Capítulo 9

Ya en su alcoba, Namjoon sonrió ampliamente al ver al hombre que amaba adornando su cama casi dormido. Si bien los planes que se plantearon antes eran muy diferentes a lo que ahora harían, para el peligris seguía siendo suficiente el poder al menos abrazarlo cubiertos por las sábanas de su lecho.

— ¿Por qué Jimin sigue en este palacio? — Preguntó Seokjin cuando sintió que el contrario finalmente se había acomodado, dejándole también saber que no estaba dormido. — ¿Cuál es el verdadero motivo detrás de tantas atenciones? No es un sirviente más porque sin contar que no lo necesitas, jamás lo has tratado como a uno.

Quizás debía aprovechar la noche para estar en paz y armonía después de tantos días distantes pero simplemente no podía seguir ignorando ese tema. La incomodidad que sintió horas antes cuando los vio abrazados en la sala fue tanta que su molestia incontrolada lo hizo marcharse sin siquiera despedirse. Si bien a medio camino se arrepintió de haberse ido así, sopesar la idea de irse a su casa, el miedo que sentía y las ganas de verlo lo hicieron regresar.

Su miedo no era infundado, conocía demasiado bien a Namjoon como para no notar la forma en que sus ojos admiraban siempre a ese rubio, las sonrisa que le dedica e incluso cuando tontamente su ruborizaba cada vez que este le sonreía. Entendía algunas cosas, Jimin era un hombre con un atractivo casi envidiable e innegable.

Él también era un hombre hermoso, lo sabía, desde pequeño todos se lo decían pero el hombre que lo envolvía era alguien que si bien no era ciego y disfrutaba de la belleza, admiraba otras cosas. Esas otras cosas de Jimin que no conocía eran las que le preocupaban.

— Para alguien sin un apellido que lo respalde, este es un lugar seguro para él. No se lo pienso regresar a Min para que abuse de él una vez más. Ese infeliz no merece poner siquiera su mirada sobre Jimin.

— Se me hace que quien quiere ponerle las manos arriba a Jimin es otro. Puedo ver las miradas que le das, huelo el deseo en cada uno de tus poros, Namjoon. — Espetó algo molesto pero su humor simplemente empeoró al no escuchar una negación de su parte.

— Nunca te he dicho mentiras, Jin. Él sí me atrae, me gusta prácticamente todo de él pero a diferencia de otros bárbaros sin escrúpulos, no me acercaría a él sin su autorización. Ya me conoces, soy un hombre de cortejo que no da un paso si eso incomoda a la persona que deseo. Quien venga a mí debe ser por gusto propio.

El mayor frotó su rostro asimilando sus palabras. A veces no sabía si amaba u odiaba la honestidad de ese hombre con él. Quizás no era un hombre intachable porque cometía actos ilegales e incorrectos ya fuera al estar coludido con la piratería o el simple hecho de gustarle su mismo sexo. No obstante, habían pocos hombres como él.

— Creo que ni aunque fuésemos pareja podría molestarme contigo cuando eres tan malditamente honesto. — Se quejó conteniendo su sonrisa. — ¿Por qué no me dices que son cosas de mi imaginación y que solo me quieres a mí?

— Porque no son cosas de tu imaginación y aunque por años has sido mi mayor centro, no puedo decirte que solo te quiero a ti cuando junto a Jimin mi corazón late de la forma en que lo hace. Él es un gorrión herido que necesita cuidados y quizás cuando sane, emprenda vuelo y no lo volvamos a ver. Eso es algo que no sabemos por eso no creo que debas preocuparte.

— ¿Me dejarías por él? — Preguntó con cierto temor el castaño que se incorporaba y llevaba sus manos para acariciar su rostro, sus grises cabellos que lentamente liberó.

— Una vez te dije que la única forma de alejarme de ti es que tú mismo digas que no deseas nada más conmigo. Es por eso que aún cuando estás próximo a casarte, aún cuando has estado con otras personas en los meses que no podemos vernos, no he terminado lo nuestro. Esto que tenemos va más allá del sexo que podemos practicar con otras personas o el amor que hacemos tú y yo.

— Sin embargo, siempre he sido yo quien se acuesta con otras personas, tú muy rara vez lo has hecho al no ser por obligación con tu mujer. Por eso me preocupa el hecho de que estés tan interesado en alguien más. — Namjoon también se incorporó, atrayéndolo suavemente hacia él para abrazarlo. — No quiero perderte, Joonie.

— No lo harás. — Aseguró el peligris acariciando con sus pulgares sus mejillas, elevando su rostro hasta que sus labios quedaron a la misma altura para devorarlos con parsimonia y cariño.

Oh, ambos necesitaban mucho eso. Con cierta torpeza salieron de la cama y lentamente, fueron despojando al Gran Duque de todas las prendas de vestir que llevaba encima, sus llamativas alhajas, todo lo que no perteneciera naturalmente a su cuerpo. Entre besos y caricias, el peligris había olvidado el hecho de que le había dicho a Jimin que iría a pasar la noche con él después de despedir a quien en esos momentos estaba en su cama.

Cuando esto ocurría, Namjoon dormía sentado en una poltrona a un lado de su cama mientras el rubio se entregaba al sueño con el paisaje de su rostro frente a él. Esa noche, Jimin realmente lo necesitaba, ese fue el motivo por el cual sin poder esperarlo por más tiempo, tomó la decisión de irlo a buscar empuñando un candelabro plateado de tres velas. Frente a la habitación principal se detuvo dudando por varios minutos hasta que finalmente se atrevió a tocar con una leve excusa.

— ¿Se le ofrece algo, su excelentísimo señor? — Namjoon se separó rápidamente del castaño que continuaba besando su pecho.

— No necesitamos nada, puedes retirarte. — Habló Seokjin con su voz algo distorsionada, misma que Jimin no pudo escuchar desde el otro lado de la puerta. — ¿A dónde vas? — Preguntó reteniendo al duque. — Ahora no, ya se irá si no le contestas.

— Solo un momento, puede ser importante. — Se separó con un suave beso estirando su mano para tomar la bata colocada al costado de su cama. Recordó que le había dicho que, en caso de suceder algo lo fuese a buscar y siendo que este nunca lo hacía, solo pudo pensar en que efectivamente le había ocurrido algo.

¿Qué podría ser importante a esa hora? Jin sabía que nada, él rubio solamente preguntó qué se le ofrecía, nada más. En su sitio refunfuñó cruzándose de brazos mientras observaba a Namjoon alejarse.

— ¿Qué sucede? — Preguntó el dueño del palacio abrazando la única prenda que lo cubría.

— ¿Se le ofrece algo, señor? He pasado a preguntarle antes de irme a dormir. — Era la primera vez que veía a Namjoon con el cabello suelto o tan informal, cada vez que lo observaba estaba pulcramente vestido con sus lujosos y llamativos trajes. Era una imagen agradable, tanto que le sacó una sonrisa, sorprendiendo al peligris. — Oh...

Quizás por su repentina alegría al ver al rubio sonriendo tan naturalmente, Namjoon descuidó su puerta, misma que se abrió de par en par dejando ver al hombre desnudo en su cama. La fuerza con la que sostenía el pequeño candelabro aumentó al punto en que su mano dolía. No comprendía por qué pero estaba molesto. No era tonto, había ya notado la relación que conde y duque llevaban pero verlos así era tan diferente.

— No se me ofrece nada, Jimin. ¿Necesitas tú algo? ¿Sucede algo? Puedes decirme y...

— No sucede nada, señor. — Negó realizando una pequeña venia. —  Por favor, perdone mi intromisión y no se preocupe.

Antes de que el Duque lo dispensara, Jimin se fue con demasiadas ideas en su cabeza. A pesar de estar molesto, también estaba confundido e intrigado. No comprendía cómo alguien por gusto propio, — como veía en los ojos del conde Kim — se sometería a eso. Casi siempre era el de mayor rango quien poseía a a su acompañante es por eso que en su mente tenía la firme idea de que esto siempre era así y que quien sufría era Seokjin y no quien le brindaba un techo.

Una vez creyó en esas historias que escuchaba de otros sirvientes y esclavos, si se amaba a la persona, el sexo podía ser maravilloso pero todo aquello fueron mentiras. Leyendas sin trasfondo que pasan de boca en boca.

Él amaba a Yoongi y aún así, aquello fue un infierno y de no ser porque tuvo que hacerlo obligado, jamás lo hubiera vuelto hacer. Eso era un acto sucio, doloroso al punto en que sus lágrimas lo sobrepasaban y sus muslos muchas veces terminaban con restos de sangre.

Quizás él se confundió con lo que vio y creía, quizás Namjoon no era tan diferente y es por eso que el conde se sometía a esa actividad sin disfrute. Aunque era raro porque si él fuera como los gobernadores Min, desde hacía meses que hubiera exigido acostarse con él y jamás hizo siquiera la menor insinuación. No entendía nada, estaba demasiado contrariado con todo eso.

— Te dije que no se le ofrecía nada. — Bufó Jin tomando la pequeña botella de aceite ubicada en su saco para entregársela a Namjoon. Esos aceites normalmente utilizados para los masajes eran caros, al no ser las personas que lo fabricaban, solamente eran adquiridos por personas de alta clase que se pudieran permitir esos gastos. — He mandado esta mañana a una de mis empleadas al mercado por esto.

Namjoon sonrió extendiendo sus manos para abrazarlo y llevarlo a su cama nuevamente. A veces ese hermoso noble podía ser alguien muy perverso, algo que sin lugar a dudas le fascinaba. Por eso, a pesar de su tenue confusión al notar la molestia en los ojos de Jimin, esa noche se concentró en amar cada centímetro de su cuerpo y ser correspondido de la misma manera.

+++

Bañado en sudor como si hubiese acabado de salir del mar, Kim Taehyung se despertó sobresaltado en la alcoba del cuartel que estaba ocupando. La noche no era tan caliente y la humedad de su cuerpo nada tenía que ver con el calor, sino con ese sueño reincidente que últimamente venía cada noche a su encuentro.

Soñaba con un enorme zafiro azul que era idéntico en su memoria a aquel que tenía y Jungkook se robó. Sin embargo, no recordaba de a dónde había salido esa maravillosa pieza azul que tanta melancolía le daba en sus sueños.

A veces pensaba que estaba ligado al pirata que debían estar a horas de ajuiciar porque eso fue lo único que se llevó cuando se marchó. Ni siquiera sabía por qué le dolió tanto que se lo llevara si la piedra en sí no era lo importante. Quizás su furia y dolor seguía siendo porque a la fecha aún se sentía abandonado sin haber recibido una explicación válida.

Bebió un vaso de agua y con una toalla húmeda volvió a limpiar su cuerpo para acostarse pero no pudo retomar el sueño. Por muchas vueltas que dio, por muchas cosas en las que quiso pensar o simplemente dejar su mente en blanco sin que nada apareciera en ella, no tuvo éxito.

Frustrado y casi refunfuñando, se vistió con su uniforme de almirante y abandonó el fuerte, rehusándose a llevar a otros soldados consigo. Cabalgó hasta el puerto, dejando su caballo amarrado en el muelle mientras recibía saludos de los marinos a guardia en el Liquidador, bergantín perteneciente a la Naviera Real de la armada bumersa que él dirigía. Sin lugar a dudas era uno de los barcos más rápidos de la flota de la realeza bumersa y muy pocos se le podían igualar en el Mar Bumer u otros.

Recordaba cuando de niños Esir los llevaba a Jungkook y a él a navegar en barcos más pequeños donde siempre soñaba en navegar los mares junto al pelinegro en un barco como ese. Él no siempre tuvo el deseo de pertenecer a la marina pero sí aborreció siempre a loa piratas que hacían cosas incorrectas. Sin embargo, sin importar lo que estuviera haciendo había una única cosa que no variaba y era que en todos aquellos sueños, ir junto a Jungkook siempre fue lo más importante.

¿Por qué ese maldito pirata lo abandonó cuando junto a él tenía todo?

Caminaba por la proa cuando divisó aún en la oscuridad del mar un bote que se alejaba casi en silencio. Lo ignoró, era muy poco lo que podía ver por el catalejo de todas formas, por lo que lo recogió y bajó hasta su camarote en donde le gustaba pasar el tiempo sintiéndose inquieto. Aquel bote seguía en su mente por lo que sin dudarlo subió ordenándole a uno de los marinos que lo acompañara y continuó en busca de su caballo hasta llegar rápidamente por tierra al punto más lejano que pudo alcanzar, encontrándose allí con un pequeño puerto de pescadores de la zona.

Haciendo uso de su rango, tomó uno de los botes, tratando de recordar la dirección en la que veía los remos moverse para así saber hacia dónde debería ir. ¿Por qué estaba siguiendo un bote cualquiera? No lo sabía pero algo le decía que tenía que hacerlo.

Ya casi cuando se estaba dando por vencido creyendo que solo se trataba de un humilde pescador que buscaba su sustento de cada día, divisó una lo que en un primer instante confundió con una pequeña antorcha encendida. Ya habían pasado dos horas remando a la velocidad que sus manos le permitieron por lo que estaba realmente agotado y aún le quedaba el trayecto de regreso.

No obstante, varias antorchas se prendieron y pudo notar que se trataba de una pequeña isla. ¿Cómo es que había un islote tan cerca de Port Bumer que él no conocía? ¿Eran esas tierras bumersas? Remaron un poco más divisando a una considerable distancia de la orilla algo que les llamó la atención.

— ¡Gran Almirante! — Exclamó el soldado señalando el barco mientras él buscaba para prender su propia antorcha y alumbrar lo que pudiera. — Za... fi... ro... — Leyó el sujeto el nombre del barco. — He escuchado hablar sobre este barco, Gran almirante, dicen que pertenece a un temible pirata. ¿Cómo es posible que esté tan cerca y nuestros guardias costeros no lo hayan divisado? ¿Gran Almirante?

Taehyung no entendía por qué pero se encontraba tontamente llorando frente a ese barco y ese nombre. Había estado soñando con un zafiro tan gigantesco como ese barco unas horas atrás y ahora veía ese barco que tan familiar le sonaba a pesar de ser la primera vez en su vida que lo veía.

Procuró secar sus lágrimas pero estas seguían brotando, su cabeza comenzaba a doler y extrañas imágenes de risas, Jungkook y él llegaron a su cabeza. ¿Por qué? ¿De qué se trataba eso? Sintiendo que alguien lo golpeaba con un cincel, sostuvo su cabeza, tratando de ver más allá, de organizar esas imágenes incoherentes pero no fue mucho lo que pudo lograr.

Él no creía en coincidencias y esa definitivamente no era una.

— Voy a subir. — Avisó pero el soldado lo detuvo. — ¿Qué haces?

— Es peligroso, Gran Almirante, iré yo primero. — Sentenció levantándose en el bote buscando mantenerse en equilibrio. Estaban cerca de una cuerda que le permitiría trepar por lo que se acercaron un poco más y, cuando la fue agarrar, un animal demasiado grande y veloz saltó desde las profundidades.

Taehyung no pudo ver nada, por el brusco movimiento la antorcha que sostenía cayó al agua y se apagó. Todo lo que escuchó fue un grito y luego el gran chapoteo que se creó cuando el soldado se perdió en el mar. Estaba loco, sabía que era absurdo lo que iba hacer, aquello podía ser un tiburón o algo parecido aunque no sabía qué saltaría tan alto y a esa velocidad pero sintiéndose culpable, se lanzó en busca del soldado.

Era tenebroso el mar que tanto amaba cuando estaba tan oscuro sin poder ver nada, algo rozó en su pierna y de no haber estado bajo el agua hubiese gritado con todo sus pulmones. Al demonio su soldado, maldecía en silencio buscando ir hacia la superficie.

Logró sacar la cabeza y respirar pero nuevamente algo rozó su pierna mientras nadaba hacia el bote siendo justo cuando tocó la madera del mismo cuando aquel animal tiró de su pierna y lo arrastró hacia abajo. Sin ver lo que era, luchó como podía, sacando el cuchillo amarrado en una de sus piernas supo que cortó al animar pero lentamente el oxígeno retenido se le iba agotando.

Todo se alumbró por unos instantes mientras sus párpados se iban cerrando, viendo incluso en lo que él creyó el momento de su mente el rostro de Jungkook. Esa maldito pirata se le aparecía en sus sueños incluso a la hora de morir. Eso fue todo lo que logró pensar antes de que cayera completamente en la inconsciencia.

— Mi pirata... — Musitó Taehyung con voz desgastada, acariciando casi sin fuerzas el rostro de un Jungkook muy confundido. Era hermoso, lo fue cuando niño, cuando adolescente y ahora que era un adulto no era diferente. — ¡Te encontré! Estás aquí.

Como si hubiese tenido una pesadilla, Kim Taehyung se despertó con falta de aire y completamente horrorizado. ¿Qué había sido ese sueño? Se sintió tan real, cada segundo de ese sueño en el que estuvo en brazos de Jungkook fue tan real que no parecía ser solo un simple sueño. De hecho, por segundos podría jurar que lo vivió pero era imposible, dejó de ver a Jungkook cuando aún eran adolescentes y no se volvieron a ver hasta que fue apresado. De hecho, en esos momentos ya debería estar muerto y...

¿Muerto?

Ahora que esa idea se acentuaba en su cabeza su corazón dolía tanto que era casi insoportable y lágrimas volvían a invadir su rostro. ¿No lo volvería a ver? ¿Por qué todo resultó siendo de esa forma? Abrazó sus rodillas para esconder su rostro y llorar como desde hacía años no lo hacía hasta que algo captó su atención.

Abrió repentinamente sus ojos mirando a su alrededor, viendo por una de las ventanas circulares cerca de él. ¿Estaba en altamar? ¿Cómo era eso posible? En su mente comenzó a organizar los hechos desde que se levantó y salió del fuerte. Habían sido atacados por un animal marino, él había caído al mar y no recordaba que hubiera nadie a su alrededor para salvarlo.

Su cabeza dolió y tuvo que buscar apoyo en una de las paredes de ese increíble camarote porque sentía también horribles nauseas.

— Las antorchas... — Musitó en un tono extremadamente bajo recordando que se acercaron a esa dirección porque vieron antorchas a unos cien metros de donde estaban. Lo más probable es que alguna de esas personas los hubiesen visto y los hubieran rescatado.

Se movió como pudo por el camarote, saliendo a un pasillo donde el el fondo había una escalera que lo llevaba a cubierta y en ese momento, no pensó en mirar o revisar nada más. Una vez en el exterior, el sol golpeó su rostro haciéndole cerrar un poco los ojos, al bajar la mirada fue que se percató que estaba descalzo pero aquello no le importó mucho, siguió en busca de alguien. Pudo divisar el islote por lo que cayó en cuenta de que lo más probables es que estuviera en el barco que intentaron requisar a escondidas en la noche.

Zafiro.

Recordando el nombre, el corazón de Taehyung volvió a agitarse, muchas imágenes poco claras venían a su mente. Imágenes que venían acompañadas de un dolor horrible que lo hizo sentarse sobre la caliente madera del suelo.

— ¡Marinero! ¡Marinero! — Exclamó esperando que su acompañase siguiese con vida como él pero no escuchó respuesta, aquello parecía casi un barco fantasma. — ¡Maldición! — Exclamó tratando de levantarse una vez más.

— ¡Bueno días, Gran Almirante! Por lo que pueden ver mis ojos finalmente está en pie y vivo. — Habló una voz a su espalda que lo hizo olvidarse de todos los malestares sentidos, del marinero, del lugar, de absolutamente todo.

Esa voz era inconfundible, no podría olvidarla así su vida dependiese de ello por lo que escucharla significaba solamente dos cosas o estaba muerto o estaba teniendo alucinaciones porque de otra forma, no se explicaba el estar escuchándolo. Sintiendo el vapor quemar sus pies, el castaño comenzó a girarse con parsimonia hasta quedar frente a un pelinegro de cabellera mojada y sin nada que cubriera su torso mirando en su dirección.

— ¿J-Jungkook?

— No hay otro como yo, Gran Almirante.

💜💜💜
Doble actualización después de un buen tiempo. Cómo han estado por aquí?🙈😘

La marea en Altamar como avisé ya comenzó a subir y por ahora no se calmará. 🙈
¿Tienen idea de lo que está pasando o pasará? 😈🙈😘
LORED

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