Capítulo 24

¿Matar a Jungkook?

Eso fue una soberana estupidez a oídos de Taehyung. Jungkook estaba bien vivo, no había forma de que lo hubiese matado, aunque, si realmente creía en las palabras que aquella bruja le decía, este podría ser un hecho futuro. Jungkook jamás fue alguien vulnerable a pesar de su precaria situación, siempre se defendió con uñas y dientes. No era una persona fácil de atrapar.

No podía decir que fuese totalmente imposible que él realmente lo matase, como Almirante y persona de buen nombre, respetaba las leyes, algo que Jungkook no hacía. Si se trataba del bien de Bumer y sus habitantes, por honor, necesidad o algo justificable, él sin duda alguna daría el paso al frente para acabar con la vida del pirata, poniendo de lado todo aquello que pudiese o no sentir. Sin embargo, tendría que haber una razón, Taehyung no mataría al hombre de negra cabellera sin más.

Necesitaba saber lo ocurrido, investigar las verdaderas causas detrás de aquel sin sentido si es que realmente existía alguna. ¿Quién era Jungkook más allá de ser un pirata cualquiera y el hombre con quien compartió parte de su infancia en esa línea de tiempo? ¿Por qué recibiría él una supuesta maldición por su culpa?

Su futuro, pasado o cualquier cosa que él hubiese vivido en aquel mundo moderno donde era un policía, no le importaba. Todo resultaba tan lejano que carecía de importancia, únicamente el presente tenía relevancia. No obstante, eso no opacaba el hecho de que estaba realmente confundido y para poder evitar lo que sea que ocurrió en el pasado o pasaría en el futuro, él necesitaba encontrar respuestas.

— ¿Por qué lo maté? — Indagó viendo a la mujer suspirar cansada buscando asiento. Era la primera vez que Taehyung la veía sin sentir cierta rareza o incluso miedo hacia su persona. — Por lo visto conoces todo lo que me ha sucedido a detalle, así que también debes saberlo.

— Lo sé, pero aunque te lo diga, no podrás evitarlo. — Taehyung frunció su ceño mientras pedía tácitamente una explicación. — Ya te lo he dicho, tienes la maldición del fénix, una maldición poderosa. Podrás renacer e incluso tener todos tus recuerdos intactos, pero esto solamente hará que las cosas fluyan ligeramente diferentes.

— No entiendo bien qué tiene que ver mis recuerdos, sería mejor saber las cosas para evitarlas.

— A medida que transitamos por este mundo, vamos creando objetos que terminan convirtiéndose en reliquias, talismanes, artículos valiosos de forma positiva o negativa, todos ellos diferentes para cada persona. Eres intrigante, todo un enigma incluso para mí porque has podido alterar muchas cosas, pero hay leyes que se mantienen. Yo no sé qué fue lo que hiciste exactamente para regresar a este tiempo, supongo que diste con algún tipo de artículo que te anclaba o unía a esta línea de tiempo, pero no sé que fue. Tu regreso no fue algo natural, tenías recuerdos y por eso, algunas cosas desde el inicio fueron alterándose.

— ¿Qué cosas se alteraron? — Preguntó Taehyung también tomando asiento.

— Trajiste artículos de tu tiempo, ese artículo que llevas en tu bolsillo te sigue atando a ese lugar. — Taehyung se detuvo para analizar sus palabras e ir dándole forma en su mente porque ella le brindaba mucha información que carecía de una estructurada organización y algunas veces no le quedaba claro a qué se refería.

Con el artículo en su bolsillo seguramente hacía referencia al teléfono que llevaba consigo. Si pensaba detenidamente en qué objeto pudo haber guardado que lo uniese a ese tiempo mientras se encontraba en el futuro, dos venían a su mente. El collar de zafiro que le pertenecía y aquel dibujo que su pseudo padre solía admirar y proteger tanto. Ahora que recordaba, hubo un punto de inflexión en su regreso cuando durante su última discusión, Taehyung rompió el retrato de Jungkook. El mismo retrato que había mandado a hacer y repartir. No obstante, desconocía si se trataba exactamente del mismo, porque se mantenía pese a la diferencia de casi cuatrocientos años entre ese tiempo y el futuro.

— Al conservar tus recuerdos alteraste el flujo de algunas cosas, seguías intentando volver a tu vida. Escapabas de las tierras de Bumkim, luchabas con todos y por eso el encuentro entre Jungkook y tú fue diferente. La primera vez que ustedes realmente se conocieron, lo hicieron en el puerto, chocaron y él te entregó las frutas que dejaste caer. Cuando regresaste, el primer encuentro de ambos fue en el cuartel de la marina, en donde estuvieron ambos recluidos al mismo tiempo. Desde ahí el hilo de las cosas continuaron teniendo pequeñas variaciones. Al verlo en tu castillo no lo albergaste porque querías que te ayudara a regresar a tu mundo, en aquella ocasión querías simplemente escapar para tener la libertad que aquel niño tenía y tú no. Estabas curioso con su vida.

— Supongo que eso también fue un cambio importante en la cronología de mi vida. — La mujer asintió.

— El motivo de separación fue el mismo, simplemente con algunos ligeros cambios. En ambos, Jungkook terminó decepcionado de ti y tus padres. En uno él no se llevaba nada de tu casa, en otro tomó el collar de zafiro. En el pasado te dio de beber leche, besó tu cabeza y durmió a tu lado antes de levantarse a la cocina nuevamente y escuchar a tus padres, luego a ti. En la actualidad, el orden de las cosas fue un poquito diferente. Como verás, por mucho que cambien las cosas, seguirán sucediendo, aunque no sean del mismo modo. Aunque conozca el momento y motivo de su muerte, no lo cambiarás, simplemente alterarás mucho más el flujo del tiempo y las consecuencias podrían ser graves para ustedes y una infinidad de vidas.

Taehyung guardó silencio y poco después la mujer hizo lo mismo.

— ¿Qué tienes que ver tú en todo esto? — Indagaba Taehyung observando a la mujer porque, al parecer, la única cosa que no cambiaba o sufría alteraciones era ella. — ¿Por qué accediste a contarme esto?

— Lo descubrirías tarde o temprano y no altera demasiadas cosas. Elimino también las posibilidades de tener un fatídico final, al menos uno doloroso. Hagas lo que hagas, las cosas no serán suficientes para mí porque participé en todo lo ocurrido, yo te ayudé a matar a quien yo debía proteger por ser su guardiana. Supuse que mis acciones te llevarían a la muerte, me libraría de ti y yo quedaría libre de mis obligaciones. He vivido milenios, presa en este destino, quería cambiarlo todo. — Confesó mostrando cierta frustración. — Pero no pude matarte.

— ¿No pudiste matarme y, en cambio, me ayudaste a matar a Jungkook?

— Matar a Jungkook no estaba en mis planes, aunque no sabía que lograrías acabar con él porque estabas protegido. Simplemente buscaba que me mataran a mí también, liberarme de mi maldición, pero conseguí únicamente que empeorara. — La mujer mordió sus labios al notar que quizás ya había dicho demasiado, pero Taehyung no le permitiría huir tan fácilmente de esa conversación.

— ¿Protegido cómo o por quién? ¿Mis padres evitaron que me mataras? — Al escuchar esta pregunta Sycorax estalló en una sonora carcajada que parecía hacer eco en todo el lugar, la reverberación se sentía en cada parte del cuerpo del castaño.

— Humano petulante. — Negó ella recuperando su compostura, un ligero humo negro rodeándola. — Tus padres no tienen poder o forma alguna para protegerte. — Ni siquiera ella podía hacerle frente a quien quería a Taehyung muerto. — Fue el zafiro.

— ¿Perdón?

— Me pediste poder acercarte a... — Un momento, todavía había detalles que ella no podía confesar. — Jungkook. Necesitabas ser capaz de llegar a él sin que tuviera la guardia en alto. Necesitabas un arma potente, pero que pasara desapercibida para todos y por eso te pedí un objeto de tu pertenencia. Me entregaste un collar de zafiro.

— El collar de zafiro que Jungkook me robó. — Bufó cruzándose de brazos.

— ¿Que te robó? En verdad eres un humano ignorante. — Negó ella jugueteando con el humo que la rodeaba. — Ese zafiro lo creó él, siempre fue de él, no te robó nada.

— Lo traje conmigo.

— Lo trajiste contigo del futuro, pero lo obtuviste de Jungkook. Ese zafiro está hecho de sus propias lágrimas y parte de su alma. Te lo entregó para que siempre estuvieses protegido, para él poder encontrarte sin importar donde estuvieras. Confió tanto en ti que te entregó algo más valioso que su propio corazón o cuerpo.

El Gran Almirante no sabía cómo procesar eso que acababa de escuchar. ¿Realmente Jungkook pudo crear algo así? ¿Era eso siquiera posible o esa bruja estaba desvariando? ¿Qué tanto podía creerle? Dentro de toda esa locura y estupidez no sabía cuánto aceptar. Después de todo, estaba frente a una mujer cuyas palabras confesaron querer matarlo.

¿Jungkook sabía algo de lo que se estaba hablando ahí? ¿Sabía que él tenía la maldición del fénix y que estuvieron juntos en el pasado más allá de lo vivido desde que se encontraron en el establo?

— ¿Jungkook es también un brujo o hechicero para estar produciendo este tipo de cosas? — La mujer no le respondió su pregunta y esto causó que Taehyung frotara su rostro con ansiedad y frustración. — Todo esto de maldiciones, magia y las cosas que me dices me resultan un tanto ilógicas. De no ser porque sé y recuerdo otras cosas vividas en ese futuro que ocurrirá dentro de varios siglos, no consideraría nada de lo que me estás contando ahora. — La mujer se mantuvo apacible, intentando leer sin éxito los pensamientos del almirante. — ¿Quién fue quien me maldijo? ¿Fue Jungkook? ¿Es él quien te tiene confinada y busca mi sufrimiento? ¿Se está vengando de mí?

El estridente sonido de un trueno, la luz de un relámpago y la fuerte lluvia que comenzó a caer hicieron que Sycorax brincara en su sitio. Podía ver el agua filtrándose y eso simplemente significaba una cosa. Temblando, se levantó de su asiento, el humo que emanaba de ella comenzaba a aumentar.

— ¡Vete! — Gritó sorprendiendo a Taehyung, pero mostrando sus desagradables dientes, reformó sus palabras. — Deberías irte ya.

— Todavía tengo muchas cosas que preguntarte. — Se incorporó buscando acercarse a ella, mas todo lo que alcanzó fue su humo. Sycorax se había desvanecido sin más dejándolo en aquella choza. — Maldita bruja... — Protestó bajo saliendo del sitio.

Taehyung sacó de su bolsillo el teléfono móvil que no tenía cómo hacer funcionar. Sycorax había desaparecido y sabía que nadie más podría responder sus preguntas. Fuera Jungkook el causante de su maldición o no, él era el único al cual podía acudir en esos momentos. Ese maldito pirata le tendría que responder. Ya había estado en tierra durante mucho tiempo, así que era hora de zarpar. Había llegado la hora estar en altamar.

Mientras cabalgaba hacia el castillo, pensaba en las posibles rutas que podría haber tomado Jungkook. Podría estar atracando cualquier sito, podría estar anclado en cualquier lugar o incluso estar en movimiento en ese momento, mas confiaba en que encontraría la manera de dar con él. El tiempo podría ser la llave, mas de poco valdría si no encontraba primero el candado o la cerradura para dicha llave.

No sería una tarea simple, de ser así, no le hubiese costado años capturarlo. Muchos lo habían intentado y desde niño, Jungkook siempre fue alguien escurridizo que no se dejaba doblegar. Cuando huyó años atrás, en verdad no se esperó que este se convirtiera en uno de los hombres más temidos y despiadados entre los que jamás hayan navegado bajo los auspicios de la bandera negra de la piratería.

Cualquiera hubiese supuesto que con su infortunio pasado, luego de experimentar una vida mejor en el castillo de los marqueses, aprovecharía su formación para llegar a un sitio privilegiado entre los nobles, aunque fuese un hombre sin apellidos. Jeon no era realmente su apellido, el propio Jungkook se nombró a sí mismo para no tener que responder junto a sus conocidos que carecía de un apellido. Sin embargo, contaba con la educación básica para conseguir un trabajo digno.

Kim seguía sin entenderlo, pudo hacer obras buenas y legales, mas decidió ir por el camino de los robos y asesinatos hasta llegar a la cima de la cadena criminal en tan poco tiempo. Se había convertido en la peor pesadilla de esos mares y tierras. A diferencia del resto de piratas, era un merodeador nato que dominaba los mundos por los cuales navegaba, no porque era osado, astuto, sádico o apuesto, sino, porque era todas esas cosas a la vez y un poco más. Tenía una capacidad genial para maximizar todos sus botines con efectividad, podría haber creado cosas increíbles.

Pero no, tuvo que escoger ir por el mundo dejando huellas de miedo, pillaje, muertes, destrucción y situaciones tétricas que parecían venganzas interminables. Si de por sí los piratas tenían una mala reputación, Jungkook marcaba la historia dejando una cicatriz sangrienta, convirtiéndose en una de las leyendas más oscuras de la piratería. Taehyung desconocía si en verdad su nombre quedaría registrado en la historia, no tenía seguridad de poder recordar todo lo que leyó o vio en esa otra época, mas en la actualidad, no cabía duda del alcance de Jungkook.

Sin embargo, él ya lo había agarrado una vez y estaba seguro de que podía volver a hacerlo. Primero necesitaba muchas respuestas y deshacerse de esa supuesta maldición.

+++

— Necesitaremos pronto recargar nuestras despensas. — Le mencionaba Soobin al condestable, Jinyoung. Este era el encargado de supervisar las reservas de alimento y armas. — Con los meses que llevamos en altamar, nos estamos quedando sin reservas de agua dulce.

— Yo también lo he visto, le he dicho al contramaestre, mas este no le ha dicho nada al capitán. — Respondió mirando las poleas del palo mayor.

— ¿Por qué esperas a que el contramaestre haga algo? Jackson es un idiota. Deberías decirle al teniente. — Se quejaba Soobin sin recelo porque detestaba la actitud del hombre anteriormente mencionado. No era un secreto que su relación con Jackson iba más allá de un simple descontento o desavenencias.

— No puedo saltarme la jerarquía porque me dé mi gana, muchachito. Si no viene a mí, no hay mucho que pueda hacer o decir.

— Sigo insistiendo...

— Si te urge tanto, hazlo tú. — Interrumpió Jinyoung dejando finalmente las poleas tranquilas. — El capitán controla personalmente los suministros y sabe mejor que nadie lo que hay que hacer, estoy seguro de que pronto tocaremos tierra y abasteceremos el barco. Ve a hacer tu ronda y asegurarte que los novatos no estén incendiando el barco. — Se burló agitando su cabello, viendo todas las muecas que hacía Soobin buscando volver alisarlo.

Colocándose su sombrero, Jinyoung se propuso a caminar, mas se encontró agachando su cabeza al ver al capitán frente a él.

— Capitán... — Jungkook lo miró brevemente, lo mismo hizo con Soobin cuando este jugando con su sombrero se giró para mirarlo. — ¿Necesita algo?

— Nada, pueden irse. — Mencionó continuando su paso hacia estribor.

Sus manos se apoyaron en el borde por el cual meses atrás había lanzado a Taehyung. Cerró los ojos y permitió que la brisa marina ondeara su negro cabello. Ahí pertenecía, al mar, ese era su único y verdadero hogar. Admirando el horizonte que avisaba el atardecer, disfrutó del mar que lucía como un gigantesco zafiro lleno de lágrimas de felicidad o tristeza.

Libre y en una eterna aventura, sin pensar en el destino o culminación de la misma. Cada vez que inhalaba ese aroma le hacía vivir y alejar cualquier pensamiento de su cabeza, haciendo espacio solamente para admirar lo que se encontraba dentro de su campo de visión.

— La comida ya está lista. — La voz de su teniente le hizo voltear y ver a un Yugyeom cruzado de brazos que sonreía en su dirección. — Después de días con tu apetito reducido y tu agitación, querrás comer bastante y tranquilo. ¿Vamos?

Jungkook asintió y caminó en dirección de su camarote seguido por su matelot. A excepción de cuando el capitán estaba de mal humor, cuando estaba ocupado haciendo alguna actividad o cuando estaban en tierra, ellos siempre comían juntos. El capitán se sentó a un lado de la mesa, Yugyeom se sentó al otro luego de servir él mismo la comida para ambos, ya que Jungkook era bastante receloso con sus alimentos. Prefería no correr riesgos aunque sus marineros le fueran leales. A decir verdad, en el único que confiaba sinceramente era en su matelot.

Comieron en silencio, el pan estaba un poco crudo, pero junto a la carne y el vino todo supo mejor. Una vez que terminaron, estudiaron juntos el mapa trazado por Jungkook e hicieron cuenta de todo lo necesario para cuando atracaran en tierra.

— ¿Qué piensas del mensaje recibido por el Gran Duque? — Indagó Yugyeom mientras servía una nueva copa de vino.

— No entiendo el motivo para que la mano derecha del rey de Mircia quiera hacer negocios conmigo. — Contestó aceptando la bebida.

— Entonces no aceptarás el encuentro.

— Iré al encuentro, los nobles y la realeza, al igual que nosotros, tienen un deseo infinito por obtener más de lo que tienen. Tal vez sus planes sean otros y no negocios como tal, mas estoy curioso, saciaré mi curiosidad. — Yugyeom revoleó sus ojos, pero no sería él quien lo contradijera. — Ven aquí. — Ordenó Jungkook dejando de lado la copa que vació en un segundo dentro de su boca. Con el dorso de su mano limpió la humedad que quedó en ellos y pasó a posar su vista en el hombre que se acercaba a él.— ¿Por qué no usas tus manos?

— ¿Sólo mis manos? — Preguntó Yugyeom con una sonrisa en sus labios, comenzando a quitarse sus pantalones. Una vez desnudo de la cintura hacia abajo se acercó para besar al capitán y luego se agachó entre sus piernas. — Puedo utilizar mucho más.

— Muéstrame qué tan bien puedes hacerlo. — Respondió serio, observando momentáneamente su propia piel reluciente, pero con un ligero escozor repentino.

— ¿Estás bien? — La preocupación en la voz del teniente fue visible y solo calmada cuando Jungkook le sonrió.

— Creo que debe quedar todavía algo en algunos sitios porque siento picor. Solamente dame un momento... — Asintiendo, el contrario se puso de pie y ayudó a Jungkook a desnudarse bajo la luz de la vela que les ayudó para revisar con cuidado su cuerpo. — ¿Limpiaste el camarote?

— Sí, me deshice de todo personalmente en la madrugada.

— Bien. — Una vez más, Jungkook atrajo al más alto para unir sus bocas. Fueron los ruidos provenientes de la cubierta y los golpes en su puerta aquello que impidió que esa noche planeada por ambos fueran más allá. — ¿Qué sucede? — Cuestionó Jungkook mientras se vestía mirando a su contramaestre.

— Hemos divisado otro barco, por la oscuridad todavía no sabemos si es una naviera oficial o piratas, debemos prepararnos.

— Tengan los cañones listos y utilicen la menor cantidad de fanales posibles. Quiero más marineros controlando la bomba de achique y el polvorín. — Mencionaba aumentando la velocidad de sus acciones, seguido por Yugyeom. — Voy al timón. — Fue lo último que dijo tomando su catalejo.

+++

Estaba hundiéndose en su miseria. Semanas atrás, Taehyung había zarpado con gran prisa en el Liquidador. Todo fue viento en popa hasta que alguno de sus oficiales hicieron un amotinamiento mientras dormía. Los hombres en los cuales él confiaba habían hecho pactos con otro pirata a cambio de quedarse ellos con el Liquidador y recibir botines de contrabando. Primero creyó que era simple rebelión, pero poco tiempo después del inicio de la lucha — una hora aproximadamente — divisaron un barco pirata escondido detrás de una inmensa neblina.

Como resultado, el Gran Almirante y varios de sus hombres, entre los que se encontraba el comodoro Jung Hoseok, fueron entregados a los piratas. Los contrarios les sobrepasaron en número, gran parte de la tripulación había estado coludido y esa era la derrota más humillante que había sufrido en todos los años que llevaba en la marina real. Llevaban tres días amarrados en esa cubierta maloliente y sucia, rodeados por todos esos malhechores, pero seguía sin encontrar el modo para librarse de esa situación.

— ¿Gran Almirante, se encuentra bien? — Preguntaba Hoseok en el tono más bajo posible.

Ellos nunca fueron cercanos, su relación se ceñía a aquella entre Almirante y Comodoro, respetando los rangos cuando sus caminos se cruzaban. Ni siquiera se conocían antes de que el comodoro con un mandato del rey fuese a recoger al pirata Jeon cuando estuvo a punto de ahorcarlo aquella vez. En el último tiempo estuvieron en el mismo cuartel, dado que el Jung fue trasladado a esa zona de Bumer, pero seguían sin fraternizar.

— Estoy bien, ¿tú? — Le respondió echando su cabeza hacia atrás para apoyarla en la madera. Los dos, junto a otros dos oficiales estaban amarrados alrededor del mástil de la proa.

— Muriendo por un poco de agua, pero bien. — Contestó sin mucha fuerza. Controlando con la vista a los hombres que los vigilaban. — Almirante... — Llamó bajo. — En mi bolsillo derecho hay una navaja. — Avisó lo más bajo que pudo. — Llevo intentando sacarla desde que nos agarraron y no lo consigo. Por la posición, quizás sus dedos... — Calló cuando notó la mirada de uno de los piratas sobre ellos. — Quizás con sus dedos pueda alcanzarla debido a la posición en la que estamos. — Reanudaba sus palabras con lentitud, procurando no mover demasiado sus labios.

Durante el día, ambos permanecieron tranquilos y sin levantar mucha sospecha, no fue hasta entrada de la noche que Hoseok buscó arrastrarse unos milímetros hacia atrás a pesar del dolor en su trasero por los días que llevaba en la misma posición sobre aquella madera.

Para Taehyung fue un suplicio lograr hacerse con la navaja del comodoro. Sus muñecas dolían por la fricción de la soga y el esfuerzo que hacía para mover sus manos. Estaba quemando su piel, pero todo lo que tuvo en mente fue buscar la forma de liberarse. Tras varias horas finalmente logró cortar la soga, mas en el momento que terminaba de cortar la de Hoseok, fueron sorprendidos.

El impacto del primer golpe en el costado de su torso fue doloroso. En respuesta, logró golpear y pelear con el pirata, incluso le cortó su rostro, pero pronto llegaron más. Lo que restaba de la soga que amarraba a Hoseok era muy poco, así que luego del forcejeo se liberó para ir a apoyar al Almirante, pero eran dos contra toda la embarcación.

— ¿Qué está causando todo este alboroto en mi barco? — Se escuchó el grito del capitán a través de toda la algarabía.

Aun inmovilizado en el suelo, sintiendo la sangre acumularse en su boca y el dolor de su cuerpo, Taehyung pudo escuchar el resonar de los pasos del capitán. Sus hombres se fueron haciendo a un lado para darle el paso hasta que el sujeto llegó a ellos.

— ¿Eres tú quien le está causando problemas a mis hombres? — Cuestionó el pirata tirando a Taehyung de los cabellos hasta que sus miradas se encontraron. — Parece que debo recordarte que ya no eres el Gran Almirante. A mi tripulación le vendría bien un poco de diversión para relajarse después de todos los problemas que han causado. — Sonrió y Taehyung tuvo que controlar el asco que sintió, el aliento de ese hombre era similar al de un cuerpo en estado de putrefacción. — Ustedes pueden cogerse al otro, yo estrenaré a este y luego se los dejaré. — Volvió a sonreír estirando su mano para que le entregaran la navaja que Taehyung había usado.

No bajó su mirada mientras veía y sentía como desgarraban su ropa. Cuando escuchó a su comodoro gritar del dolor y su llanto, Taehyung tampoco parpadeó porque se rehusaba a mostrarse débil frente a esas escorias.

— Hace mucho tiempo no contemplaba un cuerpo tan pulcro. — Habló el capitán acercándose a besar a un Taehyung que le costaba controlar sus ganas de vomitar.

Intentó contener su respiración, pero todo eso de poco le sirvió. Podía sentir las manos de varios piratas que lo mantenían en posición y también las del capitán que recorrían su cuerpo. Aquella boca inmunda recorrió su cuello y comenzó a descender por su cuerpo. Taehyung había aceptado su destino, sabía cómo los piratas lo emplearían, le haría lo mismo que a Hoseok delante de todos y en el medio de aquella cubierta. Sin embargo, las manos y la boca que lo manoseaban se detuvieron, el capitán se alejó rápidamente hasta ponerse de pie.

— ¡Linterna! — Gritó y pocos segundos después uno de sus hombres le entregaba lo pedido. Incrédulo, acercó la linterna hasta la ingle de Taehyung.

El Almirante no comprendía qué estaba pasando, vio el terror en la mirada de aquel capitán cuando dio dos pasos atrás. Escuchaba a todos murmurar con asombro e incluso los gritos de Hoseok se habían detenido porque los hombres que se divertían con él detuvieron todos sus movimientos. Confundido y adolorido, siguió la vista del capitán hasta su ingle, notando que observaba una de las cicatrices que su pelea con Jungkook dejó. ¿Cuál era el problema con ello?

— ¡No lo toquen! — Ordenó el capitán alejándose a pasos apresurados para regresar poco después con una apestosa cobija que le lanzó para cubrirlo. — Pertenece a La Sangre. — Incluso aquellos que no habían podido mirarlo comenzaron a hablar. — Perteneces al capitán del Zafiro.

¿Que él pertenecía a quién exactamente?

— Eres de la propiedad de Jeon Jungkook.

Como si la mención de su nombre hubiese sido una maldición lanzada, el sonido de un cuerno asustó a Taehyung. Todos los hombres comenzaron a correr hacia sus posiciones mientras el capitán maldecía y levantaba a Taehyung del suelo.

— Ven aquí, serás nuestro trueque de salvación. El capitán del Zafiro pocas veces ha marcado algo según tengo entendido, así que tú debes ser importante. Intercambiaremos tu vida por la nuestra.

El Gran Almirante pudo reconocer el temblor en la voz de aquel pirata que hasta minutos antes tan poderoso se mostraba. No sabía cómo ellos conocían que la marca en su cuerpo fue dejado por Jungkook, tampoco conocía su significado porque aquellos eran códigos piratas que procuraban mantener entre ellos. Lo único que le importaba era el alivio que estaba sintiendo al saber que no lo violarían.

Con cuidado miró a Hoseok tirado en el suelo, completamente abandonado y cubierto de sangre, pero el agarre del pirata no le permitió acercarse a él. No hubo disparos, había una bandera amarilla que se izaba para avisar que no se rendían, pero tampoco buscaban atacar o pelear, dejaba claro su intención para una negociación.

— ¿Capitán? — Yugyeom arrugó su entrecejo cuando divisó aquella bandera. — Quieren negociar, se están acogiendo al parlamento.

— No hay nada que puedan tener ellos que sea de mi interés, así que quiero a todos los hombres listos, cuando terminen de hablar nos haremos con sus provisiones o hundiremos su barco. — Mencionó alejándose del timón para caminar junto a su teniente hacia la proa con todos sus hombres en posición liderados por Jackson.

Una vez que estuvieron lo suficientemente cerca para una conversación o intercambio, los capitanes de ambas embarcaciones dieron un paso al frente.

— ¡Queremos negociar, Sangre! — Habló el capitán contrario sabiendo que no sobrevivirían frente al bergantín tripulado por Jungkook.

— ¿Qué tienes de interesante para mí? — Preguntó ladeando una sonrisa que Yugyeom no pudo ocultar. Lo amaba y jamás se cansaría de admirarlo.

Notando el movimiento en la cubierta, Jungkook apretó la vaina de su espada. Todos estaban atentos a su señal y la tensión podía respirarse en el ambiente. Había un número de hombres parados, detrás de ellos, emergió un pirata que cargaba en su mano a otro hombre cuyo rostro el pelinegro no podía ver. Sin embargo, no existía persona alguna que valiera una negociación, nadie llevaba su marca excepto...

Yugyeom se encontraba frunciendo los labios, él también pudo darse cuenta de quién se trataba sin necesidad de verlo. Su mirada viajó hacia Jungkook y ver la forma en que su ceja izquierda se levó causó que algo en su pecho se sintiera pesado.

— No le hemos hecho nada, Sangre. — Fueron las palabras del capitán después de aceptar el cuerpo de Taehyung para acercarse al barco de Jungkook. — Mis hombres al inicio cometieron un error, pero en cuanto vimos que te pertenecía, no lo tocamos.

El rostro de Jungkook se mostraba apacible, muy diferente de como su corazón y estómago estaban reaccionando. No se movió de su posición esperando a que se lo entregaran. Una vez en sus manos sintió una mezcla de emociones que no sabía bien cómo describir porque odiaba verlo en ese estado. Él mismo había luchado con Taehyung infinidades de veces, en su último encuentro incluso lo hirió, pero ver que alguien más le había puesto sus manos encima catapultaba su ira. No debía importarle y, aun así, deseaba ver esa calabera en el fondo del mar.

A pesar de su debilidad y luego del breve desmayo sufrido cuando toda la tensión acumulada lo golpeó, Taehyung comenzó a abrir sus ojos, encontrándose para su sorpresa con un rostro conocido que le hizo sentir alivio y seguridad instantáneamente.

— M-Mis hombres... — Logró decir antes de volver a perder el conocimiento.

— Negociamos su vida por la nuestra. — Espetó el capitán de la embarcación contraria, logrando que Jungkook volviera a fijar su mirada en él. — Déjanos seguir nuestro camino.

— No es suficiente. — Respondía teniendo en cuenta las palabras de Taehyung. — Quiero al resto de los oficiales que tienes contigo.

En un principio, el otro pirata parecía molesto, mas con algunas ceñas hizo que sus hombres trasladaran a los prisioneros hacia el barco de Jungkook. Este último también sintió su pecho hundirse cuando notó a Hoseok entre ellos, no podía caminar y estaba siendo arrastrado. Una vez finalizado el intercambio, ambos capitanes permanecieron observándose durante breves minutos.

— Aléjense. — Demandó Jungkook. — Y no nos volvamos a ver.

El capitán del otro barco sonrió satisfecho mandando a elevar anclas luego de que Jungkook diese la misma orden. Yugyeom siguió a Jungkook evitando decir algo con respecto a Taehyung en ese momento porque existían cosas más importantes.

— Ya no hay más sobrevivientes. — Fue todo lo que dijo Jungkook descendiente hacia su camarote.

Girándose sobre sus talones, Yugyeom observó a Jackson, Jinyoung y Soobin. Todos conocían la orden incluso antes de ser dada.

— Fuego. — Espetó el teniente.

— ¡Fuego! — Gritó el contramaestre y pronto los cañones comenzaron a dispararse en dirección del otro barco.

El olor a pólvora llenaba el aire, podían sentir y ver como se quemaba la madera para poco tiempo después ser testigos de cómo se hundía aquel barco.

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¡Hola por aquí! ¿Cómo han estado? Finalmente estamos en "altamar", y dejamos la tierra. Espero que les haya gustado el capítulo, nos vemos pronto.

LORED

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