Capítulo 2
Estaba alejado de la civilización del pueblo a la espera de un pago que debían entregarle cuando un álgido viento lo hizo envolverse dentro de sus brazos para evitar mayor impacto. Recién entraba en el verano y no entendía como una tan repentina brisa podía ser tan fría cuando ni siquiera estaban cerca de la costa. Las hojas secas volaban, el polvo y la tierra se levantaban obligándolo a cerrar sus ojos cuando de la nada sintió un cuerpo chocar contra el suyo.
Abrió sus ojos encontrándose con un joven que parecía haber perdido el conocimiento yendo hacia el suelo en una caída que hubiese sido fatal si él no lo hubiese sostenido. Las piedras que rodeaban el sitio podían haberlo dañado gravemente.
Del modo en que llegó la ráfaga de viento se fue, sin aviso, sin señales. Todo había sido muy extraño pero a él nada lo sorprendía, al menos así había sido hasta que escuchó las palabras que aquel extraño le dijo mientras acariciaba su rostro enviándole extrañas corrientes de sensaciones que recorrieron todo su cuerpo dándole extrañas visiones.
— Mi pirata... ¡Te encontré! — Su voz era desgastada y estaba confundido pero aquellas palabras abandonaron su boca con tanta facilidad y seguridad que tenía estupefacto al sujeto que lo sostenía. — Estás aquí.
— Oye, oye, recomponte. — Dijo el individuo de larga cabellera, tan oscura como el ébano más puro. — ¿Quién eres? ¿Qué crees que estás haciendo?
Alejó la mano del desconocido de su piel pero en la brusquedad del acto vio como en su cuello guindaba un collar que le llamó la atención. Hurgó con rapidez su ropa hasta palpar el colgante, tiró de este hasta que quedó en su campo de visión. Lo arrancó de su cuello haciéndolo rechistar un poco para observarlo con detenimiento, buscó ver al chico a los ojos para que le diera alguna explicación a lo que veía mas lo dejó caer sin querer cuando lo volvió escuchar hablar.
— Juro que daría mi vida por permanecer en tus brazos, como el pirata que navega por el medio del océano necesitando del viento, esos que darían su alma con tal de que una brisa, una ráfaga o una brizna los ayude a no naufragar. Tu caricia es un soplo diminuto que me regala una nueva esperanza.
— Oye chico, creo que estás borracho o te echaron algún alucinógeno en tus alimentos. — Comprobó sus labios y pupilas hasta que detuvo toda acción al ser sorprendido por unos rufianes labios que le robaron un beso. — Oye...
Una nueva ráfaga de aire incluso más fuerte que la anterior llegó llevándose de sus brazos el cuerpo que sostenía.
Taehyung estaba mareado y algo confundido porque no sabía o entendía lo que había acabado de decir, mucho menos como nuevamente todo a su alrededor parecía moverse. Estaba envuelto por un remolino de viento que no lo zarandeaba, que destruía o construía cosas a su alrededor, no estaba del todo seguro de lo que veía. Lo único que tenía claro era que no se encontraba más en su casa. Lentamente su vista comenzó a nublarse y su cuerpo a sentirse débil, estaba mareado, tanto que no notó el momento en el que cayó perdiendo el conocimiento.
Había una pequeña algarabía a su alrededor, podía escuchar claramente las voces pero estaba demasiado agotado como para abrir sus ojos correctamente. Las imágenes eran poco nítidas, la que mejor distinguió era la de una mujer que lo acariciaba con un rostro lleno de preocupación, quiso hablar pero sus párpados se cerraron nuevamente.
— Por ahora llévalo al palacio, sin que nadie se entere. — Logró escuchar, podía sentir aquella mujer seguir hablando pero no entendía todas las frases con claridad, algunas palabras le resultaban desconocidas y otras simplemente no las escuchaba. — Nosotros iremos detrás.
— ¿Qué hacemos con esto? — Se escuchó esta vez la voz de un hombre.
— Nosotros nos quedaremos con esto, ahora apresúrate y vete.
Todo su cuerpo se movía de un lado a otro, tenía frío y el lugar donde se encontraba era algo duro, lo tenía con dolor en todo su cuerpo. Se escuchaba el trote y rezongar de caballos junto a ruedas que transitaban por algún extraño lugar para Taehyung. Esto lo hizo entrar en alerta y abrir sus ojos con gran rapidez viendo todo a su alrededor. De un lado había un pequeño muro que parecían tablas de madera, estaba rodeado de ella pero cuando miraba hacia arriba podía ver el cielo y árboles pasando sobre él con cierta velocidad.
Se levantó con dificultad y fue entonces que se percató que estaba en una especie de carreta, misma que era llevada por un jinete y dos caballos que recorrían un camino desconocido. No podía mentir, estaba asustado, primero estaba en su casa discutiendo con su padre y ahora se encontraba transitando por un lugar donde no veía urbanización alguna. No habían muchos lugares de Bumer en la actualidad donde no se pudiera visualizar la mínima urbanización. Claro que habían bosques, campos y montañas pero para él todo parecía desconocido.
No tenía mucho tiempo para pensar, no sabía qué tramaba el horripilante hombre que azotaba a cada minuto a los pobres animales pero él no se iba a quedar allí para descubrirlo. Sin pensarlo dos veces se dio a la fuga saltando del vehículo en movimiento, quejándose al torcerse levemente el tobillo al caer. Sin embargo eso fue lo que menos le impactó, cuando vio sus extremidades palpó el resto de su cuerpo entrando en un shock indescriptible. Ya no era Taehyung o al menos no el hombre, se había convertido en un niño.
— ¡Oye, niño! ¡Detente! — Escuchó gritar tras de él al hombre que estaba llevando el carruaje poco extravagante y volvió a ponerse en pie.
No sabía qué estaba pasando, necesitaba explicaciones o al menos tiempo para recuperarse pero eso no sería en ese momento. En ese instante lo que le preocupaba era lograr salir de allí con vida. Echó a correr sabiendo que era perseguido. Le costaba mantener el ritmo de la forma que quería, sus extremidades eran más cortas y no tenía la fortaleza suficiente.
Miró hacia atrás para comprobar la distancia y se asustó al notar que el hombre que estaba persiguiendo llevaba una espada pero lo peor no era eso sino que a pocos metros frente a él se encontraba lo que parecía ser un hombre vistiendo un traje antiguo. Fue entonces que cayó en cuenta de que podía estar en una filmación histórica aunque esto no explicaba muy bien por qué él lucía como un niño de ocho años de edad.
Estaba tan desconcertado y asustado que ni siquiera sentía bajo sus pies las piedras que pisaba o las espinas que se le enterraban. Intentó desviarse y pasar del uniformado pero este lo detuvo, haciéndole señal a quien le perseguía avisándole que ya lo tenía detenido. No sabía muy bien cómo salir de ese aprieto pero mirando y buscando por una salida de la situación se encontró con la más factible frente a él.
No supo por qué o cómo se le había ocurrido aquello pero no tenía tiempo para averiguarlo. Pisó con fuerza el zapato del hombre, agarró su mano izquierda con la diestra para darse más fuerza y con su codo golpeó la cadera del sujeto haciéndole jorobarse por el dolor, desenvainando su espada antes de que este pudiese reaccionar. Pesaba más de lo que se imaginó pero se las arregló para sostenerla, nunca en su vida había sostenido una pero había llegado el momento de aprender a utilizarla y superar las adversidades.
Echó a correr nuevamente encontrándose con un segundo soldado que sostenía una espada como la suya, mismo que no dudó en atacarlo aunque este fuese un niño. Estaba confundido puesto que desconocía sus habilidades para manejar la espada, no era algo que hubiese estudiado en la academia policial pero estaba agradecido de saber cómo utilizarla. Cuando vio que logró deshacerse de aquel sujeto brincó feliz y antes de ser agarrado por quien seguía cayéndole atrás, salió corriendo de allí.
El hombre vio al pequeño niño alejarse sosteniendo sus rodillas buscando respirar, había perdido el aliento pero lo peor es que era posible que perdiese su vida cuando sus patrones se enteraran que había perdido al niño.
No conocía el lugar pero le fue fácil mientras corría por inercia encontrar el camino que lo llevó hasta un pequeño pueblo donde todas las personas vestían de forma muy extraña, justo como si hubiesen salido de un drama histórico. Creyó estar soñando pero por mucho que se pellizcó y golpeó no despertó, muy por el contrario; a cada minuto sentía que caía más en el pozo de aquella pesadilla. ¿Cuáles eran sus posibilidades de sobrevivir la noche en el cuerpo de un niño de ocho años?
Caminó escondiéndose para evitar ser encontrado ya fuese por los oficiales o el hombre que lo perseguía pero la lluvia que comenzó a caer le dificultó aún más la tarea. Corrió a esconderse a una taberna pero al notar lo concurrida que estaba siguió caminando. No entendía por qué todo eso le estaba ocurriendo a él. ¿Qué había hecho de malo para que le tocara vivir una vida tan miserable como esa? Lentamente el frío comenzó apoderarse de él, los estornudos tampoco tardaron en llegar.
Sus piernas dolían y ya sentía los estragos de haber corrido sin zapatos y completamente desnudo. Sí, todo ese tiempo Taehyung había estado desnudo porque la ropa con la que viajó había desaparecido en el momento que se convirtió en infante. No traía absolutamente nada consigo que lo pudiese ayudar, algo que le sirviera para vender o subsistir. Sus tripas crujían mientras los estornudos aumentaban acompañados del dolor en sus pies.
Se abrazaba a si mismo buscando darse algo de calor pero no estaba resultando como lo pensó. Daba todo en esos momentos por un techo, una ropa y un plato de comida.
— Oye tú, ¿qué haces caminando así? — La voz de un hombre lo hizo voltearse, encontrándose con un adefesio andante que sostenía una botella de alcohol en su mano. — ¿Necesitas calor humano? ¿No tienes familia? — Sonrió causándole una gran revoltura en el estómago a Taehyung.
La sonrisa de aquel despojo de hombre llegó acompañada no solo de un desagradable aliento etílico sino también de lo que parecía ser el comentario de ratas muertas. Sus dientes no tenían absolutamente nada blanco, ni siquiera amarillo, el sarro negro sobresaltaba tanto como el resto de su aspecto. Evitó al hombre pretendiendo no escucharlo y echó andar, mas este lo agarró del brazo obligándolo a voltearse.
— Si me acompañas podrás ganarte unas monedas para alimentarte esta noche. ¿Qué te parece? — Le sonrió nuevamente apretando su muñeca.
Maldijo internamente por estar pasando por esa situación, forcejeaba para liberarse del sujeto pero este lo único que hacía era afianzar su mano haciéndole daño. Se acercó lentamente para oler al chico que tenía agarrado, estaba limpio y no parecía estar en tan mal estado como un niño desamparado.
— ¿Tu familia? Dime un apellido...
— N-No tengo familia, suélteme.
— ¿No? Entonces por qué quieres que te suelte? Yo puedo ser tu familia a partir de ahora, puedo vestirte y darte de comer, también un techo lo único que tienes que hacer es darme calor todas las noches. ¿Eh? ¿No es un buen trato?
Miró todo lo que los rodeaba y se dio cuenta que solamente había una forma en la que saldría de allí, en un rápido movimiento se apropió de la botella del borracho y con otro lo golpeó fuertemente en la cabeza. Su mano fue liberada cuando este se fue a tocar la cabeza antes de caer al suelo y Taehyung aprovechó para echarse a correr sin mirar atrás. No sabía hacia donde ir pero en ese momento nada le importaba.
Cayó al suelo sin fuerza llenándose de barro, porque las calles de ese pueblo ni siquiera estaban pavimentadas, era pura arcilla que con la lluvia se había convertido en fango. No le quedaban fuerzas pero de algún lado sacó un poco más y caminó trastabillando hasta que encontró un granero en el que entró al ver que estaba vacío y que la puerta de este estaba abierta. Dio varios pasos para adentrarse en el sitio cuidadosamente mirando todo a su alrededor.
No había mucho pero para él era suficiente. Ese lugar lo cubriría de la lluvia, no tenía comida ni una cama pero al menos había heno y algo que se asemejaba a una colcha para taparse. Olía fatal e incluso le causaba un poco de picazón en el cuerpo pero de cierta forma en ese momento para él se sentía como un hotel de cinco estrellas en el centro de la ciudad o al menos de esa que él recordaba.
Un fuerte golpe de agua fría lo hizo despertar al instante. Miró confundido alrededor pensando en el sueño tan extraño que había tenido pero luego de tallarse los ojos y mirar, pudo constatar que para su desgracia todo parecía ser real. Un hombre que sostenía un balde de madera en sus manos lo interrogaba con la mirada.
— ¿Qué haces entrando casa de alguien más? ¿Estabas intentando robarme?
Se incorporó rápidamente negando con cada parte de su cuerpo, su desnudez quedó descubierta y utilizó la misma tela que lo había cubierto para envolverse.
— No es lo que usted cree, señor. Mire yo no sé que es esto o lo que está pasando. En un momento yo estaba conversando con mi papá a punto casi de cocinarle ramen cuando discutimos y bueno, la cuestión es que terminé en este extraño mundo que desconozco. No sé donde estoy y no tenía la más mínima intención de robarlo. Solamente no tenía a dónde ir, la lluvia en la noche era muy fuerte y terminé refugiándome aquí.
El hombre lo miró confundido, dejó caer lo que sostenía y se apresuró a tomarlo de las manos y sacarlo arrastrándolo por todo el pueblo, siendo mirado por todas las personas que se encontraban deambulando. Intentaba liberarse para escapar pero con todas las personas que comenzaron a seguirlos de cerca en cuanto pusieron un pie fuera del granero le resultaba un tanto imposible. No sabía hacia dónde lo llevaban pero no le daba buena espina toda esa situación.
Entraron a un lugar que estaba lleno de hombres uniformados y el hombre que lo había arrastrado hasta allí lo lanzó al centro haciéndolo caer de boca. Se reincorporó con rapidez pero estaba rodeado no de uno o dos sino de más de una docenas de oficiales y en las circunstancias que se encontraba ni de broma lograba salir de allí, al menos no ileso.
— Este rufián intentó robarme, lo encontré en mi granero esta mañana. Le pregunté qué hacía y comenzó a inventar historias sin sentidos diciendo que no era de este mundo y no sé qué otras tantas cosas.
— ¡Que no le quise robar, maldición! — Miró hacia cada rincón del lugar encontrándose con tenebrosas miradas que le causaron miendo. — N-No quise robar, lo prometo. Estaba perdido y no sabía dónde pasar la noche, no tenía ropa, techo o comida. Ya era muy tarde y la lluvia me obligó a refugiarme en el primer lugar que encontré y eso fue el cuchitril de este señor que me anda acusando de delitos que no cometí.
— El señor Krumer es muy conocido y respetable, no creo que esté inventando nada contra usted jovencito. — Respondió un oficial acercándose a él. — Mejor dinos si tienes padres o familia, si no, explícanos realmente qué estabas haciendo allí.
— ¿Por qué no pueden creer lo que les digo? Es cierto, miren, ni siquiera tengo ropa.
— Oh, así que es eso, — habló otro de los guardias — eres un mendigo que no tiene familia ni lugar donde vivir y entraste a robar a la casa del señor Krumer algo de ropa y comido. ¿No es así?
— ¡No! ¡No es así!
— No se preocupe señor Krumer, puede irse a su casa tranquilo, nosotros nos encargaremos de este ladronzuelo.
Los dos oficiales que habían hablado tomaron a Taehyung para llevarlo hacia los calabozos, uno por el cuello y otro por uno de sus brazos. Este se resistía, forcejeaba para no ser trasladado pero una fuerte bofetada lo hizo detener todo los movimientos.
— Estos rufianes son todos igual, uno tiene que ponerles mano dura para que aprendan a conocer su lugar y quienes mandan. — Tiró otra vez del brazo del niño que pensaba cómo huir de allí.
— ¡Esperen! — La agitada voz de un hombre resonó en el pequeño cuartel del pueblo.
Los oficiales se voltearon junto a Taehyung y este palideció al ver al hombre que había gritado. Ese era el sujeto del cual escapó el día anterior si declaraba allí e incluso decía lo que le había hecho a los otros dos oficiales estaba completamente acabado. Contra su voluntad comenzó a temblar, temiendo realmente por su vida y sin terminar de entender cómo es que había ido a parar allí.
— E-Esperen... — Repitió el hombre entrando al lugar y seguido de este una señora muy elegante que llevaba un vestido rosado con guantes blancos al igual que su tejida sombrilla. Entró de la mano de otro hombre rubio y alto que estaba peinado hacia atrás con su cabello atado, llevando un traje que lo hacía lucir impecable e imponente.
— Marqués de Bumkim, Kim Tangyeon... Marquesa. — Saludaron todos al unísono al ver a los señores con una gran reverencia, todos se quitaron sus sombreros y permanecieron inclinados hasta que el hombre que venía de la mano de la mujer habló.
— Suficiente. — Los oficiales volvieron a ponerse los sombreros y erguirse. — ¡Suéltenlo!
— Perdone usted su alteza pero, ¿a quién se esta refiriendo? — Preguntó algo tímido uno de los oficiales que estaba sentado escribiendo algunos papeles.
— A nuestro hijo, libérenlo. Es degradante e inconcebible que estén tratando así a nuestro hijo. — Caminó a paso firme hasta donde estaba Taehyung y quienes lo sostenían lo dejaron ir temerosos. Los sentenció con la mirada antes de agacharse hasta quedar a la altura del niño. Revolvió su cabello y le regaló una cálida sonrisa. — ¿Estás bien pequeño?
No entendía absolutamente nada, tampoco por qué lo estaban ayudando pero le inspiraba confianza. Se limitó asentir para responder a la pregunta, viendo el deje de tristeza que tenía el hombre en sus ojos. La mujer también se acercó caminando con gracia y elegancia, lo envolvió en un cálido abrazo y le sonrió de igual manera con lágrimas en los ojos. Ambos señores se alzaron y con una seña quien había corrido detrás de Taehyung se acercó con una muda de ropa.
— Mi amor, ve a cambiarte con Esir. No podemos marcharnos a casa mientras estás en esas fachas, cuando termines nosotros estaremos aquí, permítenos aclarar esta penosa — miró con recelo a los oficiales — situación. Ve y apúrate, nosotros estaremos aquí.
Taehyung no rechistó y sin saber por qué acató la orden que aquella señora le dio, siguiendo al hombre y a un oficial que les mostraba el camino hacia un baño. Se cambió de ropa con la mente en blanco, no entendía muy bien lo que estaba ocurriendo pero estaba seguro que en cualquier lugar estaría mejor que en los calabozos de ese sitio o sabría el demonio qué otro sitio.
No tenía un espejo para verse pero estaba seguro que su aspecto había mejorado ampliamente. Le había tocado ponerse un sin número de prendas que le parecieron excesivas pero aún así, lo agradecía pues le brindaban la calidez que estaba careciendo desde el día anterior. Dio dos toques en la puerta y el hombre a quien la señora había llamado Esir la abrió regalándole una sonrisa. Le señaló a la colcha que llevaba envuelta en su cuerpo pero el mayor le dejó saber que no necesitaba preocuparse. Estiró su mano y bajando la cabeza le indicó que caminara delante de él, cosa que hizo sin dudar.
Sin embargo, en el momento que casi llegaba al lugar donde se encontraban los marqueses un gran revuelo se desató. Cuatro guardias traían arrastrando a un chico que llevaba una sucia y rasgada camisa blanca, larga mojada y ondulada cabellera negra que cubría su rostro y cuello ya que le llegaba hasta los hombres. Este parecía una fiera rabiosa que no le importaba luchar contra aquellos hombres como debía haberlo hecho él pero se había paralizado por el miedo y la desconocida situación.
— Este maldito parece tener un pacto con el diablo. Según la embarcación que fue testigo hace una semana fue lanzado al mar en el medio del océano porque estaba enfermo pero no solo sobrevivió y se curó, miren la fuerza que tiene. — Se quejaba uno de los oficiales mientras intentaba no cruzarse en su camino.
Todos se detuvieron para dejarlo pasar y así lo hizo pero no pudo evitar mirar a los ojos del otro niño. Como si este sintiera su vista encima, levantó la cabeza y sus miradas se cruzaron. Pasó caminando lentamente por delante del detenido y este le mantuvo la mirada todo el tiempo, incluso había dejado de forcejear en ese momento. Se miraron hasta que el pasillo se acabó y Taehyung se vio obligado a mirar hacia adelante, encontrándose ahora con una mirada mucho más dulce frente a él.
— Vamos hijo, el carruaje está listo para que vayamos a casa. — La señora le estiró la mano y aunque dudó durante algunos segundos la tomó caminando con ella hacia afuera escoltados por el señor que decía ser su padre. — Esir, abre la puerta.
El hombre así lo hizo, ayudó a la marquesa a subir, luego lo cargó a él y tras de ellos el marqués también subió.
— ¡Agárrenlo! ¡Se escapa!
Gritaron varios oficiales y como si de un correcaminos se tratase, aquel chico que había visto en el interior de aquel cuartel pasó corriendo por el lado del carruaje y nuevamente, sus miradas se cruzaron durante milésimas de segundo. El chico tenía un aire salvaje y también una hermosa sonrisa que le dedicó en el momento que sus ojos hicieron contacto. Miró hacia atrás por la ventanilla del carruaje viéndolo alejarse con su cabello ondeando en el aire, su camisa bombeando y sus doradas piernas corriendo a gran velocidad perseguido por los oficiales.
No sabía quién era pero viendo como él mismo había sido tratado deseaba con todo su corazón que lograra escapar y siempre fuera libre.
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¡Hola por aquí! ¿Cómo han estado?
Como ya podrán saber he terminado de publicar y a partir de ahora comenzaré a actualizar regularmente esta historia.
Es todo un reto escribirla porque es algo que nunca antes he intentado antes pero espero que sea del agrado de todos ustedes.
Espero que les haya gustado este capítulo, cuídense mucho y nos vemos en el próximo.
LORED
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