeth me consoló durante unas horas, aunque me negué a decirle la razón por la que lloraba.
Ni siquiera yo estaba segura.
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo, más cortito para que sea más digerible para ustedes por qué note que no comentan tanto en los capítulos excesivamente largos.
Nico y Juliet son muy parecidos, quizás por eso chocan tanto.
Piper y Leo los menos discretos al guardar un secreto.
Memes del capítulo;
Bye bye.
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